Trump después de 100 días: No se trata de “qué tan poco logró…” sino qué tanto hizo avanzar las cosas hacia el fascismo manifiesto

10 de mayo de 2017 | Periódico Revolución | revcom.us

 

“Al aproximarse el fin de los primeros cien días del régimen, no se trata —como dicen los medios de comunicación liberales establecidos y los demócratas— de qué tan poco logró Trump en esos primeros 100 días, sino que la esencia más bien es qué tantoqué tan lejos han ido las cosas que ya ha hecho, qué tan draconianas son las cosas que ya ha hecho y a donde conducirá esto sin detenerlo. Y pronto”.

― palabras de Andy Zee, vocero de Libros Revolución-Nueva York, el 27 de abril en el Taller Nacional de Emergencia de Rechazar el Fascismo “El fascismo en Estados Unidos: ¿Podría ocurrir aquí? ¿Está ocurriendo aquí? ¿Qué peligro representa el gobierno de Trump y Pence?”. Vea el video en inglés AQUÍ.

El 29 de abril, Donald Trump celebró sus primeros 100 días en el poder faltando a la tradicional cena de corresponsales de la Casa Blanca y a cambio, dio un discurso en Harrisburg, Pensilvania, que solo se puede describir como un mitin al estilo de Hitler. Ahí ostentó sus muchos logros —fascistas—, como el nombramiento a la Suprema Corte del gestor fascista Neil Gorsuch, el lanzamiento de múltiples ataques contra los inmigrantes, el mayor respaldo a las “fuerzas del orden” (también conocidos como puercos asesinos), el evisceramiento de las regulaciones ambientales y el mayor fortalecimiento de las fuerzas armadas de Estados Unidos. Trump no “extendía la mano a otros” ni “se normalizaba”, sino que redoblaba su agenda fascista, a la vez que abría otra semana de despiadados ataques a la gente y el planeta.

Ataques y amenazas de destripar derechos y normas básicos

Por lo común, la cena de corresponsales es un evento en el que la prensa establecida se burla levemente del presidente y viceversa, y propagan ante el mundo la ilusión de que en Estados Unidos la prensa libre sirve de contrapeso sobre el presidente. Pero no ocurrió en esta ocasión. Trump no toleraría nada de eso. Ha declarado que la prensa es “el enemigo del pueblo”. En Harrisburg desvarió que no fue a la cena porque la prensa “es una vergüenza”.

No es simple ni principalmente que Trump se porta como un bravucón que se ofende muy fácilmente. Concuerda con una creciente guerra contra la prensa y el derecho a la expresión más en general. El 30 de abril, el jefe de gabinete de Trump, Reince Priebus, le dijo ominosamente a la ABC News que “algo que se está estudiando” es la posibilidad de cambiar las leyes sobre el libelo para que el gobierno pueda demandar a la prensa por “difamación” — algo que Priebus reconoció que iba a requerir una enmienda a la I Enmienda de la Constitución (de hecho, su evisceramiento, e incluso su abolición).

En el mismo sentido, la semana pasada Trump exigió que el Senado federal suprimiera las reglas que estipulan que se necesitan más de 60 votos para aprobar ciertas medidas, declarando que estas normas, cuyo propósito es generar cierto elemento de consenso en la clase dominante, son un “sistema arcaico”.

Luego el 4 de mayo, Trump firmó una nueva orden ejecutiva que permite que las organizaciones religiosas exentas de pagar impuestos apoyen directamente a candidatos. Este ataque contra la separación entre la religión y el estado le da poder al bloque de poder fascista cristiano, y es un paso hacia la imposición forzosa de religión reaccionaria en toda la sociedad.

El régimen de Trump está atacando a algunas de las normas básicas de esta sociedad. Estas normas son democrático-burguesas — o sea, regulan el funcionamiento normal de un sistema de explotación, saqueo y opresión. Son derechos democráticos en un marco básico en el cual los capitalista-imperialistas dictan su voluntad sobre la sociedad. Estas normas les permiten a los gobernantes resolver las divergencias entre sí, pero también les dan a las masas cierto “espacio” limitado en el cual pueden debatir y organizarse (aunque esto está bajo ataque constante, y a menudo se reprime con la violencia en este mismo funcionamiento normal del sistema). Pero el objetivo de la embestida de este régimen contra estas normas NO es el de cambiarlas al servicio de las masas, sino más bien de reconfigurar radicalmente el filo de la dictadura y hacerla mucho más violenta y más abiertamente represora, cualitativamente más represora, contra sus rivales así como las masas populares. De lograr esa reconfiguración, las consecuencias serán graves; y lo que ya han logrado ha causado mucho sufrimiento y ha puesto al planeta en enorme riesgo.

Señales y preparativos para dar saltos en la limpieza étnica y el genocidio

En Harrisburg, Trump reservó su veneno más odioso para los inmigrantes y los nacidos en el extranjero, a quienes comparó a “serpientes”, en un lenguaje directamente de la Alemania nazi. Cuando unos valientes manifestantes se pusieron de pie, él amenazó: “Así es, sáquenlos de aquí. Sáquenlos”. Trump azuzaba y organizaba a su base social fascista en el estadio. Al mismo tiempo, afuera crecía la movilización de grupos fascistas y violentos tipo “derecha alternativa” de motociclistas neo-nazis, rapados, del Ku Klux Klan, puercos policías fuera de servicio, milicianos y otra escoria supremacista blanca que se alistaban para atacar a los manifestantes contra Trump. En dos ocasiones en abril, cientos de fascistas bravucones cayeron sobre Berkeley, California, listos para broncas. En Pikeville, Kentucky, unos nazis armados desfilaron, enfrentados por una cantidad similar de manifestantes anti-fascistas.

Dos días después, Trump alabó al presidente Andrew Jackson, y se preguntó en voz alta: “¿Por qué se dio la guerra de Secesión?”. Esta invocación y exaltación de un genocida esclavista al servicio de una agenda de una terrorista limpieza étnica y de creciente violencia contra los negros, latinos y otra gente de color en las comunidades urbanas marginadas, está al centro de la agenda trumpista “Hacer que Estados Unidos vuelva a ser blanco”.

Alianzas con asesinos regímenes autoritarios y su legitimación

Mientras tanto, Trump tuvo una “conversación amistosa” con el presidente de Las Filipinas, Rodrigo Duterte, en que lo alabó por qué tan duro combatía para “erradicar” las drogas de su país. Desde que tomó el poder, Duterte ha ordenado que la policía y los vigilantes justicieros sembraran terror y aniquilaran a quienes sospecharan de estar involucrados en la droga. Según ciertos estimados, ha masacrado a 7.000 personas, en su mayoría los más duramente oprimidos, sin el debido proceso legal. ¿Qué nos enseña esto sobre los propios planes de Trump para respaldar a otros asesinos en masa en el mundo y su intensificación de la “guerra contra las drogas” en Estados Unidos?

Además, Trump felicitó al presidente fascista de Turquía, Recip Tayyip Erdoğan, por haber logrado ampliar su poder mediante una draconiana campaña de represión y purgas (últimamente el despido de 4.000 funcionarios públicos y jueces). Él también ha sido invitado a la Casa Blanca, para el 16 de mayo.

Despiadados ataques a los pobres, a la gente trabajadora y a las mujeres

En la última semana, Trump anunció recortes de impuestos que, como dijo un titular, “Trasladan millones de millones de dólares a los más ricos”, y al mismo tiempo anuló las reglas que promueven alimentos escolares sanos, una anulación que perjudicaría desproporcionadamente a los oprimidos. Luego el 4 de mayo, la Cámara de Representantes controlada por los republicanos mayoriteó a la fuerza un proyecto de ley que eliminaría la ley de atención asequible (conocida como “Obamacare”) y recortaría drásticamente el Medicaid, haría trizas las protecciones para las personas con condiciones preexistentes y dejaría a decenas de millones sin seguro médico, al mismo tiempo que a los ricos de Estados Unidos les ofrecería recortes de miles de millones de dolares a los impuestos.

Estas medidas matarán a los pobres, y afectarán de las formas más extremas a los negros, los latinos y los pueblos indígenas que ya viven en condiciones desesperadas. El voto en la Cámara de Representantes para derogar Obamacare hizo que rabiara la base fascista de Trump, para quienes el propio término de “Obamacare” evoca un frenesí racista.

El proyecto de ley sobre “seguro de salud” de Trump y Pence representa un feroz ataque contra los derechos reproductivos de las mujeres, y su propia vida. Entre otras cosas, limita más el acceso al aborto. Impide que Planned Parenthood (Planificación Familiar) acepte pagos de Medicaid por un año, lo que recorta los servicios sanitarios básicos para casi 400.000 mujeres pobres, como las pruebas para detectar el cáncer del cérvix y los senos que podrían salvar vidas, y el acceso al control de la natalidad. El proyecto de ley también abre la puerta para que los estados permitan que las compañías de seguros, según informa la revista Fortune, vuelvan a tratar “la agresión sexual, la violencia doméstica, la depresión post-parto, el embarazo y las operaciones cesáreas como condiciones pre-existentes, y así cobrarles más o negarles cobertura por completo a las mujeres que han tenido estas condiciones”.

El ejercicio más violento del poderío de Estados Unidos en el mundo, más
devastación ambiental

El otro lado de la fascista visión y agenda de Trump es el ejercicio más desenfrenado y violento del poderío de Estados Unidos en el mundo. Esta es una amenaza real para toda la humanidad. Después de advertir que “podríamos terminar por tener un conflicto grande, grande con Corea del Norte”, Trump siguió escalando las amenazas y maniobras militares en la península coreana. El 2 de mayo, se activó en Corea del Sur un sistema estadounidense de defensa anti-misil, que en realidad es un arma ofensiva amenazante. Mientras esto ocurría, unos bombarderos Lancer B-1B participaron en ejercicios de guerra entre Estados Unidos y Corea del Sur que simulaban un ataque a Corea del Norte, poniendo al régimen en mayores aprietos e intensificando la posibilidad de una horripilante guerra, que podría incluir armas nucleares.

Se anunció el primer viaje al extranjero de Trump: a Arabia Saudita, Israel y el Vaticano. Esto indica, entre otras cosas, que los gobernantes estadounidenses les están dando todo su respaldo al estado del apartheid y la limpieza étnica en Israel y al Reino de Saúd fundamentalista islámico corta-cabezas, que cometen enormes crímenes en Palestina, Siria, Yemen y la región entera. La visita a Israel y Arabia Saudita también indica que Estados Unidos tiene planes de actuar de manera agresiva contra la República Islámica de Irán, con el potencial de poner en riesgo la vida de muchas personas en toda la región. En el Cuerno de África, Estados Unidos lanzó nuevos ataques militarse contra Somalia.

En su primer discurso importante, el secretario de Estado Rex Tillerson explicó cómo interpreta la agenda de Trump de que “Estados Unidos viene primero” en la política exterior. Dijo que Estados Unidos había estado “promoviendo actividad económica” y comercio con los países “emergentes” (oprimidos) y que apoyaba a sus aliados, pero que “las cosas se desequilibraban un poco”. Este tema trumpista, de que el más despiadado explotador y belicista líder del mundo se ha portado con demasiada gentileza, tiene como propósito forjar a un pueblo fascista que está dispuesto a aceptar enormes crímenes. Ya es Hora de Trump. A amigos y enemigos por igual los tratarán de manera más despiadada, blandirán más el poderío militar de Estados Unidos… habrá más bombas, más misiles, más escuadrones de asesinato y más riesgo de guerra, y más tráfico con el fuego nuclear.

Y como si eso no fuera suficientemente horroroso, el régimen de Trump y Pence también aceleró su ataque al medio ambiente. El 27 de abril, demoró (básicamente se negó a rechazar) una demanda de la industria de carbón cuyo objetivo es eliminar los reglamentos actuales sobre qué cantidad de mercurio y otras sustancias tóxicas es que las plantas potenciadas por carbón pueden emitir. Al día siguiente, el régimen anunció que “iba a revisar” las políticas y regulaciones para la excavación en mar abierto a las que se opone la industria de combustibles fósiles, lo que incluye la prohibición de excavaciones en mar abierto a lo largo de la mayor parte de la costa del Atlántico y buena parte de Alaska.

No se trata de un régimen que se está volviendo “más normal”. No se trata de un régimen que no está logrando nada. ¡No! Se trata de otra semana más en que un régimen fascista toma acciones rápidas para consolidar su poder. ¡Hay que expulsarlo antes de que lo logre!

 

       

 

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