Sobre la "transferencia pacífica del poder", la legitimidad y la ilegitimidad, y el fascismo

19 de enero de 2017 | Periódico Revolución | revcom.us

 

Hoy se habla mucho de "la transferencia pacífica del poder" y la "legitimidad". Pero, ¿qué es la realidad detrás de estos conceptos?

En primer lugar, la "transferencia pacífica del poder" se refiere al hecho de que durante la mayor parte de su historia, la clase dominante de Estados Unidos ha podido cambiar de poder entre diferentes facciones sin caer en enfrentamientos abiertos fuera del marco legal. Esto no quiere decir que no ocurra todo tipo de luchas internas extra-legales entre estas facciones, pues sí ocurren, y pueden ser muy férreas, pero en términos generales, han podido utilizar el marco de su sistema legal para resolver las disputas entre sí. La flagrante excepción es la decididamente no pacífica guerra de Secesión, mediante la cual por fin se puso fin al horror de la esclavitud, pero no mediante las elecciones, sino por medio de la fuerza armada.

Esta tradición (para repetir, dejando de lado la guerra de Secesión) se remonta a la fundación de Estados Unidos hace 240 años. Los "fundadores" desarrollaron un estado unificado con una constitución con disposiciones para adoptar leyes y para un ejército para aplicar esas leyes. Este nuevo estado en esencia tenía cuatro propósitos:

  1. Impedir que las diferentes potencias coloniales europeas de la época establecieran puntos de apoyo en diferentes partes del continente norteamericano y llegaran a ser o montaran centros de poder contendientes;
  2. Desarrollar las estructuras y procedimientos mediante los cuales las clases dominantes en la sociedad, o sea, los capitalistas mercantilistas del Norte y los esclavistas centrados en el Sur, podrían bregar sobre conflictos y resolverlos y coordinar políticas para el progreso mutuo de sus intereses de clase e individuales;
  3. Crear un marco en el cual los pequeños agricultores, hombres de negocios, etc. (la clase media temprana) pudieran contar con posibilidades de proseguir el objetivo de enriquecerse a sí mismos y al hacerlo, tener cierto sentido de estabilidad y cierto sentido de protección del estado en la consecución de sus objetivos económicos y políticos dentro de las limitaciones del sistema establecido por la Constitución (y cómo, a cambio, se identificaran y llegaran a ser defensores de ese sistema);
  4. En lo más fundamental, mantener en un estado de terror y subyugación a la enorme población de negros esclavizados severamente explotados, continuar la guerra genocida y el robo de tierras a los pueblos indígenas que vivían aquí y, de ser necesario, aplastar las revueltas de los descontentos agricultores o proletarios blancos pobres. Para los sectores explotados y oprimidos de la sociedad, en ese entonces y hoy, la protección del estado y de los medios para emprender lucha política, tal como estaba codificada en la Declaración de Derechos, o era inexistente o (a medida que pasaba el tiempo, y mediante muchísima lucha y sacrificio) sólo se respetaba de una manera limitada y cercenada, y a veces de ninguna manera en absoluto. (Esto dependía de qué tan grande fuera la amenaza que la clase dominante juzgara que cualquier movimiento particular entre los oprimidos representaba para su sistema).

La fundación del poder político en Estados Unidos: Explotación

Así, el poder político codificado en la Constitución descansaba sobre la base de esta explotación económica, el robo de tierras y formas de dominación tan horribles que son dolorosas incluso para contemplarlas hoy. Con el paso del tiempo, el primer propósito del estado se convirtió en un sistema de explotación económica del mundo entero y la preservación de esa dominación mediante la máquina militar más masiva y destructiva de la historia, es decir, el capitalismo-imperialismo, librando guerras por todo el planeta. Y si bien la esclavitud fue finalmente eliminada (de nuevo, en una guerra civil extremadamente violenta y muy necesaria), el estado ha seguido manteniendo a las masas de los negros (así como de otras "minorías") en un estado de control: explotadas en los peores puestos de trabajo o sin acceso a empleo, encarcelados en masa y asesinados impunemente por la policía, y oprimidos de mil maneras y miles de mecanismos profundamente arraigados en toda institución política, económica y cívica, así como en la cultura de esta sociedad.

Es, en suma, el poder de usar el estado para resolver conflictos mediante lucha en la cúpula y junto con eso, despistar, contener o aplastar la resistencia que viene desde abajo, a fin de mantener en marcha la maquinaria de explotación, en unas palabras, que se transfiere pacíficamente cada cuatro años entre una u otra facción de la clase que gobierna sobre esto: los capitalistas-imperialistas.

La legitimidad y la ilegitimidad

¿Qué es, pues, la legitimidad? Se oye mucho este término, especialmente desde que John Lewis dijo que Trump sería un presidente ilegítimo.

Tiene dos significados. Primero la cuestión de si se considera que los que gobiernan son legítimos. Esto también estaba previsto en la Constitución: se organizaron elecciones en las que se decía que el nuevo líder expresaba la voluntad del pueblo. Sin embargo, las elecciones reales en estas elecciones, así como los términos y límites del debate, se dictan desde arriba, por la clase más poderosa (o, mientras la esclavitud aún existía, las clases); y cada candidato luchaba por el reforzamiento y la expansión del capitalismo (y hoy el capitalismo-imperialismo).

La "legitimidad" también significa que la mayor parte del tiempo la mayor parte de la población reconoce el derecho de los gobernantes a ejercer la maquinaria de la violencia del estado en defensa de lo que se ha impuesto, y lo que por lo general se reconocen como las "normas que legitiman" la sociedad (los principios básicos sobre cómo se debe ordenar la vida económica, política y cívica... "las reglas del juego", por así decirlo), aunque se supone que se haga dentro de ciertos límites.

Se oye a mucha gente decir que "Trump no es normal". Y no lo es, pero no sólo en el sentido psicológico. Trump impondrá un nuevo conjunto de normas. Las nuevas normas de un régimen de Trump y Pence constituirían el fascismo, el que hemos definido como sigue:

El fascismo es cuando la clase burguesa (capitalista-imperialista) ejerza una dictadura abierta, la que gobierna por medio del uso del abierto terror y la violencia, pisotea lo que se supone son derechos civiles y legales, utiliza el poder del estado y moviliza a grupos organizados de golpeadores fanáticos para cometer atrocidades contra las masas populares, particularmente contra los grupos de personas que identifica como “enemigos”, “indeseables” o “peligros para la sociedad”.

Al mismo tiempo, si bien es probable que se movilice rápidamente para hacer cumplir ciertas medidas represivas para consolidar su gobierno, lo que es posible ver estudiando los ejemplos de la Alemania nazi y de la Italia bajo Mussolini, también es probable que un régimen fascista implemente su programa general por etapas y además, trabaje en varios momentos de asegurar a la población o a ciertos sectores de la población de que evitarán los horrores, siempre que aceptan calladamente y no protestan ni se resisten cuando la situación siembre terror entre otros y los pone en la mira de la represión, la deportación, la “conversión”, la prisión o la ejecución.

En cuanto al fascismo, ¿qué es lo mismo y qué es diferente?

El fascismo es todavía el capitalismo-imperialismo, todavía es un sistema de explotación y opresión, pero en el cual la intensidad y las formas de la represión y la fuerza de la reacción están a un nivel cualitativamente diferente. Debido a que también puede suponer la supresión de otros sectores de la clase dominante y debido a que su lógica es permanecer a la ofensiva y resolver a fregadazos cualquier problema que crea (una estrategia muy arriesgada), no sólo hay mucha angustia y ira en toda la sociedad, puede haber (y hay ahora) verdaderos escrúpulos dentro de la estructura de poder. Por lo tanto, algunas fuerzas que están en la cúpula de la sociedad están cuestionando la legitimidad de una administración de Trump y Pence, lo que, para repetir, significa, literalmente, su derecho a ejercer la fuerza para apuntalar sus decisiones; aunque eso se está enmarcando principalmente en términos de una "intromisión rusa" en las elecciones, no es posible separarlo completamente de la esencia del asunto, que es el carácter fascista de lo que Trump y Pence están intentando emprender.

Al mismo tiempo, la mayoría de los políticos imperialistas (entre ellos Obama) NO están cuestionando la legitimidad de un régimen de Trump y Pence y en cambio están insistiendo en la importancia de respetar la "transferencia pacífica del poder". Incluso aquellos que quizá se hayan preocupado por los riesgos en juego en su sistema con el régimen de Trump y Pence en el poder evidentemente piensan que sería aún más arriesgado cuestionar su legitimidad. Estos políticos temen que retirar un hilo invita a la posibilidad de deshilachar todo el paquete y corre el riesgo de una mayor inestabilidad, conflicto y cuestionamiento que esto podría causar en toda la sociedad.

Una vez que comience, muchas cosas pueden manifestarse, incluidas las masas de personas que vienen a cuestionar los fundamentos de la legitimidad y ven otros principios y valores, y las fuerzas basadas en esos principios, como realmente legítimos. Si millones de personas vienen a ver las cosas de esta manera y si hay "sacudidas" en el sistema imperialista provocadas por el funcionamiento de ese sistema en sí, y si hay una vanguardia con vínculos con las masas... se podría entrar en una situación en la que la revolución sea directamente posible.

Así que estos políticos de peso y la mayoría de los medios de comunicación insisten sin cesar en esta "transferencia pacífica del poder" como lo que "Estados Unidos tiene de genial", cuando de hecho (como hemos demostrado) a) todo esto ha significado durante siglos la transferencia “pacífica” del poder de oprimir a millones y hoy miles de millones de personas, y b) todo esto significa que hoy es la "transferencia pacífica de poder" a abiertos fascistas que representan peligros extraordinarios para la humanidad. Pese a que Trump y Pence fueran legalmente elegidos o no, lo importante es que para cualquier persona digna y humana, este programa fascista debería deslegitimar su gobierno. Después de todo, como lo ha dicho refusefascism.org, Hitler también llegó al poder por medios legales: ¿significa eso que la gente no debería haber hecho todo lo posible para impedir que pudiera haber gobernado?

Una pregunta más grande

Todo esto debería plantear una pregunta más amplia de la legitimidad: ¿qué es legítimo acerca de un sistema que celebre tal transferencia del poder, sea pacífica o no? ¿Qué es legítimo, y qué es justo, acerca de un sistema que sólo puede funcionar por medio de la explotación de personas en todo el mundo y en el que ejercen el poder los mayores explotadores, el que logren transferir inconsútilmente ese poder o no? ¿Qué es legítimo sobre un sistema que no sólo produce y celebra a un Donald Trump, sino que de hecho lo selecciona como su presidente? ¿Y por qué debemos aceptar semejante sistema en el que no sólo existe la constante y pulverizadora opresión de la dictadura cotidiana llevada a cabo por este estado en tiempos normales, sino la abierta, flagrante y cualitativamente más severa represión del fascismo que siempre "espera tras bambalinas" (y que hoy está listo para subirse al centro del escenario)?

Respuesta: no tiene nada de legítimo tal sistema y NO debemos aceptarlo. Existe un camino totalmente mejor, codificado en una constitución cualitativamente diferente, la Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte, escrita por Bob Avakian (BA) y adoptada por el Comité Central del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos. Hay una estrategia para alcanzarlo, muy claramente explicada en CÓMO PODEMOS GANAR — Cómo en concreto podemos hacer una revolución. Hay un marco más amplio del cual todo eso es una parte, en el nuevo libro de BA, EL COMUNISMO NUEVO. Y, en este momento, hay una urgencia para todos los que comprenden qué tan desesperada que sea la situación a que se opongan resistencia la instauración y consolidación de este fascismo, a que cuestionen seriamente cómo la humanidad llegó a este momento y a que adéntrense en la viabilidad del camino completamente nuevo trazado por Bob Avakian.

 

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