El arte del movimiento

9 de febrero de 2015 | Periódico Revolución | revcom.us

 

A continuación, un ensayo escrito por una activista de la Red Parar la Encarcelación en Masa, madre de un joven negro criminalizado y encerrado tras rejas debido a la encarcelación en masa. Ella escribió el ensayo tras ir a la exhibición de arte RESPOND en la galería Smack Mellon y asistir al taller del arte performancero el 24 de enero.

 

El arte es una herramienta poderosa. A lo largo de la historia el arte ha sido una expresión de las experiencias y condiciones humanas. Al parecer, la humanidad descubrió muy temprano que era posible comunicar mensajes y sentimientos en las paredes de las cuevas, cuando las palabras todavía no se habían formado o no servían para comunicarlas. De alguna manera nuestros antepasados debían haber sabido por instinto que mediante esa forma de comunicación, construían un puente, un medio de entender el uno al otro, de compartir ideas y tal vez hasta sabían que sería un método de hacer que su historia se recordara. Debían haber pensado que la comunicación entre sí era esencial para sobrevivir, y que pasar esas cosas a nuevas generaciones era igualmente esencial para sobrevivir. La expresión artística siempre nos ha ayudado a aprender sobre nosotros mismos, sobre nuestro pasado y nuestra evolución como seres humanos. Por lo tanto es apropiado que esta generación también use el arte como una herramienta importante para expresar sus ideas e inquietudes, y para llegarles a otros que buscan soluciones para las cuestiones que les afectan. El arte sirve como una expresión poderosa en su capacidad de llegar a tantas personas y emocionarlas. El arte ha sido y sigue siendo una herramienta en que las imágenes crean una trayectoria que puede darle fuerzas a este movimiento que ha impulsado una nación a exigir reformas que van en la dirección de parar la encarcelación en masa y la brutalidad y asesinato que la policía comete contra jóvenes hombres de color y los pobres en general.

Ayer, en la galería Smack Mellon, un grupo de individuos concienzudos, dedicados y atentos le hicieron frente a la furia de los fríos elementos invernales para sostener un taller y una discusión muy animados e inspiradores sobre la continua actualidad de la brutalidad policial contra las masas, la cual al parecer se sale de todo control. En el fondo del salón estaba una pared dedicada por varios artistas que tenía retratos de personas que han caído víctimas de la brutalidad y el asesinato policial, y ésta sirvió como una influencia y un recordatorio de por qué estas discusiones y este movimiento tienen que continuar, a pesar de los esfuerzos de suprimirlo y suprimir nuestras voces. Las imágenes y las fotos conmovedoras de Michael Brown, Eric Garner, y Martin Luther King, Jr., y de la policía armada en contra de los ciudadanos decían mucho y despertaban emociones poderosas en este lugar sereno, fresco y tranquilo.

Si una imagen vale mil palabras, estas obras de arte valen millones por su capacidad de cautivar el corazón, la sensibilidad y la conciencia de hasta esos seres humanos que tal vez quisieran hacerse de la vista gorda ante las condiciones inhumanas que ahora experimentamos, y de una manera que nuestras palabras tal vez no lleguen a expresar.

Al estar ahí con mi nieta de siete años, y tratar de explicarle suavemente de qué trataban las imágenes, yo tenía plena conciencia de que nuestra historia brutal era lo que estaba pintada en la pared. Pero también me llenó de orgullo y de determinación a ser parte de esa historia, de la mano con las demás personas que llenaban el salón, pues en este movimiento seremos la causa del cambio. Me acordé de la necesidad, que nuestros antepasados expresaron por medio del arte, de comunicar y legar nuestro mensaje muy necesario, tendiendo un puente de entendimiento esencial para nuestra sobrevivencia.

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