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La reforma contra la revolución en una conferencia sobre el clima en la costa oeste
| Periódico Revolución | revcom.us
Unos miembros del Club Revolución-Los Ángeles asistieron a una conferencia en la Universidad de California en Irvine cuyo título era Fuego y Hielo: La Narrativa Cambiante del Cambio Climático. La conferencia, a la que asistieron unas 500 personas, contó con bien conocidos activistas y autores contra el cambio climático como Bill McKibben, iniciador de 350.org; Elizabeth Kolbert, autora de La sexta extinción; y Nathaniel Rich del New York Times.
A través de nuestras intervenciones e impacto, cambiamos la polarización en la conferencia para que una cuestión central en la conferencia fuera la reforma o la revolución. Varios ponentes se sintieron obligados a hablar de esa cuestión, y nuestras intervenciones trazaron líneas divisorias claras que repelían a algunos y atraían a otros que tenían curiosidad o apreciaban que se agudizaban los términos.
En preparación para la conferencia, estudiamos el contenido de lo que habían venido diciendo y escribiendo los ponentes, observamos cómo la cuestión del medio ambiente se manifestaba en la sociedad, y formulamos la hipótesis de que, para realmente agitar las cosas de buena manera, deberíamos centrarnos en luchar sobre el Green New Deal / Nuevo Trato Verde. Nos preparamos para la batalla ideológica escribiendo una breve polémica de una página con claridad y un análisis sencillo, y este volante era de importancia trascendental: “El Nuevo Trato Verde: Aceite de serpiente sostenible para un Imperio Yanqui Verde”. [Se puede leerlo en inglés aquí.]
El público de la conferencia fue principalmente liberales blancos de mayor edad y académicos, no asistían muchos estudiantes, y los presentes realmente angustiaban por el estado del planeta y los efectos del cambio climático. La mayoría de aquellos en la conferencia, especialmente McKibben, dijo que si tan solo pudiéramos presionar al Congreso y lograr que adoptara unas reformas acerca del financiamiento de campañas electorales, entonces realmente podríamos detener el cambio climático.
Algunos ponentes enfatizaron los aspectos de justicia social del Nuevo Trato Verde. Una persona lo elogió por ser “interseccional”. ¡En general los presentes mantuvieron que era capaz de superar todas las formas de desigualdad debido a su enfoque en comunidades desfavorecidas y marginadas!
El primer día McKibben presentó y promovió fuertemente el Nuevo Trato Verde y a Alexandria Ocasio-Cortez como la solución a la crisis climática. Repetidamente él y otros plantearon el problema como “la influencia de las grandes empresas petroleras sobre la política”.
Nuestra intervención durante el discurso de McKibben y la sesión de preguntas y respuestas presentó la posición básica en la polémica: el Nuevo Trato Verde no es más que un mejor plan de negocios para un Imperio Yanqui Verde, que venderlo como la solución arrea a la gente a regresar a las fauces del sistema que causó este lío, y la encierra en votar mientras arde el planeta. Necesitamos una revolución para realmente lidiar con la crisis climática. McKibben habló sobre la cuestión y reconoció que éramos partidarios del Partido Comunista Revolucionario (PCR), dirigido por Bob Avakian. Dijo que pensaba que era bien posible que Bob Avakian y el PCR tuvieran la única solución a la crisis climática, pero que en realidad él no lo cree. Agregó que el PCR no ha logrado nada y “no tenemos tiempo para soluciones ‘poco prácticas’ como la revolución”.
No tuvimos la oportunidad de responder, pero después de la sesión de preguntas y respuestas, varias personas se nos acercaron para debatir y clarificar la diferencia que planteábamos. Más o menos una docena de personas estaban visiblemente nerviosas y molestas. Algunos nos agradecieron por la intervención o querían saber más, pero la línea estaba claramente trazada con contenido real.
Volvimos al día siguiente con una agitación más aguda, habiendo analizado la noche anterior que tuvimos que atacar el chovinismo estadounidense y la idea de que podríamos usar las instituciones del estado para resolver la crisis como parte de argumentar que la revolución es algo para que tenemos que ir a trabajar AHORA
El impacto de nuestra agitación del día anterior salió a la superficie. Nathaniel Rich, del New York Times habló de la redacción del número especial del Times acerca del medio ambiente. En su discurso polemizó contra la revolución varias veces. Después de este discurso, puñados de asistentes leyeron nuestra polémica, y unas personas se nos acercaron directamente para preguntar de qué se trataba y por qué no estábamos a favor del Nuevo Trato Verde, y qué proponíamos como solución. Un organizador de la conferencia incluso se nos acercó y nos dio las gracias a regañadientes por haber “interrumpido” el día antes y dijo que pensó que había avanzado la conversación.
Otros ponentes presentaron varias ideas acerca del cambio climático y presentaron trabajo científico importante, pero cuando se trataba de ofrecer soluciones, casi todos creían o querían creer que el Nuevo Trato Verde lo resolvería. Unos escépticos plantearon preguntas importantes sobre el impacto del debilitamiento de regulaciones bajo el régimen de Trump y Pence, sobre las complicaciones de aplicar una política nacional para tratar de mitigar un problema global (las regulaciones en los países imperialistas llevan a los países africanos a consumir el petróleo más sucio), y sobre si las materias primas para estos paneles solares y otras cosas todavía vendrían de la explotación del pueblo del mundo.
El último panel trató la ley, el activismo, etc., básicamente dando a las personas una manera de actuar. Los panelistas hablaron del Nuevo Trato Verde y reconocieron la necesidad de combatir varias barreras ideológicas contra nuestra capacidad de lidiar con el cambio climático, incluido el individualismo, el consumismo, etc. La persona que más se destacó presentó agudamente algo de materialismo básico en relación con el Nuevo Trato Verde: explicó que los combustibles fósiles están tan integrados en el sistema global de producción que no se podría implementar esto sin hacer estragos en toda la economía global. Dijo que la competencia capitalista no podrá lidiar con esto y nada puede lidiar con esto en el marco del tiempo que tenemos excepto una economía planificada. Esto fue muy bueno, y la intervención que hicimos en ese punto fue más o menos: “El mayor engaño que plaga esta conferencia es la idea de que se puede utilizar de alguna manera las instituciones asesinas de este sistema para cambiar cualquier cosa en interés de la humanidad... estas instituciones son lo que respalda al capitalismo en todo el mundo, tienen que hacerlo. Sí, necesitamos una economía planificada, pero al tratar de implementarla, se enfrentará al poder del estado, por lo que se necesita una revolución real”. Nadie respondió concretamente a esa cuestión excepto el tipo que había hablado de una economía planificada, y él simplemente esquivó el tema, llamando imperfecto al Partido Demócrata y acordando que será necesario lidiar con el “militarismo”.
Mirándolo bien, pudimos haber provocado aún más contienda, pero con lo que sí hicimos, nos convertimos en una fuerza que tomar en cuenta en la conferencia. Éramos un imán para las personas que cavilaban sobre diferentes tipos de cuestiones. Trabajar como un equipo de científicos nos fue crítico en esto. Analizamos cada intervención e intentamos identificar cómo hacer que la próxima fuera más aguda, y descubrir cuáles eran las cuestiones que debíamos tratar. Tener una breve polémica por adelantado jugó un papel esencial, como proveerá el argumento básico a los que escucharon fragmentos de lo que decíamos en la sala. Muchas personas nos respondieron de manera contradictoria, muchas personas retadas por lo que presentábamos. Mucha gente vacilaba entre la esperanza ilusoria y no científica, por un lado, y el cinismo y derrotismo que les desgarraba el alma, por otro. En unas pocas personas se vio un obvio pánico existencial. Agobiaban a la gente la gravedad de esta crisis y la aparente falta de posibilidades de detenerla.
Queremos hacerlo mejor en el futuro, no solo promover la revolución sino que darla vida como una meta para la cual trabajar activamente. En parte esto quiere decir librar de modo mejor la lucha sobre lo que es realmente práctico y lo que no, respecto a resolver este terrible problema; y en parte quiere decir ser mejor en ofrecerle a las personas formas de tomar parte y ser parte de esto, ahora, en formas que avancen hacia esa posibilidad. Pero aun con eso, creemos que hemos aprendido, y transformado, mucho con esta experiencia.
La destrucción del planeta por el capitalismo-imperialismo (en inglés)
Un corto de Por qué nos hace falta una revolución real y cómo concretamente podemos hacer la revolución
Un discurso de Bob Avakian
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