Crimen Yanqui

Caso #67: 1848 - 1900: La brutal explotación y cruel opresión de los inmigrantes chinos

19 de febrero de 2017 | Periódico Revolución | revcom.us

 

Bob Avakian escribió recientemente que una de las tres cosas que tiene “que ocurrir para que haya un cambio duradero y concreto hacia lo mejor: Las personas tienen que reconocer toda la historia propia de Estados Unidos y su papel en el mundo hasta hoy, y las correspondientes consecuencias terribles”. (Ver “3 cosas que tienen que ocurrir para que haya un cambio duradero y concreto hacia lo mejor“).

En ese sentido, y en ese espíritu, “Crimen yanqui” es una serie regular de www.revcom.us. Cada entrega se centrará en uno de los cien peores crímenes de los gobernantes de Estados Unidos, de entre un sinnúmero de sanguinarios crímenes que han cometido por todo el mundo, de la fundación de Estados Unidos a la actualidad.

American Crime

La lista completa de los artículos de la serie Crimen Yanqui

 

EL CRIMEN

Entre 1850 y 1900, los inmigrantes chinos fueron súper-explotados en las minas, los campos y los ferrocarriles, así como víctimas de brutal discriminación y represión, incluidas redadas de chusmas de linchamiento.

Inmediatamente después de invadir y apoderarse de la mitad de México en 1848, la que incluía todo el estado de California, los capitalistas estadounidenses comenzaron a reclutar a trabajadores de China para abastecer la enorme sed por mano de obra barata para su expansión hacia el oeste impulsada por la fiebre del oro en California y para construir el ferrocarril transcontinental. A estos inmigrantes (casi todos hombres) los trataron como bestias de carga en horribles condiciones desde el amanecer hasta el atardecer, atestados en diminutas tiendas de campaña, comiendo y durmiendo en cunas de madera, en climas extremos. Para mencionar sólo un incidente, durante una huelga, la compañía canceló el envío de provisiones a los campos de trabajo remotos y los privó de alimentos por una semana.

El papel de los inmigrantes chinos en la construcción de los ferrocarriles es una historia en sí, una hazaña verdaderamente increíble de sacrificio humano y sufrimiento inhumano. Trabajando con palas y picos; perforando agujeros para sentar los explosivos y trepándose urgentemente para escapar de las explosiones debajo de ellos en las montañas de granita que el ferrocarril atravesaba. Trabajaron en ventisqueros y lomos de nieve de 20 metros de altura. Escavaron túneles, dinamitaron, y colocaron las vías férreas. Al principio, a las mujeres chinas las impidieron emigrar a menos que pudieran demostrar que eran de “buen carácter” (es decir, que no eran prostitutas), sin embargo, a algunas las trajeron (o compraron o secuestraron) precisamente para ser prostitutas.

Cuando inmigrantes chinos morían en Estados Unidos, la práctica común era enviar las cenizas o huesos a la aldea de dónde provenía la persona. En 1870, un periódico informó que 20.000 libras de huesos habían sido recolectados de tumbas poco profundas a lo largo de los caminos —huesos de unos 1.200 trabajadores chinos— unos de los miles de inmigrantes chinos que murieron construyendo las vías férreas.

Para pagar la travesía a la “Montaña de Oro” en Estados Unidos, las familias campesinas de China se endeudaban. Los que no podían adquirir préstamos obtenían “boletos de crédito”, dinero adelantado por empleadores estadounidenses para cubrir el viaje pero que tenía que ser devuelto por los salarios ganados durante meses o incluso años de trabajo forzado hasta que pagaran su deuda.

Las compañías ferroviarias enviaban reclutadores a China para llevar a Estados Unidos a miles de trabajadores. Los ponían apiñados como ganado en los atroces cascos de los buques que cruzaban el Océano Pacífico, hasta 500 personas en un casco, hasta la quinta parte muriendo durante la travesía.

Cuando la fiebre del oro y la construcción de las vías férreas disminuyeron, los inmigrantes chinos pasaron a las filas de obra barata disponible para la expansión y crecimiento de muchas otras industrias de Estados Unidos — la recuperación de pantanos para la agricultura de California, la pesca, las fábricas de conservas, y la manufactura (de calzado, costura, cigarros, etc.), como trabajadores agrícolas y más. Esta súper-explotación fue una tremenda fuente de la riqueza que contribuyó en gran medida al crecimiento de la economía de Estados Unidos en las últimas décadas del siglo 19.

In the largest mass lynching in U.S. history, a white mob of 500 tortured and murdered 17-20 Chinese in downtown Los Angeles, 1871.
Cadáveres de las víctimas del linchamiento más grande de la historia de Estados Unidos. Una turba de 500 blancos torturó y asesinó a entre 17 y 20 chinos en el centro de Los Ángeles en 1871.

 

Newspaper illustration of the anti-Chinese rioting in Denver, Colorado, in 1880Imagen en un periódico de un motín anti-chino en Denver, Colorado en 1880.

Para imponer esta súper-explotación y mantener la supremacía blanca durante más de medio siglo (1850-1900), a los inmigrantes chinos les negaron los derechos más básicos y los sometieron a la violencia y el terror racistas sancionados oficialmente que alcanzó su apogeo en los años de depresión económica de los finales de las décadas de 1870 y 1890.

La infame Ley de Exclusión de Chinos de 1882 fue la primera ley promulgada por el Congreso para impedir que un grupo étnico específico inmigrara a Estados Unidos. Impidió que los chinos en Estados Unidos volvieran a entrar sin certificados. Impidió a los residentes chinos de Estados Unidos adquirir la ciudadanía. Esta negación oficial de los derechos abrió las puertas a una multitud de ataques legales y políticos contra ellos (ver gráfico abajo). Significaba que las familias estaban permanentemente separadas. La población de inmigrantes chinas, principalmente hombres, no podía traer a la familia, ni siquiera a un cónyuge, y tampoco se les permitía casarse con blancos. Esta ley cruel no fue revocada hasta 1943, y las cuotas de inmigración basadas en la raza, para los chinos y otras razas, seguían siendo la ley estadounidense hasta 1965.

Se aproaron docenas de leyes municipales, estatales y federales entre mediados de los años 1800 y principios de los 1900 que se dirigían a los chinos, entre ellas leyes racistas y xenófobas que impedían que un chino declarara en contra de un blanco, aunque fuera en un caso de homicidio, lo que daba impunidad legal a los asesinos blancos.

Adoptaron leyes que prohibían a los chinos matricularse en las escuelas públicas, poseer bienes raíces u obtener licencias comerciales y contratos gubernamentales; una ley que legalizó un día de fiesta estatal de California para celebrar manifestaciones públicas anti-chinas; una que limitó a 15 el número de chinos en un barco que llegara a Estados Unidos; una que les negó a los chinos el derecho a fianza y habeas corpus; una que impidió la contratación de chinos, o los despidieron, en los trabajos que los habían obligado a hacer después de la fiebre del oro y la construcción de las vías férreas.

Las leyes y los ataques oficiales desataron la violencia xenofóbica. Las chusmas de blancos invadieron los barrios de los inmigrantes chinos (conocidos como Chinatowns), incendiando casas y saqueando tiendas, disparando, linchando, arrancándoles la cabellera a las víctimas y marcándoles con hierros calientes. En un incidente, una chusma le cortó los genitales a un minero chino. En otro, ataron a un hombre a una rueda de una carreta que condujeron a alta velocidad hasta que lo decapitaron. En otro, un chino fue golpeado hasta la muerte y su cadáver mutilado, lo que pasaba a menudo. En 1885, en Rock Springs, Wyoming —un centro minero de carbón junto al ferrocarril Union Pacific— unos justicieros blancos masacraron a 28 mineros chinos y dejaron a muchos otros heridos.

En 1871, el linchamiento en masa más grande en la historia de Estados Unidos ocurrió cuando una multitud de 500 blancos torturó y asesinó a entre 17 y 20 chinos en el centro de Los Ángeles. A finales de 1800, en todo California, las turbas anti-chinas se propagaron como pólvora: Fresno, Sacramento, Los Ángeles, Pasadena, San José, Stockton, Napa, Chico, Vallejo, Locke, Santa Cruz, Redding, Sonoma, Hollister, Vacaville, Truckee, Petaluma, San Francisco, Placerville, la ciudad de Nevada, Carson, Yuba City, Santa Rosa, Lincoln y Wheatland. La limpieza étnica de los chinos continuó en otros estados como en Oregon, Washington, Colorado, Wyoming y otros.

       

Para Estados Unidos esto se estaba dando en un contexto global más amplio. Miles de chinos se veían impulsados hacia Estados Unidos como resultado directo del saqueo y dominación imperialistas de China. Gran Bretaña, Francia y Estados Unidos se habían dividido China en “esferas de influencia” para el comercio exterior, el tráfico de opio, y los misioneros. A mediados de los 1800, China fue derrotada en dos Guerras del Opio, primero por Inglaterra, y después por Inglaterra y Francia. Como resultado, China se vio obligada a comprar opio de los británicos y pagar reparaciones de guerra a Inglaterra y a Francia, y abrir sus fronteras a la explotación sin restricciones por los poderes del oeste. La manufactura extranjera aplastó a la industria local. Y para pagar reparaciones a las potencias coloniales, el gobierno chino le exprimió al pueblo con altísimos impuestos. Las horribles condiciones del pueblo chino, que en ese entonces eran en su gran mayoría campesinos, empeoraron aún más y llevaron a muchos a buscar trabajo en Estados Unidos.

LOS CRIMINALES

Leland Stanford fue uno de los principales criminales. Fue un industrialista que ganó millones de dólares como presidente de la empresa de ferrocarril Southern Pacific Railroad y después de Central Pacific Railroad. Leland Stanford fue elegido gobernador de California en 1861 y fue senador federal de 1885 a 1893. En un discurso ante la legislatura de California en 1862 dijo: “La presencia de cantidades de esa gente degradada y distinta ejercería un efecto perjudicial sobre la raza superior [blanca]”.

Entre sus socios de negocios contaba con Charles Crocker, que utilizó tácticas de hambre así como una pandilla de hombres blancos bien armados para romper una huelga de los trabajadores ferroviarios chinos.

El uso de la violencia oficial y no oficial servía para imponer la súper-explotación y la opresión racista de los inmigrantes chinos.

Esta cultura de la sociedad dio origen a dirigentes sindicales populistas como Dennis Kearny y su Partido de Trabajadores. Kearny dijo: “Para ser un estadounidense, la muerte es preferible a la vida a la par de los chinos”. Él es el que lanzó la consigna “¡fuera los chinos!”

Y en 1892, en el Los Angeles Times se escribió que: “Los hombres y mujeres blancos que desean ganarse la vida han estado llevando a cabo por algún tiempo una protesta en silencio contra los granjeros y los empacadores que emplean a los chinos en lugar de los blancos”.

LA COARTADA

A través de medios legales y extra-legales, la clase gobernante movilizó a la sociedad estadounidense, incluso utilizando su prensa / medios de comunicación y la cultura de masas, para promover ampliamente el cuento de que los chinos les estaban quitando los trabajos a los blancos y que abarataban los salarios. Además, a los inmigrantes chinos les pintaban como extranjeros intrínsecamente malvados y siniestros, responsables de todos los problemas económicos y sociales de Estados Unidos, importadores de misteriosas enfermedades exóticas, drogas y prostitución que se deben mantener fuera de Estados Unidos. Y los que ya estaban en Estados Unidos deben aceptar ser explotados o “escoger” el vivir con temor.

Los propietarios y los operadores de la prensa capitalista desempeñaron un papel en la promoción de la xenofobia, de la histeria de la supremacía blanca. Por ejemplo, en 1873, el periódico San Francisco Chronicle escribió: “¿Quiénes han construido un sucio nido de iniquidad y podredumbre en nuestro medio? Los chinos. ¿Quiénes llenaron nuestros talleres excluyendo la mano de obra blanca? Los chinos. ¿Quiénes expulsan la mano de obra blanca con su competencia furtiva pero exitosa? Los chinos”. El propietario del periódico, William Randolph Hearst, acuñó la frase y promovió el miedo racista hacia el “peligro amarillo”.

EL VERDADERO MOTIVE

Como una reserva de mano de obra súper-explotable, los chinos fueron llevados —algunos posiblemente secuestrados­— a Estados Unidos para construir la base de la economía de ese país en un momento en que se expandía y necesitaba esta vasta y barata mano de obra. Pero en la década de los 1860, la minería ya no era rentable y los inmigrantes chinos que llegaron se unieron a los mineros de oro desplazados que trabajaban construyendo las vías férreas. En la década de los 1880, los capitalistas estadounidenses ya no tenían la misma necesidad para esta mano de obra barata, como la habían necesitado en décadas anteriores. La fiebre del oro de California terminó en 1855, el primer ferrocarril transcontinental fue terminado para 1869, otras industrias nacieron, y Estados Unidos se encontraba atascado en la recesión de fines de los años 1870. Los propietarios de plantaciones del sur dejaron de importar mano de obra china ya que el sistema de aparcería y el Jim Crow se hicieron más establecidos.

Además, la decisión de excluir a los inmigrantes chinos afirmó y ayudó a mantener la cohesión social basada en la supremacía blanca, particularmente en el estado de California. Acusar a los chinos en un momento de recesión económica fue un medio para dirigir la ira y el resentimiento de muchos blancos de la clase baja (incluyendo en el movimiento obrero) contra los inmigrantes, en vez de contra el sistema capitalista como la causa de su miseria. También abrió ciertos puestos de trabajo para trabajadores blancos. Y sirvió para impedir el crecimiento de la población no blanca de chinos (y de hecho la Ley de Exclusión sí logró disminuirla radicalmente).

La Ley de Exclusión de Chinos de 1882 (ratificada en 1892 y 1902) estableció precedentes para discriminar legalmente a un grupo entero de personas basándose únicamente en la etnia y el país de origen.

Fuentes

Revolutionary Worker (ahora revcom.us), 16 de febrero de 1997, “Sacramento Delta Blues: Chinese Workers and the building of the California Levees, 1860-1880” (en ingles) [Los blues de la Delta del río Sacramento: Los trabajadores chinos y la construcción de los diques en California, 1860-1880]

Wikipedia — Chinese Exclusion Act, Leland Stanford, Charles Crocker, History of Chinese-Americans (en inglés) [La Ley de Exclusión de Chinos, Leland Stanford, Charles Crocker, Historia de los chino-americanos]

Chinese Exclusion Act (history.com) [Ley de exclusión de Chinos]

LA Weekly, 10 de marzo de 2011, “How Los Angeles Covered up the Massacre of 17 Chinese,” de John Johnson Jr. (en inglés) [Cómo Los Ángeles encubrió la masacre de 17 chinos]

 

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