Crimen Yanqui

Caso # 80: 1915-1934: La invasión, la ocupación y dominio yanqui de Haití

21 de septiembre de 2016 | Periódico Revolución | revcom.us

 

Bob Avakian escribió recientemente que una de las tres cosas que tiene “que ocurrir para que haya un cambio duradero y concreto hacia lo mejor: Las personas tienen que reconocer toda la historia propia de Estados Unidos y su papel en el mundo hasta hoy, y las correspondientes consecuencias terribles”. (Ver “3 cosas que tienen que ocurrir para que haya un cambio duradero y concreto hacia lo mejor“).

En ese sentido, y en ese espíritu, “Crimen yanqui” es una serie regular de www.revcom.us. Cada entrega se centrará en uno de los cien peores crímenes de los gobernantes de Estados Unidos, de entre un sinnúmero de sanguinarios crímenes que han cometido por todo el mundo, de la fundación de Estados Unidos a la actualidad.

American Crime

La lista completa de los artículos de la serie Crimen Yanqui

 

EL CRIMEN:

El 28 de julio de 1915, el presidente de Estados Unidos Woodrow Wilson ordenó que 330 infantes de marina de Estados Unidos invadieran la capital haitiana de Puerto Príncipe, lo que fue el comienzo de una ocupación yanqui de 19 años que no terminó hasta 1934. En el momento de la invasión la situación política en Haití y el gobierno haitiano estaban extremadamente inestables. Las tropas estadounidenses llegaron después de que el presidente de Haití Vilbrun Guillaume Sam murió a manos de personas en la calle. Y el propio Sam había llegado al poder tras liderar una revuelta para derrocar al presidente un año antes.

El pueblo haitiano se resistió ferozmente a la ocupación estadounidense en una serie de revueltas que los militares yanquis pulverizaron sin piedad. Arriba, rebeldes haitianos esclavizados atados con cuerdas, 1915.

Haití, un país caribeño que comparte la isla La Española con la República Dominicana, había sido la colonia más lucrativa de Francia hasta que el pueblo de Haití se levantó en la mayor rebelión exitosa de esclavos en la historia, dirigida por Toussaint-Louverture en 1791. En el momento de la invasión yanqui, Haití era un país pobre y principalmente rural que varias potencias imperialistas extranjeras trataban de dominar.

Después de la invasión, Estados Unidos ganó inmediatamente el control total sobre las finanzas de Haití. Incluso antes de la invasión, los soldados estadounidenses habían ido al Banco Nacional de Haití, sacaron sus reservas de oro y las enviaron al National City Bank (ahora Citibank) en la Ciudad de Nueva York. Estados Unidos también obligó a la legislatura de Haiti a elegir un nuevo presidente marioneta pro estadounidense, Philippe Sudré Dartiguenave, en agosto de 1915.

En septiembre de 1915, Estados Unidos ratificó la Convención Haitiana-estadounidense, un tratado que dio a Estados Unidos el derecho de supervisar la económica de Haití por un período de 10 años. Estados Unidos podía ejercer el veto sobre todas las decisiones gubernamentales en Haití, y los comandantes de los Marines yanquis funcionaron de administradores de los departamentos del gobierno de Haití.

En 1918, Franklin D. Roosevelt, que en ese entonces era secretario adjunto de la Marina (y más tarde sería presidente de Estados Unidos), reescribió la Constitución de Haití, que antes había prohibido la compra de tierra por extranjeros, para que permitiera explícitamente la posesión de propiedad en Haití por parte de extranjeros. Arrebataron la tierra a los pequeños campesinos para crear grandes plantaciones; reorganizaron la economía de modo que el 40 por ciento del producto interno bruto de Haití fluyera a los bancos de Estados Unidos. Estados Unidos tomó el control de los bancos de Haití y el tesoro nacional y el 40 por ciento del ingreso nacional de Haití se designó para pagar las deudas a los bancos estadounidenses y francesas. Esto incluyó la deuda que se originó en la “indemnización” que Haití fue forzado a pagar a Francia por la propiedad, la que incluía los esclavos, que los franceses perdieron tras la revolución de Haití, el equivalente hoy de $ 40 mil millones.

Las actitudes racistas hacia el pueblo de Haití por las fuerzas de ocupación estadounidenses fueron flagrantes y generalizadas. Robert Lansing, entonces secretario de estado de Estados Unidos, justificó la ocupación afirmando que los haitianos tenían “una tendencia inherente hacia el salvajismo y una incapacidad física para vivir una vida civilizada”, por lo que eran incapaces de autogobierno. Medill McCormick, senador de Illinois, escribió en 1920 que la ocupación estadounidense era necesaria “para el desarrollo del país, el gobierno y, sobre todo, la civilización de las personas, la gran mayoría de las cuales tienen sangre africana en sus venas”. Se informó de muchos casos de marines estadounidenses agrediendo sexualmente a mujeres haitianas. La ocupación incluyó la segregación y grupos encadenados forzados a construir carreteras y otros proyectos de construcción.

       

Los marines yanquis asesinaron a Charlemagne Péralte, uno de los combatientes de la resistencia contra la ocupación más famosos, y ataron su cadáver a una puerta, dejándolo pudrir bajo el sol durante días.

El pueblo haitiano se resistió ferozmente la ocupación en una serie de revueltas, que los militares yanquis aplastaron sin piedad — asesinando a los líderes, quemando aldeas hasta el suelo, y matando a miles de personas. La autora haitiana-estadounidense Edwidge Danticat escribió: “Mi abuelo fue uno de los Cacos, o los llamados bandidos, de quienes los marines estadounidenses jubilados siempre han escrito en sus memorias. Se los diría insurgentes ahora, los miles de personas que lucharon contra la ocupación. Una de las historias que el hijo mayor de mi abuelo, mi tío Joseph, solía contar era de ver a un grupo de marines jóvenes pateando la cabeza decapitada de un hombre para asustar a los rebeldes en su área”. Danticat también dice que los marines asesinaron a Charlemagne Péralte, uno de los combatientes de la resistencia más famosos, y ataron su cadáver a una puerta, dejándolo pudrir bajo el sol durante días.

La ocupación yanqui de 19 años mató a por lo menos 15.000 haitianos. En 1918 sucedió un levantamiento de unas 40.000 personas. Después de que la rebelión arrolló a la Gendarmería de Haití, los marines yanquis ayudaron a suprimir la rebelión, asesinando a 2.000 personas. En diciembre de 1929 los marines abrieron fuego contra una manifestación en la ciudad de Les Cayes que era parte de una huelga nacional y la rebelión generalizada, hiriendo a 23 personas y asesinando a 12.

Estados Unidos no terminó su ocupación hasta 1934, dejando atrás un brutal Ejército Nacional de Haití, entrenado por los yanquis para reprimir al pueblo.

Esta invasión y ocupación inició y sentó las bases para el dominio de Haití por parte de Estados Unidos y regímenes brutales respaldados por el mismo durante décadas.

François “Papa Doc” Duvalier llegó al poder en las elecciones presidenciales de 1957 y estableció su propio ejército de rufianes — los Tontons Macoutes. El reinado del terror duvalierista apoyado y respaldado por Estados Unidos mató a unas 50.000 personas. Cuando Papa Doc murió en 1971, los buques de guerra estadounidenses se estacionaron frente a la costa de Haití para supervisar una transición pacífica del poder al hijo de Duvalier, Jean-Claude (“Baby Doc”). Baby Doc estaba estrechamente asociado con el “Plan Estadounidense”, que explícitamente tenía como objetivo minar la agricultura campesina por medio de las importaciones a gran escala de productos más baratos desde Estados Unidos, lo que obligó a cientos de miles de campesinos a salir del campo e ir a las ciudades y los barrios marginales, desesperados por trabajar en las plantas de ensamblaje de propiedad estadounidense, establecidas por compañías como Disney y Kmart, algunas de las cuales pagaron a los trabajadores 11 centavos por hora para fabricar pijamas y camisetas.

Cuando levantamientos populares derrocaron al tirano brutal Baby Doc, Estados Unidos maniobró e intervino para oponerse a cualquier fuerza que amenazara los intereses estadounidenses y se esforzó sin éxito para mantener y estabilizar una serie de gobiernos que el pueblo haitiano llamó “el duvalierísmo sin Duvalier”. En 2004, Estados Unidos se involucró directamente en el derrocamiento del presidente elegido popular, Jean-Bertrand Aristide.

Cuando ocurrió el devastador terremoto de 2010 en Haití, Bill Quigley, director legal del Centro de Derechos Constitucionales, dijo acerca del papel de Estados Unidos en Haití: “Hemos mantenido al país en condiciones de dependencia. Hemos mantenido al país militarizado. Y mantuvimos al país empobrecido. Hemos tirado nuestro exceso de arroz, nuestro exceso de productos agrícolas y cosas así al país, perjudicando a los pequeños agricultores que formarían la columna vertebral del lugar... No provocamos el terremoto, pero creamos algunas de las circunstancias que hicieron el terremoto tan devastador...” (Democracy Now!, 14 de enero de 2010)

LOS CRIMINALES:

1915-1934 invasión y ocupación: Presidente Woodrow Wilson; Franklin D. Roosevelt, el secretario adjunto de la Marina de Estados Unidos; los marines de Estados Unidos.

1957-1986: El gobierno de Estados Unidos, que respaldó las dictaduras brutales de “Papa Doc” Duvalier y “Baby Doc” Duvalier y su milicia asesina, los Tonton Macoutes, que asesinaron a miles de personas.

LA COARTADA:

Wilson afirmó que el motivo de la invasión de 1915 y la ocupación era la de “restablecer la paz y el orden…”

EL VERDADERO MOTIVO:

Durante la invasión, el secretario de la Marina de Estados Unidos dijo al Almirante William Deville Bundy, comandante de la invasión, que debe “proteger los intereses estadounidenses y extranjeros”. Estos intereses tenían todo que ver con el reconocimiento por parte del imperialismo yanqui de la importancia estratégica de controlar Haití, como parte de dominar la región del Caribe y América Latina en su conjunto, impidiendo la influencia de las potencias rivales.

Los años previos a la invasión estadounidense de Haití era una época de gran inestabilidad política. Sucedieron una serie de asesinatos políticos y personas forzadas al exilio, por lo que entre 1911 y 1915 había seis presidentes. Varios ejércitos rebeldes, de varias facciones políticas, llevaron a cabo golpes de estado. Esto sucedía en una situación en la que el imperialismo alemán —en ese momento envuelto en la Primera Guerra Mundial contra otras potencias imperialistas para dominar el mundo— ganaba influencia en Haití y se convertía cada vez más en una potencia rival de Estados Unidos en la región. Estados Unidos entró en la guerra dos años más tarde y salió de ella como una importante potencia imperialista. En este contexto de conflicto violento por imperio entre los imperialistas, era crucial para Estados Unidos que controlara esta isla cercana, La Española.

EN SUS PROPIAS PALABRAS:

En la página web oficial de la “Oficina del Historiador” del gobierno de Estados Unidos se dice:

Siendo una posible base naval de Estados Unidos, la estabilidad de Haití preocupaba a los funcionarios diplomáticos y de defensa estadounidenses que temían que la inestabilidad de Haití podría dar lugar al dominio extranjero de Haití. En 1868, el presidente Andrew Johnson sugirió que Estados Unidos anexionara la isla de La Española, la que consistía en Haití y la República Dominicana, para asegurar una base defensiva y económica estadounidense en el Caribe... En 1915, fue asesinado el presidente de Haití, Jean Vilbrun Guillaume Sam, y la situación en Haití se volvió inestable rápidamente. En respuesta, el presidente Wilson envió a los marines estadounidenses a Haití para evitar la anarquía. En realidad, esto protegió los activos de Estados Unidos en la zona e impidió una posible invasión alemana.

 

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