Del Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar

¿Por qué hay más teléfonos que hay excusados, y a cuántos niños mata esta situación todos los días?

9 de junio de 2013 | Periódico Revolución | revcom.us

 

Para llamar la atención sobre una situación calamitosa, el secretario general adjunto de las Naciones Unidas Jan Eliasson recientemente señaló que de los siete mil millones de personas del mundo, seis mil millones tienen teléfonos móviles, aunque sólo cuatro mil millones y medio tienen acceso a excusados o letrinas.

In a slum of Mumbai, India

Una de las necesidades humanas más básicas son los servicios sanitarios adecuados. Pero de los 7 mil millones de personas hoy en el mundo, solo 4.5 mil millones tienen acceso al sanitario o letrinas, a la vez que 6 mil millones tienen celulares. Esta situación tiene enormes consecuencias mortales para las personas más pobres del mundo. La diarrea, la que por lo general es posible tratar o prevenir con medicina básica y medidas sanitarias, mata a 1.800 niños al día, principalmente como resultado de la contaminación del agua y la comida por las aguas negras humanas. Teniendo en cuenta el hecho que la diarrea puede propiciar otras enfermedades y es un gran factor en la desnutrición, 4.500 niños mueren al día por inadecuados servicios sanitarios. Bajo el sistema que impera hoy, lo que las personas obtienen no lo determinan sus necesidades y ni siquiera el desarrollo de la tecnología sino el funcionamiento del capital. Establecer una red de teléfonos móviles requiere capital, pero no tanto como los proyectos de sistemas de agua potable o el tratamiento de aguas negras, y la ganancia fluye en mayores cantidades y con mayor velocidad. La condición de la sanidad en el mundo y sus consecuencias letales son otro ejemplo de las formas en que el capitalismo es una barrera al uso de la riqueza, la tecnología y hasta el conocimiento del mundo al servicio de las necesidades de la gente, lo que propicia enormes horrores en todo el globo. Arriba: Conversando por un celular en un tugurio de Mumbai.
Foto: AP

Aunque la noticia ha sido motivo de muchas bromas, no se pretendía ser chistosa. Revela los desequilibrios sombríos que marcan el mundo de hoy, entre los países cuyo capital se atiborra en la explotación global y en los países que dominan, y en términos del tipo de desarrollo que se lleva a cabo en los países dominados.

Los servicios sanitarios, o el tratamiento apropiado y/o eliminación de la orina y los excrementos, podría considerarse "el hito médico más importante" de la historia moderna, según el British Medical Journal. Sin embargo, para al menos 2.5 mil millones de personas, más de un tercio de las personas del mundo, no se ha cumplido con esta necesidad humana más básica

La mayor parte de los casos de diarrea la causan el agua y los alimentos contaminados por materia fecal, y esta enfermedad mata a 1.800 niños cada día. "Si 90 autobuses escolares llenos de escolares de kínder se estrellaran cada día, sin sobrevivientes, el mundo tomaría nota. Pero eso es precisamente lo que sucede cada día debido a los pésimos servicios de agua potable, sanitarios e higiene", explicó Sanjay Wijesekera del UNICEF.

De hecho, casi 9.7 millones de niños menores de cinco años murieron en 2006, un promedio de más de 26.000 al día, en su mayoría por causas prevenibles. (UNICEF, "Estado mundial de la infancia", de 2008) La diarrea no es la única ni la principal causa de muerte; hoy la malaria es la causa directa más común de la muerte infantil. Pero el porcentaje de esos niños muertos por falta de servicios sanitarios adecuados es alto, no sólo por la cantidad de éstos que mueren de diarrea, sino también porque la diarrea propicia otras enfermedades y puede ser un factor causante de la desnutrición. Teniendo todo eso en cuenta, el secretario general de la ONU Ban Ki-moon dijo que mueren 4.500 niños por servicios sanitarios inadecuados a diario. Más personas han muerto de diarrea que en todos los conflictos armados desde la Segunda Guerra Mundial, escribe Rose George en su libro La mayor necesidad. Citando al UNICEF, llama la diarrea "el mayor obstáculo único que un niño pequeño en un país en vías de desarrollo tiene que superar".

El número de muertes de niños menores de cinco años es un indicador clave de la situación de salud de una población. Revela desigualdades letales entre los países y dentro de los países que las cifras de ingresos a menudo ocultan. La diarrea debida a la contaminación fecal está aún más profundamente arraigada en las estructuras económicas y sociales que otras enfermedades que se pueden reducir o eliminar mediante campañas de vacunación. No existe ninguna vacuna contra la malaria, pero hay nuevas medidas preventivas y es objeto de un grado insuficiente pero real de investigación médica. La prevención de la contaminación fecal no depende de ningún tipo de avances médicos. Se puede prevenir mediante la tecnología del siglo 19 o incluso una tecnología aún más antigua: las cloacas.

El cólera, una enfermedad que se transmite por medio de la contaminación fecal, amenazó con hacer que fuera inhabitable el centro de Londres a mediados del siglo 19. En Inglaterra, unas simples mejoras del sistema de aguas residuales hicieron que se redujera este fenómeno mucho antes del desarrollo de las vacunas y el tratamiento médico efectivo o incluso antes del descubrimiento de la existencia de gérmenes. Más tarde la adición de cloro al agua potable hizo maravillas aún mayores.

Es cierto, como señala el UNICEF, que se ha reducido el número de niños que mueren de la diarrea en todo el mundo durante la última década. Pero los avances en los servicios sanitarios indicados en el último informe son dolorosa y criminalmente lentos. En este sentido, los Objetivos de Desarrollo del Milenio de la ONU fueron reducir a la mitad la proporción de personas sin servicios sanitarios en 2015 en comparación con 1990. Es casi seguro que ni siquiera se logre ese modesto objetivo.

¿Por qué es el uso de los teléfonos móviles tan elevado en comparación con los servicios sanitarios? Forbes, una de las publicaciones de los medios de comunicación aún más descaradamente al servicio de las grandes empresas, se jacta que este desequilibrio demuestra "la mayor eficiencia del sector privado". Lo que en realidad demuestra es la manera en que funciona el capitalismo.

Los inversionistas tienen que buscar el rendimiento más alto y más rápido para sus inversiones. Para poder configurar una red de telefonía móvil, se necesita capital, pero no tanto como los fuertes proyectos de infraestructuras como los sistemas de agua potable y de alcantarillado o hasta anticuadas líneas para los teléfonos fijos, y es una fuente mucho más nutrida y rápida de ganancias. En los países como China e India, donde se encuentran casi un tercio de los teléfonos móviles del mundo, la densidad demográfica propicia unas economías de escala y por lo tanto unas llamadas telefónicas baratas y altas tasas de rentabilidad. Los servicios de agua potable y sanitarios, por el contrario, requieren enormes cantidades de capital que sólo se pueden recuperar a lo largo de muchos años en el mejor de los casos. El mismo factor que hace que las empresas de la telefonía móvil sean tan atractivas para los inversionistas nacionales y extranjeros en muchos países del tercer mundo, es decir las condiciones de la rentabilidad, también implican que el agua potable y los servicios sanitarios atraen poca o ninguna inversión, a pesar de que el pueblo los necesita urgentemente. (El suministro de agua potable es más barato que construir y mantener los sistemas de alcantarillado y hasta podría ser rentable, razón por la cual las aguas residuales constituyen un problema aún mayor que el agua potable en el mundo de hoy).

Lo importante no es que la gente no necesite los teléfonos móviles; se trata de que lo que recibe la gente lo determina el funcionamiento del capital y no sus necesidades ni el desarrollo de la tecnología en sí.

La ONU sostiene que dado que el costo de las enfermedades y muertes relacionadas con los servicios sanitarios puede calcularse en términos monetarios (el costo de producción perdida y el aumento de los gastos médicos y de otro tipo), la financiación de los servicios sanitarios debe considerarse una inversión que se recuperaría por sí misma muchas veces. Pero en el mundo capitalista eso es irrelevante porque esos costos los pagan los individuos y la sociedad en general y no los capitalistas particulares que están en una competencia de vida y muerte los unos con los otros.

No es posible desarrollar de manera privada los sistemas de alcantarillado universal. Los gobiernos han desarrollado estos servicios en todos los países del mundo y en todas partes cuentan con subvenciones. Pero las erogaciones de los gobiernos se rigen por igual por las exigencias del capitalismo que en el sector privado. Si bien un estado capitalista, como el representante político de la clase dominante en conjunto de un país, puede tomar medidas sanitarias y de otro tipo para el bien del público cuando así lo requieran los intereses políticos y económicos de las clases dominantes, existen obstáculos. Los límites de las erogaciones públicos (el llamado sector público) se fijan por el proceso general de la acumulación de capital y el lugar del país en ese proceso global, tanto en términos de fuentes de ingresos (en última instancia las ganancias) y de prioridades.

En la India de hoy, por ejemplo, cuando se trata de las obras públicas, las autopistas y el transporte que se requieren para trasladar los materiales y las mercancías tienen prioridad sobre los sistemas de drenaje pluvial y de agua potable y hasta de electricidad pública. Esto es parte de lo que implica ser "amigable para con los negocios". Si bien el país tiene una de las economías de mayor crecimiento en el mundo, este crecimiento se concentra en la producción de bienes y servicios vinculados al mercado internacional. Eso se aplica a los teléfonos móviles, debido a la inversión directa extranjera y los derechos por el uso de la tecnología, el equipo importado y así sucesivamente. En su aplicación a los teléfonos móviles, la globalización implica que es posible que hasta las pequeñas cantidades de dinero percibidas por los más pobres se concentren rápida y eficazmente para enriquecer muchísimo a algunas personas.

De los 1.1 mil millones de habitantes de India, en su mayoría tienen acceso a un teléfono móvil. (Hubo 929 millones de suscriptores en mayo de 2012, aunque muchas personas tienen varios números de teléfono para tomar ventaja de las diferencias de las tarifas. Esta situación a menudo exagera las estadísticas sobre los dueños de teléfonos). Pero una mayoría de las personas (626 millones) no tienen acceso a ningún tipo de inodoro o letrina. Incluso muchas personas que trabajan en las industrias de alta tecnología y globalizadas no tienen ninguna conexión de alcantarillado y a menudo no tienen electricidad en sus hogares. La tecnología está rodeada de oscuridad y excrementos.

Este desequilibrio también está relacionado con las relaciones precapitalistas opresivas que se han absorto en el capitalismo globalizado. India todavía asigna a los dalits (los llamados "intocables") a encargarse de la limpieza de los demás, a vaciar las letrinas públicas, a eliminar el excremento de las casas particulares, las vías del ferrocarril, etc., mientras que las personas de castas más altas no tienen nada que ver con nada relacionado con las aguas residuales humanas, incluso cuando no hay ningún peligro para la salud, debido a las reaccionarias jerarquía social y creencias.

La opresión de las mujeres también es parte de la ecuación, puesto que las deficiencias y las cargas de los servicios sanitarios recaen con especial dureza sobre éstas. Y si bien sería una pequeña exageración decir que se puede distinguir la diferencia entre los países imperialistas y los países oprimidos por medio de sus sistemas de servicios sanitarios, las disparidades reflejan a menudo las brechas más generales en el nivel de vida entre las tierras natales del imperialismo y los países que éste domina.

Un informe de la OMS de 2004 estima que para proporcionar agua potable y servicios sanitarios para la población de toda la tierra costaría aproximadamente 1.4 millón de millones de dólares. Eso es menos de lo que los Estados Unidos ya ha presupuestado para sus ocupaciones de Irak y Afganistán. Aquí, el capital también establece las reglas. Estas guerras no son luchas por las ganancias, pero Estados Unidos tiene que trabajar para defender y consolidar su dominación política global a fin de garantizar unas condiciones económicas favorables para su capital. La interacción compleja entre la política y la economía, sea librar guerras imperialistas o construir proyectos de obras públicas, no puede reducirse a lo económico. Pero al final un estado capitalista no tiene más remedio que adoptar políticas que sirvan al sistema económico vigente, con su explotación y opresión. Eso es lo que determina en última instancia sus prioridades.

La situación de los servicios sanitarios del mundo y sus consecuencias letales aún constituyen otro ejemplo de la manera en que el capitalismo es una barrera para el uso de la riqueza, la tecnología y hasta el conocimiento del mundo para atender las necesidades de las personas. A diario mueren sin necesidad una horrenda cantidad de niños y otras personas. Eso no se debe a que la humanidad carece de los medios para salvar su vida, pero a que no es posible aprovechar los recursos creados por el trabajo de miles de millones de personas que trabajan colectivamente en varias formas y que están vinculadas en todo el mundo sin que acrecienten la riqueza privada.

 

El Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar es un servicio de Un Mundo Que Ganar, una publicación política y teórica inspirada por la formación del Movimiento Revolucionario Internacionalista, el centro embrionario de los partidos y organizaciones marxista-leninista-maoístas.

Envíenos sus comentarios.

Si le gusta este artículo, suscríbase, done y contribuya regularmente al periódico Revolución.