Caso #93:
Invasión yanqui de Corea, 1950
22 de junio de 2016 | Periódico Revolución | revcom.us
Crimen yanqui es una serie regular de www.revcom.us. Cada entrega se centrará en uno de los cien peores crímenes de los gobernantes de Estados Unidos, de entre un sinnúmero de sanguinarios crímenes que han cometido por todo el mundo, de la fundación de Estados Unidos a la actualidad.
La lista completa de los artículos de la serie Crimen Yanqui
El crimen: la muerte de millones; bombardeos de saturación que dejaron al país entero en escombros; el uso de armas químicas contra civiles; repetidas amenazas de usar armas nucleares; violaciones en masa de mujeres.
Una serie de fotos del ejército yanqui retrata la ejecución sumaria de 1.800 presos políticos sudcoreanos durante tres días en julio de 1950, cometida por el lacayo estadounidense Syngman Rhee.
En junio de 1950, Estados Unidos orquestó una invasión de Corea con el aval de las Naciones Unidas. De los 342.000 soldados que invadieron, el 90% eran yanquis, y todos estaban bajo el mando de Estados Unidos que, con sus aliados en crímenes de guerra, mataron a millones de coreanos en tres años de guerra desenfrenada — se calcula que fueron de tres a cinco millones los que mataron, siendo la mayoría civiles.
La matanza en masa de civiles se llevó a cabo de manera sistemática, y fue una política explícita de los yanquis. En el umbral de la guerra, bombardeos aéreos y soldados rasos cometieron una masacre en la aldea de No Gun Ri, en el sur de Corea, donde mataron a más de 250 personas, principalmente mujeres, niños y ancianos. El comandante del Ejército de Estados Unidos les dijo a los soldados que hay que considerar a todos los civiles “como enemigos y tomar las medidas correspondientes”. Un testigo ha dicho que en No Gun Ri el capitán yanqui les dijo a los soldados: “al diablo con esa gente. Acabemos con todos”.
Un representante de la Organización de Víctimas de No Gun Ri, describió lo que sucedió: “El Ejército de Estados Unidos nos ordenó: ‘¡Todos, júntense! Les escoltaremos a un lugar seguro’. Cumpliendo con la orden, nosotros, los aldeanos, caminamos por el camino en la noche oscura, guiando a bueyes, cargando niños. Como al medio día al siguiente día, el 26 de julio, nuestra marcha de refugiados llegó a la zona de No Gun Ri, Unos 5 o 6 soldados nos bloquearon el camino. Reunieron a toda la gente y a los bueyes en donde estaban unos rieles de ferrocarril. Después de investigarnos minuciosamente a todos, hablaron con alguien por radio. Nosotros, los refugiados coreanos, no sabíamos por qué. Ahí descansamos un rato.
“Luego sobrevolaron dos aviones yanquis. En ese instante desaparecieron los soldados, algo negro cayó sobre nosotros y explotó entre los refugiados. Era como una tormenta, con nubes de polvo y pedazos de piedra que estallaban en el cielo. Pedazos sangrientos de cuerpos y bueyes por todas partes. Los sobrevivientes corrieron hacia la entrada del túnel para el tren”.
Los soldados yanquis habían colocado nidos de metralletas en los dos extremos del túnel con las que abatieron a los que salían corriendo para huir las bombas de humo. Los soldados yanquis cometieron cientos de masacres como esta, y sus aliados coreanos, bajo su dirección, probablemente miles más. ¡Estados Unidos ni siquiera reconoció la masacre de No Gun Ri hasta el 2001! Para colmo, tampoco se disculpó por las atrocidades que cometieron sus soldados, e incluso encubrió documentos oficiales que confirman que los comandantes tenían órdenes de “disparar” y “abrir fuego” contra los civiles.
Para cuando terminó la guerra, todo Corea estaba en ruinas. En el norte, todo edificio de más de un piso quedó destruido. Kilómetro tras kilómetro, en el horizonte chamuscado todo lo que se veía eran chimeneas y escombros. Bruce Cumings, un profesor de historia de la Universidad de Chicago, indicó en su libro The Korean War que Estados Unidos soltó sobre Corea más de medio millón de toneladas de bombas y miles de toneladas de napalm — una gelatina incendiaria que se pega a la piel y quema a unos 1,090ºC (2.000 grados de temperatura Fahrenheit). Más bombas de lo que soltaron sobre el teatro del Pacífico en toda la II Guerra Mundial.
Como resultado del bombardeo de Corea, aproximadamente el 30% de la población del norte pereció. Si hubiera muerto un porcentaje equivalente de la población estadounidense, la población del país hubiera sido reducida por más de 45 millones de personas. Cumings también dice: “Las violaciones eran muy común y corrientes. Hasta hoy en el sur dicen que esa fue una de las peores cosas de la guerra, la cantidad de mujeres que violaron los soldados estadounidenses”.
Para el fin de la guerra, Corea salió arrasada. Millones de personas murieron, y en el norte, todos los edificios de más de una planta resultaron destruidos. En esta imagen de septiembre de 1950, a inicios de la guerra, unos marines yanquis toman prisioneros de una aldea bombardeada. (Foto: Departamento de Defensa yanqui/Infantería de Marina yanqui/Sargento Primero John Babyak, Jr.)
Los criminales: El presidente yanqui Harry Truman, quien ordenó la invasión de Corea y obligó a la ONU a aprobar lo que llamarían una “acción policial” para enviar efectivos de 16 países y otras formas de apoyo de otros cinco países. Los generales del ejército yanqui, Douglas MacArthur y Matthew Ridgway, y el general de la Fuerza Aérea Curtis LeMay — comandantes de las fuerzas yanqui/ONU que supervisaron las campañas genocidas de aire y tierra, y todos amenazaron con usar armas nucleares para atacar al país vecino, China, que en ese entonces era un país socialista revolucionario bajo la dirección de Mao Zedong.
La complicidad: Los principales medios de comunicación yanquis, que sistemática y repetidamente presentaban a los coreanos como subhumanos que merecían morir. El galardonado con el premio Pulitzer, Hanson Baldwin, corresponsal militar del NewYorkTimes, fue típico; Cumings dice que para él los “norcoreanos eran como langostas, como los nazis, como bichos…”.
Antecedentes criminales: Estados Unidos salió como potencia imperialista victoriosa de la II Guerra Mundial. A fines de esa guerra soltó bombas atómicas sobre Japón, lo que masacró a cientos de miles de civiles. Hasta entonces los imperialistas japoneses habían dominado Corea, pero cuando su autoridad colapsó, el país quedó dividido entre una zona en el norte ocupada por la Unión Soviética y una en el sur ocupada por Estados Unidos.
Se suponía que la división era temporal, en espera de elecciones nacionales para formar un régimen unificado. Pero esas elecciones nunca se dieron. Como Estados Unidos temía que las elecciones llevaran al poder a fuerzas nacionalistas o comunistas de la resistencia que se habían aliado con la Unión Soviética y China, estableció su propio régimen en el sur, lo que convirtió la división en “un hecho concreto”. Estados Unidos puso en el poder a un salvaje títere que se llamaba Syngman Rhee, quien aplicó una feroz represión, llevó a cabo arrestos en masa y masacró a nacionalistas, radicales, comunistas y otros. Para los imperialistas yanquis, el sur de Corea y su gobierno títere eran una parte importante para sus planes de contener y tal vez librar una guerra contra la Unión Soviética, así como para cercar y amenazar a la República Popular China que se fundó en 1949 tras 30 años de guerra revolucionaria.
La coartada: Estados Unidos alegó que Corea del Norte invadió a Corea del Sur y que eso es lo que prendió la guerra. De hecho, Corea era una nación por cientos de años. Antes de la guerra, por un año hubo incursiones al norte y provocaciones de parte del gobierno lacayo del sur. Cuando la guerra se veía venir, Rhee asesinó a 100.000 personas, tanto los considerados izquierdistas como otros civiles. El régimen de Rhee también obligó a 300.000 campesinos, cuya lealtad estaba en tela de juicio, a pertenecer a la “Liga de Orientación Nacional” patrocinada por el Estado. En el verano de 1950, soldados del norte se movilizaron rápidamente hacia el sur.
Truman expresó “inquietud” ante “la agresión y expansión comunista” en Corea. En una declaración importante del 27 de junio de 1950, Truman dijo que “el comunismo ha ido más allá del uso de la subversión para conquistar naciones independientes y recurrirá a la invasión armada y la guerra”. De hecho fue Estados Unidos —que ya tenía a sus acorazados de la Sexta Flota rondando a miles de km de su propio territorio, y decenas de miles de soldados terrestres en bases por todo el este de Asia, incluyendo en Corea y Japón— el que incrementó su poderío militar de manera masiva y que en pocos meses invadió.
El verdadero motivo: La Guerra de Corea fue una maniobra criminal de parte de Estados Unidos con el fin de consolidar su dominio imperialista de Corea del Sur, apoderarse del norte, y atacar a las fuerzas comunistas y nacionalistas de Asia. Los yanquis querían mantener a la Unión Soviética a la raya y cercar y contener a la República Popular China, como elementos claves de su meta estratégica general de dominar el Pacífico y el este de Asia. Estados Unidos no logró todos esos objetivos con la Guerra de Corea.
Reincidentes: Después de la guerra, Estados Unidos convirtió a Corea del Sur en base política, económica, y militar para enfrentarse a China y a la Unión Soviética, e imponer sus intereses en la región. En 1975 colocó misiles con cabezas nucleares en Corea del Sur, y por siete décadas ha mantenido ahí una gran presencia militar. Una y otra vez ha instigado provocaciones contra Corea del Norte, y la ha cercado, literalmente, con sus fuerzas militares. Por décadas, los militares estadounidenses y el gobierno surcoreano operaron campamentos en los que obligaban a miles de mujeres a la prostitución. Los yanquis siguen amenazando a Corea del Norte, hasta con armas nucleares, al mismo tiempo que dicen que los norcoreanos son los “agresores”.
Se necesitan: Voluntarios para revcom.us y Revolución
Si le gusta este artículo, suscríbase, done y contribuya regularmente al periódico Revolución.