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“Un pabellón para el Aquarius” y la inmensa importancia política de esta batalla

| Periódico Revolución | revcom.us

 

9 de octubre de 2018. Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar. El fin de semana pasado se vieron muchas manifestaciones por toda Francia y en otros países europeos que exigían que se le diera un pabellón a la embarcación humanitaria Aquarius. En respuesta al llamado de una “ola naranja” que se propague rápidamente por la Europa mediterránea, vistieron camisetas y otras prendas del vivo color de los chalecos salvavidas y el casco del barco de rescate que ha salvado a 29.523 personas de morir ahogadas mientras cruzaban el mar desde África.

El Aquarius (como un cuarto de las embarcaciones del mundo) estuvo zarpando con un pabellón panameño, hasta que el nuevo gobierno fascista de Italia presionó a Panamá para cancelar la matrícula del barco. Desde finales de septiembre no ha podido dejar el puerto de Marsella por miedo a que Italia o cualquier otro gobierno pudiera abordar y apoderarse del barco, ahora técnicamente ilegal, y encarcelar a su tripulación. Pese a las críticas del presidente Emmanuel Macron a Italia por cerrar sus puertos a los inmigrantes rescatados, Francia se ha sumado a todos los otros países de la Unión Europea contra el Aquarius y sus embarcaciones hermanas. Todo esto es más notorio y vergonzoso ya que los operadores del barco, Médicos sin Fronteras, y SOS Mediterranee, tienen sede en Francia, y un amplio sector de la sociedad francesa ha pedido que Macron permitiera que Aquarius se registrara en Francia.

El 6 de octubre, miles de personas entusiastas se concentraron frente al viejo puerto de Marsella, donde la noche anterior golpeadores fascistas se habían tomado la sede del Aquarius. El grupo fascista “Generación Identitaria” ha actuado agresiva, y algunas veces violentamente, para trastornar las operaciones de rescate en el mar y en las montañas y bosques a lo largo de la frontera entre Francia e Italia. Es financiado por el partido Agrupación Nacional (antes Frente Nacional) que ha estado aumentando sus vínculos con la derecha tradicional del país. No fueron pocos los manifestantes que comentaron el contraste, entre la tolerancia de las autoridades con el grupo sediento de peleas, y el trato más brutal con el que amenazan a los activistas de las oenegés.

Es triste el hecho de que en Francia, como en Italia y otras partes, la derecha fascista haga de su oposición a los inmigrantes (“ilegales” y legales, entre estos personas nacidas en Europa, hijos de padres inmigrantes) su ariete, mientras que fuerzas centristas (como Macron) hacen que ese discurso racista sea respetable, al adoptar medidas legales antes consideradas inconcebibles en la política dominante, y los partidos parlamentarios de “izquierda” hacen su mejor esfuerzo por centrar la atención en otros lugares, especialmente en asuntos económicos. Estas fuerzas consideran que asuntos como los recortes de las pensiones tienen más posibilidades de unificar a amplios sectores de la población, mientras que no tocan el nacionalismo y el racismo que están causando una profunda y desastrosa desunión en la población. Este enfoque reaccionario a veces está en conflicto con los sentimientos en las filas de base más jóvenes de estos grupos, lo que lleva a una deliberada ambigüedad y maniobreo político en la cúpula.

Por lo menos 1.000 personas participaron en una concentración en París. Lo más significativo de la campaña del 6 de octubre en Francia es que hubo manifestaciones en las calles de unas 15 ciudades, algunas relativamente grandes, especialmente en zonas universitarias como Montpellier, y actos en otras tres docenas de ciudades y pueblos. Al parecer, participaban tanto estudiantes y otros jóvenes como personas mayores que se consideran “apolíticas”, pero que se encuentran organizando acciones que van contra la posición antiinmigrante abierta o tácita de gran parte de la supuesta “clase política” del país. Cerca de mil personas protestaron en Calais, donde el gobierno francés ha enviado, de manera infame, a sus fuerzas de seguridad para arrasar el campamento de los inmigrantes (que con desprecio llama “la jungla”) y dispersar forzosamente a sus 10.000 habitantes, una vez más sin mucha oposición aparte de las personas que se consideran humanitarias.

Algunas de las acciones del 6 de octubre en Italia al parecer tuvieron un carácter similar. La manifestación más grande fue en Palermo, Sicilia, cuyo alcalde ofreció acoger a los pasajeros del Aquarius en junio, cuando el gobierno italiano se negó a dejarlos desembarcar. Varios cientos de miles de personas se concentraron “contra todas las formas de racismo, fascismo y discriminación” en Riace, un pequeño poblado de montaña en Calabria, en el sur de Italia, cuyo alcalde había sido arrestado hace poco por su campaña pública para traer inmigrantes de África y otras partes para repoblar y revitalizar esta despoblada región.

En este momento, aunque Italia y la Unión Europea (UE) han logrado quitar los barcos de las oenegés en el Mediterráneo e incluso han obligado a las embarcaciones comerciales a evitar zonas donde anteriormente recogían a gente en peligro, dos embarcaciones más se están preparando para zarpar. Una fue financiada y tripulada por italianos asociados con personas de mentalidad anarquista, que salió de las protestas anti-G8 en Italia, junto con grupos religiosos determinados a desafiar al nuevo régimen italiano.

En Suiza, muchas personalidades reconocidas y algunos legisladores han firmado una carta abierta para exigir que su gobierno ejerza su derecho a permitirle al Aquarius usar un pabellón suizo. Una vez más, esto es algo llamativo porque pese a que los firmantes son casi todos principalmente de la corriente dominante de la sociedad, este acto está en oposición al partido político dirigente del país y a gran parte de la opinión pública.

Otras manifestaciones en apoyo al Aquarius se programaron para Madrid, Valencia y Bruselas.

Una semana antes, al menos 20.000 personas marcharon en Hamburgo, pasaron por los muelles de la ciudad y exigieron que los puertos alemanes se abrieran a los pasajeros del Aquarius y otras embarcaciones de rescate. Otras 4.000 personas se manifestaron en Berlín. La repugnancia contra los disturbios antiinmigrantes en Chemnitz y la afinidad que se expresa, para con las fuerzas fascistas, en los más altos cargos del gobierno de Merkel, impulsaron estas protestas (véase próximamente “Las turbas fascistas en Chemnitz y la necesidad de un camino radical hacia adelante”).

En medio de estos acontecimientos, un funcionario del gobierno alemán amenazó con organizar vuelos fletados para enviar de regreso a Italia a los solicitantes de asilo que pasaran por ese país con rumbo al norte (es decir la mayoría). El nuevo hombre fuerte de Italia, Matteo Salvini anunció que iba a cerrar los aeropuertos del país en lugar de aceptar a esos solicitantes. Estos son ejemplos muy serios del grado a que los partidos tradicionales están cumpliendo las demandas de los fascistas y el grado a que los fascistas están ganando la iniciativa política en Europa.

El Aquarius inició sus operaciones en febrero de 2016, después de que la UE terminara abruptamente las operaciones de búsqueda y rescate que había sido obligada a emprender tres años antes, debido al clamor público ante la muerte de 366 personas ahogadas en un solo naufragio. En ese momento, muchos italianos del común, como en la isla de Lampedusa, la que se convirtió en un eje de arribos de inmigrantes, avergonzaron a su gobierno con sus heroicos ejemplos de rescate y solidaridad humana. En ese entonces la primera ministra británica Theresa May era una de las voces más boconas que insistía en que la UE suspendiera las operaciones de rescate porque supuestamente alentaba a la gente a emprender la peligrosa travesía marítima.

Especialmente desde la ascensión del nuevo régimen de Italia, otros gobiernos de la UE le han permitido tomar la batuta para parar a los barcos de rescate y hacer tratos con los señores de la guerra libios, para bloquear o hacer regresar los barcos de inmigrantes. Milicias respaldadas por Francia e Italia secuestran, encarcelan y a veces subastan a africanos negros como esclavos. Aunque el número de personas que llega a Europa, y especialmente a Italia, ha caído drásticamente, el porcentaje de los que mueren en el cruce se ha triplicado o cuadruplicado. (Para otra descripción creíble del infierno en el que Italia, Francia y la UE han convertido a Libia, véase el New York Times, 17 de septiembre de 2018, “Italy, Going It Alone, Stalls the Flow of Immigrants. But at What Cost?” [Italia, a solas en sus esfuerzos, frena el flujo de migrantes. Pero, ¿a qué costo?]).

Casi todos los gobiernos europeos se han unido agresivamente, o son completamente cómplices, en los esfuerzos por detener la inmigración sin importar el costo en vidas humanas. El espíritu genocida que se manifiesta tan abiertamente hoy podría presagiar medidas aún más atroces y masivas por venir. No es solo una coincidencia que al mismo tiempo en que la UE está tratando de hundir políticamente al Aquarius, se le ha ordenado a Médicos sin Fronteras abandonar Nauru, en el Pacífico central. Australia ha utilizado esta pequeña nación isleña, en gran parte reducida a escombros por operaciones mineras extranjeras, como un campamento-prisión al aire libre para los solicitantes de asilo que su marina secuestra en el mar antes de que puedan llegar a tierra firme. No están expulsando a Médicos sin Fronteras porque ya no se necesite su trabajo desesperadamente, sino porque su personal ha denunciado condiciones tan crueles que los intentos de suicidio se han vuelto endémicos entre los cientos de adultos y niños que no tienen esperanzas de salir nunca de allí. En la cumbre de la UE en febrero, hubo una discusión abierta sobre seguir el modelo de Nauru, quizás con campamentos parecidos en los desiertos y otras regiones del norte de África.

Este contexto es lo que le da a la batalla en torno al Aquarius y otras embarcaciones de rescate una relevancia de tan amplio alcance.

 

El 17 de marzo de 2017, el Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar (SNUMQG) anunció su transformación en una herramienta más completa para la revolución basada en la nueva síntesis del comunismo de Bob Avakian. Lea el editorial del SNUMQG aquí: “Editorial: Introducción a un SNUMQG transformado”.

Gracias a todos los que se presentaron hoy para expresar su apoyo al Aquarius y llamar a que Europa nos deje continuar nuestras labores de rescate en el Mediterráneo central. @SOSMedIntl @MSF

Al menos mil personas participaron en una concentración en París. Lo más significativo de la campaña del 6 de octubre en Francia es que hubo manifestaciones en las calles de unas 15 ciudades y actos en otras tres docenas de ciudades y pueblos. (Foto: AP)

 

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