Molotovs en Palestina

Obrero Revolucionario #915, 13 de julio, 1997

La justa lucha del pueblo palestino contra el estado sionista de Israel estalló de nuevo a mediados de junio. En Hebrón, Cisjordania, se han visto luchas campales a diario entre palestinos y soldados israelíes.

Un choque muy fuerte ocurrió el 20 de junio en Hebrón, que la agencia noticiosa Associated Press describió así: "Botellas llenas de gasolina estallaban en sucesión a los pies de los soldados israelíes, que tuvieron que batirse en retirada. Mientras unos lanzaban las botellas, otros preparaban más o llevaban piedras a sus camaradas que estaban en la primera línea de ataque. Los soldados respondieron con balas de goma".

El Washington Post dijo: "Los más jóvenes recogían piedras y concreto del tamaño de su puño, su inagotable munición. Los mayores, apenas adolescentes, lanzaban canicas con hondas.... Unos jóvenes en un callejón llenaban botellas con gasolina desde un tacho de cinco galones; luego les ponían mechas de trapos".

Un palestino de 18 años dijo: "Ahora empezamos la guerra de los molotovs".

Los feroces jóvenes rebeldes se enfrentan con piedras y molotovs a soldados sionistas que disparan balas de caucho y normales. Un ejemplo de la desalmada naturaleza de los soldados reaccionarios se vio el 20 de junio al fin de un día de luchas campales, cuando dos miembros de un pelotón conversaban. El teniente dijo: "Hoy tuvimos buena puntería"; el cabo respondió: "Sí, los resultados están en el hospital Alia".

En ese hospital estaban tres chavos palestinos con heridas de balas de caucho que les penetraron la piel; o sea, que les dispararon a quemarropa. Uno, de 12 años, tenía una bala de caucho clavada en el pecho. Desde que estallaron los choques el 11 de junio, 150 palestinos han sido heridos por disparos.

Hubo protestas en otras partes de Palestina. En Nablus, miles se reunieron el 21 de junio para condenar la construcción de un asentamiento israelí y el voto del 10 de junio en el Congreso estadounidense que reconoció a Jerusalén como la capital de Israel. Los manifestantes quemaron banderas de Estados Unidos y de Israel.

En la Gaza, cientos de palestinos intentaron sembrar banderas y árboles en un terreno cerca del pueblo de Khan Yunis, del cual se habían apoderado colonos israelíes. Mientras los palestinos tumbaban la cerca, llegaron soldados israelíes en tanques y empezaron a disparar gas lacrimógeno y balas de caucho para dispersarlos. Unos testigos dijeron que los soldados también dispararon balas normales.

El voto en el Congreso de Estados Unidos el 10 de junio fue una de las chispas que prendió esta última racha de lucha palestina. El voto respaldó las maniobras israelíes para aumentar su control de Jerusalén. En marzo, el gobierno de Netanyahu empezó a construir un complejo de viviendas en el monte Jabal Abu Ghneim, en el sector árabe de Jerusalén oriental. El complejo, conocido como Har Homa por los sionistas, se propone trasladar a 50.000 colonos al sector palestino.

Los palestinos consideran a Jerusalén su capital: el centro político, económico y cultural de su nación. Los sionistas quieren apoderarse completamente de la ciudad y sus alrededores, y Har Homa es una pieza clave de su plan: es el último eslabón de una cadena de asentamientos de colonos que rodea las zonas palestinas de Jerusalén y las aislará de las comunidades palestinas de Cisjordania.

La "guerra de los molotovs" es también una expresión de ira y frustración contra el "proceso de paz" Made un U.S.A. entre Israel y la Autoridad Palestina de Yassir Arafat. Las negociaciones les han dado a los palestinos pequeños pedazos de territorio, pero esas zonas de "autogobierno" son como los bantustanes de Sudáfrica, donde los negros vivían controlados por el sistema de apartheid. El acuerdo le ha dado a Arafat y otros lacayos que representan a la burguesía palestina la tarea de administrar y controlar las zonas de "autogobierno". Estados Unidos y otras grandes potencias contribuyeron millones de dólares y le encargaron a la Autoridad Palestina administrar asuntos locales y policiales; a cambio, debe sofocar la lucha del pueblo palestino.

El "proceso de paz" no ha cambiado en un sentido fundamental el hecho de que los opresores sionistas ejercen control militar y económico sobre la nación palestina. Las pequeñas islas de "autogobierno" palestino están rodeadas de un mar de soldados y colonos armados hasta los dientes. Los israelíes con frecuencia "cierran" Cisjordania y la Gaza, e impiden que los palestinos vayan al trabajo o la escuela. Los sionistas también han monopolizado el agua, que es indispensable para la agricultura. Y, los asentamientos de colonos siguen extendiéndose.

El año pasado, la ciudad de Hebrón pasó a ser una de las zonas de "autogobierno" y, como en los demás enclaves, los 100.000 palestinos de la ciudad viven en un enorme campo de concentración: afuera vigilan los sionistas y adentro las fuerzas de Arafat. Lo distinto en Hebrón es que el acuerdo entre Arafat y Netanyahu permite que 400 colonos religiosos derechistas permanezcan en el corazón de Hebrón.

A principios de junio, hubo protestas contra los colonos que se querían apoderar de más territorio de Hebrón. Los palestinos levantaron carpas cerca del asentamiento robado y tumbaron una cerca puesta por los colonos. Las tropas israelíes llegaron a ayudar a los colonos y estallaron días de luchas campales.

El académico y activista palestino Edward Said señaló hace poco que si bien la prensa grande de Estados Unidos no deja de informar sobre las negociaciones entre Israel y Arafat, no dice nada sobre la situación del pueblo palestino: "No informa sobre los miles de estudiantes palestinos de la Gaza que no han podido regresar (por prohibición de Israel) a sus escuelas y universidades en Cisjordania; no dice nada sobre la gran cantidad de palestinos que se pudren (y son torturados a muerte) en las cárceles israelíes; no dice nada sobre las angustias que pasa una familia grande de la Gaza cuando el padre es desempleado; no dice nada sobre las sistemáticas y casi cotidianas represalias contra los palestinos que luchan para que los soldados israelíes y los colonos armados no los despojen; no dice nada sobre lo que un palestino tiene que hacer para entrar y salir de la Gaza (ni del hecho de que los de Cisjordania tienen prohibido por un año entrar a Jerusalén); no dice nada sobre los retenes en los enclaves de Cisjordania que los han convertido en sofocantes ghettos; no dice nada sobre la vida bajo el horrible gobierno de Arafat que censura o prohíbe libros, periódicos y revistas, que amenaza al pueblo y cuya corrupción arruina la posibilidad del comercio regular".

En Hebrón, un chavo dijo que él y sus amigos le habían dado al "proceso de paz" una oportunidad, pero que ahora piensan que ese proceso quedó "en papel" y no cambiará nada. Dijo eso mientras llenaba una botella de jugo de naranja con gasolina para enfrentarse a los soldados israelíes.


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