Caso # 86: 1964, el golpe en Brasil y el ascenso de la brutal dictadura militar
19 de agosto de 2016 | Periódico Revolución | revcom.us
Bob Avakian escribió recientemente que una de las tres cosas que tiene “que ocurrir para que haya un cambio duradero y concreto hacia lo mejor: Las personas tienen que reconocer toda la historia propia de Estados Unidos y su papel en el mundo hasta hoy, y las correspondientes consecuencias terribles”. (Ver “3 cosas que tienen que ocurrir para que haya un cambio duradero y concreto hacia lo mejor“).
En ese sentido, y en ese espíritu, “Crimen yanqui” es una serie regular de www.revcom.us. Cada entrega se centrará en uno de los cien peores crímenes de los gobernantes de Estados Unidos, de entre un sinnúmero de sanguinarios crímenes que han cometido por todo el mundo, de la fundación de Estados Unidos a la actualidad.
La lista completa de los artículos de la serie Crimen Yanqui
La policía persigue a un manifestante que protestaba por el golpe de 1964 en Brasil.
EL CRIMEN: En 1964, un sector de los militares brasileños llevó a cabo un golpe de estado que tumbó al presidente João Goulart. El golpe desató dos décadas de asesina y brutal dictadura militar que resultó en la desaparición y muerte de casi 1000 opositores políticos y la tortura sistemática de otros 30.000 más.
Estados Unidos había anticipado —de hecho, preparado— el golpe durante dos años o más. Estados Unidos aportó suministros y financiamiento para el golpe. La víspera del golpe, el embajador estadounidense en Brasil recibió un telegrama secreto del Secretario de Estado, Dean Rusk, informándole que la administración había decidido enviar de inmediato una fuerza naval que tomaría posición en la costa brasileña, la que incluiría buques-cisterna de la marina y, entregar por avión 110 toneladas de municiones y otros suministros incluyendo el gas “CS agent” — un gas especial utilizado en contra de protestas callejeras. El presidente Lyndon Johnson lo autorizó. Goulart ni quiso ni pudo movilizar una resistencia armada, y unos días después del golpe se fugó a Uruguay. Inmediatamente, Estados Unidos reconoció al nuevo régimen y dijo que el golpe, dado por “fuerzas democráticas”, había bloqueado la mano del comunismo internacional.
En los próximos años, la dictadura militar eliminó a cientos, posiblemente un millar, de sus opositores políticos. Eso incluye una batalla en la selva amazónica donde masacraron a docenas de rebeldes izquierdistas. El ejército usó el napalm, las bombas incendiarias y la tortura, y cumplió con órdenes de ejecutar a todo guerrillero capturado.
En el 2007, la comisión brasileña que investigó ese período informó que cientos de torturadores aplicaron 280 distintos tipos de tortura contra los “subversivos” en 242 cámaras de tortura clandestinas — con el fin de aplastar a la oposición, así como para intimidar y callar a cualquier otra oposición. Durante esos años de dictadura militar, acorralaron y encarcelaron o torturaron a decenas de miles de víctimas.
LOS CRIMINALES:
Los presidentes yanquis Kennedy y Johnson: Un mes y medio antes de ser asesinado en noviembre de 1963, Kennedy se reunió por dos días con su gabinete, y hablaron de la guerra en desarrollo en Vietnam y los acontecimientos políticos en Brasil. En la reunión Kennedy habló abiertamente de la opción de tumbar al gobierno de Goulart.
Bajo la próxima administración de Johnson, Estados Unidos siguió desestabilizando a Brasil, organizando de manera encubierta a la oposición y protestas en las calles contra Goulart. Mientras tanto estaban muy pendientes de los acontecimientos en que se preparaba un golpe. Johnson les hizo entender a sus asesores que Estados Unidos debe de hacer todo lo posible para asegurarse de que el golpe fuera todo un éxito.
Cuando estaban a punto de lanzar el golpe de estado, Johnson autorizó la “Operación Hermano Sam”, y el ejército yanqui suministró armas, municiones y combustible para el golpe, y estaba preparado para enviar soldados si hubiera fuerte resistencia al golpe contra Goulart. También enviaron una armada masiva.
Dean Rusk y Robert McNamara, los secretarios de Estado y Defensa de la administración de Johnson: Estos arquitectos de la guerra genocida contra Vietnam también estaban a cargo de las operaciones secretas en preparación para el golpe, así como vigilando y dirigiendo el masivo respaldo que mandaron para impedir, y si fuera necesario aplastar, a cualquier oposición al golpe.
Lincoln Gordon, embajador yanqui en Brasil: Los “ojos y oídos” de Estados Unidos en el sitio, Gordon estaba a cargo de las operaciones secretas, e informaba y hacia evaluaciones de los acontecimientos en preparación del golpe.
1968: El régimen militar brasileño alineó tanques en el centro de Río de Janeiro, en una demostración de fuerza.
Dan Mitrione, agente de la CIA: Mitrione, antes policía en el estado de Indiana, agente del FBI y asesor de la CIA en América Latina, entrenó a cientos de militares y policías brasileños en los métodos de tortura de la CIA. Les enseñó las medidas de choque eléctrico que deberían aplicar sin matar a la persona. Oficialmente, a la tortura se referían como “métodos científicos para extraer confesiones y obtener la verdad”. Mitrione probaba sus técnicas torturando a niños de la calle y a desamparados de Belo Horizonte, Brasil. La tortura incluía choques eléctricos de ascendiente intensidad y sesiones de “pau de arara” (colgado de las manos y pies desde una barra). Muchas de esas técnicas fueron copiadas en toda la región a través de la Operación Cóndor, un plan auspiciado por Estados Unidos para sembrar terror contra disidentes y rebeldes por toda América del Sur (ver Crimen Yanqui: Caso # 87: Operación Cóndor, de 1968 a los 1980: Una campaña de asesinato político y terror estatal en América Latina dirigida por Estados Unidos).
En el 2008, un ex agente de policía de inteligencia dio testimonio dando a entender que en 1976 agentes de la Operación Cóndor habían envenenado a João Goulart, derrocado por el golpe.
Henry Luce y la revista TIME: La revista TIME publicó informes positivos sobre las actividades del régimen militar mientras iba eliminando partidos políticos e implementó controles de salario que hacían la vida más dura para la clase trabajadora de Brasil.
Los líderes militares brasileños del golpe de estado: Además de los crímenes cometidos durante y después del golpe de estado, la salvaje dictadura militar se convirtió en el “modelo regional” para las dictaduras pro Estados Unidos del Cono Sur que vendrían, y que cooperaban como parte de la Operación Cóndor. La “Doctrina de Seguridad Nacional” de los militares brasileños proveyó la justificación intelectual para la violencia que desataron las dictaduras militares contra las fuerzas de la oposición y resistencia que se atrevieron a denunciarlas y resistirse.
LA COARTADA: Los militares y los derechistas de la clase dominante brasileños, junto con los imperialistas yanquis, justificaron el golpe de estado al pintar al gobierno de Goulart como una “amenaza socialista” instigada por el comunismo internacional.
EL VERDADERO MOTIVO: Si bien el gobierno de Goulart no era aliado de Cuba, para Lyndon Johnson el hecho de que no quería participar en aislar a Cuba, y que había hizo campañas como organizar a campesinos en el noreste, eran indicaciones de un gobierno “izquierdista” que no se podía tolerar.
Para Estados Unidos, el control y la estabilidad de “su patio trasero” siempre han sido indispensables para mantener su dominio en otras partes del mundo. Después de la Segunda Guerra Mundial, las luchas de liberación que se desarrollaban en diferentes partes del Cono Sur de América Latina, animadas y apoyadas por la revolución cubana y a menudo aliadas de algún modo con la Unión Soviética, presentaron un reto estratégico.
El golpe de estado en Brasil se dio en las etapas iniciales de lo que los militares yanquis consideraron como la respuesta necesaria a ese reto: desarrollar una coordinada fuerza, y estrategia, contrainsurgente regional para llevar a cabo asesinatos de combatientes guerrilleros y de sus aliados políticos en cualquier parte de la región. En muchas formas Brasil llegó a ser el “modelo” para las otras dictaduras militares respaldadas por Estados Unidos.
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