Horrorosa epidemia de suicidios destroza al pueblo attawapiskat:

Genocidio al estilo canadiense

4 de mayo de 2016 | Periódico Revolución | revcom.us

 


Mujer attawapiskat de 17 años de edad habla del suicidio de su hermana de 13 años, y también de sus propios previos intentos de suicidarse. (Foto: Nathan Denette/The Canadian Press via AP)

Para el pueblo attawapiskat de las Primeras Naciones (indígenas) del norte de Ontario, Canadá, la noche del sábado, 9 de abril, fue una pesadilla inimaginable: esa misma noche 11 jóvenes del pueblo trataron de suicidarse.

Se trataba de solo un día en la epidemia de suicidios que está destrozando a los attawapiskat y otros pueblos indígenas. Cien personas attawapiskat, el cinco por ciento de la población de dos mil personas, trataron de suicidarse desde septiembre del año pasado. El más viejo tenía 71 años; el más joven tenía 11 años. En marzo alguien intentó suicidarse casi cada día. Ese mismo mes, la nación Pimicikamak de los Cree, del norte de Manitoba, declaró un estado de emergencia a raíz del suicidio de seis integrantes en tres meses. De los 1.200 estudiantes de la escuela local, se han puesto bajo observación a 120 por el riesgo de suicidarse. La tasa de suicidios entre los 1,4 millones de indígenas canadienses es 10 veces mayor que el promedio nacional para hombres y 21 veces mayor que el promedio nacional para mujeres.

Tómese un momento para reflexionar sobre el masivo dolor, angustia y sufrimiento que esos datos reflejan. Pregúntese qué llevó a tantos jóvenes a sentir una desesperación tan extrema que decidieron que sería mejor si murieran.

“Matar al indígena en el niño”

Cada uno de esos suicidios es único, pero comparten una historia en común: el genocidio.

Durante los 140 años en que la “Ley indígena” estaba en vigencia, Canadá robó las tierras de los pueblos nativos al trasladarlos a reservas por la fuerza, robó sus recursos y ¡hasta robó a sus niños! De 1876 a 1996, se sacaron de sus familias por la fuerza a 150.000 niños indígenas y se los colocaron en escuelas dirigidas principalmente por las iglesias, cuya política fue “matar al indígena en el niño”. Más de 6.000 niños murieron e incontables miles fueron abusados. “Estas medidas eran parte de una política coherente de eliminar a los aborígenes como pueblos distintos e integrarlos en la población canadiense mayoritaria contra su voluntad”, en palabras de la Truth and Reconciliation Commission (Comisión de Verdad y Reconciliación) de Canadá el año pasado. ["Pueblos aborígenes" se refiere a los habitantes de un país antes de su colonización.]

Reflexione sobre eso por un momento: “matar al indígena en el niño”. Piense en las heridas psíquicas que eso debía haber causado, y sigue causando, en generaciones enteras.

Genocidio al servicio de un sistema

Robaron las tierras y atacaron las culturas de los attawapiskat y otras Primeras Naciones, primero para forjar como una colonia británica a Canadá y luego para cimentar a un Canadá imperialista independiente de Gran Bretaña.  La fundación y existencia de Canadá se basan en la continua brutalidad contra los pueblos aborígenes y el robo violento de sus tierras y recursos.

Ese saqueo, abuso y genocidio sistemáticos han cambiado de forma, pero no han parado. Actualmente los attawapiskat sufren una pobreza extrema, una tasa de desempleo que supera el 60 por ciento, una pésima falta de servicios básicos y escuelas y una grave escasez de la vivienda, pues a veces de 10 a 15 personas tienen que compartir una sola casa pequeña y destartalada, en una región donde las temperaturas en el invierno pueden descender muy por debajo de los 18 grados bajo cero C.

Un indígena canadiense escribe: “Así viven las Primeras Naciones en los bantustanes del norte de Canadá...Gente pelada y destrozada, con pocas o nulas oportunidades, vive en casas frías y desvencijadas, y sufre de generaciones de abusos sexuales, físicos y psicológicos”.

Mientras tanto, el conglomerado De Beers, basado en Sudáfrica, extrajo sólo durante 2013 diamantes valorados en $392 millones de dólares, de unas tierras robadas a los attawapiskat por un tratado que el gobierno canadiense les impuso en 1930.

Ese genocidio horroroso formó parte de lo que Carlos Marx llamó “los albores” del sistema capitalista; y la revolución comunista contra ese sistema atraerá y dirigirá a los que este sistema ha intentado aplastar para que sean parte del derrocamiento de ese sistema: una revolución que corregirá esas injusticias históricas y superará esas cicatrices históricas, como parte de la lucha revolucionaria por transformar al mundo entero y emancipar a la humanidad

 

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