El baile infraestructural

La manera en que Schumer y Pelosi normalizan al Trump fascista

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El martes 30 de abril, Chuck Schumer y Nancy Pelosi (alias Puercalosi), dirigentes del Partido Demócrata, se reunieron con Trump durante 90 minutos. Amarraron un acuerdo para presionar por dos mil millones de dólares para reconstruir la infraestructura de transporte y comunicaciones de Estados Unidos. Schumer calificó la reunión de “muy pero muy buena” y Pelosi dijo con la cara iluminada que “estamos muy entusiasmados con la conversación que tuvimos con el presidente”. Pelosi misma había solicitado la reunión con Trump.

¿Qué otra cosa sucedió en los días anteriores, durante y después de esta reunión? La mañana de la reunión, Estados Unidos y sus títeres en Venezuela lanzaron una intentona militar contra el gobierno. Dos días después de la reunión, un informe reveló que Estados Unidos está matando a 10 veces más civiles en sus guerras no declaradas de lo que se informó anteriormente. Ese mismo día, el Senado se negó a anular el veto de Trump contra una resolución para poner fin al apoyo de Estados Unidos a la genocida guerra saudí contra Yemen.

El día anterior a la reunión, el Pentágono anunció planes para un papel ampliado de las fuerzas armadas en la frontera. El régimen de Trump y Pence puso en efecto nuevas tasas y restricciones para los solicitantes de asilo, lo que significará que Estados meterá a muchas personas que huyen de la violencia en prisión mientras esperan años para sus vistas. Un día después de la reunión, un migrante guatemalteco de 16 años de edad se convirtió en el tercer joven que huye de la violencia que muere bajo la custodia de Estados Unidos. Y un día después de eso, un bebé hondureño de 10 meses de edad se ahogó cuando la balsa en la que se encontraba se volcó en el río Bravo, y se teme que hayan muerto otras tres personas.

El viernes anterior a la reunión, Trump (de nuevo) elogió a Robert E. Lee, en medio de nuevos informes sobre la creciente violencia supremacista blanca. Alabama aprobó la ley contra el aborto más restrictiva de Estados Unidos, alentada por el relleno por el régimen de Trump y Pence de las cortes federales con oponentes al aborto. Tres días después, el régimen de Trump y Pence amplió la llamada “regla de conciencia”, que permite que las instituciones religiosas (incluidos hospitales y escuelas) discriminen a las mujeres y las personas LGBTQ en los servicios médicos.

Y, de remate, el régimen revocó las normas de seguridad en la excavación de pozos petroleros en alta mar.

Pero lo peor de todo es que esta reunión de Schumer y Pelosi con Trump se celebró como consecuencia directa del informe Mueller. El informe detalla los múltiples y repetidos intentos de Trump de usar el poder ejecutivo para obstruir la justicia. Ahí, para que todos los vieran, hubo claros asaltos al estado de derecho y la separación de poderes.

Y en lugar de denunciar esto, Schumer y Pelosi le dan coartada. De hecho, el New York Times solo pudo encontrar a un demócrata de nivel relativamente bajo que pudiera señalar públicamente que se celebró esta reunión en medio de una “crisis constitucional”. Brian Fallon, un ex asesor de Schumer, dijo: “El trabajo más importante que los demócratas tienen en este momento es de defender el estado de derecho en contra de un presidente que cree que la ley no se aplica a él. Tenemos peces más grandes para freír que tratar de dar la impresión de que intentamos conseguir presupuesto para la infraestructura. Esta fue la jugada en 2016. Me parece un enfoque muy previo a Trump de cómo manejar las cosas”.

El espectáculo de Schumer y Pelosi en el comedero de la Casa Blanca revela dos cosas importantes:

Primero, como dijo Barack Obama después de la elección de Trump, “todos nosotros [es decir, todos los políticos de la clase dominante] somos del mismo equipo”. Sirven de agentes imperialistas en primer lugar, y tanto los demócratas como Trump quieren renovar la infraestructura imperialista para competir mejor contra sus rivales.

Segundo, y más al grano, la dirigencia demócrata está intentando desesperadamente evitar cualquier demanda de juicio político, y mucho menos expulsar al régimen. Temen mucho más el “desorden” de la lucha que se necesitaría para realmente DETENER al fascismo, que la imposición total del fascismo en sí. Reunirse con Trump sobre la infraestructura es equivalente a reunirse con Hitler para planear cómo construir el autobahn (el sistema de autopistas de Alemania) mientras se preparan los campos de exterminio. Es una importante maniobra simbólica para normalizar y aceptar plenamente esta presidencia.

La monstruosidad inexorable fascista tiene impulso. Es más urgente que nunca sacarla del poder Y ADEMÁS debe quedar claro, sobre todo después del baile “infraestructural” de estos demócratas, que la única forma de detenerla es que las masas de personas nos apoyemos en nuestros propios esfuerzos, con protestas no violentas, sostenidas y masivas.

Finalmente: este régimen surgió de un sistema específico: el capitalismo-imperialismo, en un momento en que está agobiado por múltiples crisis. Los representantes de este sistema, sean demócratas o republicanos, lucharán sobre todo por el funcionamiento continuo de ese sistema; y a menos y hasta que este sistema sea derrocado, estas serán las (no) opciones que se ofrecen a las masas. Eso no se puede tolerar, y únicamente se puede resolver mediante una revolución para dejar atrás este sistema y la locura que causa.

 

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