Nota de la redacción: Lo siguiente es del blog Aurora Roja de la Organización Comunista Revolucionaria, México:

En plena pandemia, Estados Unidos y México arremeten contra los migrantes

| revcom.us

 

Para este sistema, los inmigrantes son “cosas” para explotar, satanizar y desechar.

Para la revolución comunista, son seres humanos valiosos que cambiarán el mundo.

“Estar aquí es peor que haber estado secuestrada”, dice Aurora, hablando de la estación migratoria de Acayúcan, Veracruz. “Entre Chiapas y Veracruz nos secuestraron a mí, mi esposo y mis dos hijos (de 5 y 2 años)… Nuestra familia como pudo juntó dinero [para pagar el rescate] y nos volvieron a bajar a Chiapas… Entonces, nos agarró Migración.… Yo ya no aguanto más; estar aquí [en la estación migratoria], es peor que haber estado secuestrada… Estar aquí es lo más horrible que me ha pasado en la vida. Uno no puede hacer nada, el calor es insoportable, la gente llora, grita, se desespera, y tú no puedes hacer nada. Los niños no comen, pero es que quién va a comer con esa comida echada a perder, mal cocinada y con la peste de los baños… Mis hijos tienen ronchas del sudor y suciedad. Uno no puede ir al baño porque están a rebosar y la peste inunda todo…. Que nos deporten si es su gusto, pero que ya nos dejen salir de aquí. Que si nos van a matar, que por lo menos sea viendo el cielo, sintiendo el aire, siendo libres, pero que no me quiero morir aquí de tristeza, de soledad, peor que un animalito, peor que una cosa, peor que nada”1.

Como Aurora, decenas de miles de migrantes más han sido apresados en estas infernales cárceles migratorias en los últimos años. Esperando un permiso de un año, con la condición de quedarse en el sur de México. Aunque a la mayoría les toca la deportación a las tierras de donde tuvieron que huir — del terror del gobierno y las pandillas, de la pobreza, la violencia doméstica o los estragos del cambio climático.

Los migrantes detenidos han montado repetidas protestas y rebeliones contra las condiciones infrahumanas, el maltrato de los agentes del Estado, la hipocresía y los engaños del gobierno federal. Una de las más recientes protestas fue en Tenosique, Tabasco el 28 de marzo. Se levantaron por las condiciones inaguantables y el temor de infección de Covid-19. Hubo un incendio. En vez de auxiliarlos, los policías los encerraron y trancaron las puertas mientras se acumulaba el humo. Finalmente unos migrantes jóvenes rompieron las puertas y pudieron escapar, pero era demasiado tarde para Héctor Rolando Barrientos Dardón, un migrante guatemalteco de 44 años. Héctor murió y por lo menos 13 personas sufrieron lesiones. Él y 41 personas más eran solicitantes de asilo que debían ser liberados dos días después. El Estado mexicano no acepta ninguna responsabilidad; al contrario, consignó a cuatro migrantes hondureños como supuestos culpables.

Pese al discurso, el Estado mexicano maltrata y deporta masivamente a los migrantes

Con gas pimienta, toletes y aparatos que dan toques eléctricos, la Guardia Nacional atacó a la caravana de migrantes que intentó entrar al país por Tabasco y Chiapas en enero de 2020. “No hubo represión” mintió [el presidente mexicano Andrés Manuel] López Obrador y repitió sus falsas promesas de “4 mil trabajos” a los integrantes de la caravana, así como salud y asilo en México. Pero en los puestos fronterizos se les informaba la verdad: la única oferta de trabajo sería en los países de donde los migrantes venían huyendo. Con engaños y represión, fueron cercados, detenidos y encerrados. Los que escaparon fueron perseguidos. En un par de días cuatro mil migrantes estuvieron presos en las “estaciones migratorias” de Chiapas y Tabasco. A los migrantes que entraron por Tabasco, los agentes les prometieron que los llevarían a solicitar el asilo y que vivirían en albergues en libertad. Así lograron que la mayoría se entregara. Una estudiante mexicana que acompañaba a la caravana (y quedó detenida cinco días en Villahermosa) informó que los llevaron al centro de detención y cuando les pidieron quitar las agujetas, “como ocurre en las cárceles, ya saben que han sido engañados”2.

Seis días después, en su [conferencia de prensa] “mañanera” del 24 de enero, López Obrador habló así de la caravana: “Se les ofreció trabajo, refugio, todo… No quisieron”3. Todo esto es falso. No hubo oferta de trabajo alguno en México, y tampoco refugio para la gran mayoría. Los agentes del Instituto Nacional de Migración (INM) impidieron que los migrantes hablaran con la Comisión Mexicana de Ayuda a los Refugiados (Comar), único organismo que procesa solicitudes del asilo. No permitieron que la Comar entrara en las cinco cárceles migratorias donde estaban los detenidos de la caravana, hasta finalmente permitir que entrara solo en una, la de Tapachula (Siglo XXI). Para cuando habló López Obrador, ya habían deportado a por lo menos 679 migrantes. Solo 12 participantes en la caravana habían logrado solicitar asilo y fueron los que eludieron ser detenidos por los agentes del INM y llegaron solos a la oficina de la Comar en Tapachula. Un migrante deportado informó que fue detenido un día, encarcelado en Siglo XXI, y subido al autobús para Honduras el día siguiente, sin recibir información alguna sobre su supuesto derecho a pedir asilo4.

¿Estás con el imperialismo estadounidense que domina y desangra a los pueblos, o con los migrantes que luchan por vivir y no sucumbir?

Detrás de la finta de supuesto “humanismo” y “respeto a los derechos humanos”, el gobierno de López Obrador sigue cazando, criminalizando y deportando en masa a los inmigrantes, en su mayoría centroamericanos de Guatemala, Honduras y El Salvador, el llamado “Triángulo Norte”, incluso ahora en medio de la pandemia de coronavirus, en colaboración y bajo la batuta del gobierno de Estados Unidos. Aunque no quieran verlo mucha gente honesta engañada por las promesas de una “4ª Transformación” [políticas de la administración de López Obrador] de México, es verdad lo que denunció Salvador Lacruz, director de un centro de derechos humanos en Tapachula, Chiapas, en 2019: el gobierno de López Obrador “está imponiendo en la práctica el escenario más violento y más represor hacia las personas refugiadas que hemos visto, y esto no es poco decir, porque el sexenio de [anterior presidente mexicano Enrique] Peña Nieto estuvo extremadamente violento5.

No se justifica callarse ante los crímenes más graves que nunca del Estado mexicano contra los migrantes, porque a uno le guste el discurso o algunos programas de su nuevo jefe, López Obrador. En los primeros cinco meses de su gobierno, deportaron a más de 80 mil 500 personas, el 54% más que en los mismos meses del año anterior bajo Peña Nieto. La Guardia Nacional (que es el mismo ejército mexicano con nuevo uniforme) se dedica a capturar, maltratar y deportar a los migrantes. Es el colmo de la hipocresía cuando se callan o hasta justifican esta mayor saña del gobierno actual personas que en su momento denunciaron con toda razón la guerra contra los migrantes por parte del ejército y la Policía Federal con el Plan Frontera Sur bajo Peña Nieto o la Iniciativa Mérida bajo Felipe Calderón [presidente mexicano, 2006-2012]. Hoy como ayer, el Estado capitalista no se concentra en combatir el crimen organizado, como dicen, sino en reprimir y deportar a los migrantes, así como en reprimir al pueblo mexicano, en gran medida en colusión con los cárteles y bandas criminales.

Los migrantes centroamericanos, igual que los migrantes mexicanos, arriesgan la vida para llegar a Estados Unidos porque el imperialismo estadounidense ha jodido a los pueblos de estos países oprimidos aún más que jode al pueblo en Estados Unidos. Así es como funciona este sistema capitalista basado en la explotación y la búsqueda de la mayor ganancia, y no puede funcionar de otra manera. Los grandes capitalistas sacan enormes ganancias de la explotación de los migrantes en Estados Unidos, por ejemplo, en la agricultura o en las grandes fábricas empacadoras de carne, donde ahora los han obligado a trabajar sin protección adecuada contra Covid-19, resultando en un cúmulo de muertes innecesarias. Y sacan ganancias aún mayores sobreexplotando a la gente en los países de origen de estos migrantes, donde las desigualdades generadas por el mismo funcionamiento del sistema mundial obligan a la gente a trabajar por una miseria, cuando es que encuentren trabajo. Cuando no, más y más gente se ve orillada u obligada a entrar en el “negocio” internacional de la droga y el crimen organizado en general, con la activa participación de gobernantes y grandes capitalistas “legales”.

Como relata Carlos, un migrante hondureño, “Estoy viajando para ayudar a mi abuela a vivir mejor. Yo soy de ‘Tegus’ [Tegucigalpa] y ahí hay pocas oportunidades si no es con las pandillas, y yo no quiero entrar a ese mundo. Yo quiero hacer las cosas bien… Una vez que entras a las pandillas, ya no puedes salir. Las pandillas mataron a mi papá cuando tenía 7 años, a un tío cuando tenía 6 y a un primo cuando yo tenía 5. Casi no conoce uno a su familia por lo mismo”6. O lo que cuenta un psicólogo en El Salvador: “Tenemos casos de adolescentes violadas en repetidas ocasiones por pandilleros. Las vigilan constantemente… Algunas logran huir con su familia, aunque conocemos casos donde las pandillas han logrado encontrarlos y los han amenazado. En ocasiones, las pandillas llegan a dejar cuerpos desmembrados para intimidar a quien acoge a familias que se han desplazado”7.

Los migrantes huyen de este infierno de pobreza, hambre y violencia despiadada que ha generado el mismo funcionamiento del sistema capitalista-imperialista. Honduras, Guatemala y El Salvador son dominados y saqueados por los imperialistas estadounidenses. Roban la riqueza creado por los trabajadores, distorsionan la economía, arruinan a los campesinos y destruyen el medio ambiente. Estados Unidos respalda e impone presidentes corruptos, patrocina golpes de estado contra presidentes que les estorban, arman y financian las fuerzas armadas y policías y patrocinan guerras contrarrevolucionarias para mantener su dominación. Y luego cuando la gente huye de ese infierno, es vilipendiada y reprimida por los representantes del mismo sistema que creó ese infierno en primer lugar.

El capitalismo-imperialismo ha generado una crisis mundial de refugiados

Esto no es solamente la situación en América: el capitalismo-imperialismo ha generado una crisis mundial de 70.8 millones de refugiados, expulsados de sus hogares, apenas sobreviviendo en campos de refugio, o enfrentando los garrotes y balas, los muros, campos de concentración y la deportación al tratar de llegar a los países imperialistas como Estados Unidos, varios países europeos, etc. La devastación de sus países de origen tiene diversas causas —guerras reaccionarias, la destrucción del medio ambiente y el calentamiento global, la falta de empleo, el crecimiento del lastre del crimen organizado— pero tienen su raíz en el funcionamiento “normal” del actual sistema.

Algo básico es que los capitalistas emplean y explotan a los migrantes (así como a los trabajadores en general) en la medida de que puedan sacarles ganancias, y echan a sus fuerzas represivas a contener, controlar y reprimir a los demás, que consideran “población excedente”, porque no es rentable ponerlos a trabajar. No es simplemente que sean ojetes: así funciona este sistema. Si los capitalistas no sacan ganancias, al rato van a la quiebra y otros toman su lugar. Es un sistema absurdo y criminal: hay mucha gente (incluso en los países imperialistas, ni hablar de los oprimidos) a quien le falta vivienda digna y hay mucha gente a quien le falta trabajo que podría construirla. Pero no se hace, porque no se saca ganancia de construir buenas casas para gente pobre que no puede pagarlas. Lo mismo con la desnutrición, la ropa, los aparatos electrónicos y todo lo demás que es necesario para el bienestar tanto físico como cultural de la gente.

La futura sociedad socialista dará la bienvenida a todos los migrantes que quieran contribuir a construir un mundo nuevo y mucho mejor

Es absurdo que siga tanto sufrimiento completamente innecesario. Para acabar con eso, hace falta una revolución, hace falta tumbar este sistema regido por las ganancias de unos cuantos, transformar en propiedad de todo el pueblo los principales medios de producción —las fábricas, máquinas, medios de transporte, etc. de las grandes empresas— para poder trabajarlos en común, con una economía planificada regida no por las ganancias sino por las necesidades del pueblo y el avance de la revolución encaminada finalmente a la emancipación de toda la humanidad.

La sociedad socialista dará la bienvenida a los migrantes en el esfuerzo común por construir un mundo nuevo y mucho mejor. No habrá nada que impida que la gente que pueda trabajar se integre a los esfuerzos por construir y producir lo que hace falta. Habrá mucho que hacer y se desatará la participación y creatividad de todos para construir una nueva sociedad, dando prioridad a superar las bárbaras desigualdades e injusticias heredadas del capitalismo y la dominación imperialista. Se aplicarán los principios y métodos señalados por el nuevo comunismo de Bob Avakian. Por ejemplo: se tendrá “la orientación de darle la bienvenida a los inmigrantes de todo el mundo quienes tengan un deseo sincero de contribuir a las metas y objetivos de esta República…”8 y se otorgará la ciudadanía a todos los que así lo deseen (con la excepción de dirigentes contrarrevolucionarios o personas condenadas por crímenes de guerra o de lesa humanidad).

Ataques racistas del régimen fascista de Trump y Pence con la colaboración del gobierno mexicano

Sin tal revolución, la situación sigue empeorando. El gobierno de Estados Unidos siempre ha perseguido a los migrantes como si fueran animales, pero esto lo aumenta con creces el régimen fascista de Trump y Pence. Lanzan ataques xenófobos y racistas contra los inmigrantes como la punta de lanza de su embestida contra la humanidad en general, lo que podría llegar a dimensiones genocidas. Miles de migrantes menores de edad fueron separados de sus padres en detención en Estados Unidos en 2017-2018. En 2019, más de 80 mil migrantes fueron encarcelados, hacinados en jaulas y en “hieleras” (cuartos helados), durmiendo en pisos de cemento y sufriendo abusos físicos e insultos racistas. Antes de la pandemia del coronavirus, murieron por lo menos 37 migrantes9 detenidos por el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) bajo la presidencia de Trump, y se intensifican los ataques armados de supremacistas blancos, alentados por este régimen, como la masacre de 22 personas, principalmente mexicanas o estadounidenses de origen mexicano, en El Paso, Texas el 3 de agosto de 2019.

Imponen la devolución de inmigrantes centroamericanos solicitantes de asilo en Estados Unidos a México, para esperar la resolución de su caso, en diciembre de 2019, con el mal llamado “Protocolo de Protección al Migrante”, también conocido como “Programa Quédate en México”. Incluso antes, el gobierno mexicano aceptó formalmente que Estados Unidos se deshiciera de estos migrantes como si fueran basura el 7 de junio de 2019. En ese año tiraron a 60 mil personas a este lado de la frontera, donde miles tienen que vivir en campamentos a la intemperie y muchos son secuestrados, esclavizados o hasta asesinados por bandas criminales con la tolerancia o colaboración de la policía y la Guardia Nacional (GN). A la par, el gobierno mexicano lanza el despliegue masivo de la GN para impedir que los migrantes crucen a Estados Unidos y también para servir de “patrulla fronteriza” para Estados Unidos en la frontera sur con Guatemala.

Para colmo, las fuerzas represivas mexicanas han amenazado a los albergues y a Médicos Sin Fronteras (los únicos que atienden la salud de los migrantes en la frontera norte), y han detenido, golpeado, robado y deportado a migrantes en las entradas de los albergues10.

El régimen fascista aprovecha la pandemia para intensificar la explotación y la expulsión de los migrantes con la plena colaboración del gobierno de López Obrador.

La pandemia de Covid-19 en Estados Unidos y luego en México es una amenaza mayúscula para los migrantes. En Estados Unidos, ICE continúa las redadas y deportaciones en medio de la pandemia, y se ha suspendido casi todo derecho al debido proceso para los migrantes: suspensión de audiencias, deportaciones “exprés” en la frontera, suspensión de toda solicitud de residencia permanente y hasta carencia de agua, jabón, cubrebocas y “distancia social” en los campos de concentración. Inmigrantes que trabajan en la agricultura, procesadoras de alimentos, el sector salud, y otros servicios considerados indispensables ahora se llaman “trabajadores esenciales”, pero no les dan papeles a los indocumentados, los obligan a trabajar con alto riesgo de contagio, sin medidas de protección, o hasta cuando están enfermos.

Protestas y huelgas de hambre de migrantes detenidos, así como de activistas y revolucionarios desde fuera, exigen su liberación por el peligro de contagio y muerte entre los encarcelados. Hasta ahora ICE solo ha soltado a unos cientos de los 32 mil migrantes detenidos y el número de muertes aumenta cada día. Hasta el 10 de abril, habían muerto de Covid 61 migrantes bajo custodia de ICE.

Estados Unidos también está deportando a migrantes ya infectados con Covid. En un albergue en Nuevo Laredo, 15 migrantes se infectaron por un migrante enfermo deportado de Houston, Texas. El gobierno de Guatemala cerró sus fronteras después del arribo de un avión de Estados Unidos en el que por lo menos la mitad de los migrantes abordo estaban infectados. Christie Thornton, profesora de la Universidad de Johns Hopkins tuiteó con razón que “El gobierno de Estados Unidos propaga a sabiendas y activamente el virus a Centroamérica por medio de la deportación”.

Del 21 de marzo al 10 de abril, Estados Unidos deportó a 10 mil migrantes a México. La Migra mexicana, a su vez, echó a miles de centroamericanos a la frontera sur y de ahí a sus países de origen. Antes de negociar la deportación pese a las fronteras cerradas de Guatemala, El Salvador y Honduras, el INM los abandonaba a su suerte en Tabasco o Chiapas, sin hospedaje, trabajo, dinero ni protección contra el coronavirus. Los albergues no gubernamentales intentan ayudar, pero varios han tenido que cerrar ante la avalancha de personas deportadas, por falta de espacio y de recursos para cuidarlas.

El INM “libera” a los detenidos para deportarlas

Protestas y rebeliones de migrantes en los centros de detención en México exigieron su liberación para no morir de Covid desde marzo. Organizaciones defensores de migrantes metieron un amparo y el 18 de abril, un juez ordenó la liberación de todos los migrantes “vulnerables” detenidos por el INM, así como garantías para su regularización y salud en el país [México]. Una semana después, la Secretaría de Gobernación sacó un comunicado anunciando que habían vaciado casi por completo los centros de detención, “liberando” a 3 mil 653 personas, sin decir dónde quedaron. Pero al final del comunicado se menciona, como si fuera otro dato no relacionado, que “se logró el retorno vía terrestre a Guatemala y vía aérea a Honduras y El Salvador de 3 mil 653 nacionales de esos países”. ¡El número exacto de personas “liberadas”!

Con hipocresía de clase mundial, la Secretaría de Gobernación se auto-elogia de “garantizar a plenitud sus derechos humanos” de estos migrantes. Así intenta ocultar el hecho criminal de que no tomó ninguna acción para proteger ni cuidarlos, sino que los deportaron sin ninguna revisión sanitaria de regreso a la situación desesperada de la que huyeron, para deshacerse del “problema”. Nadie debe dejarse engañar por sus melosas palabras: “estaciones migratorias” son en realidad cárceles insalubres y tenebrosas, “regreso asistido” es deportación forzada, “rescate” significa detención arbitraria y muchas veces violenta. Son guardianes del orden social capitalista, el sistema que sacrifica las vidas de millones para mantenerse y acumular más capital.

Organización Comunista Revolucionaria, México
auroraroja.mx@gmail.com
aurora-roja.blogspot.com

11 de mayo de 2020


1. Aurora, una migrante nicaragüense, lo relató al ser atendida por Médicos Sin Fronteras en la estación migratoria. Sin Salida. La Crisis Humanitaria de la población migrante y solicitante de asilo atrapada entre Estados Unidos, México y el Triángulo Norte de Centroamérica (TNCA), Informe de Médicos Sin Fronteras; MSF–Mexico-Sin Salida-CAST-WEB.pdf, p. 34, febrero 2020. [volver]

2. Citado en “México ofrece refugio, pero impide que migrantes hablen con la institución que regula el asilo”, Alberto Pradilla, Animal Político, 25 de enero de 2020. [volver]

3. Ibíd. [volver]

4. Ibíd. [volver]

5. Citado de Proceso, en nuestro volante No acataremos las órdenes del régimen fascista de Trump!”, 29 de junio de 2019. [volver]

6. Informe de Médicos Sin Fronteras, op. cit., p. 11. [volver]

7. Ibíd., p. 13. [volver]

8. Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte, página 64, Bob Avakian, RCP Publications, 2010. Se puede bajar en revcom.us. Este proyecto de Constitución es para una futura sociedad socialista en el territorio que ahora es Estados Unidos, pero muchos de sus principios tienen aplicación universal y nos ofrece una visión a la vez realista y inspiradora del mundo muy distinto que es posible. [volver]

9. “Durante mandato de Trump han muerto 37 indocumentados en centros de detención”, EFE News, Tucson, Arizona, 3 de abril de 2020. [volver]

10. Por ejemplo, la GN amenazó con entrar para revisar a los migrantes en dos albergues Saltillo, Coahuila y Agua Prieta, Sonora en junio y julio de 2019 (en descarada violación de la Ley de Migración). Azotaron a las personas que estaban afuera contra el portón de la Casa del Migrante en Saltillo donde mantenían el acoso durante cuatro días. Alberto Xicoténcatl, director de la Casa del Migrante denunció que también acosaron a los albergues en Tijuana, Baja Ccalifornia y Tenosique, Tabasco, remarcando que “Se está criminalizando a los migrantes”. [volver]


Protesta el 1° de mayo de 2020, Día Internacional de los Trabajadores.


Protesta exigiendo liberación de migrantes en la Estación Migratoria Siglo XXI en Chiapas.


Migrantes de la caravana de enero de 2020. (Foto: CNN)


Lea el Comunicado #3 de los Revcom

 

 

 

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