Los primeros días de la guerra popular en Nepal

Obrero Revolucionario #871, 1 de septiembre, 1996

A principios de este año, un acontecimiento en los montes Himalaya emocionó a los oprimidos de todo el mundo: ¡una guerra popular maoísta dio sus primeros pasos en Nepal! La noche del 13 de febrero, el Partido Comunista de Nepal (Maoísta) lanzó ataques simultáneos en diferentes partes del país. Otros ataques ocurrieron en las semanas después. La clase dominante arrestó a cientos de personas y mató a muchos otros.

Nepal es un país oprimido, dominado por varias potencias imperialistas y por India, la potencia expansionista regional. El gobierno nepalés es una mezcla de monarquía feudal hindú y parlamento burgués. La mayoría de sus 20 millones de habitantes son campesinos que viven en extrema pobreza, carentes de tierras cultivables y bajo el dominio de los grandes terratenientes y las FFAA reaccionarias.

En su declaración del 1§ de Mayo de 1996, el Comité del Movimiento Revolucionario Internacionalista dijo: "Este 1§ de Mayo, las masas revolucionarias tienen una nueva razón para celebrar, pues las llamas de la guerra popular atizadas el 13 de febrero recorren los montes Himalaya de Nepal y empiezan a arder entre los obreros y campesinos. El Partido Comunista de Nepal (Maoísta), participante en el Movimiento Revolucionario Internacionalista, ha declarado el inicio de la guerra popular, que sin duda alguna será prolongada y tortuosamente combatida, pero que ya ha empezado a transformar a Nepal de un país atrasado y oprimido en un puesto de avanzada de la revolución proletaria mundial. Ese estimulante acontecimiento afectará enormemente la región de Sur Asia y, de hecho, el mundo entero, pues reafirma una vez más el principio marxista-leninista-maoísta de que las masas solo pueden liberarse ellas mismas con la lucha armada revolucionaria".

Hace poco recibimos un ejemplar de The Worker (El Obrero), el periódico del Departamento de Publicaciones del Comité Central del Partido Comunista de Nepal (Maoísta). A continuación publicamos el editorial del No. 2 de esa publicación, titulado: "Saludo rojo a los inmortales mártires de la guerra popular".

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La sangre de los mártires nutre toda revolución; la revolución de Nueva Democracia en Nepal no es excepción. Si bien cientos de mártires han dado la vida ante el altar de esta revolución desde la fundación del Partido Comunista de Nepal en 1949, una nueva ola de sacrificio heroico y martirio surgió el 13 de febrero de 1996, fecha en la que se inició la guerra popular bajo la dirección del PCN(M). En los primeros tres meses después de ese salto cualitativo en el proceso revolucionario y el movimiento comunista de Nepal, más de dos y media docenas de combatientes revolucionarios han muerto en luchas contra el represivo aparato armado del Estado reaccionario, y con <%1>cada día hay más mártires. Por tanto, rendimos un homenaje revolucionario y damos un saludo rojo a los inmortales mártires de la guerra popular y juramos seguir adelante por el sendero revolucionario que ellos han abierto.

El genocidio indiscriminado en falsos conflictos, el arresto masivo y torturas en las cárceles, la quema y el saqueo de pertenencias del pueblo, a los que ha recurrido el Estado reaccionario como consecuencia del inicio de la guerra popular, no conocen límites. Es difícil determinar con exactitud cuántos combatientes han dado la vida, pues docenas han sido arrestados en diferentes partes del país y luego dados por desaparecidos. De las dos y media docenas de personas confirmadas muertas a manos de la policía en falsos conflictos o balaceras indiscriminadas contra manifestaciones populares durante los primeros tres meses, o sea hasta mediados de mayo, la mayoría han sido activistas de organizaciones clasistas y populares, unos eran militantes del Partido y otros eran de las grandes masas. Entre los militantes del Partido están los camaradas Chop Bahadur Dangi (Rolpa), Gehendra Giri (Rolpa), Lahar Singh Pun (Rolpa), Jayadhan Thapa (Rolpa), Jokh Bahadur Pun (Rukum) y Masta Bahadur Bista (Rukum). ¡Damos un saludo revolucionario especial a nuestros camaradas caídos!

El 13 de febrero fue un hito en la historia del movimiento comunista, así como en la historia social de Nepal. El histórico inicio de la guerra popular no solo le asestó un golpe mortal al pasado básicamente revisionista y reformista del Partido, sino que también representó un salto cualitativo en su forma de organización y de lucha, y abrió las puertas a una nueva era de revolución democrática a nivel social (económico, político, social y cultural) por medio de la violencia. Ese día, con el fuerte y claro grito "¡La rebelión se justifica!", el Partido dirigió a las masas de todo el país a rebelarse contra el Estado reaccionario y a dirigir su furia contra las clases dominantes feudal, compradora y burocrático-capitalista, para aplastar el existente orden semifeudal y semicolonial y construir un Estado de Nueva Democracia. En una operación clandestina, preparada con anticipación, y cómo símbolo de la rebelión y para proclamar el inicio de la guerra popular, se atacó y se ocupó cuarteles de la policía, las oficinas de un banco gubernamental para el desarrollo agrícola, la fábrica de una corporación multinacional, la destilería de un capitalista comprador y la casa de un usurero feudal. Además, ese mismo día se distribuyeron cientos de miles de volantes y afiches revolucionarios por todo el país para difundir el mensaje político de la histórica rebelión. Al principio, todo eso sorprendió a los reaccionarios, que se quedaron pasmados y asombrados pues fue una sorpresa total. Solo unos días después se dieron cuenta del sismo que había sacudido su "paraíso" de explotación y saqueo clasistas, y fue entonces que desencadenaron bestialmente su fuerza estatal contra los revolucionarios y las masas. Así que la preciosa sangre que regaron nuestros valientes mártires fue el precio inevitable que tuvo que pagar el proceso revolucionario para conseguir el histórico rompimiento y paso adelante hacia la desestabilización del viejo estado y rompimiento con nuestras viejas formas de organización y lucha.

El inicio de la guerra popular el 13 de febrero fue tanto el resultado de la necesidad de la sociedad nepalesa que ha estado en crisis desde hace mucho tiempo, como de la actividad subjetiva consciente de los revolucionarios comunistas maoístas. El actual Estado nepalés, que fue creado hace dos siglos y que es comandado por un puñado de moribundos feudales, compradores y burócrata-capitalistas, está acosado por tantas contradicciones irreconciliables que todos los esfuerzos reformistas para remendar la superestructura político-cultural, así como la base económica, no han podido contener el deslizamiento gradual hacia su colapso total. Como consecuencia, el país es ahora el segundo más pobre del mundo. La desigualdad económica, en la que el 10% de los ricos es dueña del 46,5% del ingreso nacional, es una de las peores en el mundo; el 71% de la población vive debajo del nivel de pobreza absoluta; el 90% de la población vive en el campo en condiciones primitivas y el 81% trabaja en agricultura primitiva; solo el 10% de la población tiene trabajo y el 60% está subempleado; casi un tercio de la fuerza laboral se ha visto obligada a ir a trabajar en India y otros países donde los salarios son míseros o se han incorporado a las FFAA mercenarias de India e Inglaterra; el dominio imperialista y de potencias expansionistas en todas las esferas se está profundizando y más de dos terceras partes del presupuesto para el desarrollo depende de préstamos extranjeros, etc. Mejor dicho, las condiciones objetivas del país exigen, sin duda alguna, un cambio total de las existentes relaciones semifeudales y semicoloniales y del Estado, y su reemplazo por un Estado y relaciones de Nueva Democracia. Pero durante todos estos años, los preparativos subjetivos de los comunistas revolucionarios iban muy a la zaga. Hasta la década del 80, el movimiento comunista, que casi desde su nacimiento ha padecido de revisionismo y reformismo, carecía, entre otras cosas, de una orientación ideológica marxista-leninista-maoísta y una línea política revolucionaria capaz de iniciar la revolución de Nueva Democracia por medio de la guerra popular prolongada. No fue sino hasta diciembre de 1991 en el Congreso de Unidad del reconstituido Partido Comunista de Nepal (Centro Unitario) --que más tarde se llamaría Partido Comunista de Nepal (Maoísta)-- cuando se logró resolver los problemas ideológicos y políticos y se adoptó el marxismo-leninismo-maoísmo como la ideología guía del Partido y se decidió seguir el camino de la guerra popular prolongada con su estrategia de cercar las ciudades desde el campo, reconociendo el carácter estratégico de la guerra de guerrillas como único camino de la revolución de Nueva Democracia en el país. Después de una feroz y victoriosa lucha de dos líneas que duró casi dos años y medio contra una pandilla derechista liquidacionista que se oponía a esa orientación ideológica y política, y que finalmente fue expulsada en mayo de 1994, el Partido decidió iniciar la guerra popular y trazar la estrategia y tácticas de la guerra popular en el país, tomando en cuenta las características específicas de Nepal. Un año de preparativos generales desde ese entonces y de preparativos más intensos desde la reunión del Comité Central de septiembre de 1995, prepararon el terreno para el inicio de la guerra popular el 13 de febrero de 1996. Así, el 13 de febrero marca la victoria histórica y decisiva de la línea revolucionaria marxista-leninista-maoísta contra todos los matices <%1>de revisionismo y neorevisionismo que plagaron por mucho tiempo al movimiento comunista nepalés. En ese sentido, el supremo sacrificio de los heroicos mártires en esta fase de la revolución, se merece un lugar permanente en los anales de la revolución proletaria.

Como el Partido ha establecido inequívocamente en el "Plan del inicio histórico de la guerra popular", esta guerra popular se propone construir un Estado de Nueva Democracia, para luego marchar al socialismo y finalmente al comunismo pasando por una serie de revoluciones culturales bajo la dictadura del proletariado, y por tanto es parte integral y un componente de la revolución proletaria mundial. Por ende, una vez iniciada seguirá las leyes objetivas del desarrollo de la guerra popular por medio de sus diferentes etapas estratégicas y vueltas y revueltas, jamás deteniéndose hasta que logre su meta final: la sociedad sin clases, el comunismo universal que tan brillantemente elucidó Mao en su teoría de continuar la revolución bajo la dictadura del proletariado. Por tanto, muchos más de nuestros hermanos y hermanas de clase tendrán que hacer el supremo sacrificio y dar la vida para que sigan ardiendo las llamas de la revolución hasta que todo rastro de la sociedad clasista quede en cenizas y alcancemos el comunismo porque, como dijo Mao tan aptamente: o todos entramos al comunismo o nadie entra.

Hoy día, la revolución proletaria encara formidables desafíos y oportunidades. Si bien por un lado el imperialismo mundial, encabezado hoy por Estados Unidos, sueña con aplastar todos los movimientos del proletariado y los movimientos de liberación nacional con su enorme abierto y encubierto arsenal bélico, por otro lado, está azotado por contradicciones irreconciliables internas y todos los días cae en crisis nuevas y más profundas. Por más que por fuera parezca poderoso es un tigre de papel, porque el sistema de explotación y opresión mundial en que se basa no puede reproducirse indefinidamente y tiene que derrumbarse un día. Ante eso, el proletariado en general y en particular los que viven en países oprimidos se están recuperando poco a poco de la pérdida de China y, en particular con la década de los 80, empiezan a tomar la ofensiva contra el imperialismo y la reacción interna en diferentes partes del mundo, esgrimiendo el arma invencible del marxismo-leninismo-maoísmo. Los comunistas revolucionarios maoístas de Perú, Filipinas e India (Andhra Pradesh y Bihar) se yerguen como formidables desafíos ante el imperialismo y los reaccionarios, y alumbran el sendero de la revolución proletaria. El Movimiento Revolucionario Internacionalista (MRI) está preparando el terreno para reunificar a los auténticos comunistas revolucionarios del mundo. En ese contexto, la guerra popular en Nepal abre un nuevo frente contra el imperialismo mundial y la reacción, y este frente, en la tierra de los famosos guerreros Gorkha y de los montes más altos del mundo (los Himalaya), le pondrán más clavos al ataúd del imperialismo y la reacción. Estamos en un largo y arduo camino de guerra, pues el enemigo es formidable, pero nuestra victoria es inevitable porque nuestra causa es correcta y justa. El mejor homenaje que les podemos dar a nuestro mártires es persistir en la revolución proletaria hasta la victoria final y eso juramos hacerlo con resolución y valentía.

¡Gloria eterna a los mártires inmortales!

¡Viva la guerra popular!

¡Viva el marxismo-leninismo-maoísmo!


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