Caso #9: La masacre de aparceros negros en Elaine, Arkansas, 1919
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Bob Avakian escribe que una de las tres cosas que tiene “que ocurrir para que haya un cambio duradero y concreto hacia lo mejor: Las personas tienen que reconocer toda la historia propia de Estados Unidos y su papel en el mundo hasta hoy, y las correspondientes consecuencias terribles”. (Ver "3 cosas que tienen que ocurrir para que haya un cambio duradero y concreto hacia lo mejor").
En ese sentido, y en ese espíritu, “Crimen yanqui” es una serie regular de www.revcom.us. Cada entrega se centrará en uno de los cien peores crímenes de los gobernantes de Estados Unidos, de entre un sinnúmero de sanguinarios crímenes que han cometido por todo el mundo, de la fundación de Estados Unidos a la actualidad.
La lista completa de los artículos de la serie Crimen Yanqui
EL CRIMEN
30 de septiembre de 1919. Unos 100 aparceros negros se amontonaron esa noche en una pequeña iglesia en el condado de Phillips, Arkansas, a tres millas del pueblo de Elaine. Se reunían con un abogado blanco de Little Rock para explorar los medios legales a su alcance para evitar que los propietarios blancos de las plantaciones los obligasen a venderles sus cultivos a precios inferiores a los del mercado, por una parte, y a comprar los alimentos y otros suministros en las tiendas operadas por las plantaciones, donde los precios eran abusivos. Estos dos factores les atrapaban en un ciclo de deuda constante. Pero esta reunión pronto se convirtió en el detonante de una de las masacres más sangrientas del pueblo negro en la historia de los Estados Unidos.
Unos seis meses antes de la reunión, los aparceros se habían unido a el Sindicato Progresista de Agricultores y Hogares de Estados Unidos (la Progressive Farmers and Household Union of America), constituida en 1918 por un aparcero negro veterano de la Primera Guerra Mundial. Los veteranos negros representaron la columna vertebral del sindicato y muchos de ellos estuvieron presentes en la reunión del 30 de septiembre. Regresaron de la guerra con espíritu militante, dispuestos a luchar por los mismos derechos por los que se les dijo que habían estado luchando en Europa. Se negaban a aceptar las desigualdades, injusticias y brutalidad de una sociedad supremacista blanca.
Los blancos de Elaine entraron en pánico cuando les llegó la noticia de que los aparceros negros se unían a un sindicato. Formaron una sección local de la Legión Estadounidense (American Legion) y almacenaron armas y municiones en el juzgado de la localidad. Ya para la noche del 30 de septiembre, las tensiones estaban a flor de piel. Anticipando un posible ataque, los miembros negros del sindicato dentro de la iglesia apostaron a unos guardias armados afuera. Alrededor de las 11 de la noche, tres hombres blancos salieron de la oscuridad, apuntando a la iglesia con una linterna. Uno de ellos preguntó a los guardias: “¿van a la caza de coons1, chicos?” Estalló un tiroteo. No se sabe quién disparó primero, pero cuando se pararon los disparos uno de los hombres blancos yacía muerto y otro estaba herido. El tercero huyó de regreso a Elaine, informando sobre el tiroteo. Un alguacil local hizo un llamamiento a los blancos a “cazar al Sr. Nigger en su guarida”2. A la mañana siguiente, turbas de cientos de hombres blancos, tal vez cientos, llegaron en masa al condado, algunos de muy lejos, incluso de Misisipí o Tennessee. Lo que siguió fue una masacre enorme, que continuó durante tres días.
Al final del primer día, las turbas habían asesinado a mucha gente negra. Cortaron las orejas y los dedos del pie de algunos de los muertos y arrastraron sus cadáveres por las calles de Elaine. El 2 de octubre, unas 600 tropas federales, todas blancas, llegaron al condado de Phillips, supuestamente para detener el derramamiento de sangre. Hicieron de todo menos eso. Muchos de los negros de Elaine y de los alrededores habían huido a los bosques cercanos, y a las tropas se les dio órdenes de “disparar a todo lo que se asome”. Un soldado se jactó de que “los abatimos como conejos”. Las tropas interrogaron a un hombre negro que capturaron. Les parecía “extremadamente insolente”, así que le echaron gasolina, le prendieron fuego y, por si acaso, le dispararon varias veces. Mientras tanto, las turbas siguieron cazando a los negros, matando a muchos en el campo alrededor de Elaine. La matanza fue indiscriminada: asesinaron a hombres, mujeres y niños. También murieron cinco blancos durante la violencia, ya que algunos de los negros atacados resistían.
Al final de la masacre, más de 200 negros habían muerto; algunos historiadores y otros estiman que el número es bastante mayor. Se dejaron muchos cadáveres en el Río Misisipí o en los cañaverales para pudrirse.
Después de la masacre, cerca de 300 negros fueron arrestados, y un gran jurado del condado de Phillips acusó a 122 de ellos de crímenes vinculados a los “disturbios raciales”. Ni un solo blanco fue arrestado ni procesado, pero 12 miembros del sindicato negro fueron acusados del asesinato en primer grado por ser responsables de la muerte de los cinco blancos, y los condenaron a muerte. “A los 12 hombres acusados de dirigir la ‘conspiración’ los torturaron”, dijo David F. Krugler, autor de 1919, The Year of Racial Violence: How African Americans Fought Back. “Se llenaron las narices de formol. Aplicaron descargas eléctricas a sus genitales. Los llevaron a los tribunales en cadenas y no se les permitieron ver a un abogado. Los pronunciaron culpables rápidamente y los condenaron a muerte en cuestión de minutos”. Por temor a una condena de muerte, otros 65 detenidos entraron en un acuerdo con el fiscal y aceptaron penas de hasta 21 años de prisión por asesinato en segundo grado.
La NAACP (Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color), encabezada por el abogado Scipio Africanus Jones, y otros grupos de derechos civiles intervinieron en el caso que llegó a ser conocido como el de los “12 de Elaine”, atrayendo la atención nacional a los hombres y ayudando a poner al descubierto lo que realmente sucedió en esos primeros días de octubre de 1919. En febrero de 1923, unos cuatro años después de la masacre, el Tribunal Supremo se pronunció a favor de los 12 de Elaine. Dictaminó que se les había negado el debido proceso y que su farsa de juicio había sido influenciada por una turba blanca que se había reunido al exterior del tribunal. Finalmente los hombres lograron su liberación. El último de los 12 salió en libertad el 14 de enero de 1925.
LOS CRIMINALES
Las turbas racistas que infligieron un tremendo horror al pueblo negro de Elaine.
El gobernador de Arkansas, Charles Brough, quien, con la aprobación del secretario de Guerra Newton Baker, convocó a los casi 600 soldados de la cercana instalación militar Camp Pike que se unieron a las turbas, la policía local y otros blancos en los ataques asesinos.
Coronel Isaac Jenks, comandante de los soldados. Años antes, Jenks había liderado a las tropas en las guerras genocidas contra los amerindios en el Oeste. Cuando los blancos de la zona le dijeron que el pueblo negro de Elaine estaba matando a los dueños blancos de las plantaciones y a sus familias, Jenks ordenó a sus soldados, “maten a cualquier negro que se niegue a rendirse inmediatamente”.
La prensa local y nacional. Aun mientras que las turbas estaban haciendo estragos y asesinando a los negros, el Gazette, el principal periódico del estado, chilló en un titular que “LOS NEGROS PLANEAN MATAR A LOS BLANCOS”, y el artículo que lo acompañó declaró que “la masacre debía comenzar con 21 prominentes hombres blancos como las primeras víctimas”. La prensa nacional no fue mejor. El 3 de octubre, el New York Times “informó” que “se rastreó la fuente del problema a unos agitadores socialistas“. Tres días después, el Times publicó un artículo titulado “MASACRE PLANEADA DE BLANCOS HOY: Los negros capturados en los disturbios de Arkansas confiesan la amplia complot entre ellos”.
LA COARTADA
Se le decía al país que el pueblo negro del condado de Phillips había planeado un “levantamiento” a gran escala, una “insurrección”, para derrocar a los propietarios blancos de las plantaciones, confiscar sus tierras y violar a las mujeres. En los días inmediatamente posteriores a la masacre, se formó un comité de siete hombres, todos ellos blancos, para “investigar”. Rápidamente, emitieron una declaración en el periódico Arkansas Democrat diciendo que la reunión en la iglesia tramaba una “insurrección deliberadamente planeada de los negros contra los blancos”, encabezada por los fundadores del sindicato que utilizaron “la ignorancia y la superstición de una raza de niños para obtener ganancias monetarias”.
EL VERDADERO MOTIVO
Cuando finalizó la Primera Guerra Mundial en 1918, muchos veteranos negros del ejército estadounidense regresaron con un espíritu desafiante, menos dispuestos a tolerar la evidente humillación y brutalidad del Jim Crow. Y esto ocurrió dentro del marco de los importantes cambios económicos, sociales y políticos que se estaban produciendo en la sociedad — y la necesidad enfrentada por los gobernantes de Estados Unidos de mantener tanto la opresión brutal del pueblo negro como toda la jerarquía supremacista blanca que era la base de la sociedad estadounidense, aunque bajo nuevas condiciones.
En el Sur, el pueblo negro manifestó una nueva confianza en sí mismo y una voluntad de desafiar todo el aparato de los brutales terratenientes blancos, alguaciles racistas y el Ku Klux Klan, lo que asustó a los blancos. Ese aparato consideraba que los veteranos negros en particular, como aquellos que formaron la columna vertebral del sindicato en el condado de Phillips, Arkansas, eran una amenaza importante para el Jim Crow y la subordinación racial. El New York Times se lamentó de la nueva militancia negra: “No había problemas con el negro antes de la guerra, cuando la mayoría de ellos admitió la superioridad de la raza blanca”.
Al mismo tiempo, este período fue testigo del comienzo de la Gran Migración: Miles de negros huyeron de las brutales leyes y terror del Jim Crow en el Sur rural para buscar empleos y nuevas vidas en las ciudades del Norte. Pero ahí encontraron la super-explotación, siendo los trabajadores peor pagados en los peores trabajos, así como las hostilidades raciales y pogromos, ya que muchos blancos los veían como competidores para empleos, casas y poder político.
Tan solo en el año 1919, en los pocos meses que se conocieron después como el “Verano Rojo”, hubo más de dos docenas de disturbios racistas y ataques de turbas blancas en todo el país. Cientos de personas negras fueron asesinados y miles resultaron heridos y a la fuerza tuvieron que huir de sus hogares. En el período de 1917-1923, se registraron al menos 97 linchamientos, miles de negros fueron asesinados, y miles de hogares y negocios propiedad de negros fueron arrasados por el fuego. Las masacres ocurrieron en grandes ciudades del Sur y del Norte, entre ellos Washington, D.C.; Chicago, Illinois; Omaha, Nebraska; Charleston, Carolina del Sur; Houston, Texas; y Tulsa, Oklahoma. Tampoco debemos olvidar a los cientos de personas asesinadas en la pequeña ciudad de Elaine, Arkansas.
FUENTES
1919, The Year of Racial Violence: How African Americans Fought Back, David F. Krugler, Cambridge University Press, 2014.
On the Laps of Gods: The Red Summer of 1919 and the Struggle for Justice That Remade a Nation, Robert Whitaker, Broadway Books, 2009.
The Elaine Massacre and Arkansas: A Century of Atrocity and Resistance, 1819-1919, Guy Lancaster (dir.), Butler Center for Arkansas Studies, 2018.
“The Ghosts of Elaine, Arkansas, 1919”, Jerome Karabel, New York Review of Books, 30 de septiembre de 2019.
“The Massacre of Black Sharecroppers That Led the Supreme Court to Curb the Racial Disparities of the Justice System”, Francine Uenuma, Smithsonian Magazine, 2 de agosto de 2018.
“Remembering ‘Red Summer,’ when white mobs massacred Blacks from Tulsa to D.C.”, Deneen L. Brown, National Geographic, 19 de junio de 2020.
“Overview: The Elaine Race Massacre, Red Summer in Arkansas”, Dr. Brian Mitchell, UA Little Rock Center for Arkansas History and Culture, 2019.
“Elaine, Arkansas Riot (1919)”, Weston W. Cooper, BLACKPAST, 30 de septiembre de 2018.
1. Un vil y racista juego de palabras. “Coons” quiere decir mapaches pero también es una palabra muy racista que se refiere a gente negra. [volver]
2. “Nigger” es otra palabra vil y racista que se refiere gente negra. [volver]
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Escuche el podcast en inglés: “ES POSIBLE ELIMINAR LA OPRESIÓN RACIAL — PERO NO SE PUEDE HACER BAJO ESTE SISTEMA”
Bob Avakian
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