Cáncer cervical: Prevenible, pero bajo el capitalismo no lo es

12 de marzo de 2017 | Periódico Revolución | revcom.us

 

Cada año, diagnostican a más de 500.000 mujeres en el mundo con el cáncer cervical (cáncer del cuello uterino), y la mitad de ellas mueren de la enfermedad. En Estados Unidos, aproximadamente 13 mil mujeres al año son diagnosticadas con el cáncer cervical, y cerca de 4 mil mueren de la enfermedad.

Según estadísticas de 2012, más o menos 84 por ciento de los casos de cáncer cervical ocurren en los países subdesarrollados. La incidencia más alta del cáncer cervical se encontraba en África, América Latina y el Caribe, y la más baja en América del Norte. El país con el mayor índice del cáncer cervical era Malawi, seguido por Mozambique. El cáncer cervical es la cuarta causa principal de muerte por cáncer a nivel mundial, y la primera causa importante de muerte por cáncer en África (Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer). Las dimensiones de este gravísimo problema de salud a nivel internacional reflejan lo disparejo del desarrollo mundial, pero agravado por la dominación y explotación del tercer mundo por los países ricos e imperialistas.

Esta situación no sólo es horrible, es totalmente innecesaria. El cáncer cervical es el segundo cáncer más común a nivel mundial, pero es altamente prevenible. Puede y debe ser fácilmente prevenible. Pero en el mundo actual, así como es ahora, incluso en Estados Unidos, no lo es.

La mayoría de los casos de cáncer cervical los causa infecciones sexualmente trasmitidas con el virus del papiloma humano (VPH), por el cual existe una vacuna, Gardasil. Pruebas, como la de Papanicolauo, pueden detectar anormalidades precancerosas en el cuello uterino en una etapa temprana, cuando se las puede tratar más fácilmente. También pueden determinar si se necesita un monitoreo más riguroso. Por eso la prueba es la primera línea en la prevención del cáncer cervical. Sin embargo, la enfermedad persiste porque muchas mujeres no reciben pruebas regulares, debido principalmente a las relaciones sociales y económicas dominantes en el mundo de hoy.

Veamos, por ejemplo, la situación en Estados Unidos donde a las mujeres, especialmente a las de bajos ingresos y minorías, se les dificulta recibir la prueba de Papanicolauo de manera regular, por razones como: falta de seguro médico; poco o ningún acceso a la atención médica a bajo costo, poca educación sobre la salud; incapacidad de salir del trabajo para ir al doctor; y falta de centros de salud adecuados en sus comunidades. La situación está para empeorarse si se le permita a Trump mantenerse en el poder. Ha prometido quitarle fondos federales a Planned Parenthood (Planificación Familiar) — que provee 270.000 pruebas de Papanicolauo al año. Prepara para eliminar el Obamacare, lo que dejará a más personas sin seguro médico, especialmente negros, latinos y otras minorías.

Además, hay una oposición ideológica tóxica a la prueba y el tratamiento del cáncer cervical promovida por los fascistas cristianos — que ahora están enraizados en la Casa Blanca. Cuando se anunció en 2005 que la vacuna Gardasil es 100 por ciento efectiva en la prevención de las principales cepas bacterianas que causan el cáncer cervical, Tony Perkins, presidente de Family Research Council (Consejo de Investigación Familiar), un grupo cabildero cristiano fascista, dijo, “Nos preocupa que esta vacuna se promueva a un sector de la población que debe recibir un mensaje sobre la abstinencia. Comunica el mensaje equivocado”. Son los fascistas cristianos anti-científicos y patriarcales que desde hace décadas se empeñan a arrebatar los derechos al aborto y a los anticonceptivos; a eliminar la educación sexual; propagar la MENTIRA de que el feto sea un bebé y que la mujer sea incubadora; que predican que el sexo es sólo para procrearse y que es pecado tener el sexo fuera del matrimonio. Quieren cerrar Planned Parenthood por motivos al estilo de la Edad de Tinieblas. Esos enemigos de las mujeres son culpables de contribuir a las condiciones que no permiten que las mujeres reciban la prueba de Papanicolauo y no reciben la vacuna que podría salvarles la vida.

Debido a todo eso, son menos las mujeres con acceso a pruebas tempranas, y son más las mujeres que mueren del cáncer cervical. Según la Agency for Healthcare Research and Quality (Agencia para la Investigación y Calidad de la Salud), casi la mitad de las mujeres recientemente diagnosticadas con el cáncer cervical no recibieron una prueba de Papanicolauo durante los cinco años anteriores (Washington Post, 2 de mayo de 2011).

El Dr. John Farley, un oncólogo ginecólogo y profesor en la Escuela de Medicina de la Universidad Creighton en St. Joseph’s Hospital and Medical Center en Arizona, dice, “Tenemos una vacuna capaz de eliminar, como polio, el cáncer cervical, y es actualmente disponible, pero sólo el 40 por ciento de las muchachas de la edad de 13 a 17 años han sido vacunadas. Es un fracaso épico de nuestro sistema de atención médica en su cuidado a mujeres en general y a minorías específicamente” (CNN.com, 25 de enero de 2017).

Un estudio nuevo: Tasas más altas de mortandad y una mayor brecha entre las mujeres blancas y las negras

Un nuevo estudio publicado en la revista Cancer hace hincapié en que esta situación es de vida y muerte. Revela que la tasa de mortandad por el cáncer cervical en Estados Unidos es muy mayor que lo que se estimaba antes y que la diferencia entre la tasa de mortandad de mujeres negras comparada con la de mujeres blancas es bastante mayor (New York Times, 23 de enero de 2017).

Mujeres negras mueren de la enfermedad a una tasa comparable con mujeres en muchos países pobres del tercer mundo, y estudios anteriores ya habían observado la disparidad racial en las tasas de cáncer cervical. Pero se creía que la brecha en Estados Unidos venía reduciéndose porque las tasas de mortandad por cáncer para mujeres negras se disminuían. Sin embargo, la manera en que evaluaban la tasa en el pasado comparaba el número de mujeres que murieron de la enfermedad con la población general en riesgo — que incluía a mujeres que se habían sometido a una histerectomía (se les había extirpado el útero, y por lo tanto no estarían en riesgo del cáncer cervical). Es una diferencia importante: alrededor del 20 por ciento de mujeres en Estados Unidos se han sometido a una histerectomía, con tasas más altas para mujeres negras que las blancas.

       

Este nuevo análisis, que excluía a mujeres con histerectomías, ahora calcula la tasa de mortandad de mujeres negras en un poco más de 10 de cada 100.000 — comparado con el cálculo anterior de 5.7 por 100.000. Y para mujeres blancas, calcula la tasa en un 4.7 por 100.000 — comparado con el anterior de 3 por 100.000 (un 77 por ciento más mortífero para mujeres negras y un 44 por ciento más mortífero para mujeres blancas que se pensaba anteriormente).

El cáncer cervical es prevenible, pero bajo el capitalismo no lo es

Por lo que tenemos que preguntar, ¿qué del sistema económico y político del capitalismo crea una situación donde tantas mujeres mueren del cáncer cervical siendo una enfermedad altamente prevenible?

En este país, la atención médica —uno de las cosas más básicas que permiten al ser humano mantenerse vivo y tener una vida digna— NO es un derecho. Proveer atención médica a la población debe ser la responsabilidad de cualquier gobierno, o cualquier sociedad. Pero hoy día unos 28 millones de personas aún no cuentan con seguro médico. Es más, se prevé que si Trump elimina a Obamacare, se le agregará más de 20 millones de personas a esa cifra. Un estudio de la revista American Journal of Public Health en 2009 encontró que cerca de 45 mil muertes al año en Estados Unidos se pueden atribuir a la falta de seguro médico.

Cualquier sociedad debe priorizar la atención médica para el pueblo, con cuidado y compasión. Hay muchos doctores, enfermeros y otros trabajadores que se dedican a salvar vidas y dar a los pacientes el mejor tratamiento médico que puedan. Hay personas, como las con Médicos sin Fronteras, que se arriesgan la vida viajando adonde Estados Unidos libra guerras imperialistas para tratar de salvarle la vida a la gente. Pero lo que estas personas se esfuerzan para hacer se topa con el propio sistema médico estadounidense — que es completamente entretejido con la propiedad privada, y control de los medios de producción, y la organización de la economía en general. El economista político Raymond Lotta cuenta de que la pregunta que hizo una persona al experto sobre la salud de CNN Sanjay Gupta: “¿No tendría sentido enfocarse en el cuidado preventivo, en la salud concreta de la gente como la primera prioridad?”, y Gupta contestó, “Desde un punto de vista médico y ético, sí tendría sentido dar más énfasis a la atención médica preventiva. Pero desde la hoja de balance, no tiene”. En cada aspecto de la atención médica —seguro médico, hospitales, farmacias, doctores, etcétera— las ganancias lo determinan todo, antes que la salud y las necesidades del pueblo.

Pues bien, imaginémonos si las redes hospitalarias estadounidenses —de las cuales muchas son propiedad de enormes corporaciones— de hecho trataran de hacer algo respecto la alta tasa de cáncer cervical, especialmente entre mujeres negras y otras mujeres de color.

Pongamos que una de esas redes o cadenas hospitalarias contratara a suficientes doctores, enfermeros y otra personal para que los pacientes recibieran el cuidado que necesitan. Que proveyera pruebas para el cáncer cervical sin cobrar, que fuera a la comunidad haciéndolo muy accesible para que las personas no tuvieran que viajar al hospital. Que hiciera una promoción extendida, —especialmente en comunidades pobres, negras y Latinas— proveyendo educación sanitaria sobre la prevención del cáncer cervical y la importancia de la detección y prevención temprana. Que proveyera los servicios sin cobrar o a bajo costo para que incluso las personas sin seguro médico pudieran recibir pruebas y tratamiento, y diera subsidios y tratara de negociar con farmacias. Que hiciera esfuerzos para contrarrestar activamente la supremacía blanca, el patriarcado y el pensamiento religiosos oscurantista y anticientífico que tan frecuentemente influyen en decisiones de todo tipo relacionadas con el cuidado al paciente e investigación médica. Esos son los pasos iniciales de tipo que se necesitan para lidiar con las cosas que dificultan a tantas mujeres recibir las pruebas, las diagnosis y el tratamiento para el cáncer cervical — que resultan en que tantas mujeres mueren del cáncer cervical.

Bueno, en muy poco tiempo esa red hospitalaria se vería obligada a cerrar. ¿Por qué? Porque si bien todas esas medidas hacen falta para ayudar a resolver este problema — requieren muchos fondos, no generan ganancias. Por lo tanto este hospital no podría competir con otras redes hospitalarias. También eso se opondría al pensamiento político e ideológico dominante en la sociedad y sería atacado — especialmente por fascistas cristianos, que incluyen poderosas fuerzas en el gobierno que exigirían que le quitaran fondos.

Esos hospitales todavía serían sujetos a las leyes del capitalismo, de ganancias al mando; todavía funcionaría en un mundo donde la supremacía blanca y el patriarcado corren por cada vena de la sociedad. Todavía funcionaría en un sistema capitalista que considera todo eso una “industria de atención médica” en vez de “atención médica”, y como cualquier otro sector de la economía, sirve a la inversión, es negocio — no sirve a las necesidades sociales ni una responsabilidad social.

De hecho, hay doctores, enfermeros y otros que tratan de hacer algo de lo que se describió arriba. Pero el problema es más grande que un solo hospital, una compañía farmacéutica codiciosa, o laboratorio de investigación médica avaro. Requerirá una revolución para poner fin al sistema capitalista, que produce las leyes económicas que requieren que las cosas funcionen así, con las ganancias al mando.

De hecho, las cosas no tienen que ser así. Podrían ser radicalmente diferente en el estado hecho posible por una revolución y visualizado en la Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte, escrito por Bob Avakian. Para leer cómo es posible, haga clic aquí.

Las personas se mueren de tantas formas distintas debido a la misma naturaleza del capitalismo.
Nos hace falta un mundo todo nuevo.
Nos hace falta una revolución.

 

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