Bob Avakian sobre:
UN HERMOSO LEVANTAMIENTO:
LO BUENO Y LO MALO,
MÉTODOS Y PRINCIPIOS

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En ola tras ola de protesta y rebelión de varios tipos, el hermoso levantamiento contra el racismo institucionalizado, y la brutalidad y asesinato policial, que estalló tras el asesinato policial de George Floyd, está desafiando al “orden establecido” y la “tradición” atrincherada. En respuesta, aquellos que insisten en mantener, fortalecer y llevar a extremos aún más horrorosos la supremacía blanca que ha estado integrada en este sistema desde el inicio de Estados Unidos van a tantos extremos como para negar la existencia de esa supremacía blanca a la vez que la defienden vigorosamente, y aprovechan y exageran fuera de toda proporción algunas tendencias negativas secundarias dentro del torrente de protestas de masas contra esa supremacía blanca.

La versión más reciente de este coro reaccionario (cuyos delirios lunáticos se pueden oír repetidamente en boca del racista-en-jefe en la Casa Blanca y los que se transmiten regularmente en el “noticiero” fascista Fox) de hecho ha incluido la defensa de la supremacía blanca —y sí, al menos objetivamente, de la esclavitud— en la forma de arengas ¡contra tumbar estatuas que honran a líderes y soldados de la Confederación esclavista! Las cosas ya se han salido del ámbito de la discusión racional cuando hace falta señalar que estas estatuas, que honran a aquellos que combatían para mantener la esclavitud, son precisamente monumentos a la supremacía blanca, y que el clamor contra tumbarlas es una de las demostraciones más claras de la presencia tóxica de la continua supremacía blanca, desde la Casa Blanca hasta los blancos (y uno que otro lacayo negro) que defienden estas estatuas ¡como parte de la “gran historia y herencia de este país”!

Métodos y principios cruciales

En vez de tratar de responder a cada frente de ataque por parte de los “soldados” agresivos de la supremacía blanca, o a cada tipo de situación en que alguien o algo se haya convertido en objetivo de un ataque en conexión con el levantamiento justo, es más importante y más útil examinar los métodos y principios básicos que pueden ayudar a distinguir entre lo bueno y lo malo y entre lo positivo y lo negativo, en torno a todo esto. Un entendimiento fundamental que se deriva de un método y enfoque materialista científico (que se basa en la realidad y en la evidencia) es el reconocimiento dialéctico de que toda la realidad —cada cosa y cada persona— es contradictoria. Incluso las cosas que abrumadoramente tienen cierto carácter, tienen en su interior un aspecto de lo opuesto. Así que, no es de sorprenderse que este hermoso levantamiento, que es abrumadoramente positivo, también tenga algunos aspectos negativos. Además, las cosas no son “estáticas”, sino que están constantemente en movimiento y en el proceso de desarrollo, de modo que el carácter de algo puede cambiar.

Es de crucial importancia identificar qué es, en cualquier fenómeno dado (un sistema, un movimiento, una persona) lo más importante (el aspecto principal), lo que define la esencia de ese fenómeno en cualquier momento dado, y en general. Por ejemplo, tanto Nat Turner como John Brown, que dirigieron rebeliones heroicas (aunque al final fueron derrotadas) contra la esclavitud, eran altamente religiosos — y no sería malo considerar a cada uno de ellos como un fanático religioso de algún tipo. Pero su fanatismo religioso estaba al servicio de la lucha contra la forma más importante (la forma más atroz) de explotación y opresión de aquel tiempo — la esclavitud. No podemos condenar a Nat Turner o a John Brown por no reconocer que, para dirigir la lucha para deshacerse de toda opresión, es necesario deshacerse de las cadenas mentales de la religión y asumir un método y enfoque consecuentemente científico — al igual que no podemos condenarlos por no luchar contra lo que hoy es el sistema más importante de explotación y opresión que somete a las masas de la humanidad a un sufrimiento horroroso, es decir el sistema del capitalismo-imperialismo, porque en su época, la cuestión inmediata más decisiva (todavía) no era la abolición del sistema capitalista-imperialista y la eliminación de todas las relaciones de explotación y opresión, sino la abolición del sistema de la esclavitud declarada. Esa era la contradicción más importante (principal) que se enfrentaba. Y el aspecto más importante (principal) de lo que hicieron, al levantarse contra la esclavitud, era abrumadoramente positivo, aunque con ciertas claras deficiencias secundarias (incluido el hecho de que, en la rebelión dirigida por Nat Turner, mataron no solamente a los adultos sino a los niños de las familias propietarias de esclavos).

Hay que aplicar ese mismo método y enfoque (materialista dialéctico) básico a todos los fenómenos para poder determinar lo esencial y definitorio del carácter de algo (o alguien), y para distinguir entre lo bueno y lo malo, entre lo positivo y lo negativo.

La cuestión de los excesos, las tendencias negativas y la cancerosa “cancel culture

En cualquier movimiento justo de personas contra la injusticia y la opresión, siempre habrá algunos aspectos negativos, además de los aspectos principalmente positivos. Con respecto a esas tendencias negativas, también es necesario establecer diferencias importantes. En cualquier movimiento social de importancia, siempre se darán ciertos “excesos” que cometen algunas personas que tienen una orientación buena en general pero cuya indignación y pasión plenamente justificada se desborda en acciones que van en contra y/o más allá de los límites de los principios y los objetivos de la lucha y de lo que contribuye a desarrollar esa lucha en una dirección positiva. Para manejar contradicciones de una manera que no socave al movimiento, sino que lo fortalezca, es necesario, en primer lugar, determinar si algo es en realidad un exceso no deseable, o si de hecho contribuye a la lucha, sin permitir que los de arriba o los que actúan a nombre de éstos dicten lo que es la protesta y rebelión “legítima” (y lo que no es “legítima”). Y, aun en el caso de algunos excesos que sí son perjudiciales, es necesario reconocer, por un lado, que se cometerán excesos, incluso de parte de algunas personas honestas, en una situación en que por fin estallan en rebelión abierta la rabia y frustración suprimidas durante años, o hasta décadas, porque han sido obligadas a soportar la opresión degradante, pero, por otro lado, al mismo tiempo es necesario actuar según el entendimiento de que hay que combatir y limitar los excesos. Esto requiere que se desarrolle lucha contra estos excesos sin “echarle un balde de agua fría” a la apasionada dedicación de aquellos que cometen semejantes errores, o a la lucha en su conjunto.

Además, hay otros tipos de tendencias negativas, donde el aspecto principal y definitorio de las cosas (al menos objetivamente, y en ciertos casos conscientemente) va en oposición básica a lo que deben ser los principios y objetivos del movimiento. Hay algunos oportunistas políticos — por ejemplo, aquellos que se interesan más en controlar al movimiento como su “propiedad” que activar la participación de la mayor cantidad posible de personas, y hacer que la lucha sea lo más poderosa posible, sobre la base de unirse en torno a lo que deben ser objetivos comunes. Hay aquellos representantes y agentes de los poderes gobernantes que trabajan sistemáticamente para conducir la lucha hacia canales que dejarán la lucha sin efecto, o incluso la convertirá en algo que en realidad refuerce la injustica y la opresión.

Y también hay toda esa “cancel culture” (cultura de la cancelación). Especialmente en su forma demasiada común de escudriñar todita la historia de la vida de un individuo, en busca de una sola cosa negativa de la cual se podría aprovechar para obliterar (“cancelar”) a esa persona, ésta es una tendencia extremadamente cancerosa, que le hace muchísimo daño, no sólo a los individuos que están singularizados de esa manera sino con frecuencia a cruciales causas sociales y luchas.

Claramente, este tipo de enfoque va completamente en contra del método correcto de examinar el “arco” general de la vida de una persona, y lo que es su aspecto principal y definitorio. No hacer eso —y al contrario caer en la mentalidad y enfoque simplista, y a menudo deliberadamente cruel, tipo “un strike, en el momento que sea, y estás fuera”, de esa cancerosa “cancel culture”— puede conducir a terribles conclusiones y acciones de todo tipo.

Por ejemplo, el ex esclavo y abolicionista abnegado Frederick Douglass no apoyó (o se negó a apoyar) al derecho de las mujeres de votar en el período poco después de la Guerra Civil, y en cambio insistió en que habría que centrarse (exclusivamente) en conseguir el derecho de votar para los hombres negros (y así se debía conseguir el derecho de las mujeres de votar en algún momento posterior). ¡¿Hay que “cancelar” a Frederick Douglass”?!

O, ¡¿hay que “cancelar” al guerrero indígena lakota Caballo Loco (¿hay que abandonar o destruir el monumento que se le está construyendo en Dakota del Sur?) debido a que, después de luchar heroicamente durante años contra el ejército estadounidense, al final de su vida, cuando finalmente fue derrotado y mantenido en cautiverio, al parecer cooperó y colaboró con ese mismo ejército en la supresión de otros pueblos indígenas?!

¿Qué es lo principal (y qué es lo secundario) en la vida y rol general de Caballo Loco y de Frederick Douglass?

Se podría dar muchos otros ejemplos. Pero lo que estos ejemplos ilustran agudamente es, una vez más, la crucial importancia de aplicar el método y enfoque materialista dialéctico científico a todos los fenómenos, entre ellos la lucha contra la injusticia y la opresión, para poder llevar adelante esa lucha, a través de todos los obstáculos, de muchos diferentes tipos, que se presentan en su camino, hacia el objetivo final de abolir y arrancar de raíz no solamente una forma particular de opresión y explotación, sino todas sus formas en todas partes.

Bob Avakian (BA) es el pensador y líder político más importante en el mundo de hoy.

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