Lo que hace falta en el “debate” sobre Irán: ¡Los intereses de la humanidad!

Alan Goodman | Actualizado 22 de marzo de 2015 | Periódico Revolución | revcom.us

 

Nota de la redacción: El siguiente artículo salió en www.revcom.us el 16 de marzo de 2015. Desde ese entonces, ha seguido desenvolviéndose y ardiendo la marcha de los acontecimientos en el Medio Oriente, por ejemplo en Yemen y otras partes, y siguen teniendo mucha relevancia la orientación y temas básicos de este artículo. Debido a un error de producción, se omitió una sección de este artículo en la versión que se publicó en la edición impresa de Revolución 379-380, con fecha 5 de abril de 2015.

 

Según los medios de comunicación establecidos (o sea, de la clase dominante), la reñida disputa sobre Irán entre Obama y los republicanos —y entre Obama y Israel— se trata de concluir o no un acuerdo con los gobernantes de Irán para restringir su programa nuclear. O —como ladran los rabiosos en pro de más agresión imperialista— ese enfoque es “muy débil”.

En dicho marco, muchas personas —entre ellas las que sinceramente se oponen a los crímenes cometidos por Estados Unidos y su capataz, Israel— terminan por apoyar a Obama y la posición que él representa, en conflicto con el primer ministro genocida israelí Netanyahu y los republicanos.

Hay un problema básico con ese marco y esa posición. Omite por completo y contradice por completo los intereses y las mejores aspiraciones de cientos de millones de personas desde el Norte de África hasta Asia Central.

Los habitantes de esta región están atrapados en una caldera de reaccionarias guerras y cruel opresión enmarcada por el choque de fuerzas reaccionarias: los imperialistas occidentales que se etiquetan de “democracias”, y los reaccionarios fundamentalistas islámicos quienes ofrecen formas “alternativas” de explotación y opresión. Los medios de comunicación occidentales han satanizado y deshumanizado a las masas populares de esta región. Pero los cientos de millones de personas de esta región son nuestra gente. Sus intereses, y los intereses de los pueblos del mundo, estriban en la eliminación de toda opresión. Existe una base para hacerlo en el mundo actual, y existe una salida. Se trata de un camino tortuoso, pero es una alternativa concreta al infierno que vive la gente, tan concreto como lo es la realidad concreta.

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Algunos de los recuerdos más vívidos que me quedan de El Cairo, Egipto, cuando participé en la Marcha por la Libertad de Gaza en 2008, son de los encuentros con activistas egipcios. Su valentía me conmovió profunda y repetidamente —ellos se arriesgaban la vida para ayudar a nuestra brigada internacional a intentar desafiar y romper físicamente el bloqueo genocida israelí y egipcio al pueblo palestino en Gaza.

Entiéndase: si bien en Estados Unidos en la realidad no existen derechos que el opresor se sienta obligado a respetar, en Egipto bajo el capataz de los yanquis Hosni Mubarak (¡y ahora!) el régimen ni siquiera finge que existe el derecho a protestar. Por simplemente mencionar una manifestación en las redes sociales, “desparecieron” (y siguen desapareciendo) a las personas — las encierran en las mazmorras de tortura o las meten en una patrulla sin identificar, las llevan al desierto y ahí las dejan para que sufran una muerte cruel en el infierno desértico.

No es que los activistas egipcios que conocí hicieran caso omiso a estos riesgos. Sin embargo, una y otra vez me impactó lo profundo que traían el sentimiento de que, efectivamente, el régimen y su padrino yanqui torturan y matan a la gente con impunidad... ¿y qué? Que se vayan al carajo.

Es ese sentimiento desafiante que ha hecho erupción repetida y heroicamente, en esa parte del mundo, donde el dominio del imperialismo occidental y sus subordinados y sicarios locales frecuente si no constantemente adopta su forma más abiertamente sanguinaria.

¿Captamos eso?

¿Medimos las posiciones que tomamos en este momento —en que las fuerzas de la clase dominante que Obama representa insisten que su camino es la mejor manera de promover “nuestros” intereses nacionales— por la norma de qué tan largo y duro ha luchado el pueblo en el Medio Oriento por su libertad?

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Obama, las fuerzas de la clase dominante que él representa y las potencias europeas afirman que el Medio Oriente se viene a pedazos. Efectivamente, hay tremenda miseria en la región, y se intensifica, pero ¿qué son sus raíces? En términos básicos: ¿Qué es el problema? ¿En qué estriban los intereses y las aspiraciones del pueblo?

Después de la Primera Guerra Mundial, Gran Bretaña y Francia se repartieron la región, inventando fronteras que cruzaban las tierras de diferentes pueblos, creando o agravando muchísimos conflictos que continúan hasta la fecha. Para ellos, la región era una fuente crítica de petróleo y un eslabón clave en la explotación y dominación mundial. Después de la Segunda Guerra Mundial, las potencias occidentales triunfantes —esta vez con Estados Unidos al frente— confabularon (al mismo tiempo que se reñían) para dividir la región nuevamente, expulsar a los palestinos de su tierra por medio de la limpieza étnica sionista, afianzar el control del petróleo y maniobrar contra los avances de la revolución comunista mundial.

Pero, por todas sus maquinaciones y por toda su violencia, los imperialistas no han podido dormirse sobre los laureles ni un momentito.

De 1954 a 1962, el pueblo de Argelia libró una guerra de liberación dirigida por nacionalistas seculares contra los imperialistas franceses los que —según el historiador francés Pierre Emmanuel Vidal-Naquet— cometieron “posiblemente cientos de miles de torturas” para tratar de aplastar ese levantamiento. En Irán, después de que la CIA y agentes británicos orquestaron un golpe de estado contra un gobierno nacionalista elegido en 1953, brotaban luchas sin cesar, reprimidas con saña por las fuerzas del títere del imperialismo, el Sha de Irán. Tras oleadas de represión y resistencia —en un solo día más de 10 millones de iraníes se lanzaron a las calles— el odiado Sha se vio obligado a huir en 1979.

En Palestina, como parte de la revolución mundial de los años 1960 y con la solidaridad de ésta (Mao Tsetung y la República Popular China suministraban un apoyo muy valioso), las fuerzas armadas dirigidas por la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) tenazmente libraron batallas contra Israel — en 1968 combatientes palestinos frustraron un ataque israelí importante en Karameh, Jordania. El programa de la OLP para una Palestina liberada, democrática y secular (no religiosa) ganó un amplio apoyo en el mundo, incluido entre un número importante de judíos.

Tras la fuerte represión y cooptación de la OLP, hicieron erupción repetidas oleadas de resistencia —las intifadas— en Palestina. Los levantamientos de la Primavera árabe en Egipto, Túnez, Bahrein y otros lugares en 2011 sacudieron los cimientos del orden regional explotador y opresor.

El que ninguna de esas luchas haya logrado romper las cadenas de la dominación, explotación y opresión imperialista no se debe a ninguna falta de deseo, valor o aspiraciones a la liberación. En algunos casos, las personas se toparon con las limitaciones de la dirección nacionalista que no es capaz, ni siquiera en sus expresiones más radicales, de desarraigar toda la opresión ni romper las cadenas del imperialismo global.

En Irán en 1979, hubo revolucionarios comunistas que se guiaban por una visión de ponerle fin a toda la opresión —que incluye la opresión de nacionalidades minoritarias y mujeres— pero en ese tiempo no tenían suficiente fuerza para evitar que los clérigos fundamentalistas islámicos reaccionarios arrebataran el control de la revolución, desviándola y traicionando las aspiraciones más profundas del pueblo. Aún con todas las masacres y las mazmorras de tortura de la República Islámica, se ha forjado un partido revolucionario auténtico, el Partido Comunista de Irán (Marxista-Leninista-Maoísta).

Aquella fue apenas una pequeña parte de la historia de resistencia y rebelión en esa parte del mundo. El pueblo nunca dejó de luchar contra la opresión. Pero lo que le hizo falta, o lo que faltaba suficiente fuerza, era una dirección que contara con una visión y una estrategia para unir todos los factores positivos y abrir paso concretamente para crear sociedades que liberaran al pueblo, con el objetivo de un mundo sin opresión de ninguna índole. Semejante liderazgo representa los intereses de las personas más oprimidas y explotadas en la sociedad, a las que no les beneficia, como clase, ninguna opresión. Tal fuerza es capaz, como ninguna otra, de atraer, movilizar y desarrollar plenamente los factores positivos para la revolución, entre ellos de mucha importancia el desencadenamiento de la furia de la mujer como una fuerza poderosa para la revolución. Es capaz de unirse con muy amplios sectores al mismo tiempo que concentra la lucha continuamente en contra de los capataces de la explotación y opresión.

En la historia del mundo contemporáneo, existen ejemplos positivos de tal revolución auténtica. Por mucho que esos modelos hayan sido objeto de calumnias, distorsiones, mentiras y dictámenes de “no ha lugar”, las revoluciones comunistas en lo que se convirtió en la Unión Soviética (de 1917 a 1956) y en la República Popular China (de 1949 a 1976) efectivamente lograron romper las cadenas de la explotación capitalista y dieron pasos gigantescos para superar la opresión de la mujer y de minorías, y para iniciarse en el camino hacia un mundo sin divisiones de clase. Aunque esas revoluciones fueron revocadas en última instancia, desmintieron el que el capitalismo y el imperialismo sea lo mejor que la humanidad puede lograr. Demostraron el potencial latente en los miles de millones de personas oprimidas a las que el sistema trata como menos que basura, de emancipar a la humanidad y transformar el mundo, y qué tanto la dirección comunista es decisiva para desencadenar ese potencial y durante todo el proceso revolucionario. (Lea “No sabes lo que crees que ‘sabes’ sobre... La revolución comunista y el VERDADERO camino a la emancipación: Su historia y nuestro futuro”.)

Desarrollar una dirección de ese calibre y promoverla donde ya existe, no distrae de la lucha por la liberación, sino que es esencial para que esa lucha logre romper los confines sofocantes del mundo actual, en la teoría y en la realidad.

En una declaración de febrero de 2011, “EGIPTO 2011: MILLONES SE HAN PUESTO DE PIE CON HEROÍSMO… EL FUTURO ESTÁ POR ESCRIBIRSE”, Bob Avakian, el presidente del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos, habla de la relevancia de la revolución de 1917 en Rusia:

La lección más decisiva es la siguiente: cuando el pueblo en sus masas, de millones de personas, por fin rompa con las trabas que han estado impidiendo que se levante contra sus opresores y atormentadores, en ese momento el que su lucha y sacrificios heroicos lleven a un cambio fundamental serio o no, avance a la abolición de toda explotación y opresión o no, dependerá de si existe una dirección, una dirección comunista, o no, que tenga la necesaria comprensión y método científico y sobre esa base, pueda desarrollar el necesario enfoque estratégico y la influencia y lazos organizados entre un creciente número de personas, a fin de dirigir el levantamiento del pueblo en medio de todas las curvas, giros y vaivenes, hacia la meta de una transformación revolucionaria real de la sociedad, en concordancia con los intereses fundamentales del pueblo.

De ahí, hablando del trabajo de resumir la primera etapa de la revolución comunista y avanzar sobre esa base y más allá de ella, Avakian añade:

En mis escritos y discursos, en El comunismo: El comienzo de una nueva etapa — Un manifiesto del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos y en otros documentos importantes de nuestro Partido, nos hemos esforzado para sacar lo más profunda y completamente que sea posible las lecciones cruciales de la experiencia histórica de la revolución comunista y de las sociedades socialistas que ha creado —los logros grandes y muy reales y los errores y reveses serios— y para aprender de la experiencia más amplia de la sociedad humana y su desarrollo histórico, con el objeto de contribuir todo lo que podamos al avance de la lucha revolucionaria y la emancipación de las personas oprimidas en todo el mundo. (lea: “EGIPTO 2011: MILLONES SE HAN PUESTO DE PIE CON HEROÍSMO… EL FUTURO ESTÁ POR ESCRIBIRSE” en www.revcom.us)

Este movimiento para una liberación hasta el final, para una revolución comunista, no es un sueño ilusorio. No es un “programa ajeno” divorciado de la realidad del mundo y de lo que la humanidad necesita. No es una “idea bonita” que tendrá que esperar hasta algún día del futuro infinito, mientras reducimos nuestro activismo, nuestro programa y sí, nuestros sueños a cobijarnos bajo el ala del supuesto “mal menor” en los choques entre Estados Unidos, las potencias europeas, Rusia, China, el EIIL, Israel, Irán o cualquiera de las otras fuerzas de opresión que operan en el Medio Oriente.

En efecto se requerirá una lucha tortuosa para forjar un movimiento para la revolución comunista y para que ese movimiento dirija nuevos adelantos importantes en la revolución mundial, o sea, primero la toma del poder en algunas partes del mundo. Pero la lucha tortuosa no tiene nada de nuevo para los oprimidos, ni el Medio Oriente ni en ninguna otra parte.

Por lo que ¡es imprescindible que denunciemos, desenmascaremos, nos opongamos y protestar contra los más rabiosos promotores de una más abierta intimidación, terror, invasiones con tropas sobre el terreno y tortura de Estados Unidos! Pero si nos alineáramos de modo alguno con Obama y con las fuerzas que él representa en sus medidas para contener a la República Islámica de Irán y para reclutar a ese régimen brutal para colaborar en el fortalecimiento del orden regional dominado por Estados Unidos, traicionaríamos y les volveríamos la espalda a las poblaciones de esa región y del mundo en general, las cuales han luchado tanto y han sacrificado tanto.

El régimen iraní tampoco tiene nada de bueno cuando promueve sus propios intereses reaccionarios en toda esta situación. Por lo que nosotros no deberíamos ni necesitamos tener paciencia con las excusas por los crímenes de los fundamentalistas islámicos de la región.

Lo que sostengo aquí no es “irrealista”. Es irrealista esperar que cualquiera de esas fuerzas produzca algo positivo, o tener o promover ilusiones al respecto. Ninguna de esas fuerzas ofrece soluciones para la pobreza, la represión, la opresión de la mujer o los demás horrores que el imperialismo ha legado al Medio Oriente, que no sean más represión violenta y guerra.

Pero la revolución sí ofrece soluciones.

Y con esa perspectiva, podemos oponernos y tenemos que oponernos a todas estas fuerzas de opresión y a todas sus maquinaciones, amenazas e invasiones, sanciones económicas y negociaciones. Al hacerlo, contribuiremos a preparar el terreno para que las personas en todas partes se pongan a organizarse para revoluciones concretas que arranquen de raíz toda la opresión.

ESO sí que es real.

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