Revolución #256, 15 de enero de 2012


La Ley de Autorización de Defensa Nacional: Una ley infame del Congreso y de Obama

La víspera del Año Nuevo, Barack Obama firmó la Ley de Autorización de Defensa Nacional (NDAA), que adjudica fondos para este año a las Fuerzas Armadas de Estados Unidos. Entre otras disposiciones, esta ley codifica la detención militar indefinida de las personas, incluidos ciudadanos estadounidenses, sin cargos, en nombre de la "guerra contra el terror". El gobierno de Estados Unidos ya ha usado ese poder contra los encarcelados en Guantánamo y otros lugares, pero ahora es ley oficial. Revolución reimprime aquí, con su permiso, un artículo del profesor de sociología y autor Dennis Loo sobre la naturaleza fascista de esta medida de Obama y el Congreso. El artículo salió originalmente en www.DennisLoo.com, antes de que Obama firmara la ley y antes de unas modificaciones finales. No obstante, la naturaleza esencial de la ley no ha cambiado. En un principio Obama tuvo ciertos desacuerdos con algunos aspectos de la ley, pero accedió a firmarla, de acuerdo a un artículo de www.Huffingtonpost.com, "después de que el Congreso añadió unas disposiciones para quitar la autoridad final de detener a los sospechosos de las fuerzas armadas y dársela al presidente". Obama también añadió una "declaración al firmar" que señalaba "sus reservas serias" respecto a algunas disposiciones, en particular una que permitiría la detención indefinida de ciudadanos estadounidenses, y declaró que su administración no autorizaría tal detención. Pero este presidente ya ha superado por mucho lo hecho por su predecesor, George W. Bush, en lo que se refiere a acciones fascistas, incluida la autorización para asesinar sin ningún juicio a ciudadanos acusados de terrorismo. Y ahora que es ley, cualquier presidente futuro tendrá el poder oficial de detener indefinidamente a los sospechados de terrorismo, incluidos a ciudadanos estadounidenses.

 

La Casa Blanca anunció el 15 de diciembre de 2011 que Obama no vetaría la Ley de Autorización de Defensa Nacional de 2012. Esa ley faculta a las fuerzas armadas a arrestar y detener por un tiempo indefinido a cualquier persona, incluido un ciudadano estadounidense, en cualquier parte del mundo, inclusive dentro del territorio estadounidense, a quien las autoridades acusan de ser terrorista o a quien presumen que haya dado apoyo material a terroristas o a organizaciones clasificadas como terroristas. Ahora es suficiente, de facto [en la práctica] y de jure [según la ley], simplemente acusarle a una persona para poder pronunciarle una condena en virtud de dicha acusación, como si ahora estuviera al mando la Reina Roja de Lewis Carroll: "¡Primero la condena, y después el juicio!"

Sólo que ahora ni siquiera se tomarán la molestia de hacerle un juicio, ni antes ni después de la condena. Con su acción este presidente y este Congreso merecen considerarse ahora y además pasar a la historia como los más infames y los más cobardes de la historia del país.

Barack Hussein Obama, el candidato que hizo campaña sobre una plataforma de reparar las ilegalidades y las grandes injusticias del régimen de Bush, de esta manera ha declarado inequívocamente por quiénes toma partido en la historia: por aquellos que Franz Kafka ridiculizaba notoria y vívidamente como las fuerzas que adoptan poses, se vanaglorian y afirman con más fuerza que nadie, envolviéndose en la bandera y la Biblia, que son los grandes defensores de la Libertad y del Imperio de la Ley, y tan pronto que estas palabras les salgan de la boca y de sus plumas envenenadas, se ponen cínicamente a llevar a cabo las prácticas más ilegales y más detestables. Esas prácticas le niegan al Pueblo las protecciones más mínimas del debido proceso y del imperio de la ley, precisamente las protecciones en que se diferencian las tiranías de las sociedades justas.

Hay quienes esperaban que Obama vetara esta ley patentemente fascista. Pero todos los indicios previos tenían mal augurio: todas las quejas de Obama antes de su anuncio el 15 de diciembre se centraban en su opinión de que la NDAA limitaba indebidamente la prerrogativa del presidente de hacer las cosas que la NDAA le permitía a las fuerzas armadas — actuar bajo la pantalla de la "guerra contra el terror" para arrestar sumariamente, detener indefinidamente… y en el caso de Obama, asesinar — a los que el gobierno declare culpables.

Más al grano, como señaló con razón Glenn Greenwald, la NDAA solo extiende a las fuerzas armadas las políticas que Bush y ahora Obama, que le ha superado a Bush desde que asumió el cargo, habían puesto en práctica ya desde la Casa Blanca. Para los que se acuerdan de la doctrina del "ejecutivo unitario" que surgió de la Sociedad Federalista y a favor de la cual el Partido Republicano ha abogado y sigue abogando hoy —la noción de que el poder ejecutivo tiene una autoridad ilimitada, fuera de cualquier supervisión y rendición de cuentas— pues, Obama merece que la Sociedad Federalista le agasajen por llevar esa doctrina a extremos que ni siquiera Bush se hubiera osado a llevarla.

Se ha llegado a esto: eres culpable si alguna autoridad dice que eres culpable, no porque hayas comparecido al tribunal, no porque hayas tenido la oportunidad de enfrentar a tus acusadores, no porque te atrevas a pensar que eres inocente hasta que se demuestre lo contrario. La prueba ya no es el criterio. Ahora la aseveración de alguna autoridad es todo lo que se necesita para encerrarte para siempre.

De esa manera esta llamada "guerra contra el terror" ha revelado ante el mundo su verdadera naturaleza y lógica: es un tumor maligno en el cuerpo de la sociedad, el cual le matará al paciente. "Para salvar la libertad, tuvimos que aniquilarla". Cualquier persona que reconoce la magnitud de este momento no puede guardar silencio. Los canallas bramarán su triunfo; los ignorantes, los apáticos y los cobardes se encogerán de miedo; y los que ven claramente las cosas asumirán la responsabilidad por el bien de la humanidad, y darán la cara alzando la voz.

Dennis Loo es profesor de sociología, autor y miembro del comité directivo de El Mundo no Puede Esperar.

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