De un lector:

Sobre la película César Chávez: La historia se hace un paso a la vez

21 de abril de 2014 | Periódico Revolución | revcom.us

 

Nota de la redacción: César Chávez: La historia se hace un paso a la vez retrata un episodio muy importante de la historia estadounidense — la lucha de los trabajadores agrícolas que se enfrentó a la salvaje explotación en el campo y la violenta represión. Es algo que casi nunca se menciona en los libros de historia ni en la cultura popular. En ese contexto, publicamos la siguiente correspondencia de un(a) lector(a).

 

Fui a ver la nueva película sobre César Chávez (César Chávez: la historia se hace un paso a la vez) poco después de que se estrenó. Yo conozco esa historia de cerca. A pesar de la importancia de los trabajadores agrícolas en la sociedad y la importancia de la historia de su lucha en California, esa película es la primera en tratarla desde que me acuerdo. No me la perdía.

El cine presentaba dos versiones de la película, una con audio en español. Eso me dio gusto. Siempre he pensado que es muy indignante, la falta casi completa de películas en español en los cines de un estado como California ¡con una población hispanoparlante tan numerosa e importante!

Entramos al cine durante el día, cuando normalmente no va mucha gente, y el cine tenía como un tercio de los asientos ocupados; parecía que la mayoría del público eran latinos.

Al terminar la película, varios jóvenes que habían estado en el público se plantaron cerca de la salida y decían a todos los que salían, “qué película más buena, ¿verdad?” Más tarde vi que se reunieron con sus amigos en la sala y comentaban animadamente sobre el filme. Oí a un muchacho decir que la había visto tres veces. Era entendible su entusiasmo. En una sociedad que criminaliza los inmigrantes como “ilegales” y a sus hijos como “pandilleros”, es poco común, por decir lo menos, que una película retrate positivamente a los latinos, los inmigrantes y los trabajadores agrícolas — y más raro aún que los retrate en lucha contra sus explotadores.

De hecho, hubo muchos obstáculos que el director, Diego Luna, tuvo que superar hasta para hacer la película. Conseguir fondos era toda una batalla. Dentro de Estados Unidos las fuentes de fondos cinemáticos lo rechazaron, y uno dijo sin pelos en la lengua que esa historia no era lo suficientemente “sexy”. Al final, tuvieron que conseguir el financiamiento en México, y para facilitar la producción, en parte por limitaciones al presupuesto, filmaron todo en el estado de Sonora, México.

Con respecto a la película en sí, tienen valor artístico la producción, la actuación y la cinematografía. Las escenas de la época, por ejemplo las mítines de los trabajadores agrícolas, dan un sentido de realidad. Hay momentos impactantes que dan un vistazo del poder de una época en la que los trabajadores del campo confrontaron e hicieron retroceder a los poderosos rancheros uveros y las fuerzas del estado que los defienden. Vemos escenas en que los rancheros uveros quedan aislados y debilitados por un boicot que movilizaba la solidaridad pública por los trabajadores agrícolas de una forma sin precedente. Las películas históricas no tienen que representar los sucesos con exactitud sino sintetizar verdades. Esta película sí cumplió con ese criterio.

Sin embargo, hay problemas grandes con esta película.

Para los que quizás no lo sepan, el filme relata el principio del movimiento de trabajadores agrícolas de los años 1960 y 1970 con la huelga y boicot en la uva en Delano, California, de 1965 a 1970. Muchos críticos han comentado que a pesar de la historia importante a la que trata el filme, es insípido, le hace falta sutileza y drama. Algunos opinan que el problema está en la caracterización poco profunda de César Chávez, líder de la lucha de trabajadores agrícolas desde su comienzo en 1965, al estilo de un santo popular. Y esas críticas tienen algo de razón. Pero el problema más importante, que tiene relación con el problema de simplificar demasiado, es que la película separa esa lucha  particular del panorama mayor del cual surgió la lucha y el subsecuente movimiento de los trabajadores agrícolas. No es solamente que no explica el contexto histórico sino que casi parece que lo esquiva adrede. Incluso retrata de manera vaga las condiciones que llevaron a los trabajadores agrícolas a rebelarse.

Por ejemplo, el filme menciona la huelga de trabajadores filipinos contra los rancheros uveros en 1965, que era la chispa para la lucha que iba a estallar. Sin embargo, no nos da ninguna indicación de que esa huelga se inició poco después del fin del programa Bracero. Ese contexto no es ningún detallito apropiado para una nota al pie de página. De 1942 a 1964, cientos de miles de trabajadores fueron contratados en México para laborar en los campos de California, Arizona, Texas y otros lugares bajo condiciones casi de esclavitud. A este brutal sistema laboral lo impuso la mano dura del gobierno, en particular la migra (en esa entonces, el Servicio de Inmigración y Naturalización — el INS). Durante todo ese período, prohibieron a los trabajadores luchar contra los salarios raquíticos y condiciones pésimas, bajo la amenaza de la deportación. Por varias razones terminaron el programa Bracero en 1964. Pero los salarios bajos, las viviendas destartaladas, la discriminación y la violación de derechos continuaron. Los rancheros se las arreglaron como pudieran para improvisar un nuevo sistema laboral que les satisficiera su necesidad de mano de obra abundante, barata y vulnerable. Durante esa transición los trabajadores filipinos emprendieron la huelga y prendieron la mecha. El momento era crucial. Era 1965, y el mundo entero estaba en el umbral de período de levantamiento social.

Los trabajadores agrícolas filipinos ganaron su huelga inicial en Coachella pero enfrentaban a un grupo de rancheros mucho más fuertes y preparados en la zona de Delano. En una de las escenas más dramáticas de la película, los matones a sueldo de los rancheros tratan de desalojar a los huelguistas de su campamento. Los filipinos buscan aliados entre los trabajadores mexicanos en las huertas de la uva. Ahí entran en la lucha César Chávez y su Asociación Nacional de Trabajadores Agrícolas (NFWA, por sus siglas en inglés). Chávez no quiere mucho comprometer a su organización a la huelga, porque conoce que es difícil ganar una huelga del campo. Sin embargo, supo que quedarse apartado de la huelga perjudicaría la credibilidad de la NFWA, así que convoca a una reunión para decidir la cuestión.

En la reunión que concretamente ocurrió en la Iglesia Nuestra Señora de Guadalupe en Delano, asistieron entre 800 a 1.200 trabajadores mexicanos, y votaron la abrumadora mayoría por ir a la huelga juntos con los filipinos. Durante la reunión, que ocurrió el 16 de septiembre, el Día de la Independencia de México, se destacaban referencias e imágenes evocadoras de las guerras de independencia y de la revolución mexicana. No es un detalle tangencial — una de las características más importantes del movimiento de los trabajadores agrícolas, de hecho uno de sus aspectos más contundentes, es la lucha histórica de los mexicanos contra una larga historia de opresión desde el robo de tierras mexicanas en 1848. Los inmigrantes mexicanos han sido y siguen siendo un pueblo oprimido —una casta racial— al cual lo mantiene en su lugar todo un sistema de leyes e instituciones racistas. Sin embargo, la película borra todas esas referencias históricas de la escena en la iglesia, y, de hecho, de la película entera.

¿Dónde quedaron los años 1960?

Ya para primavera de 1966, el segundo año de la huelga, el ánimo de los huelguistas estaba en un punto bajo. Los rancheros habían sobrevivido a la huelga durante la temporada de cosecha anterior. Habían reemplazado a los huelguistas trayendo a rompehuelgas de otros lugares en California, Texas, México y otras partes. Muchos de los huelguistas originales ya se habían largado, por la necesidad de buscar con qué alimentar a sus familias. Para elevar los ánimos y “revivir” la huelga, Chávez y un núcleo dirigente del sindicato decidieron encabezar un peregrinaje de 480 km de Delano a Sacramento. Era una táctica astuta, pero sin ninguna garantía de ser exitosa. El filme da la sensación de una marcha larga y agotadora; sobre la marcha llegaron donaciones de zapatos, como símbolo del apoyo que la marcha estaba generando. También les llegan las noticias de que una bodega —en realidad Schenley pero la película le da otro nombre— decide entrar en negociaciones por temor de perjudicar su imagen y sus ventas — un importante logro. Luego vemos a la marcha llegar a Sacramento, donde ¡10 mil personas se reúnen para darle la bienvenida! En otras palabras, nos da un vistazo del nacimiento de algo nuevo — una huelga que se convierte en movimiento y moviliza un amplio apoyo popular. Pero hasta ahí nos lleva la película.

La lucha de los trabajadores agrícolas surgió como una parte de una sociedad y un mundo en gran lucha. A nivel internacional, los movimientos de liberación arrasaban en regiones del mundo antes subyugadas al yugo colonial. Una revolución cultural en China iluminó para millones de personas, especialmente la juventud, una visión de un mundo radicalmente distinto al capitalismo. Dentro de Estado Unidos el movimiento por los derechos civiles estaba dando paso a una lucha de liberación del pueblo negro que radicalizaba a los jóvenes en las zonas urbanas marginadas y en las universidades. Las mujeres desafiaban a los papeles tradicionales y reclamaban sus derechos reproductivos. Los estudiantes hacían añicos el ambiente supurante y conservador en los planteles universitarios. El movimiento contra la guerra de Vietnam ponía la clase dominante estadounidense a la defensiva como nunca antes. Los jóvenes concientizados salían a las comunidades para confrontar a los policías racistas y al statu quo. Un movimiento chicano, al cual lo influenció y lo inspiró profundamente la lucha de los trabajadores agrícolas, estaba despertando a toda una generación de jóvenes con padres inmigrantes. La huelga en Delano llevó a universitarios clase medieros a entrar en conflicto con un sistema explotador que ni siquiera conocían antes. Mucha gente estaba llegando a la conclusión de solamente una revolución podía arrancar de raíz toda la corrupción y la opresión que veían.

Los activistas jóvenes formaban una parte importante del movimiento de los trabajadores agrícolas; como voluntarios hicieron tareas importantes para el sindicato. En un momento el sindicato contaban con unos 600 voluntarios. Pero en Chávez, la película, casi no aparecen. En muchos aspectos, el movimiento de los trabajadores agrícolas es la historia del encuentro entre los trabajadores del campo, explotados y oprimidos y aislados durante tanto tiempo, ahora despiertos políticamente y energizados por las nuevas posibilidades, y sus aliados en las ciudades donde hicieron el boicot o iban de piquete en huelgas en muchas partes del estado. En el mundo concreto, un fuerte debate se disputaba dentro del sindicato y ese movimiento sobre cuestiones como la naturaleza de la sociedad, el racismo, la guerra de Vietnam, etcétera, un reflejo del debate sobre las cuestiones de gran alcance en la sociedad en aquellos años.

Al sacar esta historia de ese contexto, la película nos deja con una saga distorsionada y unidimensional de las acciones heroicas y la abnegación de un solo hombre como el motor de ese gran movimiento social. Eso ha sido el mito oficial del movimiento de los trabajadores agrícolas hace mucho tiempo. La película Chávez no lo inventó; nada más lo repite.

Los Kennedy

La película le da un papel grande a Bobby Kennedy, que cuando aparece era un senador de Nueva York. Lo vemos por primera vez en 1966 en una audiencia en el Valle Central sobre la violencia en la huelga en la uva, donde regaña al sheriff de Delano por violar los derechos constitucionales de los huelguistas. Vuelve a aparecer al final de la famosa ayuna de Chávez de 25 días. Según esa historia, y según la relata la película, Chávez se enfureció por la violencia de los trabajadores agrícolas en el piquete —contra unos matones a sueldo de los rancheros que aventaron el carro contra los huelguistas— e inició una ayuna para promover la no violencia que llegaría a los 25 días. Esa historia supuestamente nos demuestra que la clave para el éxito del movimiento sea la disciplina de los huelguistas desordenados por parte del líder muy moral. La ayuna culmina en una misa donde Chávez recibe la hostia, reconfortado por Bobby Kennedy a su lado.

Otra vez, hubiera sido útil dar un contexto mayor para entender lo que concretamente ocurría. El año era 1968. Estados Unidos se encontraba sitiado por la perspectiva de una derrota en Vietnam y una rebelión en casa. Las rebeliones juveniles estallaban por todo el planeta. Era una época que puso en juego la estabilidad del mismo sistema capitalista estadounidense. Las diferentes ramas del gobierno maniobraban tiempo extra para dividir, minar o destruir a las fuerzas las que veían como un peligro al sistema. En este contexto, Kennedy representaba un frente de los gobernantes en esa batalla. (Otros frentes incluían los asesinatos, las acusaciones falsas y el encarcelamiento de activistas políticos, marranadas del FBI, distorsiones en los medios de comunicación, etcétera.) Lo que Kennedy ofrecía era el apoyo político por parte de un ala potente de la clase dominante. A cambio querrían un sindicato que suprimiera los elementos radicales y que no retara la legitimidad del sistema. En Chávez encontraron a un líder dispuesto a hacer esa suerte de trato.

Kennedy no era más amigo genuino de los trabajadores agrícolas que Obama (el Deportador en Jefe) es amigo de los inmigrantes. Es así de sencillo: ¡No puede ser un amigo del oprimido el mismo líder y defensor del sistema que lo oprime!

El filme termina en 1970. La huelga y boicot en Delano terminaron después de cinco años, habiendo superado obstáculos para forjar un boicot solidario que extiende por todo el país y cruza el océano hasta Europa. Los rancheros, a pesar de la ayuda directa de la administración de Nixon, no pueden recuperar la venta de la uva y quedan sin opciones. Firman contratos que le dan al sindicato United Farm Workers (UFW, Trabajadores Agrícolas Unidos) el derecho de representar a decenas de miles de trabajadores de la uva. La película termina en lo que iba a resultar el principio de un futuro período más poderoso y conflicto.

Al llegar al final de la película, pasa por la pantalla un mensaje sobre la aprobación de la Ley de Relaciones Laborales Agrícolas en 1975 en California. La Ley establecía un proceso para elecciones sindicales. La implicación es que ya se han establecido los derechos de los trabajadores agrícolas y que eso es el legado de César Chávez y el UFW.

La película no ofrece ninguna idea de cómo son las condiciones en los campos agrícolas de California hoy. De hecho, son muchísimo peores que en los tiempos antes del movimiento sindical. El mismo sindicato casi ni existe excepto como apéndice del sistema explotador. Los salarios casi no suben desde hace décadas, y las condiciones de trabajo han deteriorado igualmente. Es demasiado común el abuso sexual de las trabajadoras en un sistema en que los contratistas de mano de obra son mucho más prevalentes que en los años 1970. Los trabajadores que viven en las ciudades fronterizas mexicanas y cruzan al Norte para trabajar la temporada invernal están sujetos de largas esperas punitivas. Una frontera militarizada cobra un terrible precio sobre los que la brincan desesperados para encontrar trabajo y alimentar a sus familias, o los que tratan de volver tras una visita a la familia en México. Las deportaciones a escala sin precedente afectan a los trabajadores agrícolas así como afectan a todos los inmigrantes que carecen de documentos. Decenas de miles de inmigrantes están en centros de detención, separados de sus familias, y así sucesivamente. La brutalidad policial y la encarcelación en masa causan estragos entre los hijos de los trabajadores agrícolas y los inmigrantes latinos en general. Al mismo tiempo, esta sociedad capitalista imperialista “democrática” depende más que nunca de un sistema de casta racial que condena a los trabajadores agrícolas y otros a extremos de explotación y represión.

El director del filme, Diego Luna, dijo que lo creó cuando se dio cuenta de que los jóvenes en México y Estados Unidos no sabían nada sobre César Chávez ni el movimiento que encabezó. La película tuvo el potencial de darle a esta nueva generación un vistazo de un tiempo en el que millones de personas se pusieron de pie para exigir el cambio — algo que podía elevar la vista de estos jóvenes y ofrecerles un conocimiento más profundo de la sociedad y las raíces de la opresión que ven a su alrededor. Al final de cuentas, la película no estaba a la altura de ese potencial.

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