Los asesinos de la Fuerza-6 Combinada

Cómo asesinaron los Marines a Esequiel Hernández

Obrero Revolucionario #917, 27 de julio, 1997

Esequiel Hernández Jr. empezó la tarde del 20 de mayo con su rutina diaria. Después de clases en la preparatoria Presidio, regresó a su casa en Redford, un pequeño pueblo fronterizo del oeste de Texas. Comió un bocadillo y estudió un poco. Luego Juni, como le decían sus familiares, salió a llevar las 40 cabras de su familia a pastar en unas colinas cercanas que tienen vistas al río Grande/Bravo.

Como de costumbre, tenía su rifle calibre .22 (que heredó de su abuelo) para proteger las cabras de coyotes y otros animales salvajes. Pero no sabía que a él lo iban a acechar, no animales salvajes, sino cuatro marines de la Fuerza-6 Combinada de las FFAA.

Los marines estaban camuflados para disolverse en el terreno desértico, tenían pintada la cara de negro y tenían rifles M-16 de alta velocidad. Después de descubrir a Esequiel, le siguieron los pasos 20 minutos. Entonces, desde una distancia de unos 200 metros, uno de los soldados le apuntó su M-16, apretó el gatillo y lo mató con una sola bala. Esequiel acababa de cumplir 18 años.

¿Por qué hay marines armados hasta los dientes en las colinas de Redford, casi en el patio trasero de las casas? ¿Qué pretexto tienen las FFAA para matar a balazos a un estudiante de prepa chicano que nada más cuidaba cabras?

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La Fuerza-6 Combinada es parte de la militarización de la zona fronteriza, donde han desplegado soldados para la "guerra contra los inmigrantes" y la "guerra contra la droga".

Esequiel Hernández Jr. no es su primera víctima. El 24 de enero, un Boína Verde baleó a Cesáreo Vásquez en la espalda cuando cruzaba el río Grande/Bravo cerca de Brownsville, Texas. Vásquez, de Matamoros, Tamaulipas, y un compañero iban para Houston, donde tenían trabajos matizando parabrisas.

La Patrulla Fronteriza dijo que era un "bandido", que robó a varios inmigrantes y que lo balearon después de que él abrió fuego con una pistola calibre .38. Pero más tarde la Patrulla admitió que no había robado a nadie. Vásquez sobrevivió y explicó que tenía la pistola porque lo robaron la última vez que cruzó la frontera. Había mucha niebla esa noche y los soldados camuflados estaban escondidos en la maleza. Vásquez dijo: "No veía nada. Pero oí gente en el camino así que disparé una vez hacia la tierra como advertencia". Los Boínas Verdes respondieron con una ráfaga de 11 balas de sus M-16.

Además, muchos otros inmigrantes han muerto porque la militarización de la frontera los ha obligado a cruzar en zonas remotas y peligrosas de las montañas o el desierto.

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La versión oficial es que las tropas están en la frontera para "ayudar" a la Patrulla Fronteriza, o sea la Migra. Oficialmente su papel es vigilar la zona y pasar información a la Migra, y no intervenir directamente.

Pero hay una gran excepción en sus "reglas de combate": pueden abrir fuego sin advertencia para "defenderse".

Desvergonzadamente, los voceros del Pentágono dijeron que eso fue lo que ocurrió con Esequiel Hernández: "Las reglas de combate permiten el uso de fuerza mortal en un caso de defensa propia".

Un vecino de la familia Hernández, que vive cerca de donde murió Esequiel, dijo: "¿Qué es esto de `reglas de combate'? ¿De cuándo acá es una zona de combate?" A los habitantes de Redford no les informaron que había soldados en los alrededores.

La Fuerza-6 Combinada y los Marines dijeron que Esequiel disparó su rifle dos veces y que estaba a punto de disparar una tercera vez. Solo entonces, dicen, uno de los soldados disparó. De acuerdo a la perversa lógica de las FFAA, los cuatro marines (con armas automáticas, camuflados y escondidos en la maleza) tenían miedo de que los matara un pastor de cabras con un vejestorio de rifle calibre .22.

Hay muchos puntos sospechosos de esa versión. Los marines le siguieron los pasos a Esequiel 20 minutos, más que suficiente tiempo para captar que pastoreaba sus cabras. Después de matarlo, los marines esperaron 22 minutos para pedir ayuda médica, a pesar de que uno de ellos era un asistente médico. Cuando un sheriff llegó al lugar, le dijeron que Esequiel se hirió a sí mismo cuando cayó en un pozo. El informe del médico forense contradijo la versión de los marines. El punto de entrada de la bala y su trayectoria por el cuerpo de Esequiel prueban que estaba de espaldas a los marines cuando lo balearon. Y los vecinos oyeron un solo disparo, o sea, la bala que mató a Esequiel.

No se sabe con precisión lo que ocurrió, pero es bien posible que los soldados asesinaron a Esequiel a sangre fría.

Cuando unos funcionarios del gobierno local plantearon la posibilidad de acusar a los marines, los devolvieron en seguida al cuartel Pendleton, en California. Un vocero del cuartel le dijo al New York Times que los cuatro están "cumpliendo sus tareas rutinarias".

Por su parte, varios funcionarios del gobierno federal cínicamente fingen compasión por la víctima y su familia. Después de hablar con la hermana de Esequiel y otros habitantes de Redford, el general Barry McCaffrey (el "zar de la droga" de Clinton) dijo que la muerte de Esequiel era una tragedia y prometió investigarla.

Pero estos hipócritas no pueden lavarse de las manos la muerte de Esequiel. Lo que ocurrió en las colinas de Redford es una consecuencia de las crueles medidas contra los inmigrantes y de la militarización de la frontera, dirigidas desde los más altos niveles del gobierno.

Clinton se jacta de la enorme movilización militar a lo largo de la frontera y de los muchos inmigrantes que han arrestado. Se dice que el plan federal para la zona fronteriza sur, que se anunciará pronto, destinará fondos para un enorme aumento de la Patrulla Fronteriza: de 6000 a 20.000 agentes en los próximos 10 años. Ya han gastado billones de dólares en armas, barricadas, equipo electrónico de espionaje, sistemas de identificación, comunicaciones y vehículos de transporte. Por eso toda la zona está en pie de guerra. Además, los gobiernos federal y estatal han aprobado una racha de leyes contra los inmigrantes, y los recortes del welfare los perjudican especialmente a ellos.

En esta atmósfera de odio y persecución, los cuatro marines llegaron a escondidas a las colinas de Redford, con sus M-16, telescopios infrarrojos y equipo de alta tecnología. Vieron a un joven latino con un rifle. A los ojos de esos marines, con su entrenamiento y adoctrinamiento, cualquier latino en esa zona remota cerca del río es un enemigo en potencia: un "ilegal" o un "narcotraficante". Le siguieron los pasos por el terreno desértico, como un cazador al acecho de un animal, y lo mataron.

La muerte de Esequiel Hernández no fue "accidente" ni "error" de parte de cuatro soldados individuales. Es una consecuencia de las medidas criminales del gobierno.

Poco después de la muerte de Esequiel, La Resistencia dio la siguiente declaración: "El gobierno estadounidense es responsable de la muerte de Esequiel Hernández. Que su muerte movilice a gente por todas partes a luchar contra la militarización de la frontera y la guerra a los inmigrantes".

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El padre de Esequiel estaba recogiendo leña en la orilla del río Grande/Bravo cuando oyó un disparo de donde su hijo estaba cuidando las cabras. Sabía que no era de su rifle calibre .22. Subió corriendo la colina y, cuando se tropezó con los sheriffs, estos le pidieron que identificara al cadáver.

"No lo entiendo", Esequiel Hernández Sr. dijo de la muerte de su hijo y de la desalmada respuesta de los militares. "Quiero justicia".


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