Cartas de un lector: No existe ningún Santa Claus, y no es posible apoyarse en los demócratas para sacar a Trump

Cuarta parte: Gallagher, Graham y Barr: Cómo los fascistas se proponen luchar hasta el final

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Esta es la cuarta de una serie de cartas sobre la lucha en torno al juicio político de destitución de Trump. Las cartas de la semana pasada trataron la negativa de los demócratas a usar la palabra “fascista” para describir al régimen; su manera de centrar el proceso de destitución en los “intereses de seguridad nacional” de Estados Unidos y, secundariamente, en la obstrucción a la justicia, mientras pasan por alto los crímenes contra la humanidad y las maniobras hacia el fascismo que el régimen ya ha llevado a cabo; y, finalmente, su negativa a combatir eso con todo y su fuerte tendencia a conceder la derrota de antemano.

Respecto a los republicanos, el contraste no podría ser más fuerte. Se han negado a cooperar con el proceso en sí — lo que es, de hecho, una violación de la Constitución y no tiene precedentes. Lo han convertido en un circo y han tratado de convertir toda la cosa en un ataque al candidato demócrata Joe Biden. Se proponen ganar — y tres incidentes en los últimos diez días lo prueban, y demuestran lo peligrosa que es esa estrategia.

Defender a un criminal de guerra: La amenaza, la pleitesía y el mensaje a las fuerzas armadas

Primero, veamos el indulto por Trump al criminal de guerra declarado culpable, Edward Gallagher de los SEALS de la Marina, junto con otros criminales de guerra condenados. Cuando a pesar de eso, la Marina todavía trató de castigar a Gallagher, Trump se emperró y obligó que despidieran al secretario de la Marina. Para dejarlo bien claro, como hemos documentado en numerosos artículos de la serie “Crimen Yanqui”, el “estilo de guerra estadounidense” en conjunto se basa en los crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad, incluido el uso de municiones antipersonal las que la inmensa mayoría de los países del planeta han prohibido y renunciado. (Véase la serie “Crimen yanqui” sobre My Lai y Faluya y el artículo “Los republicanos, los demócratas y los crímenes de Estados Unidos contra la humanidad: Un cuadro”.)

Pero Gallagher fue más allá de eso. Varias personas de la escuadra que él comandaba lo acusan de cometer múltiples crímenes de guerra. Fue procesado por matar a un prisionero indefenso y después posar para una foto en que él carga el cadáver. Fue absuelto del cargo de asesinato en un juicio muy sospechoso en que un amigo de él confesó por sorpresa en el tribunal después de que le dieran inmunidad. Pero Gallagher se pasaba tanto de la raya que ponía en peligro lo que llaman “el buen orden y disciplina” necesarios para que las unidades militares funcionen eficientemente. Los oficiales de alto rango maniobraron para castigarlo (una vez más, levemente), con tal de al menos preservar una semblanza de disciplina.

Al perdonar a Gallagher y después defenderlo en contra del alto mando de la Marina, Trump tenía cuatro metas: 1) dejar claro al mundo que Estados Unidos ya va a soltarse con aún más barbarismo bélico; 2) azuzar a su base política fascista y reforzar su noción de que solamente estadounidenses blancos poseen dignidad humana, y a la vez intimidar a aquellos (en Estados Unidos y en todo el mundo) que se oponen a este fascismo; 3) trabajar para ganarse una base leal a Trump al interior de las fuerzas armadas por si surgieran las indicadas circunstancias, sea por medio del juicio político de destitución o una derrota electoral, en que Trump sea ordenado a dejar el cargo y él decida no cumplir; y 4) al último, meter en cintura a los oficiales militares de alto rango que se le oponen, o de plano sacarlos.

La ofensiva otoñal del máximo agente del orden público de Estados Unidos

Además, el procurador general William Barr continúa su ofensiva política. En octubre, Barr dio un discurso en la Escuela de Derecho de Notre Dame en que atacó al “secularismo” como la fuente de males de todo tipo en la sociedad estadounidense. El secularismo es el principio que dice que de la iglesia y el estado deben estar separados y que el gobierno estadounidense de hecho debe ser neutral en torno a la religión. Este ataque de Barr, siendo de parte del máximo agente del orden público de Estados Unidos y hecho en una escuela de derecho, insinúa, al menos, que el gobierno estadounidense no es una institución secular, y que debe imponer la religión. Barr también acusó a los progresistas de triturar las normas y el estado de derecho.

Barr le siguió a eso al otro mes con un discurso ante el grupo legal fascista, la Sociedad Federalista, en que declaró que el poder presidencial es demasiado limitado. Barr describió una visión y concepción de poderes inmensamente extensos para el presidente, con la supuesta justificación de la Constitución. De hecho, la Constitución se redactó como rompimiento con la autoridad tiránica del rey. Pero Barr declara, al contrario, que el “verdadero milagro” fue la “creación de un poder ejecutivo fuerte, independiente de los otros dos poderes del estado en pie de igualdad con ellos”. En este contexto, Barr despotricó contra una situación, sobre todo desde los años 1960, en que la “discreción del presidente ha sido sofocada por las usurpaciones de los otros poderes”. En realidad, al contrario de lo que dice Barr, al menos desde la Gran Depresión, el poder ejecutivo ha ampliado muchísimamente su autoridad en virtualmente todo ámbito. Barr critica lo que son, dentro del contexto de la Constitución estadounidense, controles y restricciones legítimos y jurídicos a la autoridad ejecutiva, por ser “usurpaciones” inaceptables de la autoridad constitucional presidencial. Esto fue nada menos que una defensa judicial generalizada de las normas fascistas que le dan un poder casi sin impedimento alguno a la presidencia, al mismo tiempo que ataca salvajemente a “la Izquierda” por socavar las normas. Por ello, el desafío sin precedentes de Barr a toda prerrogativa congresal de citar a la rama ejecutiva ni a cualquiera de sus integrantes durante el proceso político de destitución. Nótese bien: establecer la autoridad sin impedimentos del poder ejecutivo (el presidente) es un elemento central para consolidar el fascismo como una “dictadura abierta” de “la clase burguesa (capitalista-imperialista)”1.

Y la semana pasada —en una ceremonia de premiación para policías— Barr dijo que “ciertas” comunidades tienen que “empezar a mostrar… más… respeto y apoyo” a la policía, y que si no lo hacen, “quizá se encuentren sin la protección policial que necesitan”. Traducido a palabras directas, eso significa: “Si ustedes en las comunidades negras y latinas no se agachan y cesen todas sus protestas, nosotros los fascistas en el poder desataremos y fomentaremos la actividad criminal en sus comunidades aún más de lo que ya hacemos”.

En estos tres discursos, Barr detalló un programa fascista de un poder ejecutivo incuestionable, una religión del estado y una amenaza a las comunidades oprimidas de que desatara la delincuencia si persisten, no solamente en protestar contra la brutalidad y asesinato policial, sino en “faltarles el debido respeto” según el criterio de estos puercos.

Y ahora, recuérdense: Barr, como el máximo agente del orden público en Estados Unidos, tendrá mucha autoridad para decir lo que es o no es legal en las elecciones presidenciales que se avecinan.

La triste historia de Lindsey Graham

En conclusión, veamos la saga de Lindsey Graham, el republicano que encabeza el Comité sobre el Poder Judicial en el Senado. Por lo general, Graham es un perro de ataque confiable a favor de Trump, pero se equivocó al decirle a un entrevistador que, si nueva evidencia saliera a la luz, podría apoyar a una indagatoria de juicio político contra Trump. También dijo en privado que no quiere usar su comité para investigar a Joe Biden (al cual Graham una vez lo describió como “un hombre tan bueno como Dios alguna vez haya creado”).

Luego, Donald Trump, Jr., en compañía de los perros de ataque del Noticiero Fox, fueron sobre Graham. En cosa de días, Graham se retractó en casi todo. Ahora promete investigar a Biden y a su hijo por corrupción, para quitarle el fuego a Trump. Se ha convertido en un agente de la campana fascista de cambiar los términos por medio de una repetición constante de mentiras totales que favorecen su lucha.

Graham es una advertencia al resto de los republicanos: si no acatan la línea del partido por las buenas, pues lo harán por las malas.

Estos fascistas van en serio, pero los demócratas no: la pregunta es, qué haremos NOSOTROS

En pronunciado contraste con los demócratas, los fascistas están dejando bien claro: no se proponen dejar el poder. Incluso afirman que preferían morir. Estos son unos sujetos que, antes de las elecciones de 2016, se compararon con los pasajeros del Vuelo 932: preferirían “hundirse con el barco” y morir antes de ver que otro demócrata asumiera la presidencia. En ese entonces veían lo que estaba en juego, y ahora siguen lo que está en juego, como su última oportunidad de afianzar un orden social fascista.

Están poniéndolo bien claro también que el mundo el que insisten en celebrar en enero de 2021 tendrá un poder ejecutivo incuestionable por encima del estado de derecho; una teocracia (gobierno por religión) en todo salvo en el nombre, autoridad policial sin restricciones por ley ni siquiera protestas; y una fuerza militar sin restricción en absoluto ni por ley ni moral.

La pregunta es, ¿qué haremos NOSOTROS? ¿Aceptar esto y continuar cifrando nuestras esperanzas en algún camino indoloro y quimérico para eludir la responsabilidad para con la humanidad que clama tan claramente? ¿O aprender de lo que la gente por todo el mundo ha estado haciendo este año ante la opresión intensificada, seguir su modelo y llevarlo más adelante?

¿Arrastrarnos y agacharnos y escondernos?... ¿¡¿O tomarnos las calles con números masivos de personas y negarse a dejarlas hasta que este régimen quede FUERA?!?

Le toca a usted elegir, y lo está eligiendo todos los días.

La carta anterior: Tercera parte: Su juego tiene por objeto salvar al sistema, y no derrotar al fascismo

 


1. Véase “¿Qué ES el fascismo?” [volver]

2. El vuelo 93 fue secuestrado el 11 de septiembre de 2001. Cuando los pasajeros se enteraron que otros aviones secuestrados fueron volados contra las torres del World Trade Center y el Pentágono, decidieron tomar por asalto como grupo la cabina del piloto, y lograron que el avión se estrellara antes de que pudiera hacer daños semejantes a lo que habían hecho esos otros aviones. [volver]

Lea las entregas anteriores de:

Cartas de un lector: Por qué al involucrarte con los demócratas, incluso para “tomarles el control desde adentro”, acabarás en los brazos de los fascistas

Primera parte: Un político demócrata liberal y un funcionario fascista entran a un bar… pero lo que sucede a continuación no es exactamente broma


Segunda parte: La estrategia de los demócratas para el proceso de destitución: ¿al servicio de los intereses de quién?


No existe ningún Santa Claus, y no es posible apoyarse en los demócratas para sacar a Trump

Tercera parte: Su juego tiene por objeto salvar al sistema, y no derrotar al fascismo

Cabe decir sin rodeos: para los millones, y decenas de millones, de personas que dicen que odian todo lo que Trump representa y lo que está haciendo pero quienes, después de todo este tiempo, todavía no se han tomado las calles en una movilización sostenida que exija que el régimen de Trump y Pence tiene que marcharse, ¡esto hace que sean colaboradores con este régimen fascista y en sí culpables del atroz delito de tolerar a este régimen cuando aún podrían tener la posibilidad de que se cumpla la exigencia de que el régimen tiene que marcharse, por medio de tal movilización de masas!

Para parafrasear a Paul Simon: Están desperdiciando su resistencia por un puñado de murmullos —o cosas peores— proveniente del Partido Demócrata.

La hora ya es muy tarde —y aún queda un tiempo, pero no mucho— para que esto cambie, ¡para que las masas de personas por fin se tomen las calles y permanezcan en las calles, con la firme determinación de que este régimen fascista debe marcharse ya!

Bob Avakian,
de Hope For Humanity On A Scientific Basis:
Breaking with Individualism, Parasitism and American Chauvinism

 

 

 

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