Un urgente grito de alarma por el cambio climático

Los niveles del dióxido de carbono en la atmósfera alcanzan 400 partes por millón

27 de mayo de 2013 | Periódico Revolución | revcom.us

 

Un enorme trozo de suelo congelado (permafrost) en la región polar antártica que se derritió y se separó de la masa terrestre como resultado del calentamiento climático.
Foto: Cortesía de la Oficina de Estudios Geológicos del gobierno estadounidense

Los científicos que monitorean el dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera anunciaron el 9 de mayo de 2013 que los niveles del CO2 han alcanzado 400 partes por millón (ppm). Las mediciones se tomaron en el observatorio Mauna Loa en Hawai'i. Los niveles del CO2 no habían alcanzado ese nivel desde hace al menos tres millones de años.

El CO2 es el gas predominante que contribuye al "efecto invernadero", el cual calienta el planeta y lleva a cambios climáticos cada vez más destructivos. Lo producen la quema de combustibles fósiles (como el petróleo y el carbón) y la deforestación; ambas son centrales al funcionamiento de la economía global en el capitalismo-imperialismo. Solo en los últimos 200 años y pico de industrialización, la cantidad del CO2 en la atmósfera ha aumentado de unas 280 ppm al nivel actual de 400 ppm.

Ese anuncio debería llegarnos como un puñetazo al estómago y un grito de alarma sobre la emergencia cada vez más intensa que la humanidad se enfrenta a raíz del calentamiento del planeta, el cambio climático y la destrucción general del medio ambiente en toda la Tierra. Debería hacer que las personas se estremezcan hasta la médula. Debería hacer que se pongan de pie y griten a los demás que tenemos que hacer algo: tenemos que salir a la calle, tenemos que pararlo. No porque la cifra exacta de 400 signifique más que 399 o 401, sino porque esa cifra, y el ritmo de aumento del CO2, son indicios muy graves de que el clima del planeta se está llevando a extremos no vistos en toda la historia humana.

Cada año, los grandes contaminadores de carbono y las potencias dominantes del mundo se reúnen en conferencias internacionales para discutir el cambio climático y los peligros nefastos que trae. Cada año se ponen de acuerdo de que hay que hacer algo, y después siguen haciendo nada de sustancia para pararlo. En cambio, se lanzan más agresivamente a apropiarse de nuevas fuentes más contaminantes y más extremas de combustibles fósiles, en una carrera loca para aventajarse al otro y obtener más ganancias y más control. Y el planeta sigue calentándose; el casquete polar ártico se derrite, las sequías y las hambrunas se intensifican y miles más mueren en fenómenos meteorológicos extremos alimentados por el cambio climático. ¿Quién es el mayor contribuidor al aumento histórico de los gases del efecto invernadero y quién sigue haciendo más para sabotear cualquier cambio significativo? Estados Unidos lleva la delantera.

Es un ultraje desaforado que el CO2 en la atmósfera está a 400 ppm y sigue en aumento. ¿Dónde están los llamados y las acciones para detener la perforación, la excavación y la quema de combustibles fósiles que están destruyendo el medio ambiente y el futuro? No se ve ninguna acción de parte de los de arriba. En lugar de aprovechar este como un momento urgente para despertar y movilizar a la humanidad a poner fin a la quema de combustibles fósiles y crear tecnologías energéticas seguras, los de arriba y los medios informativos establecidos están tratando este anuncio como solo una mala noticia más que hay que comentar, y después seguir adelante.

El cambio climático y la emergencia ambiental

El dióxido de carbono, la "curva Keeling" y el cambio climático

Cada año desde el 1958, cuando se comenzó a hacer las mediciones en Mauna Loa, los niveles del CO2 han aumentado. Estas mediciones se muestran en un gráfico llamado la "curva Keeling" (véase el gráfico de la curva Keeling). En 1958, el CO2 estaba a 316 ppm. El aumento desde ese año hasta la actualidad se ve en el gráfico como los dientes de una sierra puesta en diagonal para arriba; cada primavera el nivel alcanza un punto máximo, luego desciende durante el verano cuando las plantas del hemisferio norte absorben el CO2, y la próxima primavera alcanza un nuevo punto máximo más alto. En 2012, las emisiones del CO2 aumentaron en un 2.6 por ciento desde 2011, un nuevo récord pico para esas emisiones anuales..

Al menos durante los últimos 800.000 años, los niveles del CO2 no alcanzaron 300 ppm. Los científicos han aprendido la historia del CO2 en la Tierra de las muestras sacadas de los mantos de hielo en Groenlandia y Antártida. Estas muestras de testigos de hielo les proporcionan información histórica sobre la temperatura del aire y los niveles de CO2. Existe una fuerte relación entre los niveles de CO2 en la atmósfera y la temperatura en la Tierra. Cuando uno sube, sube el otro también; y cuando uno baja, el otro baja. El British Antarctic Survey, que estudia los testigos de hielo, dice: "La temperatura y el CO2 se relacionan íntimamente, y cada uno actúa para amplificar los cambios en el otro (lo que llamamos una retroalimentación positiva)".

El CO2 es el principal gas del efecto invernadero que está acumulándose en la atmósfera y calentando la Tierra. El CO2, el metano, el vapor de agua y algunos otros gases del efecto invernadero ocurren naturalmente, y básicamente actúan para mantener la Tierra lo suficientemente caliente para posibilitar la vida, para que vivan las plantas y los animales. Principalmente los gases del efecto invernadero permiten que la luz solar visible los atraviese. Cuando esa luz del sol llega a la Tierra, gran parte de ella queda absorbida, pero otra parte de dicha energía se convierte en calor, el cual emite una radiación infrarroja de longitudes de onda más largas que se reflejan de nuevo hacia la atmósfera. Los gases del efecto invernadero absorben parcialmente una fracción de esa radiación de calor: la atrapan como en un invernadero, la calientan y la envían de nuevo a la superficie de la Tierra, lo que hace que la Tierra se caliente aún más.

Desde los comienzos de la era industrial, la cantidad de gases del efecto invernadero en la atmósfera ha ido creciendo y, a su vez, causando cada vez más calentamiento. Los gases del efecto invernadero son productos de la quema de carbón, petróleo y gas natural; la tala y la quema de bosques y de madera; la agricultura en gran escala y de otros medios.

No se ha visto niveles de CO2 tan altos en por lo menos tres millones de años, muchísimo antes de la evolución de los seres humanos modernos. En ese tiempo, la Tierra era un planeta bastante diferente al de hoy, con unos ecosistemas (redes de vida interactiva) muy diferentes. Richard Norris, un paleobiólogo de la Instituto Scripps de Oceanografía, ha dicho acerca de la última vez que el CO2 alcanzó 400 ppm: "Hubo camellos y bosques en el Ártico, las zonas tropicales estaban sujetas casi constantemente a fenómenos de El Niño, como el que típicamente inunda el oeste de Estados Unidos, y vastas extensiones de la costa del este de Estados Unidos, Florida y los estados del golfo de México estaban cubiertas de agua".

La humanidad y los ecosistemas de la Tierra —las redes de vida interactiva, de las cuales dependemos para nuestra propia existencia— están ante una emergencia ambiental multidimensional. Se están destruyendo y degradando los bosques y los hábitat naturales; se está provocando la extinción o la amenaza de extinción de grandes cantidades de especies; se están contaminando y degradando el agua, el aire y el suelo. Y a causa de que se ha vomitado tanto CO2 al aire, eso está transformando de forma tóxica la composición química de los mares, pues los mares absorben el tóxico dióxido de carbono.

El cambio climático, que interactúa con esa destrucción al mismo tiempo que la impulsa, amenaza con convertirse en un fenómeno imparable e incontrolable. En los últimos 12 meses, hemos presenciado la magnitud y la destrucción sin precedentes de la supertormenta Sandy y muchos otros desastres de clima extremo que antes se catalogaban como anomalías, pero ahora han llegado a ser la nueva normalidad. Hemos presenciado las sequías y los incendios arrasadores del verano de 2012 en Estados Unidos y del 2010 en Rusia, y las inundaciones masivas y sin precedentes en Pakistán en 2011. Delante de nuestros propios ojos, el hielo y los glaciares árticos están desapareciendo. Ese derretimiento global del hielo tiene enormes ramificaciones para el clima mundial, y para los ricos ecosistemas y las necesidades de agua de enormes sectores de la humanidad.

Los científicos dicen que tenemos que abandonar rápidamente la quema masiva de los combustibles fósiles y hacer una transición a la producción sustentable de energéticos que no se basen en el carbono si queremos tener una posibilidad de estabilizar el clima. La mayoría de los expertos científicos dicen que para evitar un cambio climático aún más desastroso y más rápido, las temperaturas del mundo no pueden subir más de dos grados Celsius (C) (es decir, 3.6 grados Fahrenheit) por encima de las temperaturas durante la época preindustrial. Pero es posible que incluso ese aumento sea demasiado grande, porque ya estamos viendo enormes cambios con el alza de solo 0.8 grados C que ya ha ocurrido.

Se calcula que la cantidad de dióxido de carbono en la atmósfera que produciría un alza de 2 grados C es de 450 ppm. Ralph Keeling del Observatorio Mauna Loa comentó: "Siguiendo el ritmo actual, llegaremos a 450 ppm en unas cuantas décadas".

El cambio climático está causando severos daños a la humanidad de muchas formas, pero uno de los más destructivos es el impacto que el aumento de las sequías y los desastres climáticos extremos ha tenido en los suministros de alimentos. Unos estudios recientes indican que el calentamiento global fue un factor en la sequía de 2011 en Somalia que resultó en la muerte de 50.000 a 100.000 personas. Los expertos en alimentación prevén consecuencias extremas y perjudiciales para el suministro mundial de alimentos como resultado de los crecientes efectos del cambio climático. La vida de posiblemente miles de millones de personas está en juego, incluida la capacidad de seguir sobreviviendo en regiones enteras de África, Australia y en las naciones isleños y de litoral bajo, como Bangla Desh (por el aumento del nivel del mar) y otras partes del mundo. Esos impactos del cambio climático ya son, y continuarán siendo, más severos para las masas de los países pobres oprimidos por el poderoso mundo capitalista imperialista.

La extinción de las especies y nuestro futuro en común

El costo del cambio climático para las especies en todo el mundo es asombroso: 3.000 especies por año se extinguen debido a la destrucción de su hábitat y al cambio climático. Esa cifra podría alcanzar decenas de miles de especies por año. Por años se ha sabido que muchas de las especies en vías de extinción son las más vulnerables. Pero un nuevo estudio en la revista Nature Climate Change dice que incluso algunas especies comunes se ven severamente amenazadas por el cambio climático. De acuerdo a la página web Science Daily, los investigadores "examinaron 50.000 especies comunes y ampliamente distribuidas en el mundo, y descubrieron que más de la mitad de las plantas y un tercio de los animales perderán más de la mitad de su distribución climática para el año 2080 si no se hace nada para reducir el calentamiento global y aminorar su ritmo".

Eso implica que la zona de distribución de plantas y animales comunes se achicará en todo el mundo y la biodiversidad disminuirá en casi todas partes.

Rachel Warren, una autora del estudio, dijo: "Esta cuestión más amplia de la posible reducción de las zonas de distribución de especies comunes es motivo de seria preocupación, porque incluso una pequeña disminución en la población de esas especies puede alterar los ecosistemas considerablemente".

El ritmo del actual calentamiento de la Tierra producido por los seres humanos, y el resultante cambio climático, es extremadamente rápido. Anthony Barnosky, profesor de biología integral de la Universidad de California en Berkeley, dice que el cambio climático "está acelerándose más rápidamente que nunca antes durante la evolución de las especies y ecosistemas — muchas especies simplemente no tienen la capacidad biológica de modificar su distribución geográfica con la velocidad que se requiere para poder sobrevivir".

Warren señaló que la salud y la supervivencia de las especies "comunes" que ella estudió son importantes para el bienestar humano porque esas especies afectan "cosas como la purificación del agua y del aire, el control de las inundaciones, el ciclo de nutrientes y el ecoturismo".

Los seres humanos existen sobre la base de ecosistemas sanos, funcionales y diversos, e interactúan con esos ecosistemas. Dependemos de esos ecosistemas para el aire que respiramos, el agua que bebemos, para alimentos, medicinas, recreación y apreciación de la naturaleza. Sin ecosistemas sanos, funcionales y lo suficientemente diversos, los seres humanos como especie no durarán por mucho tiempo sobre este planeta.

Como dijimos en el número especial de Revolución, "Estado de emergencia", por mala que sea la destrucción de las especies que ya ocurre, "esta imagen no capta la profunda amenaza para la biodiversidad de la Tierra por muchos factores y el grado en el cual se están alterando radicalmente ecosistemas enteros y en algunos casos ya están desvaneciéndose de la tierra. Existe un peligro real de que se ponga en marcha una cascada de efectos negativos que afecte la salud global del planeta… La combinación de suficientes colapsos de ecosistemas a escala local o regional podría provocar un colapso del ecosistema global".

"Si no nos apuramos para proteger y conservar los ecosistemas naturales alrededor del mundo que están desapareciendo rápidamente, sin duda veremos antes de que pase mucho tiempo una serie de efectos de dominó: un desenmarañamiento y degeneración cualitativa del mundo natural en el planeta".

Píenselo, los seres humanos modernos han vivido sobre este planeta por aproximadamente 200.000 años. Y en todo ese tiempo, es en el corto plazo de 200 años y pico que el funcionamiento de un sistema económico particular, el capitalismo, ha llevado el mundo al borde de una catástrofe. Ese mundo de destrucción ambiental, empobrecimiento y opresión de grandes sectores de la humanidad es, según nos dicen, el "mejor de todos los mundos posibles".

En realidad, es posible un mundo fundamental y radicalmente distinto.

Estamos frente a la necesidad de una forma completamente distinta de producir energía, de manejar nuestras economías y de interactuar con la naturaleza… una forma distinta que el capitalismo ha demostrado en repetidas ocasiones que es incapaz de crear o siquiera tratar.

Rachel Warren, al comentar los resultados de su estudio, dijo: "La acción rápida y rigorosa para reducir las emisiones de gases del efecto invernadero a nivel mundial disminuiría esas pérdidas en la biodiversidad por un 60 por ciento si las emisiones globales alcanzaran su punto máximo en 2016 o por un 40 por ciento si las emisiones alcanzaran su punto máximo en 2030".

Este es un indicio de que todavía existe la posibilidad de impedir o limitar al menos algunos de los peores impactos del cambio climático sobre la extinción de las especies. Pero para lograr eso, tenemos que responder a esta noticia de que el CO2 ha llegado a 400 ppm: despertando a las personas, induciendo a la humanidad a oponer resistencia a todo eso ya y relacionándolo cada vez más al movimiento más amplio para la revolución, el cual también tiene que crecer y tener un impacto sobre toda la sociedad.

El casquete polar ártico de 1980 (arriba) y del año pasado (abajo).
Imagen: NASA/Estudio de Visualización Científica del Centro de Vuelos Espaciales Goddard

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