Revolución en línea, 12 de abril de 2012


Los antecedentes: Estados Unidos, Siria y el levantamiento contra Assad

El levantamiento contra el régimen de Siria que ha durado ya un año empezó en marzo de 2011 con un "Día de Dignidad", una protesta en la capital de Damasco que demandó que soltaran a los presos políticos y un "Día de Furia" en la ciudad sureña de Deraa. Allí asesinaron a tiros a varios manifestantes, lo que incitó una ola de ira y protestas populares contra la tiranía sangrienta del presidente Bashar al-Assad. Desde ese entonces el régimen ha intentado aplastar a la oposición con la violencia. Al cierre de esta edición, la resistencia al régimen de Assad continúa en varias formas y todavía está en el aire el futuro del levantamiento y del gobierno de Assad.

Varias grietas sociales alimentaron esta rebelión. Siria, al igual que otros países árabes, ha experimentado una explosión demográfica, un aumento rápido de la tasa de natalidad y cada vez más los jóvenes constituyen un mayor porcentaje de la población. Esos jóvenes confrontan un futuro sin suficientes trabajos, una pésima educación y sin las libertades básicas de expresión, de organizar o congregarse. Bajo el estado policial fuertemente controlado y altamente centralizado de Assad, la clase media ha estado sofocada política y económicamente, mientras que Assad y sus más íntimos partidarios monopolizaron los elementos principales de la economía siria dominada por el imperialismo.

También están en juego las diferencias religiosas y nacionales. Los colonialistas franceses e ingleses establecieron Siria (así como el Líbano e Irak) según líneas religiosas en la estela de la Primera Guerra Mundial. Desde ese entonces, el núcleo del régimen ha provenido principalmente de los clanes alauitas (una rama del islam chiíta), los que componen el 12 por ciento de la población de Siria, con una base de apoyo entre las fuerzas cristianas que componen otro 10 por ciento. Los sunitas, la mayoría de la población de Siria, están sometidos y desfavorecidos. (Existen unos 47 diferentes grupos religiosos y étnicos en Siria, entre ellos las comunidades kurda, drusa, armenia, beduina y turcomana.)

Salameh Kaileh, un marxista palestino que vive en Siria le dijo al Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar que fueron fuerzas de la clase media en el campo las que iniciaron el levantamiento, pero ahora están participando todas las clases sociales en las ciudades provinciales más pequeñas, incluyendo a los comerciantes y los capitalistas locales. La base principal del levantamiento ha sido la mayoría sunita y los kurdos. Desde el principio, las corrientes islámicas reaccionarias han sido un componente importante del levantamiento, y no ha existido un polo comunista revolucionario. (La "izquierda" revisionista y reformista de Siria en su mayoría y de manera vergonzosa ha apoyado al régimen de Assad.) ("Siria: ¡Ni Assad, ni la intervención extranjera!", Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar, 13 de febrero de 2012)

Son reaccionarias todas las fuerzas principales que han salido para contender por el liderazgo del levantamiento hasta este momento. Incluyen a la Hermandad Musulmán islamista (el New York Times informó que unos manifestantes en Homs corearon: "Cristianos a Beirut, alauitas a la tumba"), el "Ejército Libre de Siria" que consta principalmente de ex miembros del ejército y aparato de seguridad de Assad y el "Consejo Nacional Sirio" compuesto de fuerzas exiliadas burguesas pro-occidentales. Los tres grupos han pedido la intervención al mando de Estados Unidos en el conflicto. Varias potencias regionales, entre ellas Turquía, Arabia Saudita y Qatar, también están ayudando y moldeando a la oposición siria. ("Syria’s Sectarian Fears Keep Region on Edge", New York Times, 28 de febrero de 2012)

Estados Unidos y el régimen de Assad: Un historial de conflicto y colaboración

El motivo del antagonismo de Estados Unidos hacia el régimen de Assad no es la brutalidad de ese régimen. De hecho, en ciertos sentidos esa brutalidad ha servido como un punto a favor de Estados Unidos e Israel. Bajo "la guerra contra el terror" de Bush, Siria era uno de los países a los que "entregaron" los sospechosos para que fueran torturados. En el caso de Siria esto ocurrió bajo "el reformista" Bashar quien había asumido el poder después de la muerte de su padre Hafez al-Assad en 2000. La masacre de unas 10.000 personas en Homs de parte del régimen en 1982 para reprimir un levantamiento islamista no suscitó llamamientos a derrocar al régimen ni una negativa a lidiar con el mismo.

"[E]l régimen sirio a veces ha apoyado los objetivos de la política exterior estadounidense en la región", escribe el profesor Stephen Zunes, "por ejemplo reprimir a los palestinos y las fuerzas de izquierda en el Líbano a mediados y finales de los años 1970, contribuir tropas a la operación 'Escudo del Desierto' en 1990 tras la invasión iraquí de Kuwait, apoyar el golpe de estado ese mismo año contra el primer ministro del Líbano que era pro-Saddam, proporcionar inteligencia y otro apoyo contra Al Qaeda y otros extremistas, apoyar fuertes resoluciones contra Irak cuando Siria estaba en el Consejo de Seguridad de la ONU y servir como un destino de 'entregas extraordinarias' de presuntos radicales islamistas capturados por Estados Unidos". ("Military Intervention in Syria is a Bad Idea", Foreign Policy in Focus, 30 de marzo de 2012)

Al mismo tiempo, fuertes tensiones y antagonismos han caracterizado la postura de Estados Unidos hacia Siria. Hafez Al-Assad llegó al poder mediante un golpe de estado militar en 1970. Su Partido Ba’azista Árabe Socialista fue una organización nacionalista reaccionaria con vínculos con el Partido Ba’azista en Irak liderado por Saddam Hussein y similar al mismo. Bajo Assad, Siria pretendió ampliar su papel en los órdenes capitalistas regional y mundial, sin representar un desafío fundamental a éstos, en parte por medio de forjar relaciones con la Unión Soviética imperialista. Por eso, Estados Unidos pretendió debilitar y contener al régimen de Assad como parte de impedir los avances soviéticos en la región y porque sus intereses y los de Israel chocaban de manera fuerte y frecuente con los de Siria, por ejemplo en el Líbano.

"Sin embargo, por lo general una enorme hostilidad ha caracterizado la relación entre Estados Unidos y Siria", indica Zunes. "Estados Unidos ha respaldado al gobierno derechista de Israel en su ocupación y colonización ilegal del suroeste de Siria, al que Israel invadió en junio de 1967, a pesar de que el gobierno sirio ofreció reconocer a Israel y darle garantías de seguridad a cambio de una retirada total de parte de Israel. De hecho, en 2007 Estados Unidos impidió que Israel retomara negociaciones con Siria. La marina yanqui lanzó repetidos ataques aéreos contra las posiciones sirias en el Líbano durante 1983-84 y unos comandos del ejército yanqui atacaron a una aldea fronteriza en la región oriental de Siria en 2008 y mataron a varios sirios. Estados Unidos impuso sanciones draconianas sobre el país en 2003 y se negó a levantarlas hasta que Siria parara de modo unilateral el desarrollo de ciertas clases de armas que ya tenían los aliados yanquis Israel, Egipto y Turquía".

El año anterior, 2002, el régimen de Bush consideró a Siria como uno de los países asociados con su "eje del mal" y un país que necesitaba un cambio de régimen (el subsecretario de Estado John Bolton afirmó que Siria estaba adquiriendo armas de destrucción masiva). Pero las dificultades y turbulencia inesperadas que los imperialistas experimentaron, primero en Irak y luego en Afganistán, desbarataron esas ambiciones inmediatas. Estados Unidos ha continuado, bajo condiciones distintas y con tácticas diferentes, luchando por mantener su control sobre la región a la vez que reconocía que quizás fuera necesario cambiar algunas formas de ese control (por ejemplo, la composición del régimen egipcio).

"Por muchos años Estados Unidos siguió a menudo una ambigua política hacia Siria, maniobrando para aislar y debilitar al régimen a la vez que reconocía su importancia para conservar el status quo en la región en momentos cuando eso ha sido el objetivo principal estadounidense. Hafez, el padre de Bashar al-Assad, aplastó al movimiento revolucionario palestino basado en ese entonces en el Líbano en los años 1970, impuso la paz con Israel a pesar de la ocupación sionista de los Altos del Golán en Siria desde 1967 y apoyó la invasión de Irak de parte de Estados Unidos en 1991" ("Siria: ¡Ni Assad, ni la intervención extranjera!", Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar, 13 de febrero de 2012).

A pesar de esos conflictos, Estados Unidos consideró a la Siria bajo Assad como un "puntal clave del viejo orden de seguridad en el Medio Oriente", como lo expresó recientemente el New York Times ("Syrian Conflict Poses the Risk of Wider Strife", 25 de febrero de 2012). Por esa razón, entre otras, la administración de Obama ha actuado con tanta cautela y hasta ahora ha evitado una intervención militar abierta. En los últimos años, las relaciones diplomáticas se mejoraron un poco y Estados Unidos evitó pedir un fin al gobierno de Assad hasta transcurridos cinco meses del actual levantamiento.

No obstante, la continuación del levantamiento, la violencia de la represión de Assad y en especial la cada vez mayor necesidad de Estados Unidos de confrontar, debilitar y hasta deshacerse de la República Islámica de Irán han impelido a Estados Unidos hacia una posición más agresiva y varias formas de una más intensa intervención contra el gobierno de Assad.

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