El levantamiento de Hong Kong de 1967
contra el imperialismo británico

Obrero Revolucionario #915, 13 de julio, 1997

El 1º de julio de 1997, la colonia inglesa de Hong Kong pasó al control de China. Se ha dicho que ahora tendrá un gobierno socialista. Pero en China se ha restaurado el capitalismo y hoy no es un país socialista.

En 1949, la Revolución China, dirigida por Mao Tsetung, conquistó el poder nacional y liberó al país de la dominación y explotación de las potencias extranjeras. Durante más de 25 años, las masas chinas construyeron una sociedad socialista cuya meta era eliminar la sociedad de clases y todas las formas de explotación y opresión. Pero en 1976, después de la muerte de Mao, Deng Xiaoping dio un golpe de estado reaccionario y restauró el capitalismo en China. Desde ese entonces, se han vuelto a abrir las puertas del país a la dominación y explotación extranjera. Para los gobernantes capitalistas de China, la devolución de Hong Kong es parte de la integración capitalista general de Hong Kong y de China (véase el OR 914).

Los actuales gobernantes chinos son muy represivos. Por eso se ha expresado temor de que el gobierno que llevó a cabo la masacre de la plaza Tiananmen en 1989 les quite los derechos a los habitantes de Hong Kong. Se habla de lo "tolerante" que ha sido el gobierno colonial y de las muchas libertades que otorgó. ¡Pero la población china de Hong Kong no ha gozado de libertad bajo el colonialismo inglés! Desde hace 150 años, un gobernador inglés ha gobernado la colonia, nombrado su consejo legislativo y negado muchos derechos civiles.

El siguiente informe sobre el Levantamiento de Hong Kong de 1967 es un buen ejemplo de la conducta del colonialismo inglés. Asimismo, muestra la gran influencia del maoísmo y la lucha revolucionaria de ese entonces sobre Hong Kong.

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Después de 1949, bajo la dirección de Mao, el pueblo chino se dedicó a la construcción de una nueva sociedad socialista. Pero poderosas figuras en el seno del Partido Comunista querían restaurar el capitalismo. Para confrontar ese problema, Mao lanzó la Gran Revolución Cultural Proletaria. En 1966 animó a los Guardias Rojos a recorrer el país y difundir la lucha de clases contra esos "seguidores del camino capitalista". En enero de 1967, la clase obrera tomó la delantera: en Shanghai, los obreros revolucionarios tumbaron a "los seguidores del camino capitalista que detentaban el poder"; en otras partes del país hubo levantamientos parecidos.

En la Revolución Cultural, millones de personas participaron en una lucha liberadora sin precedentes. Esto tuvo grandes repercusiones en Hong Kong, donde los imperialistas ingleses temían esa efervescencia revolucionaria.

De hecho, el Partido Comunista de China (PCC) ya desempeñaba un papel importante en la colonia. En Hong Kong, había una rama del partido, y sus militantes dirigían varias organizaciones y agencias. Habían establecido "escuelas patrióticas" y, para 1967, unos 30.000 estudiantes (12% del estudiantado de Hong Kong) iban a escuelas dirigidas por el Partido Comunista.

En Hong Kong había mucha oposición a la dominación inglesa. No se había olvidado que Inglaterra se la robó a China en 1841 después de la guerra del Opio, cuya meta era obligar a China a aceptar la importación del opio. Después Inglaterra adquirió Kowloon en 1860 con otro tratado igualmente injusto. Y en 1898, se apropió de los Nuevos Territorios con un contrato de 99 años (que se venció el 1º de julio). Muchos chinos de Hong Kong resentían el colonialismo inglés y simpatizaban con la China socialista.

Asimismo, en Hong Kong había mucha oposición a Estados Unidos, especialmente cuando la usó como base para su guerra imperialista contra Vietnam. Buques y aviones de guerra estadounidenses pasaban constantemente por la ciudad y muchas compañías estadounidenses abrieron fábricas para producir armas.

En 1967, unas 750.000 personas tenían viviendas "seriamente inadecuadas". Centenares de miles vivían en chozas y casuchas ilegales en las colinas. Los obreros trabajaban 12 horas al día, siete días a la semana, en terribles maquiladoras. La situación estaba madura para una rebelión.

Mayo: Los comienzos

El levantamiento de 1967 empezó el 6 de mayo, cuando los trabajadores de una fábrica de flores artificiales se quejaron contra unas nuevas normas represivas. La compañía despidió a 92, les cerró las puertas a los trabajadores y llamó a la policía para arrestarlos. El 11 de mayo, los trabajadores amenazaron con entrar a la fuerza a la fábrica. Estallaron peleas entre ellos y 600 policías; estos hirieron a más de 100 trabajadores y arrestaron a 127. Luego, estallaron peleas en las calles cercanas, donde se quemaron camiones de transporte y se saquearon oficinas gubernamentales. Se impuso un toque de queda en varias zonas, y en los días siguientes la policía arrestó a otras 200 personas, golpeó a centenares y mató a una. La lucha se regó rápidamente por toda la colonia en respuesta a la represión: concentró la furia ante la brutalidad policial y el colonialismo.

El 17 de mayo hubo una marcha a la casa del gobernador, donde se colgaron afiches anticolonialistas en las cercas y la puerta. La policía de motín atacó con cachiporras y abrió fuego; hirió a 200 y arrestó a 300. Los choques continuaron y para fines de mayo había más de 800 presos.

El gobierno chino envió una poderosa declaración de apoyo a los trabajadores de Hong Kong y en Pekín, Cantón y otras ciudades hubo grandes manifestaciones de apoyo.

Represión colonialista

El gobierno de Hong Kong prohibió poner afiches y ordenó grandes rastrillajes. La policía se puso a vigilar las oficinas de sindicatos, periódicos, bancos y organizaciones pro-China. En la calle había detenciones, registros, palizas y arrestos.

En respuesta, estallaron grandes protestas contra la dominación colonial. Cada día había grupos de discusión, clases de política y reuniones organizadoras. Salieron centenares de volantes y por todas partes aparecieron afiches, lemas y cuadros de Mao Tsetung.

En junio, los trabajadores empezaron a defenderse con cocteles molotov, ácido y palos de bambú. Organizaron paros en las fábricas. Cuando se celebró un mitin en Shataukok, en la frontera con China, 600 policías de motín y 200 soldados ingleses atacaron con gas lacrimógeno e hirieron a 30 manifestantes.

A fines de junio, 50.000 trabajadores de 20 industrias se declararon en huelga contra la brutalidad colonial. Simultáneamente, trabajadores de 63 ramos hicieron un paro comercial de cuatro días en que participaron 200.000 vendedores y comerciantes. Muchos verduleros de los Nuevos Territorios se unieron a la protesta y no vendieron sus vegetales, al igual que muchos pescadores no vendieron su pesca.

La policía y los soldados se enloquecían al ver muestras de apoyo a la China socialista o a Mao. Allanaron un cine que pasaba películas chinas, tumbaron las puertas y ventanas y arrestaron a los empleados. Destruyeron cuadros y estatuas de Mao y atacaron librerías, bancos y tiendas pro-China. Registraron las oficinas de docenas de sindicatos comunistas. Para fines de julio, había 1448 presos por "agitación". Además, el gobierno aprobó leyes de emergencia para restringir la posesión de armas de fuego e impuso severos castigos por "incitar motines".

Pero los ataques policiales le echaron más leña al levantamiento. Cuando mataron a un trabajador, Tsai Nan, en Wanchai, miles de personas marcharon al lugar donde murió y pelearon con la policía nueve noches consecutivas con piedras, botellas y bombas incendiarias.

Los trabajadores de caucho
y plástico contra la policía

El 23 de junio, un radiopatrulla llegó a las oficinas del sindicato de trabajadores de caucho y plástico en Kowloon. Primero, policías armados y tiras sacaron fotos; luego se pusieron a arrancar afiches y periódicos de las paredes. Un grupo de trabajadores y vecinos los confrontaron. Cuando los policías iban a huir, les bloquearon el paso y les exigieron que volvieran a colgar los afiches. Los agentes se desbocaron: dispararon hacia la multitud e hirieron a tres personas. Los trabajadores contraatacaron con botellas y todo lo que tenían a su alcance.

Llegaron varios centenares de refuerzos y dispararon gas lacrimógeno y proyectiles de madera. Lanzaron seis o siete ataques en siete horas, con el fin de subir la escalera y apoderarse de la oficina, pero los trabajadores los pararon en seco cada vez. Por fin, abrieron un boquete en la pared desde otro edificio. Cuando los trabajadores escapaban por la escalera con los heridos, la policía les bloqueó el paso y volvió a dispararles proyectiles de madera. Arrestaron a 50 trabajadores; uno murió a balas y dos a golpes.

La defensa del sindicato
de trabajadores portuarios

El 14 de julio, los trabajadores defendieron heroicamente las oficinas del sindicato de trabajadores portuarios y la Escuela de Trabajadores de Hunghom. Mil policías y soldados invadieron la zona, montaron alambre de púas, acorralaron a los trabajadores y pusieron un toque de queda. Luego, atacaron el sindicato con proyectiles de madera, gas lacrimógeno y ametralladoras. Ho Feng, el secretario del sindicato, tocó música revolucionaria por un altoparlante y llamó a los vecinos a unirse a la lucha. Mucha gente fue a defender el edificio con las armas que encontró a su alcance, se desplegó en los techos o cerca de las ventanas y puertas, y les tiró botellas de agua y ladrillos a la policía.

Unas 60 personas defendieron el edificio tres horas contra los mil policías y soldados. Finalmente estos lograron tumbar la puerta con un soplete. Cuando entraron al edificio, mataron a balazos a Ho Feng.

Los estudiantes y la juventud
se unen a la lucha

En Hong Kong, mucha gente leía el Diario Popular de China y seguía su dirección política. A comienzos de junio, un editorial del Diario Popular de China exhortó a la juventud y los estudiantes de Hong Kong a integrar su energía y entusiasmo a la lucha de los trabajadores y campesinos contra el colonialismo británico. Muchos respondieron al llamado, ofrecieron apoyo y no se dejaron usar como esquiroles.

A fines de junio, 20.000 estudiantes de 32 escuelas participaron en un paro de un día. Como represalia, la policía allanó muchas "escuelas patrióticas" y golpeó y arrestó a centenares de alumnos y maestros. El 9 de julio, la policía de motín abrió fuego contra una multitud de estudiantes frente a la escuela Fukien y mató a dos. En respuesta, hubo combates de cuerpo a cuerpo con la policía.

Las "escuelas patrióticas" no cerraron durante el verano y requirieron que los estudiantes participaran en "actividades sociales y atléticas", o sea, ¡en el movimiento de apoyo a los trabajadores y contra el colonialismo!

El movimiento estudiantil creció y además de darle apoyo a los trabajadores se opuso a la "educación esclavizadora". Hubo reuniones para condenar el colonialismo, con trabajadores invitados para hablar de su opresión a manos de los imperialistas.

Los estudiantes se organizaron equipos para ir a las zonas rurales. Fueron de pueblo en pueblo, de casa en casa, para hablar de la lucha contra el colonialismo, repartir volantes y fomentar el maoísmo. Trabajaron hombro a hombro con los campesinos, los ayudaron en el campo y les enseñaron canciones revolucionarias. Por su parte, aprendieron de los campesinos, quienes les contaron de sus propias batallas antiimperialistas.

La transformación de Tseng Teh-cheng

Lo que le pasó a Tseng Teh-cheng demuestra cómo esta batalla transformó la vida de mucha gente en Hong Kong. Tseng Teh-cheng era un estudiante a quien le gustaba leer periódicos pro-británicos. Había estudiado 10 años en una universidad anglo-china y estaba muy influenciado por la cultura occidental. Le gustaban las películas de James Bond y "My Fair Lady", una película cursi sobre la sociedad inglesa, que vio tres veces. No pensaba mucho en cosas como el colonialismo o la China socialista. Su meta era ir a la Universidad de Hong Kong y luego a una universidad estadounidense.

El levantamiento de mayo le cambió la vida. La brutalidad de los ataques policiales le abrió los ojos y vio la realidad del imperialismo británico. Sus falsas ilusiones sobre la democracia y la libertad de la vida colonial se desvanecieron. Dijo: "No entiendo lo que quieren los comunistas. Pero cuando los policías atacaron a los estudiantes con pistolas y cachiporras, inmediatamente me di cuenta de quién tenía la razón y quién no".

Más tarde, cuando lo sentenciaron a dos años de cárcel, no se arrepintió de nada. Dijo: "He cambiado. Antes del levantamiento de mayo, soñaba con ir al extranjero para estudiar y `avanzar'. Después del levantamiento, todavía quería ir a estudiar en el extranjero, pero para servir a China y a la revolución. Ahora pienso que nadie debe arrepentirse, incluso si muero".

Censura, redadas y contraataques

El gobierno de Hong Kong censuró la prensa. La policía allanó y clausuró periódicos izquierdistas, y arrestó a su personal. A comienzos de agosto, las autoridades suspendieron tres periódicos pro-China/Mao, les saquearon las oficinas y arrestaron a 34 corresponsales y editores. A mediados de septiembre, habían golpeado y arrestado a 70 periodistas; 24 fueron a parar a la cárcel. En respuesta, surgieron muchos "periodistas voluntarios" para escribir informes.

Miles de trabajadores formaron "comités de lucha", "equipos de combate", grupos culturales y equipos de trabajo para avanzar la lucha contra el colonialismo, fomentar apoyo para la China socialista y estudiar la política y las obras de Mao. Sus tácticas cambiaron. En varias zonas los trabajadores tomaron la ofensiva con bombas incendiarias y otras armas, como lo describió un observador: "Como los fascistas británicos nos atacaron con armas de fuego, nuestros combatientes se vieron obligados a empuñar las armas y contraatacarlos medida por medida, así como lo describe el dicho chino: `Está mal visto no devolver lo que uno ha recibido'".

Hubo una racha de dinamitazos; el gobierno informó de 8074 incidentes sospechosos entre agosto y diciembre, de los cuales 1167 fueron bombas.

La lucha que comenzó en Hong Kong y Kowloon también afectó a los Nuevos Territorios, varias islas y muchos pueblos pequeños. En una batalla en las montañas, más de 2000 campesinos derrotaron a más de 200 policías de motín. En octubre, los habitantes de Shataukok minaron los caminos con bombas para bloquear el paso a los refuerzos de la policía.

La lucha por el Día Nacional

El 1º de octubre es el Día Nacional, el aniversario del día que el Ejército Rojo de Mao liberó a China en 1949. Cada año se celebraba en Hong Kong también. Pero en 1967 las autoridades prohibieron la celebración.

La víspera del 1º de octubre, la policía allanó las oficinas de 29 sindicatos y 51 asociaciones que habían programado celebraciones y arrestó a más de 200 personas. El 1º, la policía hizo todo lo posible para impedir las actividades, atacando las multitudes con cañoneros, helicópteros y gas lacrimógeno. Arrestó a unas 100 personas que fueron a ver fuegos artificiales; mató a un trabajador e hirió a muchos. La policía y los soldados patrullaron las calles, arrancaron banderas chinas y golpearon a mucha gente. Atacaron varios shows organizados para celebrar el Día Nacional, y arrestaron a los actores y al público.

Pero a pesar de todo, más de 200 organizaciones y centenares de miles de individuos participaron en mítines, reuniones y actividades del Día Nacional. En los Nuevos Territorios, se organizaron desfiles campesinos con banderas chinas y retratos de Mao. Unos 8000 pescadores de 93 pueblos fueron en 700 barcos a celebrar en territorio chino.

Los presos también celebraron el Día Nacional. Más de 2000 combatientes detenidos convirtieron las cárceles en escuelas de política y maoísmo. Las autoridades prohibieron las obras de Mao, pero los presos se referían citas de Mao de memoria. Las presas celebraron reuniones en sus celdas y un show revolucionario. En una cárcel, 600 presos se declararon en huelga de hambre.

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Durante el levantamiento de 1967, las fuerzas armadas del gobierno colonial mataron a 51 personas, hirieron a más de 800 y arrestaron a más de 5000. Pero la resuelta lucha del pueblo de Hong Kong sacudió al colonialismo británico y sirvió de educación política a miles de trabajadores, estudiantes y campesinos. La lucha manifestó el profundo odio del pueblo de Hong Kong por el imperialismo, y las aspiraciones de docenas de miles que apoyaban a Mao Tsetung y el socialismo.


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