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¿Cuánto tiempo más se permitirá que continúen las masacres en el mar?

8 de junio de 2016 | Periódico Revolución | revcom.us

 

Refugees jump in the water right before their boat overturns off the Libyan coast. Since January this year the majority of people crossing the Mediterranean are from sub-Saharan Africa where wars, poverty, and repressive regimes are the driving factors pushing them out of their own countries. (Italian navy via AP Photo, file)
A fines de mayo, murieron ahogados al menos 800 migrantes en el Mediterráneo en solo tres días. Estas muertes son el resultado de decisiones políticas. Cualquier cifra de migrantes ahogados se considera aceptable para que la inmigración en masa no siga amenazando el orden en Europa. Al parecer, el objetivo de esas frías intervenciones de rescate es para salvar la legitimidad moral de los gobiernos europeos y de Occidente en general. Sí, salvan a algunas personas, pero no se puede dejar de enfatizar que la situación existente hace que sea inevitable una masacre tras otra en el mar. Arriba: unos refugiados se echan al agua justo antes del naufragio de su embarcación cerca de la costa de Libia, 25 de mayo de 2016. (Marina Italiana vía foto de archivo de la AP)

30 de mayo de 2016. Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar. “Lo de esta semana fue una masacre”, dijo una vocera de la oenegé Save the Children, luego de que al menos 800 migrantes murieran ahogados en el Mediterráneo en solo tres días.

Las razones y las responsabilidades fueron múltiples. Las embarcaciones que los llevaban eran trampas mortales. Pero incluso ahora, después de una insoportable tragedia tras otra en las aguas del Mediterráneo central, las potencias europeas se niegan a iniciar una sistemática operación de búsqueda y rescate. Embarcaciones de oenegés, busques de carga que van de paso, la marina italiana y unos cuantos barcos militares de la Unión Europea (UE) han recogido a miles de refugiados, pero los principales esfuerzos de Occidente siguen criminalmente enfocados en la Operación Sofía, diseñada y equipada para interceptar y arrestar traficantes, destruir sus botes e impedir más inmigración, y no para salvar personas.

El que los miles de personas que han dejado Libia hayan sido rescatados en el Mediterráneo central se debe a que tanta gente ha venido emprendiendo el cruce que hasta el esfuerzo más pasajero e improvisado puede recoger a algunos de ellos. Al parecer, el objetivo de esas frías intervenciones de rescate es para salvar la legitimidad moral de los gobiernos europeos y de Occidente en general. Sí, salvan a algunas personas, pero no se puede dejar de enfatizar que la situación existente hace que sea inevitable una masacre tras otra en el mar. Estas muertes son el resultado de decisiones políticas. Cualquier cifra de migrantes ahogados se considera aceptable para que la inmigración en masa no siga amenazando el orden en Europa.

Además, esta indiferencia por la humanidad se demuestra en la forma en que tratan a los refugiados que sobreviven. Sería a lo sumo una leve exageración decir que la UE ha convertido al gobierno griego en un subcontratista penitenciario. La tenaz resistencia de los refugiados en Idomeni, en la frontera con Bulgaria, quienes exigen que los admitan en la UE, es una vergüenza política para la UE. La policía griega ha arrasado el poblado de carpas y por autobús ha transportado a sus habitantes a refugios temporales en bases militares y otras instituciones. La razón oficial es que el campamento no es apto para que ahí vivan personas. Pero informes iniciales de oenegés indican que las autoridades han destruido, y no reemplazado, las redes que se logró establecer en Idomeni para suministrar mínima asistencia sanitaria, médica, educativa y de otros tipos.

Save the Children dice que los nuevos campamentos del gobierno en el norte de Grecia carecen de baños adecuados. Adultos y niños no reciben suficiente agua, ni alimentos para más de una comida al día, ni los más básicos artículos de higiene. La oenegé también advierte del peligro que corren los niños que viajan solos, ahora que las autoridades han destruido las redes y relaciones informales que existían (parece que ni siquiera había un registro de la gente ni a dónde la enviaban), y que corren los hijos que resultaron separados de sus padres por el afán del gobierno griego de evacuar Idomeni. Es innegable que esta movida pretendía poner a la gente fuera de la vista y bajo control, con un interés por el bienestar de la gente igual al de los navíos militares occidentales en el Mediterráneo.

Las opciones políticas en juego fueron aún más evidentes con el establecimiento de un gobierno títere en Libia respaldado por Occidente, cuyo propósito, entre otros, es convertir al país en una muralla que impida que la gente pase a Europa, un proyecto aún más criminal que inútil. Se supone que este “gobierno” de papel autoriza a los barcos de la OTAN a hacer incursiones por la costa libia, apoderarse de puertos y destruir barcos de pesca y otras embarcaciones que consideran potenciales medios para contrabandear personas que, en particular Reino Unido, califica como una amenaza a la seguridad de Europa. Estas medidas podrían incluir operaciones armadas europeas en suelo libio — luego de años de intervención militar yanqui y europea, con un pretexto tras otro, con el fin de reestructurar bajo la dominación de Occidente a un país destruido por la interferencia de Occidente.

Es cierto que a los contrabandistas no les importa la vida humana — no más que, digamos, los capitalistas financieros que invierten en compañías de tabaco, los fabricantes de armas en el corazón de las economías de Occidente, las grandes marcas de ropa de Occidente cuyas fabricas maquiladoras en Bangla Desh son trampas mortales aún más grandes o cualquiera de los dueños y representantes políticos del capital financiero que destruye al planeta y sus habitantes. Cualquiera que sea la responsabilidad de estos oportunistas de pacotilla, ese no es el problema fundamental.

El problema fundamental es un sistema imperialista globalizado de explotación económica y dominación política que hace que arriesgar la vida sea la opción más racional para mucha gente de los países dominados por este sistema. ¿Qué nos dice eso sobre la forma en que está organizado el mundo cuando mucha gente de Eritrea, Gambia, Ghana y Nigeria, de donde provienen la mayoría de los ahogados de esta semana, está tan desesperada como la gente de países destruidos por la guerra como Siria?

La reacción de las potencias europeas a esta “crisis” es hacer que su prioridad sea impedir la entrada de gente — utilizar su policía y sus fuerzas militares para reforzar el actual orden mundial en un momento en que la crisis de los “migrantes” muestra qué tan inaceptable e insostenible que es el reparto del mundo hoy.

 

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