Zaire: El ascenso y la caída de Mobutu

A punto de caer el hombre fuerte de la CIA en Africa central

Obrero Revolucionario #903, 20 de abril, 1997

Desde hace más de 30 años, Mobutu Sese Seko ha gobernado Zaire con mano de hierro, apuntalado por Estados Unidos y las demás potencias occidentales. Ahora, su gobierno está a punto de caer y los buitres imperialistas están maniobrando frenéticamente para seguir dominando a ese enorme país, ubicado en el mero centro del continente africano.

Zaire tiene abundantes recursos naturales: terrenos fértiles y ricos yacimientos de minerales preciosos como cobalto, cobre y diamantes. Pero la gran mayoría de sus 45 millones de habitantes viven en la miseria. Casi uno de cada cinco niños muere antes de cumplir los cinco años a causa de desnutrición o enfermedad. El nivel de desempleo es de 80%. Casi no existen servicios de salud pública y hay epidemias de cólera, sarampión, el virus ebola y el SIDA.

En medio de tanta miseria, las grandes corporaciones occidentales sacan enormes ganancias de la industria minera zaireña. El propio Mobutu se ha enriquecido con billones de dólares de esa explotación y de la corrupción. Es uno de los individuos más ricos del mundo, con cuentas bancarias secretas en Suiza y mansiones en las playas del sur de Francia. Mobutu y sus compinches han protegido sus riquezas y poder con una salvaje represión.

Pero en los últimos años su poder se ha estado erosionando. Estados Unidos y otras potencias le dieron billones de dólares en los años 70 y 80 para contraarrestar las intervenciones de los socialimperialistas soviéticos en Africa. Pero con el fin de la "guerra fría", la ayuda occidental a Mobutu se agotó. La hiperinflación de precios ha devastado la economía. Los soldados del gobierno, que pocas veces reciben su salario, saquean muchas ciudades. El gobierno central ha perdido el control de regiones enteras, algunas de las cuales incluso imprimen su propio dinero. Mobutu, por su parte, tiene cáncer.

La situación ha sido especialmente caótica desde 1994 en el este del país, que colinda con Ruanda y Burundi, desde que centenares de miles de refugiados inundaron la zona. La mayoría eran hutus que huyeron de Ruanda después de la caída del gobierno hutu de ese país, un gobierno que masacró a centenares de miles de ruandeses, en su mayoría tutsis. Cuando los tutsis tumbaron al gobierno, muchos funcionarios, soldados y milicianos hutus (con la protección de los imperialistas franceses) huyeron junto con refugiados hutus a campamentos en Zaire. Los refugiados eran rehenes de esos hutus armados (conocidos como el interahamwe), que llevaron a cabo ataques contra el nuevo gobierno ruandés. El interahamwe, junto con soldados zaireños, también atacó a los tutsis que viven en el este de Zaire.

A finales de 1996, una fuerza armada conocida como la Alianza de Fuerzas Democráticas de Liberación de Congo-Zaire (AFDL) empezó a darle duro a la interahamwe y a los soldados zaireños a lo largo de la frontera. Después de apoderarse de la región fronteriza, la AFDL avanzó hacia el oeste en una campaña relámpago, conquistando muchos pueblos y ciudades con poca resistencia de los desmoralizados soldados del gobierno. Estos se retiraron o se le unieron. Los mercenarios serbios y de otros países contratados por Mobutu también huyeron ante el avance de la AFDL.

A comienzos de abril, la AFDL había conquistado casi la mitad del país y estaba en control de las principales zonas mineras y de todas las grandes ciudades menos la capital, Kinshasa. Mobutu ha recurrido a una serie de desesperadas maniobras con la esperanza de mantenerse en el poder, nombrando nuevos primer ministros y ofreciendo negociar con la AFDL. El 9 de abril, sus soldados atacaron protestas en las calles de la capital con gas lacrimógeno.

Al cierre de esta edición, se informa que el dirigente de la AFDL, Laurent Kabila, ha dado un ultimátum: Mobutu tiene que renunciar en tres días o la AFDL seguirá su avance hacia el oeste y conquistará la capital por la fuerza.

Con su hombre fuerte zaireño en tales apuros, Estados Unidos y las demás potencias occidentales están tratando de distanciarse exhortando a Mobutu a renunciar. Centenares de soldados estadounidenses, franceses y belgas están en Brazzaville, la capital del Congo (otro país vecino de Zaire) listos para intervenir en el conflicto.

Con suma hipocresía, el gobierno estadounidense ahora condena el "mobutismo" y pide "democracia" en Zaire. Pero la instalación y el largo gobierno de Mobutu no hubieran sido posibles sin el papel de otro "ismo" en Zaire: el imperialismo.

Como vamos a ver a continuación, Mobutu es un monstruo creado por la CIA. Durante más de tres décadas, ha sido un instrumento de las intrigas y crímenes del imperialismo occidental en Africa.

Del viejo colonialismo
al neocolonialismo moderno

Intervención militar, saqueo económico y una intensa explotación y opresión del pueblo han sido la huella de la dominación imperialista de Zaire desde hace más de un siglo. A finales del siglo pasado, el rey Leopoldo II de Bélgica trazó con una regla líneas en un mapa de Africa de un libro escolar y designó gran parte de Africa central como su colonia personal. El pueblo de Zaire, en ese entonces llamado el Congo Belga, padeció uno de los sistemas coloniales más bárbaros del mundo. Trabajaban como esclavos en las minas y en plantaciones de caucho, cacao, té, café y aceite de palma. Un método acostumbrado de los belgas era cortarles las manos a los trabajadores que no producían su cuota.

A finales de los años 1950, estallaron rebeliones contra las potencias coloniales por todo Africa. Una treta de los imperialistas para desviar las luchas populares fue reemplazar el viejo sistema colonial con nuevos gobiernos neocoloniales de lacayos africanos. Apuntalados por las armas de las viejas potencias coloniales, esos lacayos salvaguardaron e intensificaron la explotación y opresión imperialista. En ciertos países, fuerzas nacionalistas opuestas al imperialismo lograron conquistar el poder por un breve tiempo.

Los belgas se vieron obligados a darle independencia al Congo en 1960. Surgió un gobierno neocolonial dividido en dos facciones: los que querían mantener fuertes lazos con Bélgica y otras potencias coloniales, y fuerzas nacionalistas más radicales dirigidas por el nuevo primer ministro, Patrice Lumumba.

El papel yanqui en el asesinato de Patrice Lumumba

Poco después de la declaración de independencia, los soldados congoleses se rebelaron contra los oficiales belgas del ejército y el país cayó en un caos total. Con el pretexto de "proteger a los colonos europeos", las tropas belgas atacaron el nuevo gobierno. El país casi se dividió en territorios dominados por varias facciones del gobierno: un movimiento secesionista dirigido por Moise Tshombe, un reaccionario proimperialista, surgió en Katanga, una provincia rico en minerales que hoy se llama Shaba; las fuerzas aliadas a Estados Unidos, dirigidas en parte por un agentes de la CIA, el coronel Mobutu, estaban en Léopoldville (ahora Kinshasa); y las fuerzas nacionalistas radicales de Patrice Lumumba estaban en Stanleyville (ahora Kisangani).

Para las grandes potencias imperialistas (especialmente Estados Unidos y Francia), la crisis era una oportunidad para ampliar su influencia en Africa central. Francia, Inglaterra y Bélgica le dieron apoyo militar y económico al movimiento secesionista en Katanga. (Francia quería incorporar a Katanga y sus recursos naturales a su enorme imperio colonial de Africa central y occidental.)

En Estados Unidos, la administración demócrata de John Kennedy estaba tratando de reemplazar a las viejas potencias coloniales con su nuevo estilo de neocolonialismo. Quería establecerse como potencia dominante en el Congo y utilizarlo como base para penetrar al resto del continente. Para lograr esa meta, debía mantener unido al país, pisotear a sus aliados occidentales, bloquear a la Unión Soviética y aplastar el movimiento popular antiimperialista.

Lumumba era un obstáculo a ese plan y la CIA recibió órdenes de trazar un plan para eliminarlo; experimentó con varios métodos de asesinarlo, hasta envenenar su pasta dental.

Pero los imperialistas yanquis no querían identificarse directamente con las intrigas en el Congo. Por eso, llegó una "fuerza para mantener la paz" de la ONU con la supuesta misión de "proteger" el gobierno de Lumumba.

Pero desde su llegada, las fuerzas de la ONU se dedicaron a aislar a Lumumba y reforzar las secciones pro Estados Unidos del gobierno y de las fuerzas armadas. En septiembre de 1960, estas lanzaron un ataque de gran envergadura contra Lumumba. El presidente Kasavubu, su socio en el gobierno de coalición y un politiquero pro Estados Unidos, lo destituyó como primer ministro. Los soldados de la ONU permitieron a los oponentes de Lumumba controlar las emisoras y viajar por el país sin restricciones, pero no les dieron las mismas oportunidades a sus partidarios.

En ese momento, Mobutu conquistó el poder temporalmente con el sello de aprobación de Washington. En diciembre de 1960, Mobutu y la CIA hicieron arrestar, golpear y torturar a Lumumba y lo dejaron medio muerto. En enero de 1961, lo trasladaron a Katanga, lo que era el equivalente de una sentencia de muerte. El jefe de la CIA en Katanga envió el siguiente mensaje: "Muchas gracias por Patrice. Si hubiéramos sabido que iba a venir, le hubiéramos asado una víbora". La noche que llegó a Katanga, lo asesinaron frente al ejército reaccionario de Tshombe.

La creación de un hombre fuerte

El asesinato de Lumumba demostró que Estados Unidos empezaba a dominar la situación. Pero todavía no había aplastado el repunte de lucha revolucionaria. Docenas de miles de campesinos y jóvenes estaban alzados contra el gobierno. Estados Unidos instaló a Tshombe como primer ministro en 1964. Poco después se vio obligado a intervenir directamente. Junto con militares belgas, mercenarios sudafricanos y soldados del gobierno títere congolés, las tropas yanquis mataron a muchos miles de campesinos, trabajadores y opositores.

Cuando unos pocos ciudadanos estadounidenses murieron en el Congo en ese período, Malcolm X recordó el asesinato de Lumumba por la CIA y dijo: "Año tras año han matado a los congoleses, así que Estados Unidos solo está recibiendo su merecido; lo que pasa en el Congo es otro caso de cosechar lo que uno ha sembrado".

Estados Unidos estaba preparando a Mobutu para ser su hombre fuerte. Convirtió su facción del ejército en la fuerza militar más poderosa y el gobierno sionista de Israel le ayudó con un programa especial de entrenamiento de 200 paracaidistas.

Para 1964 Mobutu contaba con un ejército moderno y aventajaba a sus rivales. Las demás potencias imperialistas occidentales no tenían opción y le dieron su apoyo. En 1965, Mobutu dio un golpe de estado: Estados Unidos tenía su primera neocolonia africana.

El dictador Made in USA

Una muestra de la íntima relación entre Mobutu y Estados Unidos es que lo recibieron todos los presidentes de Lyndon Johnson a George Bush. Ronald Reagan lo alabó como "un partidario de la democracia y la libertad".

Con el sello de aprobación de Washington, Mobutu ha dirigido un brutal gobierno que ha empobrecido y reprimido a la población. A los que considera una amenaza los asesina en la calle, mete a la cárcel, ejecuta o envía al exilio. Se calcula que Mobutu y sus compinches han robado unos $400 millones al año, mientras que las masas padecen hambre y la constante amenaza de violencia del ejército.

Toda la economía nacional está al servicio del imperialismo. En los 30 años del gobierno de Mobutu, no han construido ni un solo hospital o escuela. En grandes zonas del país no hay carreteras ni electricidad. Los pocos proyectos de infraestructura han sido exclusivamente para beneficio de la industria minera. En el pasado, Zaire era una zona agrícola muy fértil. Pero hoy, el 99% de la agricultura es de subsistencia y casi no alcanza para dar de comer a la población rural.

Hay dos factores principales que interesan a los imperialistas en Zaire. Primero, está en el mero centro de una zona que llaman "el golfo Pérsico de los minerales". Produce enormes cantidades de minerales esenciales a las industrias y fuerzas armadas de los países imperialistas: cobre, estaño, cobalto, oro y diamantes industriales.

Segundo, Zaire (que colinda con nueve países) ha sido una base clave para la penetración estadounidense económica, política y militar por todo Africa. Ese factor tuvo especial importancia durante el período de competencia entre los bloques rivales de Estados Unidos y la Unión Soviética de los años 70 y 80. Estados Unidos le dio billones de dólares de ayuda y préstamos a Mobutu para fortalecer sus fuerzas armadas y apuntalar su gobierno. Y varias veces Estados Unidos y Francia intervinieron para rescatarlo de fuerzas secesionistas en Katanga, las cuales recibían ayuda de la URSS.

Mobutu ayudó a las fuerzas pro Estados Unidos en Angola, y Zaire fue la base de la campaña para desestabilizar su gobierno pro soviético durante todos los años 80.

Desde la caída de la Unión Soviética, Zaire ha tenido menos importancia estratégica. Pero por su tamaño y posición en Africa central, todavía desempeña un papel importante en los planes del imperialismo yanqui. Además, hoy es un punto clave de rivalidad con los imperialistas franceses, que consideran que Africa central y occidental es su esfera de influencia.

Los imperialistas siguen resueltos a controlar los yacimientos minerales de Zaire. Hace poco el periódico financiero inglés Financial Times escribió: "Puede ser que Zaire carezca de muchas cosas, pero riquezas minerales sin explotar no son una de ellas". La insensibilidad de ese comentario demuestra que a los imperialistas no les importa un comino lo que le pasa al pueblo zaireño, y que los halaga la posibilidad de seguir sacando enormes ganancias de sus recursos naturales.

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Desde el comienzo, los imperialistas yanquis han dicho que su meta en Zaire era "ayudar al pueblo", "defender los derechos humanos", "promover la democracia", bla, bla, bla. Pero la realidad es todo lo contrario: todo lo que han hecho lo ha motivado su sed de ganancias y dominación. Hoy, cuando los imperialistas de Washington y París una vez más hablan de "ayudar" al pueblo zaireño, esta es una lección histórica que no se debe olvidar.


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