Hay vidas en juego… ¿Qué lado ganará?

Los primeros días de Trump: La mano dura del fascismo y la chispa de la resistencia

Actualizado 23 de enero de 2017 | Periódico Revolución | revcom.us

 

En su primer fin de semana en el poder, el régimen de Trump y Pence actuó rápidamente para establecer un estado plenamente fascista. Al mismo tiempo, millones de personas en todo el mundo manifestaron su oposición a Trump y Pence en la Marcha de Mujeres, demostrando el enorme potencial de resistencia.

El destino de miles de millones de personas ahora depende directamente de si Trump y Pence lograran consolidar plenamente este estado fascista… o si se pudiera movilizar la oposición masiva en una fuerza que impidiera esa consolidación y que actuara para sacarlo del poder por completo.

Dos futuros están en contienda. Todavía hay tiempo para detener esta situación pero tenemos que actuar pronto.

Establecen un marco fascista

Por medio del discurso inaugural y luego el discurso de Trump ante la CIA, así como el uso de la página web de la Casa Blanca y su manejo de la prensa, el régimen de Trump y Pence dejó escalofriantemente claro su determinación de reordenar radical y rápidamente la forma actual del dominio político en Estados Unidos en la forma del fascismo. Vamos a analizar los puntos clave de lo que representa la situación, y en un anexo aparte anotaremos para cada punto ejemplos provenientes de los dos discursos de Trump.

El discurso inaugural de Trump favoreció, como los ciudadanos legítimos, a los que votaron por él, dirigiéndose a ellos por encima de todos. Describió a sus simpatizantes como un “movimiento” de “estadounidenses olvidados” que ahora tendrán quién los cuide… él. Recitó una lista de sus quejas — algunas verdaderas, otras imaginadas y todas distorsionadas por los fascistas, racistas espejos de feria de Trumplandia. Avivó su resentimiento contra “las élites” — con las que Trump alude claramente a los intelectuales, artistas, científicos, personas políticas que se opusieron a su elección por cualquier razón, así como los que tratan de ganar unas tantas reformas en torno a los abusos más atroces del presente sistema, y no a los multimillonarios capitalistas financieros, los generales “perros rabiosos”, los racistas de hueso colorado y los fanáticos y lunáticos religiosos con los que ha llenado su gabinete — y se pintó a sí mismo como el paladín que ahora vencerá a aquellos enemigos.

Esa Trumplandia ni siquiera reconoce que existen el racismo y el sexismo, la discriminación sistemática imbuida en la sociedad estadunidense — si bien quizás haya cierto “prejuicio” impreciso, el que se puede limpiar con la sangre derramada por patriotas. Va al extremo de decir que “en los cimientos de nuestra política estará una lealtad total a Estados Unidos de América, y por medio de nuestra lealtad a nuestro país, descubriremos la lealtad de unos a otros”. Noten bien: “cimientos” y “lealtad total” (énfasis añadido). Si el lector no capta lo chocante que es esa declaración, pues que sustituya la palabra Alemania o “volk” para “Estados Unidos de América” y nos diga por qué la declaración resultante no funcionaría para Adolfo Hitler. Quizá permitan en ese mundo feliz a los que no son blancos, a los que hayan disentido en algún momento u otro, pero sólo a condición de su sumisión y “lealtad total”. Se trata de un mundo en el cual los fascistas, y los blancos en general, tendrán derechos y privilegios y personería oficial, y los que no son fascistas —o que no son hombres blancos— vivirán como ciudadanos de segunda clase en el mejor de los casos.

De acuerdo con eso, en una movida tan insólita como ominosa, Trump no mencionó en su discurso nada sobre la Constitución ni la primacía del estado de derecho por encima del caprichio de gobernantes individuales, pero sí dijo que él le debe su lealtad —y se supone que también deriva su autoridad— a “ustedes el pueblo”.

Trump agresivamente amenazó el resto del mundo entero con el poderío estadounidense, resucitando y popularizando la consigna fascista de los años 1940 de “America First” (Estados Unidos Primero), calificándola de un “nuevo decreto” y “una nueva visión que gobernará nuestra tierra”. En cada encuentro, según Trump, Estados Unidos reivindicará sus intereses y joderá a quien haya que joder a fin de hacerlo. Trump prometió “erradicar” a los que califica de enemigos “por completo de la faz de la Tierra”.

En la CIA, Trump —que ha afirmado falsamente que se opuso a la guerra de Irak desde el principio— de todos modos dijo que una vez ahí Estados Unidos debiera haber tomado el petróleo, y fue al extremo de pronunciar el principio de que “al vencedor pertenecen los despojos”. Ahora les inyectarán esteroides a las fuerzas armadas estadounidenses — que ya son más grandes y más poderosamente armadas que el conjunto de las siguientes seis fuerzas armadas. Trump dijo que iba a apoyar a la CIA en un mil por ciento — lo que quiere decir, dadas sus promesas de campaña, que los secuestros, tortura, asesinatos, ataques sin restricción por aviones no tripulados y brutalidad en general ya no tendrán ni siquiera una fachada de controles. Hay que leer la serie Crimen Yanqui para saber aunque sólo un indicio de los millones de personas las que la CIA de hecho ha matado y torturado durante los últimos 70 años, por todo el planeta, al servicio del imperialismo yanqui. Trump promete, en un mundo en el cual el poder estadounidense enfrenta nuevos desafíos, llevar esa explotación y dominio a nuevas alturas, de ser necesario imponiéndolo con armas nucleares, y que soltará de sus riendas por completo a la CIA, las fuerzas armadas y la policía, apoyándolas “como nunca antes”.

Trump azuzó una guerra contra la prensa. Alborotó a la CIA contra la prensa en su discurso ante la agencia, una amenaza descarada al derecho a la libertad de expresión. Además: violó lo que ha sido una norma aceptada durante siglos de que el ejército y las otras fuerzas del estado deben ser “neutrales” o “apolíticos” en el sentido de apoyar a una facción u otra de la clase dominante; en cambio, en ese discurso ante la CIA, Trump se jactó del gran apoyo que recibe en las fuerzas armadas, los organismos de inteligencia y la policía. El discurso en conjunto —que dio en un día no hábil, de modo que la mayoría de los asistentes eran los que favorecen a Trump y le dieron una bienvenida espantosamente entusiasta— huele a formar una facción dentro de la agencia que sirva directamente a sus intereses contra otras fuerzas. Eso va de la mano con la fuerte presencia sin precedente de generales “jubilados” en el gabinete de Trump. Pero, para retomar el amordazamiento de la prensa, es cierto que los medios de comunicación grandes en la sociedad estadounidense por lo general entrenan al público en el punto de vista del capitalismo-imperialismo y la clase dominante, y por lo general actúan como taquígrafos para los “fuentes oficiales”, pero Trump ya ha empezado a intimidar y suprimir todo en los medios de comunicación que él considere que se entreponga entre él y el reordenamiento radical de la sociedad que él sigue imponiendo.

Trump puso en claro en su discurso inaugural una embestida genocida contra las comunidades de color, pintado estereotipos de comunidades subhumanas y sugiriendo una represión extrema para “detener la matanza”. Por una razón Trump ha expresado cierto parentesco con Rodrigo Duterte, el gobernante de Las Filipinas que ha desatado un reino de terror en los ghettos de allá, llevando a cabo miles de asesinatos extrajudiciales en las calles en menos de un año. Podríamos decir lo mismo sobre el llamamiento Trump a un "parar y registrar" nacional (contra los negros, latinos y otra gente de color "para detener la delincuencia "), o su nombramiento del senador más consecuentemente racista en todo el Senado de Estados Unidos a encabezar la procuraduría general. Y es extremadamente significativo, y extremadamente ominoso, que una de las primeras cosas que salió en el sitio web de la Casa Blanca fue un llamado a quitar las supuestas restricciones sobre la policía y a hacer cumplir el orden público.

Trump y Pence han hecho del movimiento fascista cristiano teocrático una parte central de su alianza gobernante, y ahora Trump se viste la ropa de una persona "elegida por dios". ¿Cómo explicar sus comentarios aparentemente serios ante la CIA sobre cómo dios interrumpió la lluvia para que él pudiera pronunciar su discurso inaugural? ¿O el escalofriante pasaje medieval de su discurso inaugural en el que, después de enumerar los cambios que iba a hacer, dijo que dios y las fuerzas armadas y la policía de Estados Unidos iban a protegernos? De hecho, el régimen de Trump y Pence es un hormiguero de fanáticos cristianos fascistas, empezando por Pence mismo, pero también incluye a Ben Carson, Betsy DeVos y Steve Bannon.

       

Trump intentó imponerle al discurso público una realidad alternativa de “Trumplandia”, en el cual los hechos son lo que Trump dice que son, y amenazará y acallará a aquellos que no están de acuerdo. Según este mundo raro, nunca ocurrieron los ataques de Trump a la CIA a lo largo de diciembre y enero por haber descubierto que los rusos sí llevaron a cabo una “guerra cibernética” con el fin de apoyar a su elección, sino que fueron una patraña de parte de la prensa para crear una riña. Según este mundo raro, la concurrencia a su toma de posesión rompió todos los récords (cuando en realidad fue muy pequeña en comparación con las anteriores). Según este mundo extraño, el secretario de prensa no acepta preguntas, pero le dice a la prensa lo que es la realidad y lanza insultos y amenazas por informar lo que en realidad sucedió — por reportear los hechos más elementales y mínimos que todos pueden ver. Es cierto, Trump tiene una psicopatología ególatra, pero eso no va al grano: el fascismo siempre busca imponerle a la sociedad una versión absolutista y fantástica de la realidad y poner en camisa fuerte a cualquier intento de llegar a la realidad objetiva de cualquier cosa1.

Trump denunció y atacó a otros sectores de la clase dominante — con el fin de acallarlos y de conseguir a palazos su aquiescencia en el reordenamiento fascista de la sociedad. Les echó la culpa directa por los problemas de las masas a quienes han gobernado en Estados Unidos durante los últimos 25 años, alegando que  éstos se enriquecieron de la mano con su rapiña del pueblo. No hay duda alguna de que en el estrado de la inauguración había criminales de pesos pesados y cómplices que de hecho han ordenado o han llevado a cabo horrores. Pero en esencia, Trump los atacó y de manera implícita los amenazó por no ser suficientemente criminales, a su juicio, y lo hace para conseguir su cooperación, o al menos su silencio, mientras avanza hacia el fascismo. Olvídense de los cuentos sensacionalistas sobre prostitutas rusas — hablando figurativamente, Trump se meó sobre todos rivales en la toma de posesión. Después, en el banquete, como el alcahuete y estafador que es, se portó “decente”, y andaba “congraciándose”.

La resistencia al "nuevo orden"

Durante toda la semana previa a la toma de posesión, la resistencia empezó a crecer. Para el viernes, la toma de posesión ya tuvo que compartir los titulares con las protestas en las calles que duraron hasta bien entrada la noche, llenas de ánimo y determinación.

Luego el sábado, millones de personas en Estados Unidos y en el resto del mundo acudieron a la Marcha de Mujeres, expresando seria pero exuberante oposición a Trump. Las marchas atrajeron a muchísimas personas que por lo general no salen a protestar y están lejos de ser políticamente radicales, pero que se dieron cita ese día y en algunos casos viajaron cientos y hasta miles de kilómetros para hacerse oír. Eso, a su vez, representa una más amplia capa de la humanidad y, potencialmente, a miles de millones de personas. En una palabra, esto era algo por lo cual animarse y algo a lo cual darle la bienvenida.

Al mismo tiempo, hay que encontrar las formas de llevarlo más lejos — hoy mismo. Esta marcha evocó a la marcha del fin de semana antes de que George W. Bush lanzara la guerra contra Irak, cuando unas ocho millones de personas se tomaron las calles para expresar su oposición. Eso también fue algo grandioso: pero Bush tenía el poder estatal en sus manos, ignoró a los manifestantes y lanzó lo que resultó ser un desastre verdadera y absolutamente atroz no solo para la gente de Irak, sino también para la gente de todo el Medio Oriente y de hecho, del mundo entero. Es terrible contemplar el saldo de muertes y el trauma de esa guerra, y es una guerra que sigue hasta hoy, y que seguirá por buen tiempo.

Las promesas en ese entonces de “castigarlos en las urnas” fueron peores que huecas; despistaron a la gente de modo que no forjara la férrea e inquebrantable oposición que se requería. La gente en torno a Bush cacareaba que “creaban la realidad en el terreno” a la que otra gente tendría que responder —un enfoque que Trump ha hecho suyo y con gala— y en realidad sí impusieron un nuevo marco, en efecto acallando a buena parte de la oposición por varios años hasta que la guerra que lanzaron terminó en un desastre tan total para los intereses del imperialismo estadounidense en esa región y en otras partes del mundo que perdieron la iniciativa.

En el caso de Trump y Pence, semejante enfoque —la idea de que el camino hacia adelante es que la gente se apodere del Partido Demócrata y lo “resucite”— es erróneo por muchísimas razones, pero en el contexto del momento actual más yerra porque desarma a la gente ante una amenaza sumamente grave. La “marca” de Trump y Pence, según el lenguaje de moda, no es el conservadurismo, o el populismo, ni tampoco “simplemente” el reaccionario y feo racismo, sexismo o xenofobia (aunque sí es todo eso) — sino el FASCISMO. El fascismo es más grande que la suma de sus partes — es, para citar de nuevo la definición que hemos usado en estas páginas en los últimos meses:

El fascismo es cuando la clase burguesa (capitalista-imperialista) ejerza una dictadura abierta, la que gobierna por medio del uso del abierto terror y la violencia, pisotea lo que se supone son derechos civiles y legales, utiliza el poder del estado y moviliza a grupos organizados de golpeadores fanáticos para cometer atrocidades contra las masas populares, particularmente contra los grupos de personas que identifica como “enemigos”, “indeseables” o “peligros para la sociedad”.

Al mismo tiempo, si bien es probable que se movilice rápidamente para hacer cumplir ciertas medidas represivas para consolidar su gobierno, lo que es posible ver estudiando los ejemplos de la Alemania nazi y de la Italia bajo Mussolini, también es probable que un régimen fascista implemente su programa general por etapas y además, trabaje en varios momentos para asegurar a la población o a ciertos sectores de la población de que evitarán los horrores, siempre que aceptan calladamente y no protestan ni se resisten cuando la situación siembre terror entre otros y los pone en la mira de la represión, la deportación, la “conversión”, la prisión o la ejecución.

He aquí el peligro: mientras ustedes se ponen a hacer “el arduo trabajo de desarrollar organizaciones de base por la duración”, Trump y Pence están montando la maquinaria de un estado plenamente fascista, azuzando a su base social actuando para aplastar a las masas populares y todos los esfuerzos de organizar tales organizaciones de base los que no pueden neutralizar, en un período de tiempo sumamente comprimido.

En cuanto a los demócratas, y todas esas personas antibélicas que fueron atraídas en ese entonces a volver a trabajar tan duro para “rehacer” al Partido Demócrata pero sólo se quedaron apoyando al candidato esencialmente pro-guerra John Kerry, hay que citar la amarga verdad que expuso Bob Avakian:

Si se procura convertir a los demócratas en algo que no son y nunca serán, uno termina por convertirse en lo que los demócratas en realidad son. (Lo BAsico 3:12)

Ahora bien, para que quede claro, de hecho existe un camino de esperanza, un camino hacia adelante. Pero para encontrar ese camino, tenemos que romper con los cauces y, de hecho, las limitaciones que establecen el marco para nuestro modo de pensar.

¿Qué hacer?

La lógica del fascismo es la de permanecer al ataque, actuar rápidamente y amenazar y aporrear cualquier cosa o a cualquier persona que se interponga en su camino. El método del fascismo es el choque y la intimidación, un ultraje tras otro, hasta que se deje a la gente las personas agachadas y encogidas ante repetidos e impredecibles golpes.

En este momento, nos encontramos ante una situación en la que Trump y Pence tienen en sus manos el poder del estado y en la que han comenzado a trabajar según esa lógica. Pero hasta ahora, no se ha consolidado este poder.

Hay poco tiempo... pero no obstante todavía hay una ventana de oportunidad.

Si el lunes y martes de esta semana, un número suficiente de personas respondieran al llamamiento de Refusefascism.org a comenzar a detener la actividad de costumbre, y activaran a otros a hacer lo mismo...

Si al desenvolverse la semana, otros respondieran a ese llamamiento, con un efecto multiplicador y —como ocurrió justo el otoño pasado en Corea del Sur, cuando millones de personas se tomaron las calles y en un lapso de unos pocos meses hicieron caer a la presidenta— miles y luego millones de personas salieran a la calle, en muchas formas diferentes de protesta...

Si estos hombres y mujeres y jóvenes se negaran a dejarse dividir y disuadir, sino que se aferraran a la simple verdad del ¡NO! al fascismo de Trump y Pence...

Si lo anterior alcanzara a todos los rincones de la sociedad civil y de la cultura en general...

Si junto con lo anterior Trump y Pence se extralimitaran, o cometieran otro ultraje que “rebasaran un límite”, y si todo esto le abriera más los ojos a la gente sobre la verdadera naturaleza del actual régimen y lo que significaría para la humanidad, y un creciente número de personas, que se extendiera a toda la sociedad incluido el propio gobierno, encontraran las formas de resistir...

Si aquellos que conocían y tenían acceso a los hechos se inspiraran para encontrar las formas de dar a conocer algunas de las verdaderas realidades sobre Trump y Pence y sus medios, métodos, motivos e historias, y que eso que creara aún mayor inquietud, escándalo y crisis...

Si el enorme número de personas comenzara a desmoralizar e incluso quitarle unos partidarios a Trump o ganarse a algunos de sus partidarios (a la vez que inevitablemente energizara a otros), y el impulso empezara a virar tanto que dejara más claro no sólo la falta de apoyo sino la férrea y creciente oposición a este régimen fascista, y se dieran rupturas en el campo de la oposición...

Si las fuerzas en la propia estructura del poder, algunas de las cuales que, por varias razones, inquietas por el movimiento hacia el fascismo o fuertemente preocupadas y opuestas a una parte de lo que Trump intentara hacer (lo que, después de todo, ES una reestructuración radical y extremadamente riesgosa de la manera en que la clase dominante “por lo normal” gobierna), y algunas de ellas que quizás se sintieran directamente amenazadas por la situación, pero que no actuaran a menos que las acciones de toda la sociedad empezaran a hacerles pensar que tuvieran que actuar... si esas fuerzas comenzaran a salir en una oposición seria en un esfuerzo de poner el régimen a la defensiva (tal como ocurrió, en los hechos, en la década del 1970 cuando las fuerzas de la clase dominante se unieron para obligar a Nixon a abandonar el cargo)...

Si, en resumen, se diera una fuerte crisis política... pues, se podría detener a este régimen.

A aquellos que dicen que no es posible que lo anterior ocurra de la noche a la mañana, estamos tentados de decir que más valdría que ocurriera de la noche a la mañana; que los casos comparables como el de Corea del Sur en 2015 o el de Egipto en 2011, cuando el dictador de 30 años en el cargo fue expulsado en menos de un mes, demuestran la posibilidad de hacerlo; y que la terrible y dolorosa experiencia de Alemania —cuando Hitler utilizó el tiempo que tenía después de su ascensión inicial al poder, a fin de eliminar paso a paso a la oposición y de cambiar radical (aunque “legalmente”) las leyes de Alemania— demuestra los peligros de no actuar con rapidez. Pero por otro lado, diremos únicamente que SÍ es posible hacerlo y que serían inconmensurablemente más difíciles los intentos de derrotar y desarraigar a este régimen más adelante que sería hacerlo en este momento.

Lo anterior no quiere decir que este camino no sería difícil, ni minimiza los peligros. SÍ quiere decir que sería peor el camino de esperar a ver.

El impulso de este fin de semana ha creado una oportunidad poco común; no durará para siempre. Que la historia no juzgue que la hayamos desperdiciado.

 

1 Ciertamente, el narcisismo de Trump viene directamente del manual de estrategia fascista, según el cual sus seguidores se identifican personalmente con el “hombre fuerte” y le siguen ciegamente, por considerarlo untado por dios para “redimir” a la nación. [regresa]

[Para ver las anotaciones, desplace el ratón hacia abajo.]

Tahrir SquareEgypt, Tahrir Square, 2011
En el invierno de 2011, hace cinco años, el pueblo de Egipto inundó la Plaza Tahrir y se sublevó contra las décadas del gobierno brutalmente opresor del régimen de Mubarak, un régimen respaldado por el imperio estadounidense y que jugaba un papel esencial en la conservación de los intereses de dicho imperio. Decenas y cientos de miles de personas permanecieron en la plaza hasta el 11 de febrero de ese año, cuando Mubarak fue expulsado de su cargo. (Fotos: AP)

South KoreaEn Corea del Sur, durante casi tres meses ya, la gente se ha tomado las calles, semana tras semana, para exigir la inmediata remoción de la presidenta Park Geun-hye. En un país de 50 millones de habitantes, dos millones han estado en algunas de las protestas. Odian a Park y su familia: su padre, Park Chung-hee, gobernó brutalmente a Corea del Sur de 1961 a 1979 después de tomar el poder en un golpe de estado militar. Acusada de corrupción, el gobierno ha tenido que someter a Park Geun-hye a un juicio político, y un tribunal ya está deliberando si sostener esta decisión. Las protestas continúan, y la gente exige la inmediata destitución, detención y encarcelamiento de la presidenta.

Anotaciones

El discurso inaugural de Trump favorecía, como los ciudadanos legítimos, a aquellos que votaron por él...

Trump comenzó el discurso inaugural dirigiéndose a la población en general. Dijo que ahora “el pueblo volverá a ser los gobernantes de esta nación”. Justo después de ese párrafo, sin embargo, Trump hizo un juego de manos retórico y dejó claro que se dirigía sólo a aquellos que votaron por él, diciendo que “decenas de millones de ustedes llegaron a formar parte de un movimiento histórico, uno que el mundo nunca ha visto antes”. Aunque sí tomó el juramento al cargo, en ningún momento en el discurso mencionó la Constitución ni la importancia del estado de derecho (no hay ninguna frase en el sentido de que “éste es un gobierno de leyes, y no de hombres y mujeres”). La esencia de la primera parte del discurso en realidad fue la de plantear una nueva legitimidad constituida en los electores de Trump.

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Trump agresivamente amenazó al resto del mundo con el poderío estadounidense...

En su discurso inaugural, Trump dijo: “Nosotros los reunidos aquí hoy emitimos un nuevo decreto a oírse en cada ciudad, en cada capital extranjera y en cada pasillo del poder. A partir de hoy, una nueva visión gobernará nuestra tierra. A partir de este momento, va a ser solamente Estados Unidos primero, Estados Unidos primero”. Además: “Estados Unidos empezará a ganar de nuevo, a ganar como nunca antes”. De ahí Trump dejó claro lo que eso significa, y qué medidas militares extremas tomará, al decir: “Reforzaremos antiguas alianzas y formaremos unas nuevas — y uniremos al mundo civilizado contra el terrorismo islámico radical, el cual erradicaremos por completo de la faz de la Tierra”.

En su discurso ante la CIA, Trump reiteró su amenaza: “Tenemos que eliminar al ISIS [el Estado Islámico]. Tenemos que eliminar al ISIS. No tenemos otra opción. Hay que erradicar por completo al terrorismo islámico radical —y lo dije ayer— de la faz de la Tierra”. Al mero principio del discurso, Trump previó un tema de su discurso: “Vamos a hacer grandes cosas. Vamos a hacer grandes cosas. Llevamos mucho más tiempo librando estas guerras que ninguna otra guerra que hayamos librado. No hemos usado las verdaderas habilidades que tenemos. Hemos sido restringidos”. Luego dijo: “Puede haber guerras entre países. Puede haber guerras”. Habló de todos los militares que está integrando a su administración, diciendo: “Los generales son maravillosos y las batallas son maravillosas”. Y habló sobre la guerra de Irak a fin de exponer su agenda sobre por qué Estados Unidos debería utilizar su poderío militar de modo cada vez más agresivo y cruel en el mundo. Dijo: “El antiguo dicho: ‘al vencedor pertenecen los despojos’, ¿lo recuerden? Yo siempre solía decir ‘conserve el petróleo”. De ahí Trump mintió: “Yo no quería entrar en Irak”. Pero agregó: “Tal vez tengamos otra oportunidad”. De esta manera, Trump dejó en claro que tiene la intención de usar todo el poderío militar estadounidense, incluidas las armas nucleares, para borrar de la faz de la Tierra a cualquiera que se considere un enemigo de Estados Unidos. Y al decirle a la CIA: “Estoy con ustedes en un mil por ciento”, Trump dejó claro que respaldará todas y cada una de las medidas, incluidas la tortura y otras prácticas inconstitucionales, al servicio de los intereses imperialistas de Estados Unidos.

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Trump desató una guerra contra la prensa...

Trump se jactó de su apoyo en las fuerzas armadas, la policía y la CIA. En el discurso ante la CIA, dijo: “Fíjense que las fuerzas armadas y los organismos del orden público en general —pero todos en su conjunto— pero las fuerzas armadas, nos dieron enormes porcentajes de votos. Tuvimos increíbles éxitos en las elecciones con el voto de las fuerzas armadas y probablemente casi todos los presentes en este salón votaron por mí, pero no les pediré que levanten la mano si lo hicieron. Pero yo aseguraría [que fuera] una gran proporción. Porque todos estamos en la misma onda, amigos. Todos estamos en la misma onda”.

Una parte importante de su discurso ante la CIA fue la continuación de su ataque a la prensa. En los primeros minutos, dijo: “Siempre los llamo ‘los medios deshonestos’”. También dijo: “Ellos [los medios] están entre los seres humanos más deshonestos sobre la Tierra”. Trump salpicó su discurso ante la CIA con mentiras sobre la concurrencia del público a su toma de posesión. Con fotos, hechos históricos y otra evidencia, la prensa ha comprobado que esas alegaciones —o lo que el campo de Trump llama “hechos alternativos”— son mentiras. Trump tachó de mentirosos a la prensa por decir que la concurrencia a la toma de posesión fue de unas 250.000 personas: “Teníamos un masivo campo de gente. Ustedes lo vieron. Abarrotado... Parecía haber millón y medio de personas. Sea lo que fuere... y luego veo una cadena televisiva que muestra un campo vacío. Y dijo que atrajimos a 250.000 personas. Pues eso no está mal. Pero es una mentira”. Y de ahí Trump amenazó: “Así que los pillamos. Y los pescamos con una mentira de marca mayor. Y creo que van a pagar un alto precio”. Por lo que en el primer día de su presidencia, Trump ha dejado claro que va a intimidar y suprimir cualquier cosa que salga en los medios de comunicación que se interponga en el camino de su agenda fascista.

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Trump puso en claro en su discurso inaugural una embestida genocida contra las comunidades de color, pintando estereotipos de comunidades subhumanas y dando a entender una represión extrema para “detener la matanza”…

Al final de la primera parte de su discurso inaugural, Trump mencionó las condiciones de las “madres y niños atrapados en la pobreza en las comunidades marginadas de nuestras ciudades”, y echó por tierra al sistema educativo, y terminó así: “Y el crimen, las pandillas y la droga que han robado demasiadas vidas y le han robado tanto potencial sin realizar a nuestro país”. Esa última frase carga el peso del párrafo en su conjunto — claramente pone en la mira como la fuente del problema a los jóvenes negros y latinos metidos en la vida pandillera. De ahí continuó: “Esta matanza estadounidense se acaba aquí y se acaba ahora”. La única vez que menciona las condiciones de la gente negra y latina en los barrios marginados de las ciudades, Trump echa la culpa, sin duda alguna, a un sector de las mismas víctimas, ni siquiera mencionar el racismo institucional y sistémico que incluye la encarcelación en masa y la brutalidad y asesinato policial, y para colmo plagió una consigna importante del movimiento contra el asesinato policial (¡No más vidas robadas!) para sus propios fines. En ese contexto —y al postearse ese mismo día una página en el sitio web de la Casa Blanca titulada “En defensa de nuestra comunidad de agentes del orden público”, según la cual: “La administración de Trump será una administración en pro del orden público”— lo anterior es una amenaza y no una promesa.

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Trump y Pence han hecho del movimiento fascista cristiano teocrático una parte central de su alianza gobernante…

En el discurso ante la CIA, como parte de su diatriba contra la prensa por reportear el hecho de la poca concurrencia del público a la toma de posesión, Trump dijo: “Y dijeron: ‘Donald Trump no logró atraer a mucha gente’. Y yo dije: ‘Bueno, casi llovía’. Seguro que la lluvia los hizo alejarse. Pero Dios miró hacia abajo y dijo: ‘No vamos a permitir que llueve sobre tu discurso’”. Su comentario es, a un nivel, lunático — pero va en serio y no da risa. Trump afirma que tiene la bendición de dios y aprovechará esa afirmación para justificar todo tipo de acciones horripilantes. De igual manera, declaró en su discurso inaugural: “Nos protegerán los grandes hombres y mujeres de nuestras fuerzas armadas y cuerpos de seguridad, y de mayor importancia, nos protegerá Dios”. Hacer esa estrecha conexión — entre las fuerzas armadas y policías, y dios, tiene el propósito de promover la afirmación que lo que hagan las fuerzas armadas y la policía cuenta, de nuevo, con la bendición de dios.

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Trump intentó imponerle al discurso público una realidad alternativa de “Trumplandia”…

En el discurso ante la CIA, como otra parte de sus ataques a la prensa, Trump dijo: “Y como que dieron a entender que yo tuviera un feudo con la comunidad de inteligencia. Y simplemente quiero hacerles saber, ustedes son mi escala número uno exactamente por la razón opuesta. Exactamente”. Con eso, simplemente rechaza el hecho —grabado ampliamente en sus muchos tuits y citas—de que él ha atacado repetidamente a la CIA y a otros organismos de espionaje en los últimos dos meses.

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Trump denunció y atacó a otros sectores de la clase dominante — con el fin de acallarlos y de conseguir a palazos su aquiescencia en el reordenamiento fascista de la sociedad…

Tras reconocer de manera superficial la presencia en la toma de posesión de unos presidentes anteriores y de la ayuda de los Obama en la transición, inmediatamente emprendió un ataque verbal a otros sectores de la clase dominante. “Durante demasiado tiempo, un pequeño grupo en la capital de nuestra nación se ha apropiado de los beneficios del gobierno mientras el pueblo se ha llevado el costo. Washington floreció — pero el pueblo no participó en la riqueza. Los políticos prosperaron — pero los empleos huyeron, y las fábricas se cerraron. El establecimiento se protegió a sí mismo, pero no protegió a los ciudadanos de nuestro país. Las victorias de aquellos no han sido las victorias de ustedes; los triunfos de aquellos no han sido los triunfos de ustedes; y mientras celebraron en la capital de nuestra nación, hubo poco que celebrar para las familias en condiciones difíciles por toda nuestra patria”. Trump no mencionó nombres — pero dejó claro que se dirigía ese ataque a muchos de los presentes en la toma de posesión, entre otros, a quienes considera rivales en la clase dominante contra la visión y programa fascista.

 

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