Caso #24: La guerra de sustitutos de Estados Unidos contra la Unión Soviética en Afganistán, 1979-1988
| Periódico Revolución | revcom.us
Bob Avakian escribe que una de las tres cosas que tiene “que ocurrir para que haya un cambio duradero y concreto hacia lo mejor: Las personas tienen que reconocer toda la historia propia de Estados Unidos y su papel en el mundo hasta hoy, y las correspondientes consecuencias terribles”. (Ver “3 cosas que tienen que ocurrir para que haya un cambio duradero y concreto hacia lo mejor“).
En ese sentido, y en ese espíritu, “Crimen yanqui” es una serie regular de www.revcom.us. Cada entrega se centrará en uno de los cien peores crímenes de los gobernantes de Estados Unidos, de entre un sinnúmero de sanguinarios crímenes que han cometido por todo el mundo, de la fundación de Estados Unidos a la actualidad.
La lista completa de los artículos de la serie Crimen Yanqui
EL CRIMEN
En julio de 1979, Estados Unidos comenzó una campaña secreta para desestabilizar el nuevo gobierno pro-soviético de Afganistán y provocar a la Unión Soviética, en ese entonces su principal rival imperialista, a invadir a Afganistán. En diciembre de 1979, después de que los soviéticos invadieron con 100.000 soldados, Estados Unidos organizó y lideró una sangrienta guerra de sustitutos de una década contra ellos y su régimen cliente afgano con un solo objetivo: desangrar la Unión Soviética y “matar rusos”1.
Estados Unidos y sus aliados Arabia Saudita y Pakistán organizaron, entrenaron y financiaron a los muyahidines (combatientes islámicos) reaccionarios islámicos fundamentalistas para hacer el combate. Después de que Ronald Reagan asumió el poder en 1981, Estados Unidos lanzó una campaña mundial para reclutar a los islamistas más radicalmente anticomunistas, “cargados ideológicamente de la chispa de la guerra santa”, como lo describe el autor Mahmood Mamdani, no solo del propio Afganistán, sino de todas partes del mundo. Clérigos yihadistas, como el muy prominente Jeque Abdullah Azzam, bajo el patrocinio de la CIA, fueron enviados alrededor del globo predicando el deber religioso de los musulmanes de luchar en Afganistán, y reclutando combatientes activamente. Estados Unidos y sus aliados también difundieron la ideología fundamentalista a través de una creciente red mundial de escuelas islámicas, las madrasas.
Enviaron a los combatientes a Pakistán, cuyo servicio de inteligencia, el ISI, instaló campamentos y realizó adiestramiento en “tácticas de guerrilla, sabotaje y bombardeos —es decir, el terrorismo— y coordinó operaciones militares en Afganistán”2. Estados Unidos supervisó la operación en general y proporcionó información, armas y, junto con Arabia Saudita, financiamiento. En 1985, Reagan firmó la Directiva de Decisión de Seguridad Nacional 166, que incrementó la ayuda militar encubierta a los muyahidines y elevó el objetivo de Estados Unidos, desde debilitar a las fuerzas soviéticas hasta derrotarlas y expulsarlas3.
Estados Unidos y sus aliados canalizaron más de $3 mil millones de armas y ayuda a los muyahidines. Para 1987, unas 65.000 toneladas de armas y municiones hechas por Estados Unidos se dirigían al frente de batalla.
El jefe de la rama afgana del ISI estimó que en sus cuatro años, entrenaron a unos 80.000 muyahidines en campamentos en la frontera entre Afganistán y Pakistán. El autor Ahmad Rashid escribe que unos 35.000 yihadistas fundamentalistas musulmanes de 43 países lucharon con los muyahidines afganos entre 1982 y 19924.
Entre los beneficiarios de la ayuda estadounidense en Afganistán se encontraba el poco conocido yihadista saudí, Osama bin Laden, quien inicialmente canalizó dinero de Arabia Saudita a los combatientes en Afganistán. También estableció su propio campamento militar cerca de la frontera para unos 9000 seguidores del wahabismo, la forma fundamentalista del islam promovida por la monarquía saudí. Fue en esos campamentos y en la guerra de sustitutos avalada por Estados Unidos que se forjaron Al Qaeda, los talibanes y otras fuerzas reaccionarias yihadistas.
En ese entonces, la abrumadora mayoría de los 18 millones de afganos vivían como agricultores empobrecidos en el campo extremadamente atrasado, divididos entre varias nacionalidades y grupos étnicos, entre ellos los pueblos pastún, tayiko, hazara, uzbeko, turcomano y baluchi. En general fueron dominados por grandes terratenientes, caudillos y jefes de clanes feudales.
Estos muyahidines defendieron esta sociedad tradicional y brutalmente opresiva, protegieron las grandes fincas y la opresión patriarcal de las mujeres, y se oponían vehementemente a las limitadas reformas seculares que el gobierno respaldado por la Unión Soviética efectuaba, como algunas reformas agrarias, la prohibición del matrimonio infantil, programas de alfabetización para mujeres y otras reformas en el estatus de la mujer5. Algunos de estos muyahidines se hicieron famosos por incendiar escuelas y degollar a maestros de escuela que enseñaban a niños y niñas juntos en clases mixtas, o por castigar o matar a refugiados afganos que cuestionaban sus dogmas fundamentalistas y normas sociales reaccionarias.
En 1989, tras una década de sangrienta guerra de guerrillas, los soviéticos se vieron obligados a retirarse en derrota, pero no antes de que su invasión y la guerra de sustitutos de Estados Unidos hubieran desgarrado a Afganistán.
Entre 800.000 y 1,5 millones de afganos (junto con 15.000 soldados soviéticos) murieron en este baño de sangre reaccionario, y casi la mitad de la población fue desarraigada por la guerra con cinco millones de afganos obligados a irse del país como refugiados6 y otros dos millones desplazados dentro de Afganistán7. Y como resultado del papel de Estados Unidos en ayudar a desatar y difundir el flagelo del fundamentalismo islámico y el yihadismo reaccionarios en toda la región y el mundo, los afganos han padecido décadas de horrores.
LOS CRIMINALES
El presidente Jimmy Carter y su asesor de Seguridad Nacional Zbigniew Brzezinski apoyaron a las fuerzas anti-régimen en Afganistán con el fin de, como dijo Brzezinski, “inducir una intervención militar soviética”. Carter y su equipo convirtieron la invasión en un eje mundial de la rivalidad intensificada de Estados Unidos con la Unión Soviética, la que incluyó el corte de las ventas de granos a la Unión Soviética y el boicot de los Juegos Olímpicos en Moscú en 1980.
El presidente Ronald Reagan. La administración de Reagan lanzó la sangrienta guerra de sustitutos de Estados Unidos contra los soviéticos en Afganistán y desempeñó un papel importante en cuajar y difundir el yihadismo islámico reaccionario. Esto formaba parte de la “presión en toda la cancha” de Estados Unidos a fin de hacer retroceder al imperialismo soviético alrededor del mundo, un choque que a veces llevó al mundo al borde de la guerra nuclear.
La CIA lideró la campaña general mundial para organizar, financiar y librar una “guerra santa” fundamentalista islámica reaccionaria contra las tropas soviéticas en Afganistán8.
Arabia Saudita. “La Saudita, su servicio de inteligencia principalmente proporcionó efectivo”, según el autor Steve Coll. “Cada año, el congreso asignaría en secreto una cierta cantidad de dinero para apoyar el programa de la CIA. Una vez que se completó esa asignación, el oficial de enlace de Inteligencia de Estados Unidos viajaría a Riad y los saudíes emitirían un cheque correspondiente”9.
Pakistán. Su ejército estableció campamentos en la frontera afgana, entrenó a combatientes y, en colaboración con Estados Unidos, ayudó a dirigir la guerra en las líneas del frente10.
Los muyahidines islámicos. Durante la guerra, estos combatientes fundamentalistas islámicos eran tristamente célebres por torturar y mutilar salvajemente a sus oponentes. Después de librar una guerra reaccionaria contra los ocupantes soviéticos, diferentes facciones fundamentalistas islámicas lucharon por el poder tras la salida de las fuerzas soviéticas de Afganistán. En 1996, con el respaldo de Pakistán, los talibanes emergieron y se tomaron el control. Lejos de representar las “más altas aspiraciones de libertad”, el talibán fundamentalista islámico impuso relaciones económicas feudales las que mantuvieron a los campesinos afganos encadenados y empobrecidos e hicieron de la vida un infierno para la gente, especialmente para las mujeres. Impusieron restricciones religiosas reaccionarias y relaciones sociales asfixiantes bajo pena de amputación o muerte, un salvajismo clavado en la memoria del mundo por las lapidaciones de mujeres en los estadios por “delitos” como el adulterio.
“El ascenso de los talibanes estuvo acompañado de salvajes ataques contra las mujeres. Las mujeres son obligadas a llevar velos negros que las cubren de pies a cabeza; se les prohíbe trabajar o ir a la escuela; no pueden andar por la calle, ir a una tienda o acudir a un hospital si no van acompañadas de un hombre mahram (marido, hermano o padre), e incluso se les prohíbe entrar en los baños públicos. Las mujeres son compradas y vendidas, tomadas como botín de guerra, violadas y asesinadas”, escribió M.N. Cham11.
LA COARTADA — en sus propias palabras
“Es un esfuerzo deliberado de un poderoso gobierno ateo para subyugar a un pueblo islámico independiente”.
—Jimmy Carter, denunciando la invasión soviética de 1979
“Esta resolución demuestra la admiración profunda y continua de Estados Unidos por el pueblo afgano frente a la agresión brutal y no provocada de la Unión Soviética.... En ninguna parte son los derechos humanos básicos violados de forma más brutal que en Afganistán hoy en día.... No podemos dar y no daremos la espalda a esta lucha.... [L]a lucha del pueblo afgano representa las aspiraciones más altas del hombre por la libertad”.
—Ronald Reagan, al firmar una proclamación por el “Día de Afganistán”, 198212
EL VERDADERO MOTIVO
La guerra estadounidense de sustitutos en Afganistán se libró en el contexto de la escalada global de la contienda de Estados Unidos con la Unión Soviética, para entonces su principal potencia imperialista rival.
El día en que los soviéticos marcharon a Afganistán —para proyectar su poderío, contrarrestar las maniobras de Estados Unidos y estabilizar su régimen cliente—, Brzezinski escribió a Carter: “Ahora tenemos la oportunidad de dar a la URSS su Guerra de Vietnam”13.
En otras palabras, el objetivo principal de Estados Unidos era infligir una derrota militar y estratégica al estilo de Vietnam a la Unión Soviética, lo que quería decir hacer que se empantanaran en una guerra sangrienta prolongada. La derrota de la Unión Soviética en Afganistán resultó ser uno de los factores desencadenantes de su colapso de 1989-91 y la victoria de los imperialistas estadounidenses en la Guerra Fría. (Un objetivo secundario de la guerra afgana de sustitutos era socavar a la recién fundada República Islámica de Irán mediante la organización de fuerzas islamistas sunitas pro estadounidenses).
Después de que los talibanes se tomaron el poder, Estados Unidos los consideró un socio potencial. Si bien la agenda de los talibanes a veces estaba en agudo conflicto con Estados Unidos, los talibanes no se oponían fundamentalmente al dominio imperialista general sobre Afganistán. De hecho, estaban bastante dispuestos a tratar con Estados Unidos con relación a oleoductos y en otros frentes. Y tanto Estados Unidos como los fundamentalistas islámicos compartieron un odio y una oposición fundamental a las fuerzas maoístas en Afganistán.
Si bien Estados Unidos no tenía relaciones diplomáticas formales con los talibanes y chocó con ellos sobre la presencia de Al Qaeda en Afganistán, vio con satisfacción la toma del poder de los talibanes en 1996 con la esperanza de que pudieran estabilizar la región14. Hasta el 17 de mayo de 2001, el secretario de Estado de Estados Unidos, Colin Powell, anunció un paquete de ayuda de $43 millones que “además de otra ayuda reciente, convierte a Estados Unidos en el principal patrocinador de los talibanes”15.
1. “El único objetivo era el de desangrar la Unión Soviética. La CIA estaba decidida a que nada obstaculizara la “tarea real” en Afganistán: “matar a rusos”. Mahmood Mamdani, Good Muslim, Bad Muslim — America, the Cold War and the Roots of Terror [Musulman bueno, musulman malo: Estados Unidos, la Guerra Fría y las raíces del terror] (Pantheon 2004). Capítulo 3: “Afganistán: el punto álgido de la Guerra Fría”, págs. 119-142, p. 124. [volver]
2. Mamdani, p. 126. [volver]
3. Estados Unidos también consideró desatar a los muyahidines en las repúblicas soviéticas de Uzbekistán y Tayikistán, pero abandonó ese plan después de que la Unión Soviética amenazó con atacar a Pakistán si se diera tal paso. Mamdani, p. 129. [volver]
4. Ahmed Rashid, Los Taliban/ The Taliban: El Islam, El Petroleo Y El Nuevo Gran Juego En Asia Central [Taliban: Militant Islam, Oil and Fundamentalism in Central Asia. Algunos estiman que, en total, había unos 250.000 combatientes fundamentalistas islámicos endurecidos por la batalla cuando terminó la guerra afgana. [volver]
5. William Blum, Killing Hope—U.S. Military and CIA Interventions Since World War [Intervenciones militares estadounidenses y de la CIA desde la Segunda Guerra Mundial] (Common Courage 1995), págs. 340-41; Asesinando la Esperanza. Intervenciones de la CIA y del Ejército de los Estados Unidos desde la Segunda Guerra Mundial. Editorial Oriente, Santiago de Cuba (Cuba), 2005. [volver]
6. Larry Everest, Oil, Power & Empire [Petroleo, poder e imperio], (Common Courage, 2004) p. 90; The Soviet Invasion of Afghanistan [La invasión soviética de Afganistán], 1979-1989, ThoughtCo.com [volver]
7. “1985 ... Half of Afghan population now estimated to be displaced by war, with many fleeing to neighbouring Iran or Pakistan” [1985... Ahora se calcula que la mitad de la población afgana es desplazada por la guerra, y muchos huyen al vecino Irán o Pakistán], BBC, “Afghanistan profile—Timeline” [Perfil de Afganistán — Cronología]”, 31 de enero de 2018. [volver]
8. Mamdani. [volver]
9. Steve Coll, autor de Ghost Wars: The Secret History of the CIA, Afghanistan, and Bin Laden, from the Soviet Invasion to September 10, 2001 and Directorate S: The C.I.A. and America’s Secret Wars in Afghanistan and Pakistan [Guerras fantasmales: La historia secreta de la CIA, Afganistán, y Bin Laden, desde la invasión soviética hasta el 10 de septiembre de 2001; y Directiva S: La CIA y las guerras secretas de Estados Unidos en Afganistán y Pakistán], entrevistas en Democracy Now!, 10 de junio de 2004 y 8 de febrero de 2018. [volver].
10. Steve Coll. [volver]
11. M.N. Cham, “Despejar las tinieblas en Afganistán”, Un Mundo Que Ganar #1998/24. [volver]
12. Presidente Ronald Reagan “Proclamation 5309—Afghanistan Day, 1985” [Proclamación 5309: Día de Afganistán, 1985], 21 de marzo de 1985. [volver]
13. David Gibbs, “Brzezinski Interview,” [Entrevista a Brzezinski], 1998. [volver]
14. El Kathmandu Post (20 de septiembre) dijo: “Cuando los talibanes... entraron a Kabul el 27 de septiembre de 1996, el estado estadounidense recibió con beneplácito el suceso con la esperanza de que los nuevos gobernantes llevaran estabilidad a la región a pesar de que su falta de liberalidad en asuntos sociales es tristemente conocida”. En 1998, Bill Clinton lanzó ataques con misiles de crucero contra los campamentos de Al Qaeda en Afganistán en represalia por los atentados del 7 de agosto contra las embajadas estadounidenses en Kenia y Tanzania, pero no contra el régimen talibán. [volver]
15. “Intriga en Afganistán: La CIA y Osama bin Laden”, revcom.us, 4 de abril de 2004. [volver]
Forjar otro camino es una versión revisada de un discurso de Bob Avakian, presidente del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos, pronunciado ante un grupo de partidarios del Partido en 2006. Es un recurso trascendental para entender a fondo la esencia de “la guerra estadounidense contra el terror” y cómo generar una fuerza positiva en el mundo que se oponga al imperialismo occidental así como a la yihad islámica.
Se necesitan: Voluntarios para revcom.us y Revolución
Si le gusta este artículo, suscríbase, done y contribuya regularmente al periódico Revolución.