Racismo en Estados Unidos:
La conversación de Clinton y la realidad

Obrero Revolucionario #913, 29 de junio, 1997

El siglo pasado, el gobierno estadounidense les prometió a los negros "40 acres y una mula"; ahora un asno promete más pajaritos de papel.

El 14 de junio, en la Universidad de California en San Diego, el presidente Clinton pidió una "conversación franca sobre el estado de las relaciones raciales hoy" de todo un año. La meta, dijo, es "ser una nación americana unificada en el siglo 21".

Clinton pide honestidad en la "conversación". Al escuchar eso la mente se rebela. El nombre Clinton no tiene derecho a compartir una oración con la palabra "honestidad", especialmente si el tema es "relaciones raciales". Clinton dice que hay que "superar la discriminación y el prejuicio". ¡Pero la gente no tiene amnesia! Recuerda que Clinton le dio la patada a Lani Guinier (nominada para procuradora general) por decir que los afroamericanos son un pueblo distinto dentro de Estados Unidos. Es el mismo Clinton que firmó la ley contra el welfare que está hundiendo a millones de personas en más pobreza. Es el mismo Clinton que, por un lado dice que defiende la acción afirmativa, pero que por otro lado elimina programas para ayudar a empresarios de minorías.

En San Diego, dijo que en 50 años los euroamericanos ya no serán la mayoría de la población de este país. Su preocupación es ajustar y adaptar la estructura e ideas del capitalismo estadounidense para que siga siendo políticamente estable. Esas son las preocupaciones de un señor encargado de preservar el sistema, y eso es lo que le motiva a proponer una "conversación sobre el estado de las relaciones raciales".

Mientras tanto, como señaló un observador, el único sonido que se oye en las universidades hoy son los portazos a los negros y latinos, como resultado de la eliminación de los programas de acción afirmativa. La clase dominante ni siquiera puede bajar la bandera de la Confederación (de los esclavistas) que ondea en capitolios del Sur, ni pedir disculpas por la esclavitud. ¡Es más, se ha reinstituido las cuadrillas de presos para exhibir presos negros encadenados a lo largo de las carreteras!

Dada la historia y el presente de este país, ¿qué razón podría haber para pensar que este sistema, este presidente y esta "conversación" no ofrecen más de la misma opresión con una nueva fachada?

¡Pero si lo que Clinton quiere es un gran debate, pues que venga!

Podríamos empezar enviando a personas mayores y a chavos de los multifamiliares pobres a las universidades para que enseñen cómo se vive en Estados Unidos.

Chavos negros podrían contarles a los estudiantes de prepas las veces que la chota los detiene y golpea nada más que por su color piel.

Los empleados de Texaco podrían recorrer el país para contar cómo es trabajar para una corporación que considera a los negros "frijoles negros pegados al fondo de la bolsa".

¿Qué tal un programa de discusión bilingüe semanal por la TV de quienes se levantaron durante la Rebelión de Los Angeles?

La conversación en Estados Unidos sería mucho más honesta si miles de personas de la clase media se sentaran una noche alrededor de una fogata en la frontera con inmigrantes perseguidos por la Migra. O si las fábricas dejaran de operar un par de horas para que los inmigrantes explicaran cómo es la situación de sus países, y de lo que el imperialismo yanqui les ha hecho allá y aquí. O si se organizaran giras de las cortes y las cárceles para que muchos más se dieran cuenta de que están repletas de minorías.

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Si Clinton quiere una "conversación franca" este año, pues nosotros los revolucionarios retamos públicamente a un debate a cualquier representante de la clase dominante que quiera defender este brutal sistema y su opresión de pueblos enteros.

¿Está lista la clase dominante para hacer todos los cambios que serían necesarios para eliminar toda la desigualdad y toda la opresión que sufren en este país los negros, latinos, amerindios y asiáticos?

Hablemos de la opresión del pueblo negro, de que no es solo cuestión de haberle negado oportunidades a unos cuantos individuos, sino de la opresión sistemática de toda una nación desde la esclavitud hasta hoy día. Hablemos de lo importante que es convencer a los blancos de que apoyen el derecho de los negros a la autodeterminación.

Hablemos de independencia para Puerto Rico.

Hablemos del problema de la tierra; de la autonomía para los pueblos amerindios y del derecho de los chicanos a las tierras que les negaron en violación del Tratado de Guadalupe Hidalgo.

Analicemos las rupturas con las leyes de ganancias y propiedad que habría que hacer para poder destinar la riqueza y los recursos a acabar con la desigualdad y levantar a los que el sistema ha hundido.

Hablemos de cambiar la producción, de eliminar los intereses de las corporaciones, de liberar los fondos y la mano de obra para construir viviendas decentes, escuelas y hospitales donde se necesitan.

Hablemos de las convulsiones que serían necesarias para ponerle fin una situación en que la mitad de los negros y los latinos nacen en la pobreza; en que ha vuelto la tuberculosis; en que hay una epidemia de asma infantil debido a la falta de control de cucarachas.

Hablemos de la eliminación de los privilegios y los prejuicios que sería necesaria para abrir las puertas a las escuelas y tumbar los muros que dividen a los barrios; de los cambios que habría que hacer en la educación, en la preparación de maestros, en la manera de escribir libros escolares. De los cambios que habría que hacer en la construcción y adjudicación de vivienda, en las leyes de zonificación, y en el financiamiento de las escuelas y del transporte público.

Hablemos del idioma: de por qué al considerar inferiores al español, el inglés negro, el chino y las lenguas indígenas se ha getoizado a millones de personas y suprimido su cultura. Hablemos de lo que sería necesario para cambiar eso; de cómo se deben enseñar los idiomas y comunicar las ideas en la sociedad.

Hablemos de las expresiones culturales que reciben becas especiales y palacios, como el Lincoln Center de Nueva York, y de las que por el contrario son aplastadas y demonizadas. De la clase de revolución cultural que sería necesaria para borrar el racismo sutil y no tan sutil de las películas, TV, y para celebrar y compartir las culturas de pueblos de todo el mundo.

Hablemos de lo que sería necesario para erradicar, de una vez por todas, la muy arraigada ideología de la supremacía blanca con la que esta sociedad envenena a tipos como Timothy McVeigh. ¿Qué cambios profundos de poder habría que llevar a cabo para que las escuelas, las universidades y la prensa promuevan ese tipo de educación? ¿Quién va a rehabilitar a Howard Stern? ¿Qué sería necesario para quitarles el micrófono a los locutores racistas?

Hablemos de los deportes. Desde hace décadas nos vienen diciendo que "los negros se están apoderando de los deportes"; pero ahora se "descubre" que un deporte ha excluido a los negros y que Tiger Woods está caminando donde antes se prohibía caminar a los negros. Piensen en los negocios que se hacen en los campos de golf y pregúntense: ¿qué dice esa exclusión de los negros de las decisiones capitalistas que manejan esta sociedad?

Hablemos de policías y cárceles; de la criminalización de toda una generación de los ghettos y barrios pobres. ¿Qué se necesitará para frenar el plan consciente de la clase dominante de meter en la cárcel a todo un sector de la juventud? ¿Qué poder se necesitará para repeler el ataque fascista de la policía en barrios enteros, y qué clase de organización será necesaria para construir ese poder? Hablemos de justicia verdadera y cómo conseguirla. ¿Cómo vamos a sacar de la cárcel a los que están ahí por la pobreza? ¿Cómo vamos a quitarle el poder a los que atacan al pueblo con órdenes judiciales y cachiporras? ¿Qué se necesitará para eliminar las leyes que protegen la propiedad y el privilegio, y que perpetúan la pobreza y la discriminación?

Y, hablemos de la sed de ganancia capitalista que perpetúa la discriminación y opresión de los negros y otras nacionalidades, de cómo este sistema se beneficia pagándole sueldos bajos a los negros y manteniendo desempleados a millones.

Hablemos de lo que sería necesario para construir una sociedad que se preocupe primero de la gente en vez del dinero; que no se guíe por la avaricia y el egoísmo, sino por las necesidades del pueblo de aquí y el resto del mundo.

Cuando uno se pone a pensar en lo que de veras se necesitaría para eliminar la opresión de los negros y otras nacionalidades, se ve claramente por qué los que manejan este sistema no pueden resolver el problema de "las relaciones raciales".

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Clinton dice que quiere crear "una nación americana unificada", pero el sistema ya ha tenido esa oportunidad muchas veces, como el propio Clinton lo reconoce. El Presidente Avakian dijo algo al respecto: "En términos históricos, aquí tenemos dos importantes momentos decisivos (después de la guerra de Secesión y después de la II Guerra Mundial, o sea, la Reconstrucción y el movimiento de derechos civiles) en los que se planteó claramente la pregunta: ¿dará el sistema derechos iguales a todos? Y la respuesta del sistema fue: ¡NO! No se trata simplemente de que la clase dominante no quisiera hacerlo, sino de que no podía hacerlo. No podía hacerlo porque hubiera tenido que desmantelar todo su sistema".

Clinton jamás consideraría "desmantelar todo su sistema", pero hay muchos qué sí lo harán.


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