Crimen Yanqui

Caso # 83: La guerra de Estados Unidos - México de 1846 a 1848

2 de septiembre de 2016 | Periódico Revolución | revcom.us

 

Bob Avakian escribió recientemente que una de las tres cosas que tiene “que ocurrir para que haya un cambio duradero y concreto hacia lo mejor: Las personas tienen que reconocer toda la historia propia de Estados Unidos y su papel en el mundo hasta hoy, y las correspondientes consecuencias terribles”. (Ver “3 cosas que tienen que ocurrir para que haya un cambio duradero y concreto hacia lo mejor“).

En ese sentido, y en ese espíritu, “Crimen yanqui” es una serie regular de www.revcom.us. Cada entrega se centrará en uno de los cien peores crímenes de los gobernantes de Estados Unidos, de entre un sinnúmero de sanguinarios crímenes que han cometido por todo el mundo, de la fundación de Estados Unidos a la actualidad.

American Crime

La lista completa de los artículos de la serie Crimen Yanqui

 

Arriba: Una matanza de civiles mexicanos en una cueva en Agua Nueva a manos de la caballería yanqui. Un testigo ocular escribió: “La cueva estaba llena de voluntarios, gritando como demonios, mientras que tendidos en el suelo rocoso estaban más de veinte mexicanos, muertos y moribundos en charcos de sangre, mientras que las mujeres y los niños se aferraban a las rodillas de los asesinos pidiendo a gritos la misericordia”.

 

 

Arriba (haga clic en el mapa para ampliarlo): Después de la anexión formal en 1846 de la esclavista “República de Texas”, los ejércitos de Estados Unidos invadieron profundamente en territorio mexicano desde un extremo al otro. Estados Unidos se tomó la mitad de México en el Tratado de Guadalupe Hidalgo de 1848 que puso fin a la guerra.  A cientos de miles de mexicanos que vivían en la tierra robada les sometieron a condiciones de pobreza, explotación y discriminación, las que continúan en la actualidad.

 

 

Las campañas electorales para el presidente de Estados Unidos en 1848 tuvieron lugar en el contexto de la guerra de conquista estadounidense contra México. Los dos principales candidatos del Partido Whig eran el general Winfield Scott y el general Zachary Taylor, dos “héroes” que habían dirigido ataques contra las ciudades y las tropas mexicanas. La caricatura política de 1848 de arriba dice que “el único requisito de un presidente whig” era la cantidad de personas que había asesinado. (Imagen: Library of Congress)

EL CRIMEN: En la primavera de 1846, el presidente estadounidense James Polk mandó al general Zachary Taylor y varios miles de tropas yanquis a lo que habían sido —antes de que colonos esclavistas de Estados Unidos lo declararan la “República de Texas” independiente en 1836— territorio mexicano entre el Río Nueces y el Río Bravo cerca del Golfo de México, con el objetivo de provocar una guerra. Cuando las tropas de Taylor llegaron a la ciudad mexicana de Matamoros a orillas del Río Bravo e iniciaron maniobras amenazantes, una fuerza de mexicanos las atacó, precisamente lo que Polk y su gabinete habían anticipado que pasaría. El presidente Polk no perdió tiempo en echar la culpa a México por agresión contra Estados Unidos.

El 13 de mayo de 1846, el Congreso de Estados Unidos votó con una abrumadora mayoría por declarar la guerra a México. Y así comenzó una guerra que resultó en la pérdida de decenas de miles de vidas y el robo por parte de Estados Unidos de más de la mitad del territorio de México.

Después de la declaración de guerra, el general Taylor ocupó Matamoros y los soldados yanquis cometieron atrocidades. Cuando el ejército de Taylor llegó a Monterrey, México, al oeste de Matamoros, un periódico estadounidense escribió: “Al igual que en Matamoros, [unidades de voluntarios del Ejército de Estados Unidos que estaban estrechamente ligadas a la clase esclavista en Estados Unidos] cometieron el asesinato, el robo y la violación en plena luz del día y, como si estuvieran deseosos de distinguirse en Monterrey por un nuevo acto de atrocidad, quemaron muchas de las chozas de los campesinos pobres. Se cree que a un centenar de los habitantes los asesinaron a sangre fría, y a uno de estos... le mataron a tiros al mediodía en la calle principal de la ciudad”.

Periodistas estadounidenses que viajaban con las tropas estadounidenses rara vez escribían de estos eventos, pero algunas cartas enviadas por los soldados sí los comentaron. Un oficial militar del estado de Illinois describió una matanza a manos de los voluntarios del estado de Arkansas. Después de que los mexicanos mataron a uno de los voluntarios como represalia por una redada contra un rancho en Agua Nueva en la que los voluntarios de Arkansas robaron y violaron a los habitantes, la caballería de Arkansas respondió. Acorralaron a los residentes mexicanos y los condujeron a una cueva. La carta citó a un soldado que fue testigo de lo que sucedió:

La cueva estaba llena de voluntarios, gritando como demonios, mientras que tendidos en el suelo rocoso estaban más de veinte mexicanos, muertos y moribundos en charcos de sangre, mientras que las mujeres y los niños se aferraban a las rodillas de los asesinos pidiendo a gritos la misericordia.

Poco después de la declaración de guerra, buques de guerra yanquis ocuparon las ciudades portuarias de California de San Pedro, Monterrey (la capital mexicana de California) y Yerba Buena (más tarde San Francisco). Capturaron asimismo otras partes de California. Así llegó a su fin el control mexicano de California.

Cuando el ejército de Taylor ocupó el norte, buques de guerra estadounidenses entraron en el puerto de Veracruz, ciudad en el sur de México a orillas del Golfo, y la sitiaron, aporreándola durante cuatro días con 212.000 kilogramos de “proyectiles y metralla” hasta que gran parte de la ciudad quedara en ruinas. Después de esto, el ejército del general Winfield Scott desembarcó y ocupó Veracruz y de ahí marchó al interior hacia la Ciudad de México.

El ejército de Scott entró en la Ciudad de México, la capital de México, en septiembre de 1847. El 2 de febrero de 1848, se firmó el Tratado de Guadalupe Hidalgo, lo que puso fin a la guerra. Estados Unidos agarró millones de kilómetros cuadrados de México que abarcan los estados de California, Arizona, Nuevo México y partes de Utah, Nevada, Kansas, Oklahoma y Colorado. México sufrió la pérdida devastadora del 55 por ciento de su tierra y muchos mexicanos terminaron en el lado estadounidense de la frontera donde experimentaron la humillación, el robo de sus tierras y la opresión racista.

LOS CRIMINALES: Antes ser presidente, James Polk, quien nació en una acaudalada familia esclavista y fue dueño de esclavos él mismo, era un político poco conocido. Pero como candidato por la presidencia tenía el respaldo del ex presidente Andrew Jackson, un notorio traficante de esclavos, carnicero de pueblos indígenas y defensor de la expansión de la esclavitud. Polk ganó las elecciones presidenciales de 1844 y con entusiasmo promovió la causa de la expansión territorial. Los Polk llevaron a sus propios esclavos a Washington para trabajar en la Casa Blanca.

El general Taylor, enviado al valle del Río Bravo para provocar la guerra con México, también fue un dueño de esclavos que amasó sus credenciales militares en las guerras de limpieza étnica contra los pueblos indígenas, los Black Hawk (halcones negros) y los semínolas.

El general Scott supervisó la expulsión en 1838 de 14.000 cheroquis de sus tierras en Georgia y otros estados del sureste, los forzó a marchar a Oklahoma en el famoso “Camino de las Lágrimas” durante el cual 4.000 personas indígenas murieron de la enfermedad, el hambre y por estar a la intemperie.

Robert E. Lee, Jefferson Davis, y Stonewall Jackson fueron todos oficiales militares de Estados Unidos en la guerra mexicana, y más tarde fueron figuras destacadas en la lucha por defender la esclavitud y la Confederación durante la guerra de Secesión de Estados Unidos. Asimismo, oficiales que luego jugaron un papel clave en la guerra de Secesión del lado del Norte fueron oficiales del ejército que invadió México, entre ellos Ulysses S. Grant y George McClellan. Como corresponde a un ejército de dueños de esclavos, explotadores y opresores, todos los oficiales del ejército de Estados Unidos tenían sirvientes, la mayoría sirvientes negros. Los oficiales de los estados esclavistas, e incluso algunos de los estados “libres”, tenían esclavos para servirles.

Por lo general, los periódicos estadounidenses elogiaban la guerra contra México como una gran y noble aventura que demostraba la superioridad de Estados Unidos y la superioridad racial de los estadounidenses blancos. No informaron sobre los crímenes cometidos por las tropas estadounidenses. Pero varios grupos de abolicionistas (opositores a la esclavitud) se opusieron a la guerra. Un periódico abolicionista, el Ashtabula Sentinel de Ohio, escribió, no “se publican ni la centésima parte de los crímenes cometidos por nuestras tropas, ni tampoco llegan al conocimiento de nuestro pueblo”.

LA COARTADA: El presidente Polk acusó en falso a México de ser el agresor. Después de enviar tropas a territorio mexicano para provocar un conflicto, Polk mintió audazmente: “Después de reiteradas amenazas, México ha cruzado la frontera de Estados Unidos, ha invadido nuestro territorio y derramado sangre estadounidense sobre el suelo estadounidense”. El New Orleans Bulletin escribió de modo típico de ese tiempo, “Los Estados Unidos han soportado más insultos, abusos, insolencia y perjuicio, de México, que ninguna nación jamás ha soportado a manos de otra... Se les deja ninguna alternativa a cualquier tratamiento menos duro salvo extorsionar por medio de las armas el respeto y la justicia que México se les niega”. Las principales figuras políticas, intelectuales y medios de comunicación de Estados Unidos promovían el concepto del “Destino Manifiesto”, la idea de que Dios había decretado que los europeos blancos dominaran el continente americano y fueran los amos de las “razas inferiores”. Los periódicos escribieron constantemente de los mexicanos en formas feas y racistas. Los periodistas que viajaban con las tropas yanquis no vacilaban en denunciar el sistema de peonaje, de servidumbre por la deuda, en México, pero casi nunca mencionaban los sirvientes y esclavos de los oficiales estadounidense a menos que, como ocurría a menudo, desertaron y escaparon a México.

EL VERDADERO MOTIVO: La guerra de conquista de la tierra mexicana fue la culminación de unos esfuerzos desde hace décadas para abrir ese territorio con el fin de extender el sistema de esclavitud. Los colonos blancos que querían expandir la esclavitud se mudaron a Texas a partir de la década de 1820. México abolió la esclavitud en 1829-1830, y los dueños de esclavos en Texas se rebelaron y, en 1836, declaró la independencia de la “República de Texas” en la provincia mexicana de Tejas. En 1845, el gobierno de Estados Unidos anexó Texas oficialmente, haciéndolo parte de Estados Unidos.

El 1845 robo y anexión de Texas de los mal defendidos y poco poblados territorios norteños de México abrió el apetito de poderosos grupos de dueños de esclavos y capitalistas estadounidenses hambrientos de agarrar la tierra, la riqueza y la ubicación estratégica de los territorios norteños de México.

Poderosos grupos de la clase dominante apoyaron la guerra contra México. Representaban rivales modos de producción de la riqueza mediante la explotación. Un modo era la esclavitud, y el otro era el capitalismo. La clase esclavista quería las tierras mexicanas para expandir la esclavitud y establecer nuevos estados esclavistas para aumentar su poder político. Los capitalistas querían ese territorio por sus recursos minerales y tierras, y querían los puertos de la costa oeste por las grandes ventajas que ofrecerían a los comerciantes capitalistas en competencia comercial con Inglaterra y Francia sobre China.

(En contraste con esto, es inspirador que durante la guerra entre 175 y unos centenares de soldados inmigrantes, en gran parte europeos, desertaran el ejército yanqui y combatieran del lado de México bajo la bandera del Batallón de San Patricio. En México todavía los conmemoran. Para 1848 el ejército yanqui había capturado y juzgado a la mayoría de ellos, ejecutando a 50 en la ejecución en masa más grande en la historia de Estados Unidos, la cual duró varios días.)

LOS REINCIDENTES: El Tratado de Guadalupe Hidalgo de 1848 entre México y Estados Unidos puso fin a la guerra. Prometió derechos constitucionales a los mexicanos en lo que ahora era el suroeste de Estados Unidos, declarando que “serán mantenidos y protegidos en el libre goce de su libertad y propiedad”. Este tratado y un protocolo garantizaron al pueblo mexicano sus cesiones de tierras, su idioma y sus derechos civiles. En los hechos, Estados Unidos inmediatamente inició un proceso de apoderarse de millones de acres de tierra que había garantizado legalmente a los mexicanos, con el último resultado de forzar a cientos de miles de mexicanos a vivir en condiciones desesperadas de pobreza y explotación y someterlos a la discriminación escandalosa, tratándolos como “extranjeros” en la tierra que Estados Unidos les había robado.

 

Fuentes:

Amy S. Greenberg, A Wicked War: Polk, Clay, Lincoln, and the 1846 U.S. Invasion of Mexico [Una guerra traviesa: Polk, Clay, Lincoln, y la invasión estadounidense de México en 1846] (Alfred A. Knopf, 2012)

Norman A. Graebner, Empire on the Pacific: A Study in American Continental Expansion [El imperio al borde del Pacífico: Un estudio de la expansión continental estadounidense] (Regina Books 1983)

Juan Gonzales, Harvest of Empire: A History of Latinos in America [La cosecha del imperio: Una historia de los latinos en Estados Unidos] (Viking Penguin 2000)

"La independencia mexicana y la guerra de 1846-1848 entre Estados Unidos y México", Revolución #89 / revcom.us, 20 de mayo de 2007

 

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