Tanta mierda fascista fea —y reveladora— en un solo párrafo trumpista

25 de enero de 2017 | Periódico Revolución | revcom.us

 

De un lector:

Avanzando a paso de ganso hacia su conclusión, en su discurso inaugural Trump nos dio el siguiente párrafo crucial — sólo 39 palabras, pero lleno de necedades destinadas a santificar su visión fascista, consolar y cohesionar a su base social de hueso colorido y mandarla a matar y morir por esa visión — y a todos los demás inculcarles el temor paralizante:

No debe haber temor. Estamos protegidos, siempre estaremos protegidos. Nos protegerán grandes hombres y mujeres de nuestro ejército y las fuerzas del orden, pero lo más importante es que Dios nos protegerá.

Lo que aquí se concentran son los temas que recorren por todo el discurso. Por un lado, la elevación de las fuerzas armadas y la policía de Estados Unidos, y la violencia masiva e injusta que continuamente desencadenan aquí y alrededor del mundo, hasta ser instrumentos de “Dios”. Y es un dios que pretende proteger a Estados Unidos y su “pueblo justo” que persigue su “destino glorioso” (para citar el lenguaje bíblico de otra parte del discurso).

Y por otro lado, invoca a “los grandes hombres y mujeres de nuestro ejército y las fuerzas del orden” no sólo por ser “protectores” sino también por ser un estándar moral para “el pueblo estadounidense” el que es, en la visión de Trump, soldados a pie, unidos en un sacrificio patriótico, en “lealtad total a los Estados Unidos de América”, aceptando sumisamente las “penurias” implicadas en la guerra para “Hacer que Estados Unidos vuelva a tener grandeza”.

Los comunistas somos ateos y no creemos en ningún ser sobrenatural. Pero es preciso tener en claro que el “Dios” que Trump invoca no es el Jesús del Sermón de la Montaña, predicando “Traten a los demás tal y como quieren que ellos los traten a ustedes”. Mucho menos es la deidad “universal” que miles de millones de personas de todas las creencias por todo el mundo veneran, creyendo que “el amor de dios” unifica a las personas de todas las creencias.

No, Trump invoca al dios del Antiguo Testamento, el dios que mandó a los israelitas a masacrar a sus enemigos, a matar a cada hombre, mujer y niño y violar a las niñas (Números 31:17-18). Es el dios que ordenó la matanza de las personas de conducta “desviada”, incluso entre los israelitas: aquellas que eran homosexuales (Levítico 18:52); que estaban desobedientes, que no adoraban al dios “correcto” (Éxodo 32:25-29), o no le demostraba la “lealtad” inquebrantable.

Inculcar a las fuerzas armadas estadounidenses, tradicionalmente “seculares”, con este sentido fascista cristiano de misión ha sido un objetivo importante de los reaccionarios religiosos durante varias décadas. Y ya habían tenido mucho éxito. Por ejemplo, en los años de Bush, el general Jerry Boykin declaró públicamente con respecto a los fundamentalistas islámicos que “mi dios es más grande que el suyo”, y que Dios había hecho que Bush fuera el presidente para lidiar con ellos. Gran parte del cuerpo de oficiales estadounidenses en particular ya está inculcada de estas tonterías peligrosas. Pero ya no es sólo una visión y fuerte corriente dentro del estado de Estados Unidos, sino que ahora tiene las riendas del poder. El que Trump fusiona este ejército “cristianizado” con “la nación” y toda la población es otro salto extremadamente peligroso.

Todo esto señala el papel clave —para la clase dominante— del movimiento fascista cristiano, el que insiste en que Estados Unidos tenga, que debe tener, una “relación especial” con Dios, y tiene que imponer su “misión ordenada por Dios” sobre el mundo, por medio de amenazar con usar, o realmente usar, sus fuerzas armadas, las que incluyen un montón de armas nucleares.

Es preciso entender claramente otro punto. Cuando Trump dice que “no debe haber temor”, quiere decir entre su base social, sus tropas de choque para la cruzada violenta que está desencadenando. Con respecto a todos los demás en Estados Unidos y, aún más, en todo el mundo: “que tengan miedo, que tengan mucho miedo”. Antes en el discurso, Trump prometió que “erradicaremos de la faz de la tierra” lo que él llama “el terrorismo islámico”. Y recuerde que él y sus cohortes fascistas han insistido durante años en que el “Islam” en general equivale al “terrorismo islámico”, que el Islam es el enemigo — o como lo dijo su consejero de seguridad nacional, el General Michael Flynn, “tener miedo a los musulmanes es RACIONAL”. Trump amenaza con desencadenar la destrucción genocida de países islámicos, y junto con eso vendrá la amplia persecución, si no el asesinato, de personas de fe musulmana en Estados Unidos. Y presenta todo esto como una misión “ordenada por Dios”.

Y su mensaje apenas debajo de la superficie —dirigido a las mujeres, las personas LGBT, los inmigrantes, los negros, los latinos, los escritores y los intelectuales, los artistas y los periodistas, todos aquellos que Trump no ve como “estadounidenses” o que simplemente no están de acuerdo con esta visión fascista— es el siguiente: “tengan miedo... y cállense”.

Junto a eso, está el siguiente: “Nos protegerán los grandes hombres y mujeres de nuestro ejército y las fuerzas del orden”. Este homenaje “reconfortante” invoca lo que en realidad son dos instituciones que están manchadas hasta el cogote de la sangre de los oprimidos de Estados Unidos y de todo el mundo.

El ejército yanqui, forjado en el genocidio contra los pueblos indígenas; que invadió a docenas de países para instalar dictadores sangrientos pro-Estados Unidos; que lanzó bombas nucleares contra poblaciones civiles en Japón, matando a cientos de miles de personas; que asoló a Vietnam durante una década, violando a mujeres, quemando aldeas, matando a tres millones de personas y brutalizando a millones más; que invadió Irak dos veces, matando a decenas de miles de personas y desencadenando una serie de guerras en la región que ya han matado a millones de personas; y que, cuando la gente en Estados Unidos se ha levantado contra el sistema, ha disparado y atacado con bayonetas a los que han “jurado proteger”.

Y además hay la policía, los cerdos odiados que cada año matan a más de 1.000 personas, que arrestan, golpean, humillan, degradan y aterrorizan a millones más, particularmente los negros y los latinos.

Trump lo sabe, su base social fascista lo sabe, y nosotros lo sabemos (o deberíamos saberlo) — que estas instituciones no nos van a proteger a nosotros. No van a proteger a las masas populares de Estados Unidos o de alrededor del mundo... Trump no quiere decir eso.

“Estamos protegidos, siempre estaremos protegidos” es otro mensaje a su base, la que incluye a los cerdos policías y a las fuerzas armadas estadounidenses, el mensaje de “ustedes son invulnerables, tienen el enorme poderío para imponer el dominio de los hombres blancos cristianos de Estados Unidos sobre la cantidad mucho mayor de personas que son nuestros enemigos... tenemos las armas y”, una vez más, “tenemos al Dios de sangre y fuego, y nada puede resistirnos”.

El párrafo de Trump citado al principio de este artículo, rezumando la piedad y fingiendo asegurar que todo va bien, es en realidad una clara indicación de lo que se aproxima para la gente del mundo, muy rápidamente, si no actuamos con decisión ahora para expulsar del poder a este régimen.

 

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