Caso # 35: La guerra de 2011 de Estados Unidos y OTAN en Libia
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Bob Avakian escribe que una de las tres cosas que tiene “que ocurrir para que haya un cambio duradero y concreto hacia lo mejor: Las personas tienen que reconocer toda la historia propia de Estados Unidos y su papel en el mundo hasta hoy, y las correspondientes consecuencias terribles”. (Ver “3 cosas que tienen que ocurrir para que haya un cambio duradero y concreto hacia lo mejor“).
En ese sentido, y en ese espíritu, “Crimen yanqui” es una serie regular de www.revcom.us. Cada entrega se centrará en uno de los cien peores crímenes de los gobernantes de Estados Unidos, de entre un sinnúmero de sanguinarios crímenes que han cometido por todo el mundo, de la fundación de Estados Unidos a la actualidad.
La lista completa de los artículos de la serie Crimen Yanqui
EL CRIMEN
En febrero de 2011, en el contexto de los levantamientos de la Primavera Árabe en Túnez y Egipto, unos sectores de la sociedad libia se sublevaron contra el reino opresivo de 42 años de Muamar Gadafi, cuyo régimen respondió con una feroz represión de las protestas. En ese contexto, con la insistencia de Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó la Resolución 1973 que autorizó la intervención militar de la ONU en Libia. La resolución de la ONU autorizó esfuerzos humanitarios para salvarles la vida a los manifestantes prodemocracia cuyo baluarte en Bengasi, la segunda ciudad del país, estaba bajo la amenaza de ser bombardeado por las fuerzas de Gadafi. Dentro de 48 horas, Estados Unidos y otros países de la OTAN establecieron una “zona de prohibición de vuelos” a lo largo de Libia y empezaron a bombardear a las fuerzas de Gadafi. En los próximos siete meses, 19 países de la OTAN llevaron a cabo masivas operaciones militares por toda Libia. Despacharon portaaviones con aviones de guerra, buques de guerra anfibios, jets con torpedos, aviones de vigilancia, submarinos, y drones estadounidenses Predator armados con misiles. Si bien el grueso del bombardeo y de la matanza lo cometieron Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, y Canadá, en su apogeo la guerra involucró 21 barcos de la OTAN y más de 250 aviones de todo tipo. Más de 8000 efectivos militares de Estados Unidos participaron y sus aviones bombardearon Libia 14.202 veces. Entre los aviones estaban bombarderos furtivos B-2, cada uno armado con 16 bombas de 900 kilogramas.
Las bombas de la OTAN mataron a efectivos de Gadafi, pero también dejaron muertos a muchos civiles, incluidos mujeres y niños. El 14 de mayo, una bomba de la OTAN mató a 11 líderes religiosos e hirió a otros 50 reunidos en Brega para las oraciones del viernes. El 9 de agosto, un avion de la OTAN bombardeó las oficinas de la televisión estatal, Al-Jamahiriya, dejando a 3 periodistas muertos y varios otros heridos. También murió gente común y corriente, como Karima, su esposo y sus hijos, Jomana de dos años y Khaled de siete meses. Ocho de sus otros familiares fueron heridos.
Las fuerzas de Estados Unidos y la OTAN declararon la “liberación” de Libia en octubre de 2011. Una milicia enemiga de Gadafi lo había capturado y matado, hecho añicos al gobierno central y establecido un “Consejo Nacional de Transición” (CNT). Si bien ya habían muerto más de 1000 personas antes de la invasión de la OTAN, para octubre se calcula que habían muerto entre 10.000 y 30.000 personas. Eso incluye soldados y civiles que murieron por la guerra sancionada por la ONU, así como por las enormes atrocidades cometidas por milicias respaldadas por Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia que habían llevado a cabo secuestros, detenciones, tortura y matanzas en masa — 500 de estos ultrajes en solo 2 meses. Durante ese mismo tiempo, migrantes africanos y libios negros sufrieron una campaña racista que incluyó detenciones en masa, linchamientos y otras atrocidades bajo el pretexto de que eran mercenarios del régimen de Gadafi.
La representante permanente de Estados Unidos ante la ONU dijo que el derrocamiento del régimen de Gadafi fue un “modelo de intervención”. Y Gran Bretaña declaró ante la ONU en 2012: “Hoy, Trípoli y Bengasi son ciudades transformadas. Donde antes había temor, hoy hay esperanza y un optimismo y creencia que son realmente inspiradores”. Pero en realidad, en los años desde el derrocamiento del régimen de Muamar Gadafi, Libia ha caído en un estado de caos, y se les ha destrozado la vida a millones de libios.
El CNT jamás fue capaz de consolidar su autoridad sobre sus rivales en otras ciudades y el mosaico de cientos de milicias islamistas y tribales que combaten en las calles por el poder. A tres años del derrocamiento de Gadafi, Libia se había convertido en un lugar de asesinatos, secuestros, bloqueo de las refinerías de petróleo, y donde fuerzas islámicas extremistas como el Estado Islámico se habían establecido, y esa inestabilidad cruzó las fronteras de Libia.
Gran Bretaña aconsejó a sus ciudadanos: “a no viajar a Libia debido a que continúan los combates y a la mayor inestabilidad por todo el país”. Reuters informó que a fines de noviembre, en Bengasi, por lo menos 400 personas murieron en fuertes combates entre fuerzas que apoyaban el gobierno de Libia y grupos islamistas.
Para las masas populares de Libia la vida ha sido un infierno, la economía y los servicios públicos diezmados, entre ellos las instalaciones sanitarias. En 2015 se dio a saber que los ataques de la OTAN en 2011 tenían como blancos la infraestructura civil, especialmente el abastecimiento de agua, echando la culpa de los daños a Gadafi. Un tercio de los libios siguen viviendo en la pobreza, y muchos no tienen acceso a agua potable o a un sistema de alcantarillado, y el satisfacer sus necesidades básicas y sobrevivir es una lucha diaria.
Para 2016, se calculó que casi 2,44 millones de personas —un tercio de la población de Libia— han sido impactadas por estos conflictos reaccionarios. Ahora hay escases de alimentos, agua y electricidad. Con frecuencia no pueden conseguir medicinas, servicios públicos o atención médica, aunque en el verano de 2015 la ONU calculó que 2,5 millones de libios no tenían acceso a servicios de salud y unos 400.000 libios necesitaban ayuda alimenticia. Esta pesadilla ha obligado a casi medio millón de libios a abandonar sus hogares, obligándolos a vivir en garajes, espacios públicos, albergues o edificios en construcción.
Por años la posición de Libia como el país del norte de África más cercano a Europa lo había convirtido en un punto de concentración para refugiados, solicitantes de asilo y migrantes de esa parte del mundo rumbo a Europa. En los primeros 10 meses de 2017, la mayoría de las más de 160.000 personas que viajaban a Europa por mar partieron desde Libia; y 2772 de estas murieron o desaparecieron durante el cruce. Se informó que casi 350.000 migrantes y solicitantes de asilo permanecieron en Libia.
Las mismas potencias de la OTAN que atacaron a Libia en 2011 luego entrenaron y apoyaron a la guarda costa de Libia en su campaña para capturar migrantes y solicitantes de asilo en aguas internacionales y regresarlos a Libia donde serían expuestos a abuso físico como golpizas, violencia sexual, extorsión, secuestros y trabajos forzados. En mayo de 2017, Al Jazeera informó: “Se venden migrantes en los mercados como mercancía. La venta de seres humanos se convierte en rutina para los traficantes a medida que las redes de traficantes en Libia se vuelven cada vez más fuertes”. En noviembre, tras la divulgación de supuestas “subastas de esclavos”, el país de Ruanda ofreció reasentar a 30.000 “esclavos” africanos en Libia.
Como dijo el informe de Amnistía Internacional, “Libia 2017-2018”: “Tres gobiernos rivales y cientos de milicias y grupos armados seguían compitiendo por el poder y el control del territorio, lucrativas rutas comerciales y emplazamientos militares estratégicos.… Todas las partes en el conflicto efectuaron ataques indiscriminados en zonas densamente pobladas que causaron muertes de civiles y cometieron homicidios ilegítimos”.
Mientras tanto, el ejército de Estados Unidos está llevando a cabo ataques aéreos contra supuestas fuerzas del Estados Islámico en Libia.
LOS CRIMINALES:
El presidente Barack Obama: Se llevó todo el crédito por la guerra en Libia, la captura y asesinato de Gadafi, y la destrucción del gobierno. Después de que Gadafi fue asesinado, Obama dijo: “Sin que ni un solo soldado estadounidense tuviera que pisar terreno, logramos nuestros objetivos”.
Hillary Clinton: Como secretaria de Estado, Clinton jugó un papel clave para convencer a Obama que se uniera a los ingleses y franceses que le presionaban a la ONU para establecer una “zona de prohibición de vuelos” sobre Libia y comenzar los bombardeos. Argumentó que Estados Unidos no debería esperar sino más bien atacar inmediatamente. Cuando las fuerzas del CNT capturaron, torturaron y asesinaron a Gadafi, Clinton se rio ante la televisión y dijo: “Vinimos, vimos, él murió”.
La embajadora estadounidense ante la ONU Susan Rice, y la asistente en el Consejo de Seguridad de la ONU Samantha Power: Estas dos funcionarias, que afirman ser paladines de los “derechos humanos”, le instaron a Obama que atacara a Libia.
El secretario de Defensa Robert Gates y las fuerzas armadas de Estados Unidos: Responsable de dirigir a las fuerzas armadas para lograr los objetivos estadounidenses en Libia, Gates le dijo al New York Times en 2016: “Se mantuvo la ficción [de que]… la meta se limitaba a desmantelar el mando y control del coronel Gadafi”, pero admitió: “No creo que pasara ni un solo día sin que esperábamos que él estuviera en uno de esos centros de mando y control”.
Las potencias imperialistas líderes de la OTAN: Gran Bretaña bajo David Cameron, Francia bajo Nicolas Sarkozy, Canadá bajo Stephen Harper, Italia bajo Silvio Berlusconi, y sus comandantes militares, pilotos y soldados, especialmente el teniente general canadiense Charles Bouchard, el almirante estadounidense James Stavridis, y el teniente general Ralph Jodice, que encabezaron el ataque militar contra Libia llamado Operación Protector Unido.
Los demás países de la OTAN y sus aliados (Bélgica, Bulgaria, Dinamarca, Grecia, Holanda, Noruega, Rumanía, España) así como la Liga Árabe Unida (Qatar, Jordania, Emiratos Árabes Unidos), y Suecia — cuyas fuerzas armadas y políticos se juntaron en banda para atacar a Libia.
Ban-Ki Moon, secretario general de la ONU, y todo el Consejo de Seguridad de la ONU: Sus 10 miembros (Estados Unidos, Gran Bretaña, Italia, Líbano, Bosnia y Herzegovina, Colombia, Portugal, Nigeria, Sudáfrica, Francia) que votaron a favor de la Resolución 1973 que autorizó la invasión imperialista de Libia bajo la pantalla de “intervención humanitaria”; y los cinco miembros (Brasil, China, Rusia, Alemania, India) que se negaron a usar su poder de veto para impedirlo.
LA COARTADA:
Obama aseveró que su meta en Libia no incluía “cambio de régimen” sino que era una “intervención humanitaria”: “Si no lo frenáramos, tenemos toda la razón para creer que Gadafi cometería atrocidades contra su pueblo. Muchos miles de personas podrían morir. Se surgiría una crisis humanitaria. La región entera podría desestabilizarse, poniendo en riesgo a muchos de nuestros aliados y socios. No se respondería a los reclamos del pueblo libio. Serían pisoteados los valores democráticos que representamos. Lo que es más, las palabras de la comunidad internacional se dejarían vacías”.
EL VERDADERO MOTIVO:
En nombre de proteger a la ciudadanía de Libia, Estados Unidos y sus aliados de la OTAN se aprovecharon del conflicto en Libia para lanzar una guerra para un cambio de régimen. Para ellos, el levantamiento en Libia les presentó tanto la necesidad como la oportunidad para destituir del poder a Gadafi e instalar un régimen neocolonial que sería un instrumento más manejable para imponer sus intereses en una región donde el imperialismo occidental estaba —y está— bajo muchas presiones, y encara todo tipo de desafíos de rivales imperialistas, así como del Estado Islámico.
Libia es el cuarto país africano en tamaño, se encuentra ubicado estratégicamente en el norte de África, y tiene como vecinos Egipto, Túnez y Argelia. Es una puerta al Mar Mediterráneo, el Mar Rojo, y las rutas del Océano Índico desde África a Europa y a todo el Medio Oriente. Con una pequeña población de 6 millones personas y las reservas de petróleo más grandes de cualquier otro país africano, además de reservas de oro, Libia ha sido una de las naciones más ricas de África. Y le ha abastecido a Europa con buena parte de sus necesidades petroleras.
Por muchos años Gadafi fue una piedra en el zapato de los imperialistas, especialmente de Estados Unidos. A pesar de su retórica antiimperialista y panafricanista, Gadafi presidió un opresivo orden social y economico, y su programa de ciertas reformas económicas y sociales se basaba en expandir una economía que dependía del petróleo.
Cuando Gadafi se hizo aliado de la entonces imperialista Unión Soviética a principios de los 1980, Estados Unidos lo demonizó como un “hombre fuerte despótico” y Reagan intentó efectuar su asesinato. En 2004, Gadafi anunció que clausuraría varios programas nucleares y otros programas de armas. Por eso, Estados Unidos tachó a Libia de su lista de “estados terroristas”, y Gadafi se hizo aliado de Estados Unidos en “la guerra contra el terrorismo” de los yanquis, que en realidad fue una guerra por el imperio. Pero a medida que se extendía la Primavera Árabe, Estados Unidos y sus aliados de la OTAN vieron la oportunidad de reemplazar a su régimen con uno más directamente bajo el control de ellos en una parte del mundo que es tan valiosa y estratégica, así como intervenir y afectar el curso de la Primavera Árabe en general.
Fuentes:
“Revolución le entrevista a Raymond Lotta: Los sucesos en Libia desde un punto de vista histórico... Muammar Qaddafi desde un punto de vista de clase... La cuestión de la dirección desde un punto de vista comunista”, revcom.us, 20 de marzo de 2011
“La caída del régimen de Gaddafi en Libia… y la mano de los Estados Unidos y la OTAN”, revcom.us, 28 de agosto de 2011
“La guerra de Estados Unidos y OTAN del 2011 contribuyó a convertir a Libia en un infierno: Ahora los imperialistas preparan otra guerra”, revcom.us, 10 de febrero de 2016
“Casualties of 2011 Libyan Civil War” [Las bajas de 2011 en la Guerra Civil de Libia; enlace en inglés], Wikipedia
“2011 military intervention in Libya” [La intervención militar de 2011 en Libia; enlace en inglés], Wikipedia
“In Strikes on Libya by NATO, an Unspoken Civilian Toll” [En los ataques a Libia por la OTAN, un nivel no mencionado de bajas de civiles; enlace en inglés], C.J. Chivers and Eric Schmitt, New York Times, 17 de febrero de 2011
“If Libyan war was about saving lives, it was a catastrophic failure [Si se libró la guerra en Libia para salvar vidas, fue un fracaso catastrófico; enlace en inglés], Seumas Milne, Guardian, 26 de octubre de 2011
“On His Way Out the Door, Obama Bombs Libya One Last Time” [A punto de terminar su mandato, Obama bombardea a Libia una última vez; enlace en inglés], Common Dreams, 19 de enero de 2017
“Blowback: How the Bombing of Libya in 2011 Led to Terror in Britain” [El tiro por la culata: Cómo el bombardeo a Libia en 2011 condujo al terror en Inglaterra; enlace en inglés], Mehdi Hasan, theintercept.com, 26 de febrero de 2018
“Libya: The REAL U.S. Drone War” [Libia: La VERDADERA guerra de drones de Estados Unidos; ; enlace en inglés], Spencer Ackerman, wired.com de 20 de octubre de 2011
Forjar otro camino es una versión revisada de un discurso de Bob Avakian, presidente del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos, ante un grupo de simpatizantes del Partido, en 2006. Es un recurso de rigor para entender a fondo lo que es en efecto “la guerra contra el terror” de Estados Unidos y cómo gestar una fuerza positiva en el mundo en oposición al imperialismo occidental y a la yihad islámica.
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