De The Michael Slate Show:

Entrevista al psiquiatra Terry Kupers sobre los efectos devastadores del aislamiento en la cárcel

18 de agosto de 2013 | Periódico Revolución | revcom.us

 

Esta es una trascripción de una entrevista de noviembre de 2012 de una entrevista de The Michael Slate Show (KPFK FM Los Ángeles) al doctor Terry Kupers, psiquiatra y experto en los efectos psicológicos de condiciones de encarcelamiento, incluido el aislamiento en las unidades de seguridad super máximas. Ha señalado un aumento asombroso en la incidencia de suicidios entre prisioneros de California sometidos al aislamiento en las llamadas Unidades de de Vivienda de Seguridad (SHU). El doctor Kupers es profesor de Instituto del Instituto Wright y distinguido socio vitalicio de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría.

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Michael Slate: ¿De qué hablaba cuando dijo que el aislamiento orilla a muchos presos a suicidarse?

Terry Kupers: Se trata realmente de la punta del témpano. En este país lo que tenemos es una orgía de encarcelamiento. Tenemos a casi dos millones y medio de de personas en las cárceles. Y no han podido construir las cárceles con suficiente rapidez, y la construcción de cárceles no es la solución pero lo que hay es mucho hacinamiento de los presos. El hacinamiento causa un aumento de la violencia, un aumento de la psicosis y un aumento de los suicidios. Y como una solución falsa, lo que yo llamo un cambio histórico equivocado en la década de los 1980 cuando la población carcelaria ya era cinco veces lo que había sido en los 70, empezaron a construir unidades de encarcelamiento dedicadas exclusivamente al aislamiento. Y luego estos se conocían como las cárceles "de super máxima seguridad" en California, en Pelican Bay, Corcoran o Tehachapi en el sur de California.


La prisión estatal de Pelican Bay

Así que lo que sucede es que las personas pasan 24 horas al día en la celda solas con nada que hacer. No tienen ninguna actividad. Y tienen visitas muy limitadas. Tales condiciones, considerada la tortura en la comunidad internacional y por los grupos de derechos humanos, es la causa de síntomas psiquiátricos. Y uno de los más serios, o el que llega a conocerse en público más fácilmente ocurre cuando un preso efectivamente se mata a sí mismo. Y tenemos una epidemia de suicidios en las cárceles. Es más de dos veces más frecuente que se da en la comunidad.

Pero en cualquier sistema de cárceles, en el Departamento de Correcciones de California inclusive, un 50% de los suicidios finalizados, cuando alguien muere, ocurren entre el 6 o 7% de la población carcelaria quienes están en aislamiento. Así que me parece que está claro que el aislamiento es un gran factor en propiciar los suicidios. Y luego recibimos el memo del director del Buró de Cárceles, el que es el sistema federal de cárceles, a todos los presos que les dice que no se maten a sí mismos, en vez de tratar las condiciones, por ejemplo, que causan que estas personas se maten a sí mismos.

Slate: Eso, de plano, es increíble y repulsivo, le digo. Terry, una vez escribió que tres meses, solo tres meses, para dar una idea del impacto del aislamiento sobre la salud mental de los presos, así como el hecho de que esto se convertiría fácilmente en un suicidio, dijo que tres meses de aislamiento efectivamente pueden implicar daños emocionales duraderos. Hablemos sobre eso un poco.

Kupers: Sí, efectivamente, eso es muy impresionante. Soy un testigo perito en demandas colectivas, y doy testimonio en materia de psiquiatría, sobre el daño a la salud mental así como sobre las condiciones causantes del daño. El aislamiento —el hacinamiento de muchas personas en un sitio pequeño definitivamente constituye una condición que es la causa de daños psicológicos— pero el aislamiento definitivamente causa una lista larga de síntomas, como la ansiedad, paranoia, dificultades para pensar y problemas con la memoria. Y uno de los síntomas principales es la desesperanza. Que lo que sucede es, las personas en el aislamiento sin nadie con quien pueden hablar y nada que hacer con sentido sencillamente pierden toda esperanza para el futuro. Y lisa y llanamente piensan que van a permanecer en el aislamiento hasta que se mueran y toman la decisión de que simplemente preferirían morirse ahora.

Así que intentan suicidarse. El cuidado de salud mental para aquellos que intentan suicidarse es terrible. Típicamente, los colocan en una celda de observación, la que es una celda con un muro transparente para que todos puedan observarlos. Los colocan ahí desnudos. Y los dejan ahí hasta que en esencia gritan "Ya me rindo" y dicen "Ya no soy suicida. Devuélveme a mi propia celda". Y de ahí los regresan a su celda pero desafortunadamente un gran número de éstos efectivamente se matan a sí mismos.

Slate: Es necesario hacer esa pregunta sobre qué clase de sistema es este el que dependería de esta bárbara tortura como el medio de rehabilitación. Claramente no se trata de la rehabilitación. Y efectivamente una de las cosas que dijo en un artículo que leí, que usted escribió hace un par de años, en este respecto, dijo que este aislamiento efectivamente quebranta la voluntad de los presos y prácticamente garantiza que nunca funcionarán normalmente otra vez en la sociedad. Esa es una declaración muy gruesa.

Kupers: Bueno, eso es cierto. O sea, observa cualquiera de los índices que medimos: el índice de reincidencia (cuando una persona sale de la cárcel, tiene una buena probabilidad de volver, de cometer un crimen y de volver a la cárcel) o el índice de violaciones de la libertad condicional. Estos dos índices han estado subiendo fuertemente en California durante las décadas recientes. Y en el mismo período, lo que hemos hecho es darle la espalda a la rehabilitación, aunque el Departamento de Correcciones de California se llama "correcciones y rehabilitación", se practica muy poca rehabilitación.

La cárcel de super máxima seguridad es típica de la concentración en la anti-rehabilitación. Se trata de castigar, punto. Cuanto peor y peor el castigo, más la gente se quebranta bajo las condiciones horribles. De modo que una proporción grande de los presos, de 6% a 8% de los presos están en aislamiento ahora mismo, pero efectivamente la mayoría de los presos entran y salen del aislamiento y pasarán meses o años en aislamiento en algún parte de su estancia en la cárcel. Y luego aquello los hace menos capaces de funcionar, o en un programa en el sistema de cárceles, como un programa de rehabilitación, si tienen la suerte de encontrar uno, o en la comunidad cuando salgan. Así que básicamente lo que sucede es que el sistema nuestro está quebrantando a los presos para que nunca funcionen otra vez. Eso es especialmente cierto en el caso de las personas con enfermedades mentales, las cuales la sociedad ha estado canalizando hacia las cárceles durante décadas.

Slate: Una de las cosas las que usted subraya en otro artículo… señala la conexión directa entre al aumento de las personas con enfermedades mentales en las cárceles y prisiones y el hecho de que hay más personas con enfermedades mentales en las cárceles y prisiones que hay en los hospitales psiquiátricos hoy, y habla de la relación entre eso y el aislamiento y el suicidio. Hablemos un poco sobre eso. El sistema crea la locura en la cárcel, y exacerba la locura que ya existe.

Kupers: Michael, usted entiende que hemos estado haciendo desaparecer a las personas con enfermedades mentales. Lo que sucede en la comunidad, al examinar la situación, es que hay muy pocos servicios públicos para las enfermedades mentales. En los años 1960, bajo el presidente Kennedy, aprobaron el Acta de Centros de Salud de la Comunidad, y había clínicas públicas adonde la gente que no tenía mucho dinero pudiera acudir para recibir tratamientos para sus enfermedades mentales serias.

En las décadas desde ese entonces, el presupuesto para la salud pública, al igual que los demás programas sociales de redes de seguridad, ha estado disminuyendo, al igual que el apoyo para vivienda, vivienda para personas de bajos ingresos y así sucesivamente. Y lo que se ha hecho es dejar a la gente con enfermedades mentales serias, quienes tienden a estar en el rango más bajo de ingresos, los ha dejado sin servicios y sin un sitio donde pueden vivir. Muchos de éstos terminan viviendo en la calle y luego, por una razón u otra, a veces por las leyes que aplica un gobierno municipal contra mendigar en la calle u otra cosa, resultan encarcelados y con el tiempo se terminan en la prisión.

Así que lo que ha hecho la sociedad es hacer desaparecer a la población de personas, aquellas con ingresos bajos quienes sufren de enfermedades mentales serias, dentro de las cárceles. Y luego se expresa la actitud: "a encerrarlos y tirar la llave". Nadie presta atención en serio a lo que les sucede ahí. Y creo que la gente piensa prácticamente: "Bien, probablemente reciben cuidado para la salud mental en la cárcel". Bien, no lo reciben. En proporción, el presupuesto para la salud mental en las cárceles es igual o menos de lo que es en la comunidad. Y reciben muy poco cuidado. Y selectivamente, los meten en el aislamiento porque no saben bien cómo comportarse de la indicada manera de modo que no predispongan a los guardias en su contra. Los guardias no saben qué hacer con estos presos, porque son un poco inusuales y hasta raros. De modo que los guardias se terminan por castigarlos, lo que es lo único que saben hacer. Los ponen en aislamiento. Y ahí (existen investigaciones muy buenas sobre esto o investigaciones que asustan mucho) su enfermedad mental empeora y están más propensos a suicidarse.

Slate: Muy asombroso. Yo sigo diciendo que, cuanto más hable usted y cuanto más yo haya descubierto al leer sus textos, efectivamente es necesario investigar esto y efectivamente empezar a darle importancia a lo que sucede detrás de estos muros de las prisiones. Y algo que usted mencionó, Terry, me sacudió a causa de que la película Nido de víboras siempre se me ha permanecido en la mente. Y parecía que era un punto donde la conciencia social de la gente empezó a desarrollarse, o por lo menos a desarrollar cierta conciencia acerca de los horrores que se daban en los supuestos hospitales de salud mental. Usted dice que las condiciones que enfrentan los presos en las cárceles ahora efectivamente son peores que la situación descrita en aquella película Nido de víboras.

Kupers: Bien, sí, efectivamente hemos reproducido las condiciones que presenta The Snake Pit. Erving Goffman era un sociólogo, un sociólogo de aberración en los años 1950 y 1960 y escribió un libro llamado Asylums (Asilos), elque fue materia de formación de muchos de nosotros. En aquel libro el autor describe a un joven cuyos padres lo llevan a un hospital porque piensan que está loco. Él se queja de que no está loco y protesta con más y más fuerza de que está sano. Lo llevan a la sala de urgencias y un psiquiatra lo oye protestando y dice: "Bien, usted tiene toda la razón. Tiene que estar loco por protestar tan fuertemente" y lo cierren en el hospital.

De ahí, el joven se pone cada vez más inapropiado y enojado y arroja una silla por una ventana y lo encierran en un pequeño cuarto de aislamiento. Le quitan la ropa y todos los materiales para escribir. Y en aquel cuarto de aislamiento, él empieza a embarrar las paredes con heces. Y lo que dice Goffman es que al examinar eso, se verá que le estamos quitando progresivamente todos los métodos de comunicarse a este joven. No escuchamos sus protestas. Y sus esfuerzos de comunicarse se ponen cada vez más extremos.

Bien, eso es exactamente lo que ocurre en las cárceles de hoy. Y en estas unidades de aislamiento, hay prisioneros, hombres adultos, que embarran heces sobre las paredes. Y están desnudos. No les permiten tener nada en las celdas y los dejan ahí durante meses a solas. Y luego los empleados dicen: "Bien, practican la manipulación a fin de salir del aislamiento". Son las condiciones las que los están orillando a enloquecerse.

Slate: La excusa que siempre se ofrece al público en general es: "Fíjese, usted no comprende. Se trata de lo peor de lo peor. ¿Usted quiere que terminemos el aislamiento? Eso de plano es un castigo. Eso de plano es el control conductual. Eso de plano es impedir que lo peor de lo peor desate enormes cantidades de violencia en las cárceles". ¿Cómo responder a eso?

Kupers: Bien, deberíamos tener una discusión más larga sobre eso. Eso es totalmente falso, y las investigaciones lo demuestran. Yo participé en una demanda colectiva que presentó la ACLU en Misisipí donde había una cárcel de super máxima seguridad en la Penitenciaria Estatal de Parchman: mil celdas de aislamiento. Y durante el curso de la demanda, el Departamento de Correcciones de Misisipí convino con la ACLU y nuestros peritos que tenían a demasiados presos encarcelados en aislamiento y aceptaron sacarlos de ahí. De los mil presos en aislamiento, pusieron a 800 presos en la población general.

Ahora, según la lógica que usted acababa de presentar, o sea, que el aislamiento es necesario porque resuelve el problema de lo peor de lo peor, uno pensaría que si los dejaran salir del aislamiento, el índice de violencia subiría, no solo en dicha prisión sino en otras partes del sistema. De hecho, el índice de violencia se bajó mucho, vertiginosamente, cuando dejaron salir a aquellos individuos que estaban en aislamiento en todo el sistema penitenciario. Y los individuos que dejaron salir recibieron muy pocas infracciones de disciplina.

Eso constituye solo un elemento de la evidencia. Hay muchos que refutan la idea de que esto disminuye la violencia. Efectivamente, aumenta la violencia, y no solo durante el tiempo en el que mantienen a los presos en aislamiento, pero después, porque con el tiempo es necesario dejarlos salir. Y digamos que una persona recibiera una sentencia de ocho años en la cárcel. Si esa persona pasa esos ocho años en aislamiento, al fin de los ocho años, se supone que deba salir debido a que la corte solamente le había dictado una sentencia de ocho años. Ahora están saliendo de la cárcel sin haber tenido interacciones sociales, solo intercambios enojados con los guardias y sin ninguna actividad en absoluto con sentido durante ocho años. ¿Qué tan bien van a desenvolverse en la comunidad y qué tan segura será la comunidad?

Slate: Exactamente. Sigo pensando en esto. Leí su artículo sobre Misisipí y creí que era muy importante y que era una de las razones por la que quería adentrarme en esta cuestión. Y además sigo pensando que se habla de los presos que desatan la violencia. Si se piensa en California… ¿se acuerda de la manera en que organizaban las peleas de los gladiadores entre los presos? ¿Y de la violencia intensa que los guardias mismos desatan sobre los prisioneros, lo que incluye organizar situaciones en las cuales en realidad animaban a los presos a matarse entre sí por deporte? Para mí eso es típico de lo que usted menciona y de ahí… y tengo una última pregunta corta. Usted mencionaba que la salud mental no existe en la cárcel. ¿Cómo es la situación? Expliquemos al público, ya hablamos de todos esos horrores, ¿cómo es el estado de salud mental para los presos hoy?

Kupers: Bueno, existe una falacia en el modo de pensar del público sobre esto: la de creer que existen unos servicios de salud pública en las cárceles que no tenemos en la comunidad. La verdad es que los conceptos en el presupuesto penitenciario para la salud mental… los presupuestos penitenciarios tienen una tendencia a permanecer sin cambios. O sea, mientras que están recortando lo demás, como la educación y darle mantenimiento a las calles, el presupuesto penitenciario en el presupuesto del estado tiende a permanecer sin cambios. Pero lo que sucede en los hechos es que los salarios de los guardias y de los administradores están subiendo y los costos de la construcción están subiendo, pero un examen del concepto de servicios de salud mental del presupuesto penitenciario revela que este concepto sigue cayendo, muy parecido a lo que sucede en la comunidad.

Así que hay siempre menos servicios de salud mental. Y lo que uno recibe en aislamiento es un psiquiatra que trabaja durante muy pocas horas. Él tiene a cientos de pacientes que están en celdas a solas. Camina por la puerta de la celda y le dice al preso: "¿Cómo está usted? ¿Usted oye voces? ¿Todavía se siente suicida?" En la cárcel, ser débil o tener una enfermedad mental lleva un enorme estigma, y por lo tanto el preso no va a admitir a un psiquiatra parado ante la puerta de su celda: "Sí, oigo voces". Así que el preso lisa y llanamente va a despedirse del psiquiatra con un movimiento de la cabeza. Le va a decir: "Lárguese. Estoy bien".

Por eso, lo que sucede es que en esencia, el preso no recibe ningún cuidado. El psiquiatra viene solo para ver si se necesita cambiar su medicina. El preso se niega a hablarle porque hablarle le traería un enorme estigma y probablemente los otros presos le den una paliza o lo maten debido a que tiene una enfermedad mental. De modo que nada sucede en términos de ofrecer cuidado mental. Y eso es el promedio aproximado.

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