Llamado del 1° de Mayo de 2021
del Grupo Comunista Revolucionario, Colombia:
¡Es justo rebelarse!
¡A prepararse para una revolución y nada menos que eso!

| revcom.us

 


Colombia, 4 de mayo. Foto: @ComRevCo

Porque el 1° de Mayo es “un día de rebelión, no de descanso”, porque el 1° de Mayo es el día de celebración de la revolución, el 1° de Mayo se ha desarrollado y ampliado en más de 130 años, convirtiéndose en un día en que los trabajadores conscientes de clase, los revolucionarios, de todos los países evalúan su situación, hacen planes para el año siguiente, celebran el internacionalismo proletario y declaran su determinación de llevar su lucha a la meta final del comunismo por todo el mundo.

En muchos países se lidia con recobrar la tradición de lucha revolucionaria del 1° de Mayo, después de años en que los falsos revolucionarios y otros de sus compañeros de viaje lo han suprimido o le han arrancado su carácter fundamental, convirtiéndolo en un evento para el desfogue de todo tipo de reivindicaciones economicistas y a veces limitándolo a la justa conmemoración de la lucha que sirvió para escoger esta fecha: una huelga general que estalló por todo Estados Unidos en 1886 y fue sangrientamente reprimida.

Este 1° de Mayo coincide con el 150° aniversario de la Comuna de París, en la que el pueblo trabajador, explotado, empobrecido y degradado desde hace mucho tiempo, se levantó para tomar el poder y establecer una nueva forma de asociación entre las personas. Aunque la Comuna de París “existió solamente en una parte de Francia y que duró solamente dos meses, pero que representó, en forma embrionaria, una sociedad comunista en que finalmente se eliminarían las diferencias de clases y las divisiones opresivas sociales”. [PCR, Estados Unidos, EL COMUNISMO: EL COMIENZO DE UNA NUEVA ETAPA]

Ya antes de la Comuna de París, Carlos Marx y Federico Engels, habían establecido científicamente a través de su obra la posibilidad de un mundo radicalmente nuevo, sin explotación ni opresión. Como dijo el propio Marx sólo unos años antes de la Comuna: “Una vez se ha penetrado en la conexión de las cosas, se viene abajo toda la fe teórica en la necesidad permanente del actual orden de cosas, se viene abajo antes de que dicho estado de cosas se desmorone en la práctica”.

La Comuna de París fue un primer gran intento en pos de la emancipación humana, y fue anunciadora del futuro, “pero no contó con la dirección necesaria y no se guió por la necesaria orientación científica para poder resistir los inevitables embates contrarrevolucionarios de las fuerzas del viejo orden y después llevar a cabo una transformación omnímoda de la sociedad, en todas las esferas: la económica, la social, la política, la cultural y la ideológica”. [obra citada] Desde entonces, los comunistas revolucionarios han sacado estas y otras inestimables lecciones aplicadas en buena medida en las dos grandes experiencias de construcción del socialismo en el siglo XX, tras los triunfos de las revoluciones rusa en 1917 y china en 1949. Entre las masas trabajadoras y otros sectores bullía el deseo de seguir los inspiradores ejemplos de los muchos logros de sus similares en esas sociedades que desataron un potencial que la mayoría ni siquiera sabía que tenía y que cobraba vida en la medida que se sintonizaba con el liderazgo revolucionario. Para muchos se vino abajo “toda la fe teórica en la necesidad permanente del actual orden de cosas”, y a sus ojos se deslegitimó el sistema reaccionario y se legitimó la revolución.

Luego de la restauración del capitalismo en la Unión Soviética (1956+) y China (1976+), con lo cual finalizó esa primera etapa de la revolución comunista, y en especial tras el desmoronamiento en 1989-1991 de la Unión Soviética y su bloque imperialista, el sistema capitalista-imperialista abarcó todo el planeta, incorporando más plenamente a China y Rusia y lanzó una ofensiva ideológica que logró en buena medida apagar las esperanzas de la mayoría de los explotados y oprimidos de todo el mundo en un tipo de sociedad completamente diferente, como transición hacia la sociedad sin explotación ni opresión… y sin clases sociales. El sistema capitalista-imperialista no solo exprime a la gente sino que la devora apagándole el espíritu.

El mundo es un horror para la inmensa mayoría de los más de 7.800 millones de seres humanos. Y con la pandemia de covid-19 ese horror se ha recrudecido enormemente: La dominación del imperialismo, con la dependencia alimentaria y las guerras por imperio... el empobrecimiento, el desempleo y la degradación moral e intelectual de la gente... la degradación, deshumanización y subyugación patriarcal de las mujeres y toda la opresión basada en la orientación sexual o de género… la degradación y destrucción del medio ambiente… la guerra contra el pueblo con masacres desplazamiento forzado y la criminalización de los jóvenes... la discriminación y opresión de pueblos indígenas y negros, todo tipo de racismo y xenofobia... el sofocamiento y persecución al disentimiento y el pensamiento crítico y científico, y la promoción de todo tipo de superstición… todas estas concentraciones de contradicciones, que dentro del sistema actual son imposibles de resolver a favor de los intereses de las masas populares, de esa inmensa mayoría de la humanidad, constituyen enormes grietas —fracturas o fallas— en todo el piso de la sociedad actual. Y en la lucha por poner fin a cada uno y todos esos oprobios reside también el potencial de una transformación verdaderamente revolucionaria, si esas luchas se juntan en un solo haz en función de la meta de construir una sociedad completamente diferente y mejor. Y en cada una de estas concentraciones de contradicciones también se puede ver cómo en la época del imperialismo la arena internacional y los cambios y sucesos a ese nivel son más decisivos y determinantes de lo que pasa en un país que las “condiciones internas” tomadas por sí mismas.

Estas no son formulaciones abstractas hasta el punto de la vaguedad sacadas de un sombrero de mago, la gente tiene muy presentes ejemplos contundentes de cada uno de esos oprobios. Como se reconoce en una reciente “Carta abierta a los Estados” de una red global de oenegeros (ICVA [Consejo Internacional de Agencias Voluntarias]): en el mundo la gente “no está muriendo de hambre, la están matando de hambre”, cientos de millones “están pasando hambre por el conflicto y la violencia; por la desigualdad; por los impactos del cambio climático; por la pérdida de sus tierras, sus empleos o sus perspectivas; por la lucha contra la covid-19 en la que ellos han quedado también atrás”, y “son las mujeres y las niñas las que sufren más”. Y, en cuanto al país, un artículo de este 29 de abril en el New York Times señala algunos evidentes aspectos de la situación: “El momento es crítico: Colombia supera cada día el número de infectados y muertos por la covid, el desempleo se disparó, la inflación y la pobreza crecen y las ayudas oficiales no logran paliar la crisis… [El presidente colombiano Iván] Duque impulsa una reforma tributaria que no resuelve la desigualdad histórica de este país… El ruido de las cacerolas que muchos golpean por las noches es el grito manifiesto de millones… El balance desde ahora ofrece saldos negativos: un ritmo de vacunación por debajo de nuestra capacidad, un acuerdo de paz sin respaldo, la violencia de siempre asociada al narcotráfico y un reguero de asesinatos que continúa cada semana”.

La situación es atortolante. A la par con el deterioro de la vida material, un tsunami de derechización ha barrido el mundo, incluso a nivel de consolidación de tendencias fascistas… ha cogido vuelo el fundamentalismo religioso, la anticiencia, la superstición de todo tipo. Y esto ha llevado una y otra vez a mucha gente a caer en callejones sin salida, muchas veces mendigando un mejor “lugar en la mesa”, lo cual únicamente reforzará el sistema existente de opresión y quizás beneficie a unos pocos a expensas de los muchos. El reformismo constituye un grillete más que paraliza, crea falsas esperanzas en algo que jamás sucederá... porque no va al fondo de las cosas.

Se necesita que la gente busque debajo de la superficie y comprenda que este sistema es el responsable y es el que influencia la forma de pensar y actuar de la gente. Se necesita ciencia. Para cualquiera que anhele un mundo radicalmente diferente y mucho mejor, es importante ganar una comprensión científica de la naturaleza y el alcance de los cambios sociales y de clase que se han operado en la sociedad en décadas recientes: sus raíces materiales y sus manifestaciones político-ideológicas para poder identificar sus fuerzas más sólidas y sus fuerzas más amplias y además para poder reconocer y actuar en torno al potencial y los obstáculos para la realización de esa revolución. Esta sociedad es la que una revolución verdaderamente radical y liberadora debe transformar... “como parte de hacer avanzar la revolución mundial para emancipar a toda la humanidad”. (Raymond Lotta [El parasitismo imperialista y la recomposición social y de clases en Estados Unidos de los años 1970 al presente: Una exploración de las tendencias y los cambios])

Necesitamos una revolución, una revolución real. Esta revolución no sólo es “una buena idea” —en realidad no solo es necesaria sino posible. Pero el camino hacia un mundo mejor no es, ni será, fácil —no se puede lograr sin una lucha decidida y, sí, sin gran sacrificio. Pero continuar en el rumbo actual, bajo la dominación de este sistema del capitalismo-imperialismo, implica una continuación de los horrores que ya se están perpetrando en el mundo de hoy, los horrores mucho peores que amenazan con surgir en lo inmediato.

Esto se concentra también en una pregunta que se nos plantea a todo el movimiento: ¿vamos a ser simplemente un residuo del pasado (de las olas pasadas de la revolución proletaria) o vamos a ser una vanguardia del futuro? La concepción y, por ende, la práctica del internacionalismo proletario tiene enorme impacto en esas dos posibilidades, esos dos caminos: ser residuo del pasado o vanguardia del futuro.

Y para la revolución que se necesita, en esta nueva etapa, se tiene la enorme ventaja de contar hoy con el nuevo comunismo desarrollado por Bob Avakian. La revolución, guiada por el nuevo comunismo, es la única verdadera alternativa a este sistema del capitalismo-imperialismo y todos sus horrores.

El 1º de Mayo es el día que proclamamos que la nuestra es una lucha profundamente internacional, somos parte de la revolución mundial. Compartimos con millones de explotados y oprimidos de todo el mundo el mismo enemigo y muchas de las mismas formas de opresión. Además, compartimos el mismo deseo ardiente de eliminar este infierno. Y, en esa dirección, tenemos que llamar hoy a la solidaridad con los presos políticos en Irán, que enfrentan la posibilidad de ejecuciones… lo que recalca la urgencia de la movilización internacional para detener los asesinos planes del régimen contra los presos políticos.

Este 1º de Mayo, renovamos este inquebrantable compromiso y exhortamos al pueblo a unirse a nosotros: Estamos dispuestos a cumplir con nuestra responsabilidad internacionalista: dirigir a las masas de Colombia a hacer la revolución aquí y hacer todo lo posible para apoyar la revolución mundial.

Le exigimos a la reaccionaria República Islámica de Irán: ¡Liberen a todos los presos políticos YA! 

¡Somos seres humanos — nos negamos a aceptar cualquier forma de esclavitud!

La humanidad necesita la revolución y el nuevo comunismo de Bob Avakian


Medellín, Colombia, 4 de mayo de 2021. Foto: @ComRevCo


Medellín, Colombia, 4 de mayo de 2021. Foto: @ComRevCo

 

 

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