Caso #73: El asesinato de Patrice Lumumba, orquestado por la CIA
23 de noviembre de 2016 | Periódico Revolución | revcom.us
Bob Avakian escribió recientemente que una de las tres cosas que tiene “que ocurrir para que haya un cambio duradero y concreto hacia lo mejor: Las personas tienen que reconocer toda la historia propia de Estados Unidos y su papel en el mundo hasta hoy, y las correspondientes consecuencias terribles”. (Ver “3 cosas que tienen que ocurrir para que haya un cambio duradero y concreto hacia lo mejor“).
En ese sentido, y en ese espíritu, “Crimen yanqui” es una serie regular de www.revcom.us. Cada entrega se centrará en uno de los cien peores crímenes de los gobernantes de Estados Unidos, de entre un sinnúmero de sanguinarios crímenes que han cometido por todo el mundo, de la fundación de Estados Unidos a la actualidad.
La lista completa de los artículos de la serie Crimen Yanqui
Patrice Lumumba saluda a las multitudes en Leopoldville, Congo, en agosto de 1960. Lumumba fue elegido primer ministro de la recién fundada República del Congo, un país en Centroáfrica. Lumumba fue un nacionalista revolucionario e importante líder de la lucha para independizarse del colonialismo belga. (Foto: AP)
Una de las últimas fotos de Lumumba vivo, capturado, el 2 de diciembre de 1960. La CIA orquestó un golpe de estado contra Lumumba, mandando al coronel del Ejército Congoleño Joseph Mobutu a llevar a cabo el asesinato. (Foto: AP)
Los crímenes del colonialismo y del imperialismo se ilustran en el Congo. El rey Leopoldo II de Bélgica administró el llamado “Estado Libre del Congo” como su propiedad privada y amasó enormes fortunas convirtiendo a la mayoría de los hombres adultos en esclavos para extraer caucho y marfil silvestres de la selva. En 1903, una expedición belga descubrió oro. Las minas de oro eran una tumba para miles de personas. Se ha calculado que unas 10 millones de personas, de una población de 20 millones, murieron bajo el reinado salvaje del rey Leopoldo. Mantenían a las mujeres y niños como rehenes — a menudo les cercenaban las manos, narices y orejas cuando los hombres de la familia no cumplían con su cuota de caucho o no volvía.
EL CRIMEN: El 17 de enero de 1961, un pelotón de fusilamiento ejecutó a Patrice Lumumba, líder y luchador congoleño contra el colonialismo. Lo enterraron y luego desenterraron el cadáver para despedazarlo con serruchos y hachas. Entonces lo desenterraron una vez más y lo disolvieron con ácido para que no les sirviera de símbolo de martirio a sus partidarios. Este asesinato salvaje lo cometieron enemigos congoleños de Lumumba, pero fueron los imperialistas yanquis los que lo ordenaron y dirigieron. A la cabeza estaba la CIA, asesorada por los imperialistas belgas que habían gobernado y atormentado al pueblo congoleño por 75 años.
Unos meses antes de ser asesinado, Patrice Lumumba fue elegido primer Ministro de la República del Congo, en las primeras elecciones de la república, recién fundada el 30 de junio de 1960. Un nacionalista revolucionario, Lumumba se destacó como un líder importante de la lucha para independizarse del colonialismo belga. Quería usar los vastos recursos del país para mejorar la vida del pueblo congoleño. El sufrimiento bajo el dominio belga era indecible, millones de personas muriendo en sus plantaciones y minas. Ahora el pueblo depositó sus ilusiones y aspiraciones en Lumumba.
El ascenso de Lumumba al poder estremeció a los belgas. Si bien había acordado concederle al pueblo congoleño la independencia formal, su intención nunca fue concederles la verdadera independencia ni ceder sus intereses económicos en esa tierra rica en minerales: caucho, marfil, cobre, diamantes, oro y mucho más.
Ni tampoco fue eso la intención de Estados Unidos, que para la década de los 1960 también explotaba los enormes recursos del Congo y estaba decidido a extender sus intereses económicos, políticos y militares ahí y en el resto de África. Estados Unidos quería establecer un gobierno débil, sumiso y comprado que no estorbara sus planes, y consideró que Patrice Lumumba los estorbaría.
Estados Unidos, asesorado por Bélgica, empezó a tramar la destitución y silenciamiento de Lumumba… para siempre. Con ese fin aprovecharon el hecho de que el país todavía no estaba en manos de, como ha dicho Lumumba, “sus propios hijos”.
A pesar de la declaración formal de independencia, los militares belgas todavía controlaban el ejército y la policía congoleños. Las corporaciones mineras belgas todavía controlaban firmemente los recursos naturales y un aparato de politiqueros corruptos. Agentes secretos de la CIA, el servicio de inteligencia belga, y otras potencias maniobraron día y noche para mantener el poder firme y permanentemente en las manos de fuerzas subordinadas al imperialismo.
Entre aquellos ansiosos por colaborar con el imperialismo estaba Joseph Mobutu. Él había sido coronel en el ejército colonial belga, y le designaron para encabezar el “nuevo” ejército controlado por los imperialistas. Y Mobutu trabajó codo a codo con la CIA para formular un plan para matar a Patrice Lumumba.
Según el ex agente de la CIA, John Stockwell:
“La CIA había elaborado un programa para asesinar a Lumumba… El programa que elaboraron, la operación, no funcionó. No la llevaron a cabo. La idea era envenenar a Lumumba. Pero no podían encontrar una situación propicia para darle el veneno sin que pareciera una operación de la CIA. O sea, es obvio que no le podían invitar para cócteles solo para que muriera un rato después. Por lo que no siguieron con el plan. Se echaron atrás. Y decidieron en vez mandar al jefe de la estación local [de la CIA] para que hablara con Mobutu sobre el peligro que Lumumba representaba, y que Mobutu matara a Lumumba, que sus hombres mataran a Lumumba”. (Democracy Now!, 21 de enero y 10 de mayo del 2011)
Para cumplir con la directiva de la CIA sobre el asesinato, Mobutu fabricó un golpe de estado, y reprimió a organizaciones políticas en la capital. Luego, el 10 de octubre de 1960, se puso a Lumumba bajo arresto domiciliario, bajo la vigilancia del ejército y de soldados de las Naciones Unidas. Pronto se escapó y trató de llegar a la ciudad de Stanleyville, su principal base de apoyo popular, pero cinco días después los hombres de Mobutu lo detuvieron. Lo trasladaron a la ciudad de Leopoldville, donde lo pasaron ante la prensa y diplomáticos. De ahí lo entregaron a un grupo tras otro de sus enemigos que le dieron palizas y lo torturaron. Y por fin lo mandaron a la provincia de Katanga, y a su archienemigo Moisés Tshombe, para que lo ejecutaran.
LOS CRIMINALES:
El presidente de Estados Unidos Dwight D. Eisenhower: Por varios años se realizó un enorme operativo para encubrir el papel que jugó Estados Unidos en el asesinato de Lumumba. Sin embargo, salió a relucir que el presidente Dwight D. Eisenhower pidió el asesinato de Lumumba durante una reunión en agosto de 1960, menos de dos meses antes de que el Congo obtuviera su “independencia” y Lumumba fuera elegido Primer Ministro.
Allen Dulles, director de la CIA: La CIA orquestó y dirigió la ejecución de Lumumba. Dulles dijo que Lumumba era “un perro rabioso”, y dijo en un memorando al jefe de estación de la CIA en el Congo que “la destitución [de Lumumba] es urgente y el objetivo principal”. En un mensaje al presidente Eisenhower, fechado el 21 de septiembre, Dulles escribió que Lumumba “siguió siendo un peligro mientras no se deshiciera de él”.
Frank Carlucci: Uno de los agentes de la CIA involucrado en la planificación de la ejecución de Lumumba. Posteriormente, Carlucci fue el secretario de Estado del presidente Reagan.
Joseph Mobutu: Por su papel en el asesinato de Lumumba y por apagar rápidamente toda idea de autentica independencia para el Congo, Estados Unidos lo respaldó en el poder por 32 años. Con el apoyo yanqui, gobernó el Congo con mano de hierro, aplastando intentos de construir movimientos rebeldes, al mismo tiempo acumulando una riqueza personal de más de $ 4 mil millones. Durante todo ese tiempo Estados Unidos gozó del derecho de saquear las riquezas del Congo.
LA COARTADA: Inicialmente, los imperialistas alegaron que unos “aldeanos indignados” habían matado a Lumumba, y después cambiaron el cuento y echaron la culpa a “enemigos congoleños” de Lumumba — con el fin de encubrir a los verdaderos asesinos de Lumumba. También sirvió para justificar la imposición del gobierno lacayo pro-Estados Unidos del títere Mobutu, y para mantener al Congo bajo control yanqui — con el argumento de que la inestabilidad, el caos y las facciones bélicas en el Congo (que los mismos imperialistas habían fomentado) demostraban que el pueblo congoleño es incapaz de gobernarse a sí mismo.
EL VERDADERO MOTIVO: En los años inmediatamente después de la II Guerra Mundial, Estados Unidos empezó a imponerse como la principal potencia imperialista en el mundo, y el control del Congo era parte de su hegemonía en África, lo que significaba seguir explotando y saqueando al Congo. También significaba aplastar las luchas anticolonialistas así como impedir el avance en África de potencias rivales europeas y, lo más importante, el avance de la Unión Soviética. Para mediados de los años 1950 el capitalismo se había restaurado en ese país anteriormente socialista, y para mediados de los 1960 surgía como rival imperialista de Estados Unidos.
Para fines de los años 60, el Congo estaba sumido en caos inspirado por el imperialismo, y el gobierno estaba al borde del colapso y la guerra civil. Patrice Lumumba había solicitado apoyo a varias fuerzas extranjeras así como la ONU. Pero cuando las tropas de la ONU llegaron al Congo, Lumumba encontró que no obedecían a su gobierno sino a las potencias occidentales como Estados Unidos y Bélgica.
En vista de que no llegaba ayuda, Lumumba acudió a la Unión Soviética quien aprovechó la oportunidad de competir con Estados Unidos y mandó un avión llenó de “asesores” y agentes. El embajador yanqui en el Congo le llamó a Lumumba “Lumumbavitch” y lo acusó de ser “comunista” o “embaucado por comunistas”, creando así otra razón para eliminarlo.
Aunque Lumumba no fue un comunista, sí fue un líder valiente y carismático que se había destacado como uno de los enemigos más vocales del colonialismo y uno de los promotores de la liberación nacional e independencia más reconocidos de África, y en realidad del Tercer Mundo en general. Por eso también estaba en las miras de los yanquis, que intentaban aplastar sanguinariamente a la creciente oleada mundial de levantamientos y revoluciones antiimperialistas. El asesinar a Lumumba e imponer el salvaje gobierno de Mobutu convirtió al Congo en un baluarte del imperialismo yanqui en África. Por ejemplo, su régimen sirvió de trampolín para las incursiones militares respaldadas por Estados Unidos contra el país vecino de Angola que estaba respaldado por la Unión Soviética en los años 1970.
Patrice Lumumba apenas tenía 35 años cuando lo asesinaron, y aun sabiendo que su posición y actos antiimperialistas podrían resultar en una muerte temprana, jamás se rajó. Una semana antes de su asesinato, le escribió una carta a su esposa Paulina:
“Ninguna brutalidad, maltrato o tortura me ha doblegado, porque prefiero morir con la cabeza en alto, con la fe inquebrantable y una profunda confianza en el futuro de mi país, a vivir sometido y pisoteando principios sagrados. Un día la historia nos juzgará, pero no será la historia según Bruselas, París, Washington o la ONU sino la de los países emancipados del colonialismo y sus títeres”.
Fuentes
Democracy Now!, 21 de enero y 10 de mayo de 2011, entrevista a Adam Hochschild, autor de El fantasma del rey Leopoldo, Península, 2007
Heinz G. y Donnay H., Los últimos días de Patricio Lumumba, Ibérico Europea de Ediciones, 1970, Madrid
Lumumba, una película documental de Raoul Peck, 2000; ver www.zeitgeistfilms.com para información.
Barbara Kingsolver, La Biblia Envenenada, Planeta Publishing, 2000. Una novela brillante contada por la esposa y las cuatro hijas de Nathan Price, un feroz bautista evangélico que lleva a la familia y la misión al Congo belga en 1959.
Ludo de Witte, El Asesinato De Lumumba, Critica, 2002
Del Servicio Noticioso Un Mundo que Ganar, “La agonía del Congo“, Revolución #12, 21 de agosto de 2005.
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