Reflexiones sobre la película Timbuktu

Alan Goodman | 2 de marzo de 2015 | Periódico Revolución | revcom.us

 

Estimado revcom.us,

Algunos de nosotros vimos la película Timbuktu (Tombuctú) en un cine de arte por aquí, y creo que vale la pena recomendar que los lectores la vean.

Timbuktu se ambienta en la legendaria ciudad del mismo nombre y en sus alrededores, en el país norteafricano de Malí. En febrero de 2013, Francia invadió a Malí y expulsó de Tombuctú a los fundamentalistas islámicos (eso lo trataré más abajo). Pero por un rato, durante el período que esta película describe, los jihadíes fundamentalistas islámicos impusieron en ese lugar su versión de un régimen brutal, sádico y despiadadamente odiamujer. Para muchos de nosotros en Estados Unidos, ver esta película puede ser lo más cerca que lleguemos a conocer a personas como las retratadas en esa fascinante y diversa parte del mundo, y al alucinante cruce multilingüe, multicultural y vibrante de Tombuctú. Y a sentir cómo es la vida bajo la ley islámica fundamentalista de Sharia.

Conocemos una familia de pastores de ganado que vive fuera de la ciudad. Ellos producen juntos una música bella, en el sentido figurativo y literal, pero tienen que esconder la música cuando se acerca la policía sórdida que hace cumplir la ley Sharia. Nos conectamos con una mujer que puede tener problemas de salud mental, tal vez sí, tal vez no, pero que abusa con júbilo y desafío todas las leyes de Sharia acerca de cómo una mujer debería comportarse en público. Presenciamos una sesión de descarga entre músicos africanos influenciados por el blues y el jazz, mientras la policía de la ley Sharia los persigue y luego le da 80 azotes a la mujer del grupo, un castigo particularmente odioso. Vemos a una pareja que muere apedreada por cometer adulterio.

Se trata de una película increíble y al verla, llegamos a preocuparnos profundamente por los personajes que describe. En algún sentido, los personajes de Timbuktu (la película) podrían vivir, como el Clash cantaba en un tiempo, en “Cualquier frontera. Cualquier hemisferio. La tierra de nadie”. Donde “Aquí no hay asilo. El rey Salomón, pues nunca vivió en estas partes”. La aplicación todos los días de la ley de Sharia no es tan diferente, al examinarla un poco, de la aplicación de la ley en las democracias occidentales: la propiedad por encima de las personas, los hombres por encima de las mujeres, la arbitraria falta de respeto de los que detentan el poder hacia sus propias reglas, y las estructuras sociales y la moral que hacen cumplir los valores de que todo tiene un precio y no hay razón como la del bastón, los cuales destrozan el cuerpo y quebrantan el espíritu. Si usted ve la película con una actitud abierta, verá los ecos de la injusticia que ocurre en formas diferentes en los barrios marginados urbanos, en las reservas indígenas y en las comunidades inmigrantes del “Occidente democrático”.

Y antes de argüir con tonos de superioridad moral qué tan mejor el Occidente trata a las mujeres, preste atención a la condición de maternidad obligatoria (la falta de acceso al aborto) que existe en gran parte de Estados Unidos y la promoción de la violencia sádica contra la mujer en “películas taquilleras” como Cincuenta sombras de Grey (véase “Cincuenta sombras de Grey: Una historia pornográfica pútrida” en revcom.us).

La película Timbuktu es (como la ciudad) compleja y matizada. Existen contradicciones entre los fundamentalistas islámicos, que se ponen de relieve en una escena que muestra su pobre intento de hacer un video propagandístico que denuncia la música rap. Al parecer, este tipo de matiz al retratar a los fundamentalistas islámicos era suficiente para encolerizar a unos fascistas en Francia; el alcalde de un suburbio de París denunció la película como una apología para el terrorismo e hizo que la prohibieran (¡en medio de las proclamaciones de la clase dominante francesa y de los gobernantes de Estados Unidos que ellos son los paladines de la tolerancia, la diversidad y la libre expresión artística!).

Abderrahmane Sissako, el co-escritor y director de la película, también hizo la película Bamako de 2006. No la he visto, pero los críticos dicen que gira en torno a un juicio en que los voceros de la sociedad civil africana sacan a la luz los crímenes del Banco Mundial y el FMI y demuestran que éstos son responsables de los males de África.

Pero si alguien tiene la opinión de que la vida bajo los fundamentalistas islámicos represente algún tipo de alternativa radical o rebelde al capitalismo imperialismo al estilo occidental (al cual llaman “democracia”), esta película cuestiona ese modelo con un cuadro realista de lo que implica en realidad: es un horror.

O, si usted ha adoptado la actitud petulante de que “nosotros” (las democracias capitalistas imperialistas al estilo occidental) seamos mejores, eche un vistazo a YouTube y vea el asesinato de Eric Garner por unos policías que lo linchan en el vídeo porque presuntamente vendía cigarrillos individuales, o la ejecución policial de Tamir Rice, de 12 años de edad, por jugar en un centro de recreo. Francia, el país “liberador” de Malí, esclavizó a más de tres millones de personas (literalmente eran esclavos) en África para construir su tierra de “libertad, igualdad, fraternidad”, y el imperio estadounidense se construyó sobre el genocidio y la esclavitud (véase “‘Salvadores’ franceses en Malí: De primer orden en hacer cumplir la esclavitud, el genocidio y la opresión” en revcom.us).

No: Existe OTRO CAMINO. Tenemos que trabajar para ver que nazca.

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Timbuktu está en los cines ahora; busque los horarios para su ciudad en la página IMDB para esta película (en inglés).

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