TERGIVERSACIONES FASCISTAS Y LA RESPUESTA DEL NUEVO COMUNISMO
| revcom.us
En un artículo del 3 de febrero de 2020, “Impeachment Protestors Call for ‘Nonviolent Revolution’ To End U.S. ‘Fascism’” [Manifestantes a favor de la impugnación llaman a una ‘revolución no violenta’ para terminar con el ‘fascismo’ de Estados Unidos], en The Federalist (el que quizá no esté oficialmente afiliado a la poderosa Federalist Society [Sociedad Federalista] pero claramente comparte gran parte de su visión y objetivos reaccionarios de derecha), Krystina Skurk ataca a la diversa agrupación de ¡FUERA YA! [#OUTNOW!] que llama a una movilización de masas para exigir que sea sacado el régimen fascista de Trump y Pence, y ataca especialmente a aquellos de entre los manifestantes que son promotores del nuevo comunismo desarrollado por Bob Avakian (BA).
En esta última dimensión, parece claro que Skurk al menos ha revisado y leído partes de la Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte, de la autoría de BA, y confecciona una supuesta “crítica” a esta Constitución a lo largo de su ataque general a las protestas ¡FUERA YA!. En este sentido, cabe decir que ofrece una lección sobre el patético estado de las cosas en el frente político que alguien como Skurk, con una perspectiva de derecha, en apoyo al fascismo que está concentrado en el régimen de Trump y Pence, se haya molestado en leer un poco esta Constitución, mientras que como fenómeno general aquellos que se consideran “de izquierda,” “progresistas” o “concienciados”, lo que incluye al mundo académico y en la intelectualidad (tal como lo es), ni siquiera se han molestado en hacerlo, y al contrario, simplemente han ignorado, desestimado o se han dedicado a burdas tergiversaciones y calumnias al trabajo crucialmente importante que ha hecho BA, incluida esta Constitución. Pero que no le demos a Skurk el reconocimiento que no se merece: de acuerdo con su propia visión y métodos reaccionarios y no científicos, lo que Skurk ha hecho no contiene un examen serio y honesto de esta Constitución (ni del nuevo comunismo del cual ésta es una expresión concentrada) ni de los manifestantes ¡FUERA YA!, que incluyen a unos partidarios de BA pero también a otras personas con una diversidad de puntos de vista. Al contrario, el ataque de Skurk contiene una combinación de ignorancia flagrante y burdas tergiversaciones. Según la visión del nuevo comunismo, esta respuesta se centrará en responder a algunas de las principales formas en que esto se destaca en su ataque a BA y al nuevo comunismo, mientras que también responderá a algunas de las más atroces tergiversaciones y descripciones erróneas de ella en relación con las protestas ¡FUERA YA!
La Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte
Skurk escribe:
Muchos de los manifestantes hablaban de una constitución comunista escrita por Bob Avakian, el líder del Partido Comunista Revolucionario. Esta constitución formaría una nueva nación llamada La Nueva República Socialista en América del Norte. Sus legisladores serían elegidos por voto popular, y una mayoría de votos en la legislatura única de la nación podría adoptar leyes. Los miembros de esta legislatura servirían como un consejo ejecutivo. Fíjense que no existe ninguna separación de poderes, algo que muchos de los manifestantes se quejaban de que Trump estaba eviscerando.
Pero, en contraposición a la afirmación de Skurk, esta Constitución definitivamente prevé e institucionaliza la separación de poderes. Si bien la Legislatura elige al Ejecutivo, una vez elegido el Ejecutivo, éste está completamente separado e independiente de la Legislatura, y la Legislatura desempeña un papel definido de “supervisión” en relación con el Ejecutivo. Además, existe todo un poder judicial, con una Corte Suprema, que está separado e independiente tanto del Poder Legislativo como del Poder Ejecutivo y cuenta con poderes de “supervisión” en relación con ambos, incluida la facultad de declarar inconstitucionales las leyes y acciones tanto de la Legislatura como del Ejecutivo. Todo esto está detallado claramente en el Artículo I de esta Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte, y nadie que estudie seria y honestamente esta Constitución razonablemente podría pasarlo por alto.
La educación, la creatividad, el pensamiento crítico y el disentimiento
Skurk también dice:
En este nuevo paraíso comunista, toda la educación sería administrada centralmente por el estado y sería obligatoria. El sistema educativo se dedicaría a enseñar “el entendimiento materialista dialéctico de que toda la realidad consta de materia en movimiento... y nada más”. Se permite la discusión de los efectos culturales e históricos de la religión, pero eso es todo.
Aquí vemos otro ejemplo flagrante y atroz de los métodos descarados y escandalosos de reaccionarios como Skurk que no pueden refutar lo que en realidad el nuevo comunismo propone, como se encarna, por ejemplo, en esta Constitución de la autoría del arquitecto de este nuevo comunismo, Bob Avakian. En cambio, lo que vemos aquí por parte de Skurk es lo que únicamente puede ser una tergiversación consciente y deliberada. Para empezar, la forma en que Skurk (mal) cita esta Constitución llevaría a uno que no está familiarizado con ella a creer que únicamente se permitiría presentar “el entendimiento materialista dialéctico” mediante el sistema educativo de la Nueva República Socialista. A continuación se presenta lo que la Constitución dice en realidad, en la parte sobre la educación (en el Artículo I, Sección 2) de la cual Skurk, muy “selectivamente”, cita:
[E]l análisis materialista dialéctico de que toda la realidad consta de materia en movimiento de diversos tipos, y nada más, y la aplicación de este análisis y enfoque a todas las esferas de las ciencias naturales y sociales. Al mismo tiempo, como una aplicación de “la elasticidad sobre la base de un núcleo sólido” habrá previsiones para que se presenten otros puntos de vista opuestos, incluso de los defensores apasionados de dichos puntos de vista, como una parte del currículo general y la educación en general. (énfasis agregado)
Es muy difícil de creer —pone en entredicho la credulidad más allá del extremo de la ruptura, aceptar— que Skurk no viera la parte enfatizada (en cursivas) en esta cita, ya que le sigue inmediatamente después a la parte que sí eligió citar (en parte). Más bien, lo que obviamente obra aquí es que, de una manera típica de las personas con la perspectiva y método de ella, ella está operando de acuerdo con un prejuicio preconcebido de que el comunismo equivale a una pesadilla totalitaria que suprime toda creatividad, pensamiento crítico y disentimiento, y ella está sobreponiendo esta noción prejuiciada a la obra real (en este caso, la Constitución) que ella dice estar examinando. De hecho, la misma sección de esta Constitución (sobre la educación) que Skurk cita, de manera burdamente tergiversada, enfatiza este principio:
El sistema educativo en la Nueva República Socialista en América del Norte habrá de capacitar a las personas en buscar la verdad dondequiera que ésta conduzca, con un espíritu de pensamiento crítico y curiosidad científica y de esta manera aprender continuamente acerca del mundo y estar mejor capacitadas para contribuir a cambiarlo en conformidad con los intereses fundamentales de la humanidad.
Y este mismo principio y enfoque básico se aplica a todas las esferas de la actividad científica e intelectual.
Además, con respecto al arte y la cultura y los medios de comunicación, y en general a lo largo de esta Constitución, contiene disposiciones no sólo para proteger sino para abrir espacios para manifestar una diversidad de puntos de vista y opiniones, incluido disentir de las políticas y acciones del gobierno, y “abogar por la abolición de esta República y por reemplazarla con otro tipo de sociedad y forma de gobierno”. (Véase el Artículo III, Sección 2.) Esta orientación y enfoque básico se articulan desde el mero principio de esta Constitución, en el Preámbulo, y se recorre a lo largo de ella, a manera de cuestión de principios y método básico, tal como se concentra en la formulación “núcleo sólido, con mucha elasticidad”.
Las verdaderas consecuencias del capitalismo, el verdadero carácter del socialismo y el objetivo final del comunismo
Del mismo modo, la combinación de ignorancia y deliberada tergiversación de Skurk se refleja en su declaración de que, entre los manifestantes que exigían que el régimen de Trump y Pence debiera estar ¡FUERA YA!, aquellos que son partidarios de Bob Avakian
señalan a Hong Kong como un ejemplo de un auge de lucha política que quisieran emular, pero no mencionan que el pueblo de Hong Kong está luchando contra un gobierno comunista, el mismo tipo de gobierno controlado centralmente que su héroe Avakian quiere implementar.
Ante todo, tal como entienden los partidarios de Bob Avakian —y tal como revelará cualquier análisis científico—, aunque el partido en el poder en China sigue empleando, de manera engañosa, la etiqueta “comunista”, ese partido y la sociedad que gobierna hace mucho tiempo dejaron de ser “comunistas” (o, más acertadamente, dejaron de estar en el camino socialista hacia la meta del comunismo) y, al contrario, desde hace más de cuatro décadas, a raíz de la muerte de Mao Zedong, han tomado el camino del capitalismo; contando con ciertas instituciones y procesos particulares que difieren del capitalismo en Estados Unidos y países similares, la propia China es un país capitalista-imperialista emergente y cada vez más poderoso.
Skurk agrega, sobre los partidarios de Bob Avakian: “Ellos condenan al capitalismo porque oprime a los pobres, pero no consideran a los millones de personas que el capitalismo ha sacado de la pobreza”. Irónicamente, como aspecto secundario de las cosas —pero algo que no es del todo irrelevante o insignificante, dado el enfoque y las afirmaciones de Skurk— la realidad es que una gran parte de aquellos que han sido “sacados de la pobreza” están en la China (sí, capitalista), cuyo sistema Skurk condena. Es cierto que, como proclaman los gobernantes de China, una clase media considerable (y, más allá de eso, un grupo más pequeño de millonarios y multimillonarios) se ha desarrollado con la implantación y el funcionamiento del capitalismo en ese país, pero eso es una parte de un panorama general —y una verdad más amplia— de que las masas de personas en China sufren una amarga explotación bajo este sistema capitalista; que cientos de millones de persona siguen sumidos en la pobreza; que el sistema de atención de la salud en China ha dejado de ser el sistema más igualitario en el mundo (como lo era cuando China estaba en realidad en el camino socialista) y se ha convertido en el sistema más desigual; que los males sociales, como la prostitución y la drogadicción, que se eliminaron en gran medida en el período del socialismo, ahora han resurgido y se han convertido en importantes fenómenos sociales — y que el desarrollo de la economía china es inseparable de la explotación por el capital chino a los pobres en África y de muchas otras partes del mundo.
Y se tiene la realidad de que, cuando China seguía en el camino socialista, bajo la dirección de Mao, el nivel de vida de las masas de personas mejoró enormemente (por ejemplo, la esperanza de vida se duplicó de unos 32 a 65 años, a la vez que la población en general creció, se eliminaron muchas enfermedades devastadoras o se redujeron significativamente sus efectos, la mortalidad infantil disminuyó significativamente y en una ciudad como Shanghái fue menor que en algunas partes de Estados Unidos, y así sucesivamente), y además esto se hizo mediante el desarrollo de la economía y la sociedad en general sobre la base de actuar para eliminar y arrancar de raíz la explotación y la opresión y apoyar a las luchas revolucionarias en otras partes del mundo.
De todo esto Skurk no tiene nada que decir — o bien es ignorante de esta realidad, o bien conscientemente elige ignorarla, o alguna combinación de las dos cosas.
Y su reconocimiento al capitalismo por haber sacado a millones de personas de la pobreza es muy similar al de quienes afirman que el pueblo negro de Estados Unidos debería estar agradecido porque —después de siglos de opresión brutal y asesina y de una degradación indecible en Estados Unidos—, por fin la esclavitud fue eliminada en este país (aunque de hecho la opresión horrible del pueblo negro ha continuado desde ese entonces, tanto en formas nuevas como centenarias, por ejemplo, la perpetuación de ciertas formas de esclavitud, en particular mediante el sistema penitenciario, por un período incluso después de la Guerra Civil). En cuanto a la pobreza y sus consecuencias, la realidad es que, si bien las cifras han disminuido en los últimos decenios, sigue siendo cierto, por ejemplo, que mueren unos seis millones de niños en el mundo cada año de hambre y de enfermedades prevenibles. Y ello en un mundo en el que las fuerzas productivas disponibles (la tierra, los recursos, la tecnología y las personas con conocimientos y habilidades) desde hace mucho tiempo han sentado las bases para que se eliminen completamente tales atrocidades —y de hecho la pobreza, las privaciones y la degradación en general—, en todas partes del mundo, y la razón fundamental de que esto no se haya logrado es la propiedad privada de los medios de producción en las manos de los capitalistas rivales, y las consecuencias de ello para las masas de la humanidad, incluida la destrucción velozmente creciente del medio ambiente, cuando con la abolición de la propiedad capitalista de los medios de producción y de la explotación de las masas de personas, y la instauración de la propiedad común de estos medios de producción, en una sociedad socialista en el camino hacia un mundo comunista, se podría eliminar y superar el terrible e innecesario sufrimiento que soportan las masas de la humanidad.
Skurk afirma que aquellos que son promotores del nuevo comunismo desarrollado por Bob Avakian “ingenuamente se hacen de la vista gorda ante los horrores que el comunismo ha causado en Rusia, China y Camboya, convencidos de que pueden hacerlo mejor”. La realidad es que, si bien muchos de esos “horrores” son inventos y tergiversaciones de personas de la calaña de Skurk (y, de hecho, de los apologistas “liberales” del capitalismo-imperialismo), y si bien la experiencia general de las sociedades socialistas en el camino hacia el comunismo ha sido definitivamente positiva e inspiradora, en un sentido secundario, en esa experiencia histórica, existían verdaderos problemas y errores, algunos de ellos de hecho atroces, y en las obras de Bob Avakian, a lo largo de más de cuatro décadas, se hace un examen científico crítico de la verdadera historia del movimiento comunista —sus grandes logros así como, de manera secundaria pero significativa, sus graves errores y sus severos reveses—, lo que incluye la experiencia en la Unión Soviética y en China (países que seguían el camino del socialismo durante varios decenios, antes de que se restaurara el capitalismo en esos países, a mediados de los años cincuenta en la Unión Soviética y a mediados de los años setenta en China) y Camboya, país que en realidad nunca estuvo en ese camino del socialismo sino que representó un alejamiento del mismo y una distorsión del comunismo. Este estudio científico, junto con un examen serio de muchas otras esferas importantes de la actividad humana y de sacarles lecciones, ha conducido precisamente a la síntesis que está encarnada en el nuevo comunismo. Y, sí, este nuevo comunismo sí capacita a aquellos que lo asumen y lo aplican como el método científico vivo que lo es, para que lo hagan aún mejor.
Con respecto al burlón rechazo de Skurk a la sociedad socialista concebida en el nuevo comunismo, y que está encarnada en la Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte, por ser “este nuevo paraíso comunista”, esto una vez más muestra la combinación de ignorancia y tergiversaciones deliberadas típicas de las personas con la visión de ella. Los comunistas, y en particular los promotores del nuevo comunismo, como método y enfoque consecuentemente científico no piensan en términos de un “paraíso” — es decir, el coto, y la fantasía, de la religión, y especialmente de los fundamentalistas religiosos. Al mero principio de la Constitución, y a lo largo de ella, se deja en claro que, si bien la sociedad socialista representa un gran salto hacia la emancipación de la humanidad, no es, y no puede ser, una especie de utopía. Es más bien una sociedad en transición —del capitalismo, mismo que ha sido derrocado rumbo al mundo comunista al que se propone alcanzar— y, como la Constitución claramente explica:
Como ha demostrado la experiencia histórica, la sociedad socialista —durante un período bastante largo— contendrá y de hecho regenerará elementos de explotación, desigualdad social y opresión, heredados inevitablemente de la antigua sociedad, los cuales no es posible arrancar de raíz y abolir de golpe ni en el momento después del establecimiento del estado socialista. Es más, es probable que durante un período prolongado surjan los nuevos estados socialistas en una situación en que estarán cercados en un grado u otro por estados imperialistas y reaccionarios, los que continuarán ejerciendo una influencia y fuerza importante y hasta podrán gozar de una posición dominante en el mundo durante algún tiempo. Durante un tiempo largo, esos factores seguirán generando fuerzas en la misma sociedad socialista así como en las partes del mundo aún dominadas por el imperialismo y la reacción, los que intentarán derrocar cualquier estado socialista que exista y restaurar el capitalismo ahí. Además, la experiencia histórica demuestra que, debido a esas contradicciones, surgirán fuerzas al interior del mismo partido de vanguardia, incluso en sus niveles más altos, las cuales lucharán por las líneas y las políticas que de hecho conducirán a socavar el socialismo y restaurar el capitalismo. Todo eso recalca la importancia de continuar la revolución en la sociedad socialista y de hacerlo en el marco general de la lucha revolucionaria por todo el mundo y con la orientación internacionalista de darle prioridad fundamental al avance de esa lucha mundial hacia la realización del comunismo, lo cual sólo se podría alcanzar a escala mundial, y recalca la importancia de la lucha al interior del propio partido así como en la sociedad en general a fin de mantener y fortalecer el carácter y papel revolucionario del partido en concordancia con sus responsabilidades de actuar como el liderazgo de la revolución en marcha hacia el objetivo final del comunismo y derrotar las iniciativas de transformar al partido en su contrario, en un instrumento para la restauración de la vieja sociedad explotadora y opresora. (del Preámbulo de esta Constitución).
Además, una de las características que distinguen al nuevo comunismo es el reconocimiento de que, incluso con la realización del comunismo, en el mundo entero, no habrá una especie de utopía, sino una situación en la que la explotación y la opresión y los antagonismos sociales correspondientes habrán sido eliminados, pero persistirán contradicciones las cuales la gente tendrá que seguir enfrentando y transformando continuamente. La gente seguirá enfrentando la necesidad en diversas formas y tendrá que asumir los continuos retos de desarrollar las formas —lo que incluye una lucha no antagónica en su seno— para transformar la necesidad en libertad... que a su vez será una parte de la nueva necesidad, que de nuevo tendrá que ser transformada en libertad... y así sucesivamente. La diferencia, una vez más, es que ya se habrán superado y rebasado la explotación y opresión y los correspondientes antagonismos sociales —y el punto de vista que corresponde a esa situación social— y ya no constituirán un obstáculo a la realización del proceso de transformar el mundo. Y en contraste con las sociedades anteriores que se basaban en la explotación y la opresión, la humanidad contará con una dimensión completamente nueva de la libertad — a pesar, una vez más, de que seguirá siendo necesario transformar la necesidad en nueva libertad.
Para descargar el pdf y leerlo, haga clic aquí
El fundamentalismo cristiano — la columna vertebral y la fuerza más sólida para el fascismo
En oposición a uno de los subtítulos del artículo de Skurk, nadie —o ciertamente ninguno de los promotores del nuevo comunismo— afirma o cree que “el cristianismo es fascista”. Lo que Skurk hace en su artículo es un “ardid”, un truco típico de las personas las que son, de hecho, fascistas cristianos: fingir ser “la víctima” y decir que la oposición a sus esfuerzos por imponer a la sociedad una teocracia fundamentalista constituye en realidad la supresión y persecución a los cristianos y al cristianismo. No. El cristianismo como tal no es fascista, pero sí lo es el fundamentalismo cristiano — en particular en la forma en que se ha manifestado política e ideológicamente en Estados Unidos durante las últimas décadas, y a medida que se ha esforzado por, de hecho, imponer una tiranía teocrática en Estados Unidos. Bob Avakian ha hecho un extenso análisis científico de este fenómeno en diversas obras (las que están disponibles en el portal revcom.us así como El Instituto Bob Avakian). Con palabras que captan una buena parte de la esencia de esto, Bob Avakian, al referirse a los fascistas en Estados Unidos, entre los cuales los fundamentalistas cristianos son una fuerza importante de núcleo sólido, hace esta muy importante observación:
Hay una línea directa que conecta la Confederación esclavista de los años 1860 con los fascistas de hoy, y una conexión directa entre su supremacía blanca, su franco odio y repudio tanto a la gente LGBT como también a las mujeres, su repudio abierto a la ciencia y al método científico, su cruda xenofobia tipo “Estados Unidos Ante Todo”, y su proclamada “superioridad de la civilización occidental”, y su belicoso uso del poderío militar, incluso con sus declaraciones y abiertas amenazas de que están dispuestos a usar armas nucleares para destruir países.
En esta conexión, cabe citar, con cierta extensión, al teólogo afroamericano Hubert Locke:
Debido a la devastación cataclísmica que el gobierno fascista de Alemania causó en el mundo, nuestra atención se ha enfocado, con razón, en los 12 años que detentó el poder. Durante ese tiempo, James Luther Adams (uno de los teólogos venerados de mi generación y profesor de las universidades Chicago y Harvard) fue a Alemania a realizar estudios pos-doctorales, siguiendo la tradición de la época. Adams fue testigo del choque entre la iglesia y el fascismo alemán. Hace 25 años, al ver que la derecha religiosa emergía en este país [Estados Unidos] como una fuerza política dedicada a “recobrar la nación para Dios”, Adams les dijo a sus estudiantes que aquí también habría que luchar contra los “fascistas cristianos”. El fascismo, les advertía Adams, no regresará con esvásticas y camisas pardas. Sus herederos ideológicos se pondrán el manto de la Biblia; vendrán con cruces y recitando la Promesa de Lealtad a la bandera.
No debemos subestimar lo que está en juego en esta batalla contra la derecha religiosa. No es una casualidad que la fuerza y apoyo del movimiento radique en el centro del país, lo que llaman el “corazón” de Estados Unidos, y en particular la región sureña. Esa zona jamás se acomodó a la nueva realidad del país tras la Segunda Guerra Mundial. Al breve lapso de normalidad de posguerra le siguió una década de una revolución racial truncada y retrasada por mucho tiempo, que arrasó con siglos de cultura y tradición, especialmente en el Sur. Dos décadas más tarde, el desengaño de una guerra impopular en el sudeste asiático sacudió las bases del patriotismo convencional y tradicional en la vida estadounidense, a eso le siguió una revolución sexual que trastornó actitudes muy arraigadas de ese sector de la población sobre la posición subordinada de la mujer en la sociedad y el rechazo a las personas gays y lesbianas. Estas derrotas políticas, sociales y culturales han estallado ahora en una batalla sin tregua para retrasar el reloj 50 años y devolver el país a la pureza de la anteguerra. Es significativo que el creacionismo ocupe un lugar tan prominente en el programa de la derecha religiosa. La derecha perdió esa batalla a mediados de la década de 1920 pero nunca aceptó su derrota, como los sureños que no reconocen su derrota en la Guerra Civil. En consecuencia, la derecha religiosa quiere restaurar un modo de vivir que desapareció del país hace medio siglo.
Si todo esto fuera simplemente una batalla por la conciencia del pueblo estadounidense, podríamos entrar al conflicto con menos preocupación, confiados de que al final la razón y la bondad humana triunfarán sobre la ignorancia y la intolerancia. Pero esta es una batalla por el poder: por acaparar el poder, manipular los tribunales y las decisiones judiciales, controlar los medios de comunicación y entrometerse en todo rincón de la vida y las relaciones personales, para que el país se gobierne de acuerdo a lo que la derecha religiosa considera a voluntad de Dios. (“Reflexiones sobre cómo debe responder a la derecha cristiana la Pacific School of Religion”, del Dr. Hubert Locke; énfasis agregado)
Skurk emplea la táctica de burlarse de los manifestantes ¡FUERA YA! con la estrafalaria afirmación de que no hay pruebas de que este fascismo, y en particular su columna vertebral y punta de lanza fundamentalista cristiana, haya logrado avances reales con respecto al gobierno y las leyes y la sociedad en general. Esto —posiblemente debido a su ignorancia real, pero mucho más probablemente debido a ignorar y tergiversar adrede— no reconoce ni acepta (o se niega reconocer o aceptar) estos hechos salientes, entre otros:
Con el ascenso del régimen de Trump y Pence, los propios fascistas cristianos se jactan de que jamás han tenido una rama ejecutiva que favorece y apoya tanto a sus metas. El mismo Pence es un descarado fundamentalista cristiano, y a todo nivel del régimen están fascistas cristianos agresivos parecidos, y algunos de ellos ya ocupan cargos importantes en el gobierno, tales como el secretario de Estado Mike Pompeo y el procurador general William Barr, quien le ha declarado la guerra al secularismo, que lo denuncia como un enemigo nefando el que es responsable de todos los males sociales de Estados Unidos.
Con este régimen en el poder, han escalado muchísimo los ataques contra el derecho al aborto y el control de la natalidad, hoy el derecho al aborto pende de un hilo, y en muchas partes de Estados Unidos prácticamente no está disponible, a la vez que el régimen ha logrado nombrar a una gran cantidad de jueces de derecha, a muchos niveles del poder judicial, incluso a los más altos niveles, los que claramente se oponen al derecho al aborto (tal como está consagrado en el fallo Roe contra Wade), y algunos de ellos también afirman que el fallo Brown contra la Junta de Educación el que prohibió la segregación en la educación estuvo equivocado (y en consecuencia, también habría que revocarlo).
El procurador general Barra hace amenazas de mal agüero a las comunidades negras las que se atrevan a protestar contra la brutalidad y asesinato policial, a la vez que la policía mata a mil personas al año, siendo una cantidad desproporcionada de ellas gente de color, en su mayoría sin arma, y Trump riega burdamente veneno supremacista blanco y fomenta ataques supremacistas blancos violentos, de parte de la policía y otros.
Este régimen está violando, de hecho está destripando, el derecho al asilo, con la deportación sumaria de grandes cantidades de inmigrantes (muchos de ellos a la muerte), miles de ellos están detenidos en campos de concentración, y muchos niños muy jóvenes han sido separados a la fuerza de sus padres y madres.
Este régimen y sus seguidores fascistas atacan repetidamente a la ciencia, en particular con respecto a la crisis climática así como el entendimiento fundamental de que la evolución, incluida la evolución de la especie humana, es un hecho científico firmemente establecido, una de las teorías más fundamentadas de toda la ciencia, sin la cual no se puede llevar a cabo y desarrollar la ciencia.
Trump ha amenazado, en más de una ocasión, con usar armas nucleares y destruir países.
Todo esto se está dando, y está acelerándose, junto con otras maniobras para instituir un gobierno fascista, importantemente con las descaradas burlas de Trump al estado de derecho, tal como se evidencia, por ejemplo, en su negativa a comprometerse a respetar los resultados de unas elecciones en las que él no sea declarado el ganador, así como su afirmación de que la Constitución de Estados Unidos la confiere el poder de hacer lo que le dé la gana, y su franco desprecio y evisceramiento de los principios y disposiciones de la Constitución federal, como ha salido a la luz durante su impugnación, que incluye la descarada obstrucción en el Congreso.
El hecho de que este régimen —todavía— no ha consolidado su dominio fascista o implementado en toda su extensión su programa fascista no es motivo de alivio o pasividad política (y mucho menos la clase de ridículo insincero que expresa Skurk con respecto a aquellos que actúen para conseguir la demanda de que sea sacado este régimen antes de que pueda llevar a cabo esa consolidación e implementación en toda su extensión), pero al contrario, debe de servir de toque de clarín para todos —los decenas de millones— los que despreciamos profundamente a este régimen y todo lo que se propone hacer, a que se sumen a los manifestantes ¡FUERA YA! y a su llamamiento a que las masas de personas, a los miles que crezcan a millones, a que lleven a cabo protestas no violentas pero sostenidas, cuyo objetivo no es “derrocar a nuestro sistema de gobierno”, como Skurk falsamente afirma, sino sacar a este régimen fascista antes de que sea demasiado tarde.
Eliminar de veras la opresión racista
Finalmente, para responder a otra importante y aleccionadora tergiversación que hace Skurk, cabe examinar lo siguiente. Ella escribe:
La solución de Avakian para el racismo en Estados Unidos tiene dos elementos. Se prohibiría toda la discriminación (si así de sencillo fuera). Segundo, los afroamericanos contarían con la oportunidad de decidir si quieren formar territorios autónomos, algo parecido a las reservas para los indígenas. Lo mismo se aplica a los hispanos en el Sudeste de Estados Unidos. Alternativamente, el nuevo gobierno quizá considere devolver a México el territorio tomado durante la Guerra Mexicano-Estadounidense por los “Estados Unidos imperialistas”.
Esto encierra, una vez más, una burda y exagerada simplificación y tergiversación de lo que está encarnado en esta Constitución con respecto a superar la opresión racista. En el Preámbulo de la Constitución, así como en los Artículos siguientes, donde se discute la orientación fundamental y las políticas concretas concernientes a las múltiples dimensiones de la sociedad, se enfatiza la superación de “los atroces crímenes, la opresión y las injusticias perpetrados por la antigua clase dominante y gobierno de los Estados Unidos de América contra las diversas nacionalidades minoritarias” (Artículo II, Sección 3). Y no meramente se declara que “se proscribirá y se prohibirá la discriminación contra las nacionalidades minoritarias en todas las esferas de la sociedad, incluida la segregación en la vivienda, educación y otras áreas, y el gobierno central y el de otros niveles adoptarán y concretarán medidas y pasos para superar los efectos de la discriminación y segregación y el legado general de la opresión a la cual estos pueblos han estado sometidos”.
Toda esta Sección del Artículo II, que llena un total de 10 páginas de la Constitución, comenta concretamente la manera en que se aplicará esto con respecto a las instituciones, el funcionamiento y las políticas del gobierno; y también se trata esta cuestión en Sección 4 del siguiente Artículo (III).
Con respecto a otra burda tergiversación en la “crítica” de Skurk, las regiones autónomas que esta Constitución dice que quizá se creen para las nacionalidades minoritarias (anteriormente oprimidas) para nada “se parecen a las reservas para los indígenas”. Esas reservas, las que hoy existen en el marco general dominado por la clase dominante capitalista-imperialista de Estados Unidos, no fueron establecidas históricamente sobre la base de la voluntad de esos pueblos —tal como ocurriría en la Nueva República Socialista en América del Norte— sino mediante políticas y actos genocidas llevados a cabo por el gobierno de Estados Unidos y el sistema al que sirve, el cual diezmó a los pueblos indígenas y los obligó a ir a vivir en territorios y a subordinarse a un estilo de vida que no era de su elección, y que se ha esforzado por mantener a los pueblos ahí en condiciones de privaciones y opresión. En oposición directa y fundamental a eso, como explica la Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte, se deberá decidir la cuestión de establecer autonomía en las regiones y zonas “con importantes concentraciones demográficas de las nacionalidades minoritarias quienes estuvieron oprimidas al interior de las fronteras de los antiguos Estados Unidos de América imperialistas” por medio de elecciones únicamente con la participación de los miembros de esa nacionalidad específica.
Específicamente, con respecto de los indígenas norteamericanos, la Constitución (en el Artículo II, Sección 3) enfatiza que:
dondequiera que se establezcan regiones autónomas de indígenas en los alrededores generales de las tierras históricas de los diversos pueblos indígenas, el gobierno central también tomará medidas para asegurar que estas regiones autónomas no sólo tengan los necesarios territorios sino los necesarios recursos para propiciar un verdadero florecimiento de estos pueblos, en el marco general de la Nueva República Socialista en América del Norte. El gobierno central de la Nueva República Socialista en América del Norte les proporcionará ayuda y apoyo especial a cualquier región autónoma indígena, basándose en los principios y objetivos establecidos en la presente Constitución.
Y, en el Artículo III, Sección 4, esta cuestión también recibe énfasis:
Tal como se evidencia en la experiencia histórica de las nacionalidades oprimidas en los Estados Unidos de América imperialistas (y en la experiencia por todo el mundo), la superación de las desigualdades entre las regiones está fuertemente entretejida con la eliminación de la opresión nacional. Por esa razón en especial, el gobierno de la Nueva República Socialista en América del Norte destinará atención, esfuerzos y recursos especiales a desarrollar las regiones las cuales, debido al dominio de las clases explotadoras y la dinámica del capitalismo y otros factores, bajo el viejo sistema fueron mantenidas en una situación más atrasada, y a superar las disparidades entre las regiones así como las brechas entre las zonas rurales y las zonas urbanas (en este sentido, ver también el Artículo IV).
Finalmente, sobre esta importante cuestión, dada la continua experiencia de horrorosa opresión del pueblo negro a lo largo de la historia de Estados Unidos y su actual condición como nación oprimida dentro de Estados Unidos, la Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte también defiende el derecho del pueblo negro a la autodeterminación, lo que incluye el derecho de separarse de la Nueva República Socialista y de formar un país separado — y establece el proceso y los medios con los cuales una votación, de parte del pueblo negro, podría ser organizada para determinar este asunto.
Todo eso es una expresión del principio fundamental que se expresa en el Preámbulo de esta Constitución:
La Nueva República Socialista en América del Norte es un estado multinacional y multilingüe que se basa en el principio de igualdad entre diferentes nacionalidades y culturas y uno de sus objetivos esenciales es eliminar por completo la opresión nacional y la desigualdad entre las nacionalidades, lo que fue una parte tan fundamental de los Estados Unidos de América imperialistas a lo largo de su historia. Es posible vencer y superar por fin las divisiones en la humanidad entre países y naciones y construir una comunidad mundial de seres humanos en libre asociación únicamente sobre la base de estos principios y objetivos. Esta orientación también está encarnada en las diversas instituciones del estado y el funcionamiento del gobierno en la Nueva República Socialista en América del Norte.
La lucha contra el fascismo y la verdadera esperanza para la humanidad
Se podría escribir mucho más en respuesta al ataque de Skurk, pero de lo que se ha mostrado, está claro que su ataque no es una crítica de principios, basada en los hechos y razonada, ni a ¡FUERA YA! ni al nuevo comunismo, sino, como se decía al inicio de este escrito, su ataque es representativo de una típica combinación de burda ignorancia y deliberadas tergiversaciones que están al servicio de la especie de fascismo concentrada en el régimen de Trump y Pence, para el cual Skurk es una apologista, y el que constituye una amenaza muy real, inmediata y sí, siniestra, a la propia existencia y futuro de la humanidad. En oposición a eso, lo que representan los manifestantes ¡FUERA YA! y lo que éstos están llamando a hacer —y, en los términos más fundamentales, lo que está encarnado en el nuevo comunismo— representa una verdadera y edificante esperanza para la humanidad y su futuro.
“¿Qué enfrentamos?”
Un corto de vídeo de Bob Avakian con ilustraciones, en inglés.
¡EL RÉGIMEN DE TRUMP Y PENCE TIENE QUE MARCHARSE!
En nombre de la humanidad,
nos NEGAMOS a aceptar a un Estados Unidos fascista
Un mundo mejor ES posible
Un discurso de Bob Avakian
Lea el texto de la película completa en español aquí.