Cómo la policía mató a Laquan McDonald, cómo el sistema intentó encubrirlo, el peligro de que mediante el encubrimiento salga impune un cerdo policía asesino... y ¡lo que debemos hacer AHORA MISMO!

| Periódico Revolución | revcom.us

 

El juicio del policía de Chicago Jason Van Dyke, acusado de asesinar a Laquan McDonald, empezó el 5 de septiembre — casi cuatro años después de que mató al joven negro de 17 años.

20 de octubre de 2014 Van Dyke maneja su patrulla a la escena en la calle donde otros policías han estado siguiendo a Laquan McDonald por un rato. Seis segundos después de salir de su vehículo, Van Dyke comienza a acribillar a Laquan que está caminando en el centro de la calle, ALEJÁNDOSE de las patrullas, y a una distancia de todo un carril de tránsito. Laquen tiene las manos abajo, al costado. Cuando Van Dyke abre fuego, NO da marcha atrás, como después declara, sino que al parecer se acerca a Laquan mientras le tira balazos. Laquan gira por el impacto de la bala e inmediatamente se desploma, y una calada de humo le salió del cuerpo tirado en el suelo. Van Dyke continúa disparando, un balazo tras otro un total de 16 hasta vaciar el arma. El cuerpo de Laquan se sacude por los impactos de bala pero ni siquiera trata de levantarse.

Esto fue un asesinato al estilo ejecución de un ser humano por un “oficial de la ley” uniformado. La tía abuela de Laquan, que había vivido con él mucho tiempo, se acordó, “Le encantaban las sorpresas. Me acuerdo que una vez, en el cumpleaños de mi mamá, él regresó con un pastel, ni siquiera nos dimos cuenta de que había salido a traer un pastel. Ella se puso tan, tan contenta, le sorprendió tanto. Y él simplemente repetía, ‘Mi abuelita cumple años, mi abuelita cumple años’. Mi mamá se conmovió tanto que no podía dejar de abrazarlo, de besarlo, de decirle lo mucho que lo quería. Simple y llanamente, él era la vida de la casa”.

Un juicio muy insólito de un policía asesino

Juicio de policía por asesinato — casi nunca se oyen estas palabras en Estados Unidos. Lo que uno oye, una y otra y otra vez, es “uso de fuerza justificado” — el apoyo por parte de políticos y agentes de seguridad del sistema a los cerdos asesinos cada vez que afirman que tenían “un temor razonable por su vida”, por lo que se les justifica perfectamente matar a balazos, con llave de estrangulamiento o con toques de taser a sus víctimas, muchos de ellos negros, latinos, e indígenas, incluso si no traían armas o que claramente no representaban ninguna amenaza, o que estaban sufriendo una crisis emocional. En los siete años antes del asesinato de Laquan, la policía de Chicago baleó a casi 400 personas, desproporcionalmente personas negras y latinas — y los oficiales calificaron de “justificadas” todas esas balaceras.

Así habrían dado carpetazo al asesinato de Laquan McDonald — si no se les obligara a revelar un video de dashcam (cámara montada en el tablero del carro) más de un año más tarde, lo que hizo añicos las mentiras. Millones de personas alrededor de Estados Unidos y el mundo vieron lo que la policía y el municipio trataron de encubrir.

El video provocó una tormenta política y social en Chicago. Manifestantes justamente tomaron las calles con gritos de “¡16 balas y un encubrimiento!”, y paralizaron el centro comercial “Milla Magnifica” de Chicago en el “viernes negro”. El Club Revolución era una parte importante de la mezcla en las protestas — así como en las protestas anteriores contra el asesinato policial de Mike Brown en Ferguson — tomando posición con el pueblo, explicando cómo los asesinatos policiales surgen de la naturaleza del sistema, y agitando por la necesidad de una revolución.

El alcalde de Chicago, Rahm Emanuel, y otros en la estructura del poder se apuraron para mantener las cosas bajo control. Los fiscales por fin levantaron cargos contra Van Dyke, apenas un día antes de que el video saliera en público. Pero las protestas continuaron día tras día y noche tras noche, frente las amenazas y la brutalidad policiales, con la demanda de responsabilizar a todos los que participaron en el encubrimiento. La indignación se extendió más allá de las zonas urbanas marginadas, hasta las zonas residenciales de blancos y los sectores profesionales, como las docenas de doctores, residentes, y estudiantes de medicina que hicieron un simulacro de muerte de 16 minutos (por las 16 balas) en frente del Palacio Municipal.

Y ahora, los ojos del mundo están fijados en la sumamente insólita ocasión de un juicio de un policía asesino en Estados Unidos. Lo que ocurra en este juicio, y lo que hagan las masas de gente en relación con ello, pueden tener impactos importantes mucho más allá que Chicago — no sólo sobre la situación de los negros y la lucha contra su opresión sino la intensificación de la situación política en conjunto en Estados Unidos.

Los indicios ya conocidos —e indignantes— de un encubrimiento

Aún antes del comienzo del juicio y durante los primeros días, hay indicios y dictámenes judiciales que señalan que han echado a andar al aparato del encubrimiento, con el propósito de dejar que un policía asesino salga impune:

*El juicio prohibió que la fiscalía usara la palabra “víctima” en referencia a Laquan en la fase principal del juicio — quizás pueda usarla en los argumentos finales si el juez determine que la fiscalía ha establecido la base para ello durante el juicio.

*Al mismo tiempo, permite que los abogados defensores de Van Dyke hablen del pasado de Laquan — seguramente para pintar el joven de un “monstruo” violento al cual el policía tuvo que matar.

*El juez obligó a la mamá de Laquan a asistir una audiencia previa al juicio para contestar preguntas de los abogados de Van Dyke (sin duda al respecto de cosas como el supuesto pasado “violento” de Laquan) — y la amenazó que, si no asistiera, no permitiría que ella asistiera al mero juicio.

*Si bien el juez permitirá que la fiscalía presente el video revelador durante el juicio, también permitirá que Van Dyke presente una “simulación” animada de la balacera que, según se informa, tiene el objetivo de apoyar su declaración de “defensa propia”.

*Cuando Van Dyke desobedeció abiertamente el orden mordaza judicial impuesto a la defensa y la fiscalía por igual, dando una entrevista al Chicago Tribune, el juez sólo le dio un castigo simbólico, un aumento menor de su fianza.

Además, como se ha demostrado repetidamente en otros casos acerca de policías en todo el país, la propia ley bajo este sistema da a la policía una enorme libertad para balacear y golpear a las personas con impunidad siempre que “temen por su propia vida”.

El encubrimiento a alto nivel – y el colapso del encubrimiento

Un día antes del inicio del juicio, Rahm Emanuel hizo un anuncio inesperado de que no se postulará para reelección como alcalde. Los motivos de esta decisión no están claros, pero el juicio enfoca la atención nuevamente en el papel de Emanuel en el encubrimiento del asesinato de Laquan McDonald.

Inmediatamente después de que Van Dyke mató a Laquan, entraron en movimiento los engranes del encubrimiento-de-siempre. Cuando uno de los policías en la escena llamó a la despachadora, ella pidió información sobre la “víctima”. El policía la corrigió: “el delincuente”. La despachadora dijo, “Eso es lo que yo quería decir”. Todos los otros policías en la escena conspiraron para apoyar la mentira de Van Dyke de que Laquan estaba “moviendo” el pequeño cuchillo que traía en la mano “de manera agresiva” y que “continuó avanzando” hacia Van Dyke, el que “daba marcha atrás” mientras tiraba balazos. Los policías llevaron a la delegación a testigos que habían visto lo que realmente pasó, y les obligó a cambiar sus declaraciones. Presentaron esa “historia” falsa sobre la balacera a los medios de comunicación tradicionales, que la repetían obedientemente.

Más allá del encubrimiento policial inmediato, las principales instituciones del poder local “civil” entraron en acción y desempeñaron su papel de proteger al policía asesino y de tapar ese crimen con un velo de secreto. El video demostraba indisputablemente que se trataba de un asesinato a sangre fría. Pero más de un año pasó mientras el superintendente y otros oficiales policiales importantes, la autoridad “independiente” de revisión a la policía, el fiscal del estado, el consejo municipal, y el alcalde Emanuel todos trataron de suprimir el video.

Emanuel había sido un pez gordo del “aparato” del Partido Demócrata en Chicago y después un oficial de alto rango en la Casa Blanca de Obama, antes de llegar a ser alcalde con el respaldo de Obama. Él y otros en la cima de la estructura del poder se aterraron por la indignación y la protesta que se estallarían tras la publicación del video del asesinato de Laquan, entre los sectores populares más oprimidos que viven bajo el terror policial, pero también más ampliamente, en la tercera ciudad más grande en Estados Unidos — un baluarte histórico de los Demócratas y “lugar de base” de Obama. El municipio de Chicago incluso hizo un acuerdo extrajudicial para pagar $5 millones a la familia de Laquan McDonald — en cambio de una estipulación de que la familia no podía publicar el video.

Sin embargo, el periodista investigador Jamie Kalven y el abogado de derechos civiles Craig Futterman supieron de la existencia del video gracias a un denunciante dentro de las agencias de seguridad. Kalven empezó a informar sobre ello y sobre la autopsia de Laquan que detalló exactamente dónde pegó cada una de las 16 balas. Las denuncias y la indignación se aumentaban hasta tal punto que un juez ordenó la publicación del video. Emanuel se había opuesto a la publicación a cada paso. Y una vez que se hizo claro de que él no podía detenerla, convocó a los ministros y líderes comunitarios antes de la publicación y les amenazó con quitarles todo financiamiento para sus programas y servicios si algo saliera de control en las comunidades. Respondieron con un silencio rabioso. La mayoría de ellos se negaron a prestarse de bomberos sociales, y algunos activamente convocaron a la gente a lanzarse a las calles.

Conflictos entre los gobernantes sobre las reformas policiales

La gran agitación social cuando el video salió a la luz pública 400 días después del asesinato de Laquan provocó una crisis en la cima del poder. Desde el punto de vista de los gobernantes de este sistema, hubo una “grieta” peligrosa en la legitimidad de la policía — no solo entre los negros y otros pueblos oprimidos que son los más afectados por el terror policial y entre los que estaban protestando en las calles, sino entre sectores sociales mucho más amplios.

No era simplemente un “problema en Chicago” para los gobernantes de este sistema. Esto ocurrió en un momento cuando el país estaba sacudido por protestas contra el indignante asesinato policial de Michael Brown (acribillado con las manos en alto), de Eric Garner (muerto estrangulado por una banda de policías en Nueva York por vender cigarros sueltos mientras él repetía, “No puedo respirar”), y de tantos otros. Tres meses antes del asesinato de Laquan, jóvenes desafiantes y otros tomaron las calles en Ferguson durante días y después semanas, negándose a retrocederse ante gas lacrimógena, balas de goma, y la Guardia Nacional. La rebelión de Ferguson creó una onda expansiva que despertó a millones de personas acerca de la fea realidad del maltrato policial a la gente negra y de color, e inspiró una lucha nacional por la justicia que urgía desde hace mucho tiempo.

No es difícil imaginar que Emanuel tenía muy presente, o que le “llamaron la atención” al hecho, de que si saliera a la luz el video del asesinato indignante de Laquan McDonald por Van Dyke, las llamas de la protesta podrían estallar aún más. Ya de por sí Obama estaba a la defensiva política debido a esta cuestión — pues, aquí estaba un “presidente negro” y ¿qué presidía? El asesinato de jóvenes negros por policías — que salían impune.

El Departamento de Justicia (DOJ) de Obama usaba “tácticas duales” durante ese período. Por un lado, y de manera fundamental, apoyaban los departamentos locales de cerdos y por lo general se negaban a levantar cargos federales al salir impune uno tras otro de estos policías gracias a los fiscales y grandes jurados locales. Por otro lado, maniobraban para fingir, y también de hecho intentaban frenar un poco a algunos de las prácticas más atroces, haciendo investigaciones y decretos de consentimiento, que requerían que los departamentos de policías locales se comprometieran con algunas reformas, mientras reforzaban lo fundamental: el papel de la policía como una fuerza represiva en la comunidad negra y otras comunidades de color. También en ese tiempo trataron de atraer a algunos de las personas que habían surgido como activistas a que buscaran un “asiento en la mesa” dentro del sistema mismo.

Todo esto dio marcha atrás cuando el régimen de Trump y Pence tomó el poder. Retiraron los decretos de consentimiento y Trump hasta instó a la policía a ser más brutal en un discurso público en Long Island. Durante su campaña, el propio Trump constantemente amenazó con mandar los “federales” a Chicago, supuestamente para detener a las matanzas entre los jóvenes, pero en realidad para convertir a Chicago en un campo de batalla y modelo ejemplar para una represión mucho más severa contra los negros y latinos en los centros urbanos, primero en Chicago y después en todas partes.

Esta riña ha continuado un rato por medio de una lucha sobre si Chicago tendrá un decreto de consentimiento para reformar a la policía (vea barra lateral, “El decreto de consentimiento de Chicago: qué hace y qué no hace, y por qué es motivo de riñas”). Ahora este conflicto se enfoca en el juicio de Van Dyke.

Esto se veía cuando, en el mero día de apertura del juicio de Van Dyke, Jeff Sessions vino a Chicago a hurtadillas para dar un discurso en una conmemoración anual para policías muertos cuando estaban en servicio; echó la culpa a los manifestantes por ponerle trabas a la policía y por lo tanto ser responsables de miles de muertes por la violencia entre la gente. Este racista infame, ahora el oficial de seguridad más poderoso de Estados Unidos, dijo, “Lo que menos nos hace falta es seguir las protestas de radicales anti-policiales y de los que nunca han hecho la ronda por las calles. Si quieren que se aumente el crimen, hagan caso a los radicales. Si quieren que se disminuya el crimen, hagan caso a los profesionales — hagan caso a la policía. Y voy a ser franco: esta verdad se ha comprobado en Baltimore, San Luis, Chicago. Después de motines, y violencia, y acciones políticas, medidas inadecuadas, la violencia empezó a dispararse, como se ha comprobado, la vigilancia policial proactiva se desvaneció en estas comunidades. Era una catástrofe, realmente, para tantos barrios. Mucha sangre se derramó — miles de muertes innecesarias resultaron”.

La “preocupación” fingida de parte de Trump y Sessions sobre la violencia entre la gente en Chicago no es nada más que un pretexto para criminalizar a los jóvenes marginados y pintarlos de “salvajes” y soltar aún más a los policías asesinos, como parte de su agenda general de imponer a martillazos el reino fascista. Esta agenda avanzará aún más si no declaran culpable a Van Dyke. Como dice una declaración del Club Revolución de Chicago, “Si Van Dyke saliera impune, y el sistema lograra forzar a la gente a tragar ese veredicto, serviría de una gran luz verde para el genocidio. ¡ESTO NO SE PUEDE PERMITIR!”.

Luchando por un futuro diferente

Al comenzar el juicio de Van Dyke, diferentes fuerzas de clase y sociales están en movimiento y plantean diferentes puntos de vista sobre el problema y la solución. Para las personas que buscan la justicia verdadera y cambios fundamentales, es importante poner atención a esta situación y entenderla. Chicago ocupa un lugar central para ambos campos de la clase dominante en Estados Unidos — los representados por el régimen de Trump y Pence y por el Partido Demócrata y Obama. Trump ha convertido en un tema central del programa fascista en general sus amenazas draconianas de intensificar la represión en Chicago. Los dirigentes Demócratas temen que el enfoque del régimen de Trump y Pence resulte en aún más denuncias y oposición a la policía y aún menos “cooperación” con las fuerzas policiales que son consideradas como un “ejército de ocupación” en los guetos y barrios, así como lo reconoció incluso el alcalde de Filadelfia, pero al mismo tiempo temen desesperadamente que las masas de gente se levanten y actúen fuera de los canales normales de este sistema. Tratan de dirigir a la gente a dedicar sus energías a la votación y otras actividades dentro de la política-de-siempre, que incluye la elección de un alcalde de Chicago ahora que Emanuel ha decidido no volver a postularse — pero esta es una trampa mortífera, y no una solución verdadera.

En esta situación, es más imprescindible que nunca que las masas de gente tomen acción histórica independiente — para hacer lo que dice CÓMO PODEMOS GANAR — Cómo en concreto podemos hacer una revolución:

Es necesario que nos opongamos y desbaratemos a las maniobras de los poderes gobernantes para aislar, “cercar”, brutalizar, encarcelar en masa y reprimir de manera sanguinaria a las personas que llevan la vida más dura bajo este sistema y que más necesitan esta revolución. Es necesario que nosotros los “cerquemos” a ellos — al ver que nazca ola tras ola de personas que se levanten en decidida oposición al presente sistema.

Esto es lo que el Club Revolución lucha por hacer, y dirige a la gente a hacer — con el objetivo de ganar a todos que tengan un comino de humanidad a ponerse de pie contra la injusticia concentrada en el asesinato de Laquan y a exigir un veredicto de CULPABLE en el juicio del policía asesino. Y al hacer eso, a plantear que SOLAMENTE una revolución, un cambio fundamental que requiere el derrocamiento de este sistema, podría poner fin a la opresión del pueblo negro y otros crímenes de este sistema.

Este juicio será un factor que contribuye a moldear todo el terreno político este otoño. Es imprescindible que los revolucionarios en todas partes le pongan atención y movilicen apoyo muy ampliamente, en cada ciudad del país. Hay muchísimo en juego. Que quede muy claro:

¡QUE NO SALGA IMPUNE VAN DYKE!

A LA CARCEL CON EL POLICÍA ASESINO --
¡TODO EL SISTEMA ES CULPABLE, CARAJO!

El video de dashcam muestra el funcionario Jason Van Dyke cuando balacea a Laquan McDonald

El policía asesina a Laquan McDonald en el minuto 5

¿Por qué todavía luchamos por la justicia en 2015?

“¿Por qué todavía luchamos por la justicia en 2015?” es un clip en inglés de la película REVOLUCION Y RELIGION: La lucha por la emancipación y el papel de la religión; un diálogo entre CORNEL WEST y BOB AVAKIAN, una película del Diálogo histórico de noviembre de 2014 sobre una cuestión de gran importancia en el mundo de hoy, entre el cristiano revolucionario Cornel West y el comunista revolucionario Bob Avakian. Se puede ver la película entera, en inglés, aquí.

Los cerdos policías de Chicago: una muy larga historia de asesinatos gratuitos, brutalidad y tortura

La policía de Chicago tiene una larga y horripilante historia de disparar y asesinar, y de hacerlo con plena impunidad. Veamos solo unos pocos ejemplos de esa historia.

En 1969, una unidad especial de 14 policías de Chicago asesinó a sangre fría a los Panteras Negras Fred Hampton, 21, y Mark Clark, 22. Los cerdos policías irrumpieron en el apartamento, bajo la dirección del fiscal del Condado de Cook Edward Hanrahan y en estrecha coordinación con el Programa de Contrainteligencia del FBI (COINTELPRO). Con un plan del apartamento proveído por un agente infiltrado, los policías dispararon a toda persona que vieron, acribillando el apartamento a balazos de metralleta. Los cerdos afirmaron que había un tiroteo de armas de ambos bandos, cual mentira se desenmascaró cuando peritos de balística determinaron que los Panteras solo dispararon una bala.

En 2015, el Guardian describió horripilantes detalles sobre el centro de detención Homan Square — un almacén secreto para interrogaciones donde los cerdos de Chicago “desaparecieron” a 7000 personas, 6000 de ellas negras. A solo 68 de ellas les permitieron hablar con un abogado. Ahí torturaban a sus víctimas, a tal punto que unos se confesaron a las mentiras que los cerdos les exigieron. Muchos de los detenidos desaparecieron por días, y ni sus abogados ni familiares podían saber a dónde se los habían llevado. Salta a la vista lo parecido con Guantánamo y las cámaras de tortura que la CIA ha mantenido alrededor del mundo. David Gaeger, un abogado de Chicago cuyo cliente fue detenido en Homan Square en 2011 tras un arresto por marihuana, lo calificó como “un ala como paramilitar del gobierno”.

Anteriormente estaba Jon Burge, un comandante de los cerdos de Chicago que torturó a detenidos por más de 20 años empezando en 1972. Él y otros torturaron a más de 100 hombres negros para sacarles confesiones y para que incriminaran a otros acusados. La tortura incluía puñetazos, porrazos y golpes con otros objetos; choques eléctricos a los genitales con picanas y generadores operados a mano; sofocación con bolsas de plástico; simulacros de ejecuciones; ruleta rusa; quemaduras con radiadores; privación de sueño, comida y uso del baño. Trece de estas víctimas de tortura fueron sentenciadas a la pena de muerte como resultado de las confesiones falsas arrancadas con tortura. Burge se escudó de acción judicial hasta que se venciera el plazo para entablar cargos, y entonces solo estuvo encarcelado por poco tiempo por perjurio mientras que los otros cerdos involucrados en la tortura siguieron en sus puestos.

El Chicago Tribune recopiló en un banco de datos todos los incidentes en que un cerdo Chicago disparó a alguien entre 2010 y 2015, y determinó que lo hacían cada 5 días. En 6 años hubo 435 disparos, más de 2620 balas descargadas, los cerdos matando a 92 personas e hiriendo a otras 170. Unas cuatro de cada cinco personas a que dispararon fueron hombres afroamericanos.

Un informe del gobierno que obtuvo el Instituto Invisible indica que, entre fines de enero de 2004 y abril de 2016, salieron más de 67.000 informes del uso de fuerza por cerdos de Chicago. Además de disparos, ocurrieron miles de otros incidentes del uso de la fuerza a un promedio de 10 personas al día, incidentes en que los cerdos o tumbaron al suelo, dispararon choques eléctricos, o usaron otro tipo de fuerza contra una persona, casi el 90% de las víctimas siendo gente de color. La probabilidad de que jóvenes varones negros fueran víctimas de violencia a manos del Departamento de Policía de Chicago era 14 veces más que para los jóvenes varones blancos. Y sin duda estas cifras sobre los incidentes de brutalidad policial están bajas porque la policía subestima u oculta habitualmente los incidentes del uso de la fuerza contra el pueblo.

 

Consiga una e-suscripción gratuita a revcom.us:



Se necesitan: Voluntarios para revcom.us y Revolución

Envíenos sus comentarios.

Si le gusta este artículo, suscríbase, done y contribuya regularmente al periódico Revolución.