No acusarán a marines asesinos en la frontera

Obrero Revolucionario #921, 31 de agosto, 1997

El 14 de agosto un gran jurado del condado Presidio, Texas, decidió no acusar a los marines que mataron a Esequiel Hernández, de 18 años, el 20 de mayo en el pueblo fronterizo de Redford. La patrulla de cuatro soldados era parte de la Fuerza-6 Combinada, que coordina las actividades de varias unidades militares que "ayudan" a la Patrulla Fronteriza y a la "guerra contra la droga" a lo largo de la frontera.

El fiscal del condado dijo que el gran jurado "cree que los marines cumplieron las reglas de combate" cuando mataron a Esequiel y que su conducta fue "razonable". Los partidarios de la familia Hernández explicaron que el gran jurado estaba prejuiciado: un miembro es de la Patrulla Fronteriza y otros tres tienen conexiones con el gobierno federal.

La muerte de Esequiel Hernández y la injusta decisión de no acusar a sus asesinos ha puesto en primer plano la militarización de la frontera con un montón de equipo de alta tecnología. La cantidad de agentes de la Migra en Texas ha aumentado 53% desde 1993, y van a contratar mil agentes más durante los próximos cinco años. Ya han gastado billones de dólares en armas, barricadas, equipo electrónico de espionaje, sistemas de identificación, comunicaciones y vehículos de transporte. Han mandado marines y otros grupos militares para ser los "ojos y oídos" de la Migra y la policía.

Han puesto toda la zona en pie de guerra, con consecuencias mortíferas. Cuatro meses antes de la muerte de Esequiel, unos soldados abrieron fuego contra un señor cerca de Brownsville. Ahora muchos inmigrantes tienen que cruzar en zonas desérticas o montañosas, lejos de las ciudades, y por ello muchos han muerto. En 1996, 18 personas murieron de frío en las montañas al este de San Diego. De acuerdo a un estudio de la Universidad de Houston, 300 inmigrantes al año han muerto durante los últimos 10 años cruzando la frontera de México a Texas. Estas muertes son una consecuencia directa de las medidas de los más altos niveles del gobierno.

"Reglas de combate" que matan

En la tarde del 20 de mayo, Esequiel Hernández salió a llevar las 40 cabras de su familia a pastar en las colinas cercanas a Redford, como todos los días después de la escuela. Como de costumbre, tenía su antiguo rifle calibre .20 para protegerlas. No sabía que a él lo iban a acechar cuatro marines camuflados con rifles M-16 de alta velocidad.

Los marines le dijeron al gran jurado que Esequiel les disparó dos veces, que estaba a punto de disparar una tercera vez y que siguieron las "reglas de combate" para su misión cuando lo mataron.

Pero como dijo un vecino de los Hernández: "¿Qué es esto de `reglas de combate'? ¿De cuándo acá es una zona de combate?" A los habitantes de Redford no les informaron que había soldados en los alrededores.

Los marines le siguieron los pasos a Esequiel 20 minutos a plena luz del día, más que suficiente tiempo para captar que pastoreaba sus cabras. Después de matarlo, no pidieron ayuda médica, a pesar de que uno de ellos era un asistente médico. El informe del médico forense dijo que Esequiel estaba de espaldas a los marines cuando lo balearon. Por eso, no cabe duda de que Esequiel no les estaba disparando a los marines. Con seguridad ni siquiera sabía que estaban en la colina cuando le arrebataron la vida.

A pesar de estas pruebas, el gran jurado decidió no acusar a los marines; a sus ojos, las "reglas de combate" les dan a los soldados permiso para matar.

La guerra en la frontera

En julio, una delegación de Redford fue a Washington, D.C., para expresar su indignación por la muerte de Esequiel y les entregó una petición a Doris Meissner (comisionada del Servicio de Inmigración y Naturalización), al general Barry McCaffrey (el "zar de la droga" de Clinton) y a otros funcionarios del gobierno. Pedían "cesar, de una vez por todas, todas las operaciones militares en las comunidades de la zona fronteriza" y que "se celebraran audiencias sobre la frontera, para que los habitantes de la región puedan opinar sobre las actuales operaciones militares en las zonas fronterizas y la resultante negación de derechos civiles y de propiedad". La petición dice que la Patrulla Fronteriza es una "organización paramilitar que trabaja como una fuerza de Policía Nacional".

Las autoridades expresaron "simpatía" a la delegación. A fines de julio, el Departamento de Defensa anunció la suspensión indefinida de las patrullas militares "antidroga" en la frontera, en respuesta a la indignación y las protestas por la muerte de Esequiel.

Pero la suspensión de actividades militares solo se aplica a las patrullas terrestres de cuatro hombres como la que mató a Esequiel. Eso quiere decir que centenares de soldados seguirán patrullando la frontera, al lado de miles de agentes de la Migra y la Aduana y un sinnúmero de policías. En general, la guerra fronteriza sigue y avanza.

La misma semana que la delegación de Redford fue a Washington, un comité del Senado autorizó contratar mil agentes más de la Patrulla Fronteriza. Una semana después, Meissner anunció la "Operación Río Grande", cuyo propósito es sellar la punta este de la frontera, de Brownsville a Roma, Texas, con centenares de agentes de la Migra, y grandes cantidades de armamentos y equipo de alta tecnología.

En Redford dicen que seguirán luchando por la justicia. La familia Hernández y otros habitantes exigen que se organice otro gran jurado y que se castigue a los funcionarios del gobierno que enviaron los marines a Redford. Un señor dijo: "Esto no es el fin sino el mero comienzo".


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