Las profundas raíces de los asesinatos en Atlanta en un sistema asesino y enfermo

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El 16 de marzo en la región de Atlanta, Georgia, Robert Long, un hombre blanco de 21 años, mató a balazos a seis mujeres asiáticas empleadas de salones de masajes, y a dos clientes no asiáticos.

Lo que sabemos hasta ahora del motivo del acusado según informes noticiosos creíbles —que estas mujeres supuestamente merecían and debían ser masacradas para impedir que él “cayera en pecado”— manifiesta el arraigado y generalizado odio a las mujeres, de inspiración fascista cristiana, y la opresión y degradación de las mujeres que sirve de “pegamento social” para la sociedad en conjunto. Y si bien aún no hay evidencia de un elemento explícito (abiertamente declarado) anti-asiático o anti-inmigrante en los motivos del presunto asesino, existe la realidad de que él se desvió de su camino para atacar a estos spas que emplean a mujeres inmigrantes asiáticas en el contexto de un marcado aumento de ataques racistas contra inmigrantes asiáticos a nivel nacional. Independiente de la intención consciente, estos ataques siembran terror entre los asiáticos dentro de Estados Unidos.

Si bien ya estaba en auge la indignación y la protesta contra la violencia anti-asiática, esto fue la gota que colmó el vaso para muchas personas y las impulsó a protestar contra las formas de violencia que se dirigen a los asiáticos, y las maneras perversas y ubicuas en que la cultura racista de Estados Unidos ha cosificado y deshumanizado a mujeres asiáticas.

Estas protestas son justas, y las expresiones de indignación de personas de diferentes nacionalidades son importantes y merecen un fuerte apoyo. Pero es un hecho que la protesta por sí sola no cambiará nada fundamental hasta que se derroque el sistema que engendró esto: el sistema capitalista-imperialista que es la base de la sociedad estadounidense.

He aquí por qué.

Un “pistolero solitario” que cuenta con el apoyo de cientos de años de historia estadounidense

Aunque se tratara de un “pistolero solitario”, la cruzada asesina de Long se impulsó por la larga historia y la realidad profundamente entrelazada del patriarcado y la supremacía blanca en este sistema del capitalismo-imperialismo, y le sirve. 

Estos vínculos sangrientos y estrechamente entretejidos se remontan a una época en que mataban de trabajo a los obreros chinos para construir las vías ferroviarias que consolidaron el “destino manifiesto” de Estados Unidos de extenderse hasta la costa occidental tras la Guerra Civil. Los vínculos se remontan a una larga historia del racismo anti-asiático supremacista blanco, que va desde linchamientos periódicos y leyes racistas al encarcelamiento franco en campos de concentración, y los desmanes asesinos de Long toman lugar durante un período de aumento marcado de semejantes ataques. Los vínculos se remontan a la cosificación degradante, prostitución y esclavización de mujeres asiáticas como “beneficios” para las tropas estadounidenses, de Vietnam y Corea a las Filipinas, a la vez que Estados Unidos bombardeaba y saqueaba a esos países, masacraba a civiles y violaba a mujeres como parte de la dominación imperialista, al servicio de extender y defender al propio imperio estadounidense. Se remontan al patriarcado que subyace tanto a la percepción generalizada de las mujeres como “objetos sexuales” como el fanatismo fascista cristiano que amplifica esta cosificación opresiva, con su santificación de “la familia” con papeles tradicionales de género, la prohibición del sexo fuera del matrimonio heterosexual y la calificación de “pecado” a toda transgresión; la sobreexplotación de la mano de obra inmigrante de color, justificada por mitos racistas; los horrores militares y la destrucción de sociedades enteras en beneficio de la dominación política, económica, y militar del “tercer mundo”, o el “Sur global”, por Estados Unidos; y el “pegamento social” del patriarcado para mantener aglutinado a este sistema: estos no son “efectos colaterales” que se curaran fácilmente con unas palabras caramelizadas y unas promesas —o incluso la realidad— de una que otra reforma.

Estos han sido y son integrales a este sistema.

La demencia fascista cristiana del patriarcado desenfrenado y la xenofobia extrema

Toda esta fealdad y horror se infló con esteroides bajo el régimen fascista-cristiano de Trump y Pence, con su triada central de supremacía blanca, misoginia (el odio a la mujer surgido del patriarcado) y el chovinismo pro estadounidense — todos los cuales, cabe repetir, son productos y expresiones de este sistema del capitalismo-imperialismo. Trump y los fascistas explícitamente alentaron tanto el racismo anti-asiático como la misoginia, durante su campaña electoral y durante su mandato en general, y durante el año pasado en particular. En parte, él quería echarle la culpa de su propio manejo inepto de la pandemia de la Covid-19 a China, haciendo uso de calumnias como “kung-flu”, pero de sentido más estratégico, esto servía a los intereses imperialistas estadounidenses más amplios en su contienda con China, así como el pilar xenófobo anti-inmigrante del programa fascista en general. Esto se ha generalizado tanto que Jay Baker, capitán del Sherifato del Condado de Cherokee, a cargo de investigar estos asesinatos al principio, había puesto en Facebook fotos de playeras que decían “COVID-19: IMPORTED VIRUS FROM CHY-NA”, haciendo eco a la enunciación exagerada y calumniosa de Trump.

Se reporta que Long, tras cometer estas masacres en los spas bajo administración de asiáticos en la zona de Atlanta, estaba en ruta a Florida para continuar su venganza asesina contra semejantes lugares de “pecado”, cuando lo capturaron. Long pertenecía a una familia fundamentalista y una iglesia fundamentalista de afiliación a la comunidad fascista-cristiana Bautistas del Sur, que prohíbe estrictamente el sexo fuera del matrimonio heterosexual y califica de “pecado” las transgresiones. En un video de 2018, Long citó, como la definición de la misión de su vida, la historia bíblica del hijo pródigo (que desperdicia la riqueza que su padre le dio en el libertinaje y “putas” pero cuya posición en la familia patriarcal se le restaura cuando regresa a su padre y se somete a él). De acuerdo con esto, Long, según se informa, le dijo a la policía que sus desmanes asesinos tenían la intención de impedir que estas mujeres asiáticas en los spas “dieran tentación” a los hombres, una manifestación perversa de la ideología supremacista masculina fascista cristiana.

En la Declaración de Año Nuevo: Un año nuevo, la necesidad urgente de un mundo radicalmente nuevo — Para la emancipación de toda la humanidad, Bob Avakian (BA), al analizar los profundos cambios en la posición de las mujeres en la sociedad y los profundos conflictos que han surgido dentro de este sistema en torno a estos cambios, señala:

La religión, y especialmente el fundamentalismo religioso, es un factor poderoso que promueve y refuerza la subordinación patriarcal de las mujeres, así como otras formas “tradicionales” de opresión. Aquí va una observación importante de Kristin Kobes Du Mez, quien creció en un pueblo en Iowa el que estaba lleno de fundamentalistas cristianos blancos (a los que ella describe como “evangélicos blancos”) los cuales son la columna vertebral del fascismo estadounidense actual. En su libro Jesus and John Wayne: How White Evangelicals Corrupted a Faith and Fractured a Nation [Jesús y John Wayne: De la manera en que los evangélicos blancos corrompieron una fe y fracturaron una nación], escribe:

Los evangélicos blancos han confeccionado este mosaico de asuntos, y un compromiso nostálgico con la masculinidad blanca militante, agresiva y ruda sirve de hilo que los une en un todo coherente. El dominio de un padre en el hogar está inextricablemente ligado al liderazgo heroico en el escenario nacional, y el destino de la nación depende de ambas cosas. [énfasis agregado]

Esto ilustra algo fundamental que BA señala en esa obra:

En las últimas décadas en Estados Unidos se han operado cambios profundos en la situación de la mujer y en las relaciones familiares. En solamente una de diez familias existe la situación “modelo”, en donde el esposo es el único que “trae el sustento” y la esposa es un “ama de casa” totalmente dependiente. Estos cambios económicos han conllevado cambios significativos de actitudes y expectativas — y unas tensiones muy significativas no solo en la estructura de la familia sino también en las relaciones sociales más ampliamente.... La cuestión general de la posición y el papel de la mujer en la sociedad se presenta cada día más agudamente en las extremas circunstancias de hoy — esto es un polvorín en Estados Unidos hoy. No se puede concebir la resolución de todo esto salvo de la manera más radical y mediante formas extremadamente violentas. La cuestión que pende es: ¿será una resolución radical reaccionaria o una resolución radical revolucionaria, implicará reforzar las cadenas de esclavitud o destruir los eslabones más decisivos de esas cadenas y abrir la posibilidad de realizar la eliminación completa de todas las formas de dicha esclavitud?

A la luz de Atlanta… piensen en esto.

Los demócratas: Diferente botella, el mismo vino podrido

Ante toda esta fealdad y horror, Biden viajó por avión a Atlanta para decir “nuestro silencio es complicidad”, y que Kamala Harris declare: “El racismo es real en Estados Unidos. Y siempre lo ha sido. La xenofobia es real en Estados Unidos, y siempre lo ha sido. También el sexismo”. Añadió: “No nos quedaremos cruzados de brazos. Siempre alzaremos la voz contra la violencia, los crímenes de odio y la discriminación, dondequiera y cuandoquiera que ocurra”.

Esto sí que es muy diferente a la retórica trumpista llena de odio, y pueda que en ciertos ámbitos den suspiros de alivio. Pero Avakian indica en la declaración del Año Nuevo:

No cabe duda de que muchas de las políticas de la administración de Biden y Harris serán distintas a las descaradas atrocidades del régimen de Trump y Pence, y, definitivamente las cosas “se sentirán diferentes” con Biden y Harris, pero la manera en que éstos tratarán de “hacer que se unifique el país” —de acuerdo con los intereses y requisitos de este sistema del capitalismo-imperialismo— es algo que ninguna persona decente quisiera, o de lo cual debería ser parte. [énfasis agregado]

Tómese un minuto para pensar en el historial detrás de las fáciles pero vacías palabras de consuelo y las promesas de cambio por parte de los demócratas. Fueron los demócratas del partido de Biden y Harris que lanzaron bombas atómicas encima de Hiroshima y Nagasaki. Fueron los demócratas del partido de Biden y Harris que lanzaron las guerras y/o golpes de estado militares en Corea, Vietnam, Laos, Indonesia, Kampuchea y otras partes de Asia para defender y extender el imperio estadounidense — guerras que cobraron bastante más de seis millones de vidas, hicieron trizas estas sociedades y servían para crear enormes redes de prostitución en esos países “dando servicio” primero a los soldados estadounidenses y después a todo “turista sexual” masculino. Junto con estas guerras surgieron, inevitablemente, sentimientos chovinistas, una deshumanización racista, ataques francos y a menudo represión contra personas provenientes de aquella zona del mundo, o percibidas erróneamente de provenir de aquella parte del mundo. Fueron los demócratas del partido de Biden y Harris, al igual a las administraciones de Clinton y Obama (de la cual Biden era el vicepresidente) —junto con las administraciones y regímenes de los republicanos— que extendieron la dominación económica estadounidense por toda Asia desde los años 1990 hasta ahora, forjando una red de talleres de sobreexplotación que producen todo desde los tenis a computadores y carros, a sueldos de hambre. “Siempre alzaremos la voz”, dicen ahora — pues sí, para ocultar las causas verdaderas y la necesidad de arrancar de raíz estas causas. “Dan de entender” sobre Trump, sin mencionar siquiera su nombre, pero se niegan a mencionar las raíces religiosas, especialmente las raíces fascistas cristianas, de esta violencia y del carácter fascista de toda la atmósfera de linchamiento del período pasado, y activamente ocultan su desenmascaramiento.

Esta es una realidad profunda — a la cual toda la gente decente tiene que hacer frente, al mismo tiempo que exige un fin a la brutalidad y asesinato racista y misógino. Pueda que Biden y Harris y otros demócratas “alcen la voz” después de estos actos, pero no pueden denunciar y no denunciarán las raíces, el sistema subyacente que engendra esta fealdad y horror, en un ultraje tras otro, en una locura tras otra, en el sufrimiento intolerable e innecesario para los millones de personas en Estados Unidos y los miles de millones de la humanidad por todo el planeta — porque ellos, los demócratas, son parte del problema, son gobernantes que presiden este sistema. El racismo, la xenofobia y el patriarcado están arraigados en los cimientos de este sistema. El funcionamiento de este sistema los perpetúa y los intensifica a diario, sea al imponer las formas abiertas y grotescas del fascismo, o al poner una cara “diversa” multicultural a este sistema que aparenta escuchar y sentir empatía, para al final no hacer nada acerca de las raíces sino continuar reforzándolas.

¡Revolución, y nada menos!

Para poner fin a estos horrores, de una vez para siempre, se requiere de nada menos que arrancarlos de raíz. Esto requiere derrocar este sistema por medio de una revolución real, la revolución más radical en la historia humana — y crear el mundo visualizado en la Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte donde, basado en un sistema radicalmente diferente, podemos avanzar decisiva y colectivamente para sacar de raíz la supremacía blanca y la opresión patriarcal de las mujeres. Como declara Avakian:

El camino hacia un mundo mejor no es, ni será, fácil — no se puede lograr sin una lucha decidida y, sí, sin gran sacrificio. Pero continuar en el rumbo actual, bajo la dominación de este sistema del capitalismo-imperialismo, implica una continuación de los horrores que ya se están perpetrando en el mundo de hoy, los horrores mucho peores que amenazan con surgir en lo inmediato y el peligro existencial muy real que se presagia de manera cada vez más inminente.


Los Ángeles, California. 20 de marzo de 2021. Foto: AP

Manifestación contra los ataques a los asiático-americanos, San Francisco, California. 20 de marzo de 2021. Foto: AP

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