Respuesta a Bill Keller

Estados Unidos no está "bajo período de prueba" — ¡Al sistema ya se le acabó el tiempo!

Li Onesto | 2 de abril de 2014 | Periódico Revolución | revcom.us

 

El 26 de enero de 2014, un importante artículo de opinión fue publicado en el New York Times, titulado “Estados Unidos bajo período de prueba” por Bill Keller. Empieza diciendo “en años recientes, los estadounidenses han empezado a abrir los ojos a la idea de que nuestras cárceles, saturadas de presos, son una vergonzosa pérdida de vidas y de dinero. Los legisladores se han echado hacia atrás por el alto precio del encarcelamiento en masa… y algunos han reconocido que nuestras prisiones alimentan un ciclo de pobreza patológico, de disfunción en las comunidades, crimen y desesperanza”.

Al leer esto muchas personas han pensado: “por fin, alguien de la prensa dominante está tratando este gran problema”. Porque en los últimos años no solo ha incrementado la conciencia sobre el problema del encarcelamiento en masa en los Estados Unidos, sino también una lucha ha estado creciendo en su contra, incluyendo las heroicas huelgas de hambre de los prisioneros en California.

El New York Times, leído nacional e internacionalmente, es un canal principal para las voces liberales de la clase dominante de Estados Unidos. En este artículo de Keller, quien fue su director ejecutivo desde julio de 2003 hasta septiembre de 2011 y luego se convirtió en un escritor de tiempo completo, está representando las inquietudes y los puntos de vista de una creciente capa de la clase dominante sobre la situación actual del encarcelamiento en masa.

Después de que Keller obtiene la atención de todos al poner un problema que le preocupa a muchos, rápidamente pasa a proponer algunas “estrategias amplias”, que según él “parecen prometedoras”. Pero antes de mirarlas, veamos unos cuantos puntos del método de Keller — la forma de pensamiento que usa para hacer sus argumentos y sacar sus conclusiones. Porque si queremos entender el mundo para cambiarlo — pues es importante saber cómo pensamos sobre el mismo.

Si nuestro método de pensamiento tiene fallas, pues no vamos a poder entender el problema, y tampoco la solución. Keller plantea el “problema” ante todos a grandes brochazos y en realidad no habla sobre cuál es el VERDADERO problema. Además no habla sobre lo que llevó a toda esta situación de encarcelamiento en masa en los Estados Unidos.

Si quieres resolver un problema, no solo tienes que identificarlo correctamente, tienes que analizarlo e ir a la raíz del problema. Keller no lo hace. De hecho inclusive en las formas en que caracteriza con brevedad la situación, agrega una comprensión incorrecta de este problema.

Primero, ni siquiera menciona que los Estados Unidos tiene el índice más alto de encarcelamiento en el mundo: cerca de 2.3 millones de personas están tras las rejas, muchos por crímenes no violentos. No habla sobre el hecho de que cerca de 80 mil presos están detenidos en confinamiento solitario, en condiciones que encajan en la definición internacional de tortura. Y es increíble que cualquiera pueda escribir un artículo serio sobre las prisiones en los Estados Unidos sin mencionar siquiera el hecho que el 60% de esas personas encarceladas son negros y latinos; o que no reconozca los muchos otros indicadores de racismo en el sistema judicial de los Estados Unidos (excepto por una pequeña mención del efecto de sentencias mínimas obligatorias sobre los hombres negros)

Keller señala que “nuestras prisiones son un escándalo internacional” y aquí dice algo cierto. Desde el punto de vista de la clase dominante de los Estados Unidos, hay una preocupación real sobre cómo esto impacta la “imagen” de Estados Unidos en el mundo y esta es una gran parte de por qué, como señala Keller, hay un “consenso emergente” entre diferentes fuerzas —incluyendo diferentes fuerzas burguesas— que ve que se necesitan hacer algunas cosas sobre el encarcelamiento en masa.

Aquí tenemos a los Estados Unidos, yendo a todo el mundo, invadiendo y ocupando países, fanfarroneando sobre cómo “somos los líderes del mundo libre”. Tenemos un presidente negro en Estados Unidos y le dicen a la gente que “finalmente el racismo es una cosa del pasado en Estados Unidos”. Pero tenemos la horrible realidad del encarcelamiento en masa que mina la legitimidad del sistema a los ojos de muchos en los Estados Unidos y también internacionalmente. Este es un problema para la clase dominante.

Pero más que omitir algunas verdades básicas sobre la situación, de manera más importante, Keller introduce una visión incorrecta de lo que ha causado el encarcelamiento en masa en los Estados Unidos.

Keller dice:

“Como los índices de criminalidad han bajado, el público ha registrado apoyo a reformas que lograran que menos delincuentes no violentos se pudran en prisión”. Luego al referirse al apoyo a las reformas, Keller dice, “solo podemos esperar que esta nueva actitud no se evapore con el próximo desvarío al estilo de Willie Horton o con un pico en los índices de criminalidad”.

Aquí Keller alimenta una visión errónea que mucha gente tiene, que la razón principal por la que muchas personas están en prisión es porque hay bastante crimen.

Después Keller vuelve sobre esto otra vez, diciendo: “Desde hace tiempo Estados Unidos ha estado más inclinado que otros países desarrollados a tratar el crimen como un problema de desechos; persíganlos, fíchenlos y encarcélenlos, es nuestro lema de duro contra la delincuencia. A partir de los años 1970, los crecientes índices de criminalidad, agravados por la epidemia del crack, y el temor público que eso suscitó, desencadenaron un exceso de leyes punitivas”.

Pero el problema con la premisa de Keller es que un incremento en el crimen NO es la causa principal del incremento del encarcelamiento. Durante las décadas pasadas no ha existido una correlación entre los índices de criminalidad y el tremendo incremento en la cantidad de personas mandadas a prisión.

El encarcelamiento en masa de personas en los Estados Unidos llegó a su punto más alto con cerca de 2.4 millones en un periodo de tiempo relativamente corto. En 1970 había menos de 340 mil prisioneros en las cárceles federales y estatales, y en las cárceles locales. Para el 2010, solo en 40 años, los Estados Unidos tenía más de 2.2 millones de personas encerradas — las personas negras y latinas eran un 60 por ciento.

Pero el crimen violento, que había incrementado en la década de 1960, experimentó un continuo declive durante las tres décadas siguientes. Cuarenta años antes de esto, la población de las prisiones fue estable, con cerca de 200 mil. De ahí se dio la explosión del encarcelamiento en masa en los Estados Unidos, a partir de 1973 aproximadamente — el año en el que el presidente Nixon declaró la “guerra contra las drogas”. El uso ilícito de drogas en realidad ha estado en declive durante tres décadas, pero la cantidad de arrestos por delitos de drogas jamás había estado tan alta. Durante las siguientes décadas el número de personas en las prisiones y cárceles de Estados Unidos incrementó en un 800 por ciento.

La insinuación de Keller de que el encarcelamiento en masa en Estados Unidos es una respuesta al “crimen” es falsa. En la medida en que exista un respaldo público a las medidas de “tratar con dureza al crimen”, para encerrar a la gente, esto tiene mucho que ver con el hecho de que a la gente le dan una falsa percepción de que los índices de criminalidad están aumentando y que esta es la razón por la que los Estados Unidos tiene tantas personas en prisión.

¿Cuál es el problema? ¿Cómo llegamos a dónde estamos?

Así que, ¿cuál la causa REAL del problema del encarcelamiento en masa en los Estados Unidos y que llevó a esta situación?

Primero que todo el encarcelamiento de los negros se ha desarrollado como una parte importante del conjunto de la opresión de las masas del pueblo negro en los Estados Unidos. Se convertido en la punta de lanza de lo que Michelle Alexander ha llamado “El nuevo Jim Crow”.

Hoy, no tenemos los letreros “solo los de color” u hombres en sábanas blancas que corretean con sogas. Pero al pueblo negro le siguen negando de forma sistemática la igualdad de derechos en todo tipo de esferas — desde el servicio médico, hasta la educación, la vivienda, etc. Tenemos a la policía brutal y asesina que tiene en la mira especialmente a los jóvenes.

Este encarcelamiento en masa afecta no solo a aquellos en prisión, afecta a decenas de millones de personas negras. Afecta a las familias de los que están en prisión. Afecta a aquellos que han estado en prisión — quienes por culpa de esto les es inclusive mucho más difícil conseguir un trabajo, vivienda, educación, etc. Afecta a aquellos quienes diariamente viven con la amenaza tendida sobre sí de que en cualquier momento les pueden poner en la mira, ser etiquetados racialmente, brutalizados y pueden terminan en una de los muchos “cauces hacia la prisión”, sea por bases de datos de pandillas, el parar y registrar, centros juveniles de detención, etc.

¿Cómo se dio toda esta situación? Revolución escribió:

“En 1969, H. R. Haldeman, el ayudante principal de Nixon, escribió en su diario: ‘[El presidente Nixon] recalcó que hay que reconocer el hecho de que el problema global realmente son los negros. La clave es crear un sistema que reconozca esto mientras que dé la apariencia de no reconocerlo”. De ahí nació la ‘guerra contra las drogas’.

“Nixon lanzó esta ‘guerra contra las drogas’, pero Reagan, quien entró a la presidencia en 1980, la llevó a un nivel completamente nuevo. Representó una decisión estratégica de la clase dominante de mantener a la juventud negra de los centros urbanos en los barrios y ghettos desolados y supersegregados, sin trabajo y con severos recortes de recursos para educación y salud. Incluso en el caso de los trabajos que se quedaron, la discriminación aumentó, a medida que los patrones buscaban evitar el ‘desafío’ de los jóvenes negros que, en las palabras de Bob Avakian, ‘no fueron suficientemente dóciles para la explotación capitalista’. En lugar de ofrecer una educación mejor y la promesa de nuevas oportunidades para esta juventud, dejaron que las drogas inundaran los centros urbanos (con la complicidad de la CIA), y canalizaron a muchos jóvenes de los centros urbanos al tráfico de drogas, donde estarían vulnerables al hostigamiento incesante, arrestos, encarcelamiento y marginación social. La tasa de encarcelamiento disparó dramáticamente, al extremo de que rebotarse entre la dura vida de la calle y la vida aún más dura de la prisión llegó a ser el modo de vida dominante de muchas comunidades de oprimidos de los centros urbanos — una vida de encierros. A partir de ese momento y de manera continua y cada vez más intensificada hasta hoy, cuando quiera que se anuncien ofertas de trabajo en una ciudad grande, la gente hará cola de muchas cuadras por tener la mera oportunidad de presentar una solicitud de trabajo. Pero las más de las veces y, en algunas regiones, para la mayoría de la gente, hay poco remedio salvo la economía ilegal”  (“La opresión del pueblo negro, los crímenes de este sistema y la revolución que necesitamos”).

Esta fue una política consciente por parte de la clase dominante de los Estados Unidos, que tenía unos objetivos muy conscientes, en respuesta a dos cosas cruzadas durante esas décadas.

Como Carl Dix ha señalado sobre la década del 1960:

“El levantamiento revolucionario de esos años puso a la defensiva a la clase dominante, pero no le arrebató el poder. La clase dominante sobrevivió esas tormentas y, consciente del papel de los levantamientos del pueblo negro como punta de lanza y su potencial para prender más levantamientos, se ha esforzado para suprimir vilmente a ese potencial antes de que pueda manifestarse — la contrainsurgencia antes de que surja una insurgencia… Salir de la cárcel y entrar de nuevo seguirá siendo un rito de paso para millones de jóvenes oprimidos, muchos de los cuales ya no ven en su futuro inmediato nada salvo la prisión o la muerte. Se trata de un lento genocidio que, dadas las agudas divisiones en la clase dominante y el apuntalamiento y azuzamiento de francas fuerzas fascistas, fácilmente podría convertirse en un genocidio rápido”.

Durante las décadas después de 1960, también se dio una mayor globalización del imperialismo estadounidense. Esto significa que las fábricas que existían en ciudades como Detroit, Chicago, Los Ángeles y Nueva York se trasladaron a otros países en donde los capitalistas podían sacar mayores ganancias explotando salvajemente al pueblo. Por ejemplo lo que sucedió con Detroit — una ciudad en donde decenas de miles de personas negras podían conseguir trabajos relativamente buenos en la industria de los automóviles, pero hoy está en bancarrota con un índice de desempleo que esta por los cielos, especialmente para los jóvenes negros. Esto ha creado una situación en la que, inclusive más que antes, este sistema no puede proporcionarle ningún futuro a millones y millones de jóvenes negros y latinos. Por el funcionamiento del capitalismo, generaciones de jóvenes son “inservibles” para el sistema —y al mismo tiempo, a los ojos del sistema, son un potencial peligro y una capa inestable de la sociedad.

De manera creciente, el único futuro que este sistema tiene para ofrecerle a millones de jóvenes de las zonas marginales de las ciudades es ser parte de su máquina asesina, combatir las guerras de su imperio o terminar en la prisión.

El encarcelamiento en masa es parte de toda una estrategia de los capitalistas imperialistas para controlar a esos jóvenes en general Y TAMBIÉN para impedir cualquier resistencia o el surgimiento de un movimiento para la revolución entre ellos. Esta es la contrainsurgencia ante de una real insurgencia.

Las reformas de Keller

Ahora miremos a las propuestas de reformas de Keller.

Él empieza con la cuestión de CONDENAS DE CÁRCEL y cómo ha habido un “exceso de leyes de condena punitivas”. Le apunta a cosas como las leyes de los tres strikes, condenas mínimas obligatorias y requerimientos para que los criminales cumplan una porción mínima de su condena (con frecuencia del 85 por ciento). Él dice que por esas leyes draconianas “estamos pagando para mantener encarceladas a las personas mucho tiempo después de que representen un peligro para la sociedad”, y cita al presidente de la Universidad John Jay de Justicia Criminal, quien dice “si de verdad estamos viendo algo profundo aquí, la prueba la darán los legisladores si tienen la voluntad política para reducir las condenas”.

Así que tenemos una situación en la que decenas de miles de prisioneros —incluyendo personas sentenciadas por crímenes que cometieron cuando eran jóvenes— cumplen condenas largas e injustas. Algunos han estado presos décadas, inclusive sin libertad condicional, por crímenes no violentos. ¿Cuál es la solución de Keller al respecto? Él dice, “restaurar el sentido común de las condenas es el primer paso obvio para reducir la población de las prisiones”. Pero no dice nada sobre los miles y miles de prisioneros que ya cumplen condenas indignantemente injustas. Aquellos a quienes les han dado una condena de por vida sin libertad condicional por crímenes no violentos, aquellos que han sido condenados injustamente bajo cosas como la condena obligatoria de los “tres strikes” — incluyendo a personas a quienes les dieron décadas por crímenes relativamente pequeños. Las victimas de lo que él correctamente llama leyes draconianas. La única cosa que dice Keller sobre los que ya están en prisión es que algunos de los prisioneros más viejos deben salir — en otras palabras, dejar que la gente se pudra por décadas, y dejarlos salir cuando tengan 65 años.

Keller también habla de la SUPERVISIÓN de aquellos que salen de prisión:

“Unas pocas jurisdicciones han intentado hacer que la libertad condicional y los períodos de prueba no sean tanto una puerta giratoria hacia la prisión, con algunos resultados alentadores. Enfocan la atención en los criminales considerados como los más propensos a cometer crímenes. Mandan a los trabajadores de libertad condicional a la comunidad. Usan tecnología (brazaletes de tobillo con GPS y puntos de registro al estilo del cajero automático ATM, alcoholímetros en el sistema de encendido de los carros para que los bebedores no manejen) con el fin de mejorar la supervisión. Emplean un enfoque disciplinario llamado ‘rápido y certero’ que responde de inmediato con un castigo por faltar a una entrevista o fallar en una prueba de drogas. Los castigos empiezan suaves, después escalan hasta que el criminal entienda el mensaje y cambie su comportamiento — de preferencia antes de que lo manden a prisión”.

Aquí lo que Keller está diciendo básicamente es que cuando sí pongan en libertad a algunos prisioneros — ¡los van a tratar afuera como si todavía estuvieran en prisión! Es posible que muchas personas no estén familiarizadas con lo que significa estar en libertad condicional. Pero los ex prisioneros están sometidos sistemáticamente a una invasión constante a su vida, con funcionarios de libertad condicional caprichosos que deciden sus destinos: la más pequeña infracción los manda a prisión. Keller está hablando de reforzar esto incluso mucho más con un barniz de alta tecnología.

Cuando se trata de reformas a LOS MÉTODOS DE HACER CUMPLIR LA LEY, Keller dice que en vez de toda una política de “malos vecindarios” y el parar y registrar indiscriminado a las personas ahí, lo que se debe hacer es poner en la mira los “micro puntos calientes, como las esquinas de drogadicción, los pequeños grupos de actores violentos, como los miembros de pandillas”.

Una vez más, ¿De qué se trata el verdadero plan aquí? Se trata de hacer algunos cambios, quizás acerca de la amplitud de quién está en la mira, al tiempo que mantienen la esencia de las cosas en su lugar — e ir de forma más brutal tras algunas capas de la juventud. Por ejemplo, ahora después de toda la indignación del parar y registrar, el NYPD [Departamento de Policía de Nueva York] no va a parar a tantos millones de personas inocentes. Pero han hablado sobre los planes que tienen para poner en la mira a ciertos vecindarios y sectores del pueblo — inclusive con mucha más represión. ¿Y qué del ejemplo de Keller de poner en la mira a pequeños grupos de actores violentos? Solo necesitamos ver lo que Bill Bratton, el actual comisionado del NYPD, hizo cuando era el jefe del LAPD (Departamento de Policía de Los Ángeles]. Él fue quien presidió las órdenes judiciales contra las pandillas en donde los jóvenes podían ser arrestados simplemente por reunirse en grupos de dos o tres en una esquina. Y en nombre de construir “relaciones de comunidad” entre la policía y el pueblo en los vecindarios, estableció redes de informantes.

Quiénes son los verdaderos criminales y qué es lo que se necesita en realidad

La gente pregunta, pero “¿Y qué del problema del crimen?”

Este es un problema real. Pero una vez más, tenemos que preguntar — ¿Cuál es la causa principal de esto?

Los jóvenes cometen crímenes y terminan en prisión. Y luego a éstos y a todos en la sociedad se les dice constantemente que es su culpa porque tomaron “malas decisiones”. Nos dicen que si los jóvenes simplemente tomaran las decisiones correctas (estudiar, subirse los pantalones y dejar de vagabundear en las esquinas), tendrían mejores oportunidades.

Pero en serio, ¿son esos jóvenes los que crean la “opción” de trasladar las fábricas de las ciudades a otros países porque era más rentable, razón por la que no hay trabajos? ¿Son los jóvenes los que tienen un sistema en crisis financiera, quienes han recortado los servicios sociales y los fondos de las escuelas de las zonas urbanas marginales, de manera que los niños no pueden tener una educación digna? ¿Son ellos los que salieron con políticas conscientes como las órdenes judiciales contra pandillas en Los Ángeles o el parar y registrar en Nueva York, en las cuales criminalizan sistemáticamente a los jóvenes, les ponen etiquetas raciales y los tratan con brutalidad? No, es el funcionamiento del sistema el que lleva a esas cosas — eso creó un situación en donde, como un economista conservador lo pone, para la juventud en las zonas marginales urbanas, “el crimen es un opción racional”.

Este sistema es el verdadero criminal en esta situación. Esto es lo que está en la raíz de los problemas. Y esta es la razón por la que el conjunto del programa de Keller es peligroso. Cualquier programa que gente como Keller proponga —y también habla de cosas como desviar a los consumidores de drogas no violentos hacia tratamientos en vez de ir a prisión o prohibir la casilla de las solicitudes de empleo la que pregunta si la o el solicitante de empleo alguna vez ha estado en prisión— todo esto constituirá parte de lo que ya es un sistema judicial altamente represivo.

Además de todo eso está el HECHO de mayor peso de que no importa qué tipo de reformas se lleven a cabo sobre el encarcelamiento en masa en Estados Unidos, esos cambios escalonados dejan intacta TODA la situación del nuevo Jim Crow en donde millones de personas negras y latinas, muy especialmente los jóvenes, seguirán en la mira de la criminalización, hostigamiento, brutalidad y encarcelamiento. Esto deja a la gente en un estado pasivo en términos de luchar contra todo esto. Recordemos que desde los mismos inicios de Estados Unidos, la opresión del pueblo negro, desde la esclavitud hasta hoy, ha sido un componente integral de la forma en que funciona este sistema.

Hay muchas personas que quieren luchar en contra del encarcelamiento en masa. Hay millones de personas de todas las nacionalidades, indignadas por las condiciones que los negros y los latinos enfrentan en esta sociedad — tan solo mira a las decenas de miles de personas quienes salieron en masa a las calles después de que George Zimmerman fue exonerado por el asesinato de Trayvon Martin. Y es muy dañino si a toda esa gente se le absorbe en el camino de luchar con la ilusión de que podemos “reformar” el encarcelamiento en masa y otras atrocidades de este sistema. En cambio, la lucha contra el encarcelamiento en masa se debe llevar como parte de construir un movimiento para la revolución.

El encarcelamiento en masa en los Estados Unidos está arraigado en la supremacía blanca que se ha erigido en el tejido de la sociedad de Estados Unidos, desde sus inicios. Como Bob Avakian acertadamente lo pone:

El libro de Michelle Alexander, The New Jim Crow, Mass Incarceration in the Age of Colorblindness, ha arrojado una luz brillante y muy necesaria sobre la realidad de la profunda injusticia que se halla en el mero meollo de este país.

Lo que me lleva de vuelta a un punto muy básico:

¿Qué ha representado este sistema, en este país, en toda la historia de su tratamiento del pueblo negro?

En primer lugar, la Esclavitud… Luego, Jim Crow… la segregación y el terror del Ku Klux Klan… Y hoy, El Nuevo Jim Crow — la brutalidad y el asesinato por parte de la policía, la criminalización al por mayor y el encarcelamiento en masa y, una vez más, la discriminación legalizada.

Ahora le toca a este sistema: ¡Tres strikes y fuera!

¡Sí! Estados Unidos no necesita estar bajo un “período de prueba”. ¡Al sistema SE LE ACABÓ el tiempo! Necesitamos una revolución, nada menos para poder deshacernos de este sistema y poder lidiar con los problemas de los que aquí hablamos — y todos los otros problemas que la gente enfrenta.

Necesitamos construir una lucha de masas en contra de los ataques que se le vienen encima a la gente, en contra del encarcelamiento en masa, de la generalizada tortura en las prisiones, la discriminación contra los ex prisioneros y la criminalización de los jóvenes negros y latinos. Necesitamos una lucha determinada que pueda poner al descubierto la ilegitimidad de este sistema. Y mientras la construimos en medio de esta lucha, debemos llevarle a la gente la necesidad y la posibilidad de la revolución, enfocada en hacer realidad un mundo totalmente diferente y liberador y llevarle a la gente formas de meterse a la lucha por ese mundo ahora mismo.

Envíenos sus comentarios.

Si le gusta este artículo, suscríbase, done y contribuya regularmente al periódico Revolución.