Estados Unidos: Monstruoso super-depredador, ahora con esteriodes

26 de abril de 2017 | Periódico Revolución | revcom.us

 

Las imágenes inundan nuestras pantallas. En Mosul, ríos de personas huyen del sitio de Estados Unidos a Irak, atravesando escombros, esquivando balas, cruzando donde una vez había casas, negocios, un soldado muerto. Un niño se aferra a su papá, una niña carga a su hermanita, tienen temor en la mirada, buscan una salida.

Deje que su mirada recorra el mundo y vea la realidad: las personas rebuscan entre los escombros para encontrar a sus hijos, los hombres son torturados por guardias estadounidenses en Abu Ghraib, las aldeas son arrasadas por aviones no tripulados estadounidenses. Millones de refugiados en fuga, la vida a duras penas, en enormes ciudades carpa, viven bajo un sol abrasador y se congelan en el invierno; o emprenden la travesía por mar en pequeñas lanchas que dejan a los afortunados en una Europa que no los quiere, mientras que miles de otros se ahogan en el mar y los cuerpos acaban en las playas.

¿POR QUÉ?

No se debe a ninguna supuesta “naturaleza humana” que no se puede cambiar, tal como nos dicen, sino a un sistema inhumano, al capitalismo-imperialismo, que se basa en una competencia de vida o muerte entre bloques de capital, y entre estados capitalistas, una competencia que los obliga incesantemente a expandirse, a ver en las maravillosas regiones y diversos pueblos de nuestro mundo únicamente recursos que saquear y cuerpos que esclavizar. Inevitablemente, chocan con obstáculos: otras potencias imperialistas que hacen lo mismo; hombres fuertes regionales que quieren jugar en las grandes ligas; pueblos o naciones que se niegan a someterse. Por lo tanto, las guerras de conquista, las guerras de ocupación, las guerras de sustitutos se convierten en complementos necesarios de la acumulación de ganancias capitalistas a nivel mundial.

El presente sistema canaliza la mano de obra, la creatividad y los conocimientos de millones de personas hacia el desarrollo de los medios para que asesinos sentados ante pantallas de computadores llueven destrucción sobre una pequeña aldea a 8.000 kilómetros de distancia o para inculcar en los soldados jóvenes la mentalidad de torturadores, asesinos de bebés y asesinos en masa en tierras ajenas.

Y cosas peores se vislumbran en el horizonte cercano. El régimen fascista de Trump y Pence todavía no tiene a la sociedad bajo su bota, pero no está esperando a hacerlo antes de escalar la agresión militar; de hecho, está contando con el militarismo para proyectar “fuerza” dentro de Estados Unidos, para azuzar a su base social fascista y para convencer a las fuerzas rivales en la clase dominante de Estados Unidos a que se cierren filas en torno al régimen.

Durante la campaña electoral, Trump dijo, de hecho: “¡Hay que bombardearlos todos hasta la muerte, carajo!”. Y casi se ha triplicado el índice de bajas civiles en las guerras del Medio Oriente. Los fascistas se regocijan cuando lanzan cohetes, cuando sueltan masivas bombas, cuando despliegan armadas en los mares de Asia. Amenazan y amedrentan, juegan con las armas nucleares con una temeridad criminal. Entre las “opciones que están bajo consideración” está la guerra con Rusia o China; Corea del Norte es “un problema” y “nosotros… Estados Unidos… lo resolveremos….”. Solo hace falta que una potencia rival “le pida enseñar las cartas” a Trump para que la espiral de peligros termine en una guerra nuclear, y pone en peligro la vida de decenas de millones de seres humanos y la habitabilidad del planeta mismo.

Hay que expulsar a este régimen antes de que consolide el poder y antes de que desate un infierno peor sobre la humanidad. Pero los truenos y el tormento de las guerras de conquista y dominio son una parte integral del sistema en su conjunto, tal como muestra el legado de las dos guerras mundiales del siglo 20 que dejaron más de 75 millones de muertos y las guerras que arden implacables a lo largo del Medio Oriente y Asia central.

ESTO TIENE QUE TERMINAR y ES POSIBLE TERMINARLO. Terminarlo quiere decir derrocar al sistema lo causa —país por país, pero con el objetivo de hacerlo en el mundo entero— y establecer sociedades socialistas que pongan las necesidades del pueblo del mundo al centro de la vida económica, política y social. Al carajo “Hacer que Estados Unidos tenga grandeza”. Bob Avakian, el líder de la revolución, dice “Internacionalismo: El mundo entero ante todo”, y esta perspectiva y dirección deben inspirar a las personas para que acojan la revolución, forjen nuevas alianzas e imbuyan y guíen una sociedad completamente nueva.

En Estados Unidos, y en todo el mundo, hay millones de personas que lucharían por un futuro en el que la energía y la creatividad de las personas sirvieran para sanar a la gente y al planeta y no para destruirlo. Las personas de todo el mundo que nuestros gobernantes satanizan son nuestros hermanos y hermanas, y —si nos conectamos con ellas y cuando nos conectemos con ellas con una dirección revolucionaria—, llegarán a ser nuestros aliados en una lucha revolucionaria consciente para liberar al planeta y forjar un mundo digno para los seres humanos.

 

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