El parque Leimert de Los Angeles

ART SPEAKS!
Una nueva onda contra la brutalidad policial

Obrero Revolucionario #923, 14 de septiembre, 1997

El domingo 31 de agosto fue uno de esos días requetecalientes de Los Angeles en que todo hervía; y al caer el sol, en vez de refrescar, la cosa hirvió de lo lindo cuando se abrieron las puertas del Vision Theater, en el parque Leimert, y empezó Art Speaks!, un concierto/parranda para recaudar fondos para el 22 de octubre, Día Nacional de Protesta contra la Brutalidad Policial, y para el Comité de Defensa de los 7 de Nickerson. Organizado por Artistas contra la Brutalidad Policial, el concierto reunió lo más chévere de la onda musical y poética de la ciudad, y durante seis horas poetas, músicos y más de 500 asistentes rolaron jazz, poesía, funk, hip-hop y salsa.

Medusa, artista y poeta hip-hop cuyos poemas se oyen en la película Gridlock'd de Tupac Shakur, nos dijo: "Ya era hora de que habláramos como una colectiva. Muchos hablamos de esto en nuestras canciones y otros tienen miedo de tocarlo, así que en una colectiva a veces uno se siente más fuerte para decir lo que quiere decir. Estoy convencida de que si podemos unirnos por una causa lo podemos alcanzar todo. Nuestra pluma y nuestros instrumentos nos sirven como armas".

Al entrar al teatro--dejando atrás una bola de chota a lo largo de la ruta al parque--el lobby retumbaba con música de varios DJ. En las paredes se veían fotografías y pintas, por ejemplo, tres enormes lienzos de una galería de graffiti que la policía ha allanado dos veces para hacerla cerrar. El proyecto Vidas Robadas tenía tablones negros con los nombres de víctimas de brutalidad y asesinato policiales. Allí, un grupo de jóvenes entregó el nombre de dos amigos a quienes la policía mató este verano en circunstancias sospechosas; muchos compraban cintas con los nombres de víctimas de la policía en todo el país.

Tanto a los artistas como al público, por parejo, les gustó ver la gran diversidad de gente que llegó de todo Los Angeles y más allá al parque Leimert, un importante centro cultural en el barrio negro Crenshaw. "Art Speaks! da la bienvenida a nuestras hermanas y hermanos--decía una declaración de los artistas--. El propósito de esta velada es concientizar e inspirar acción en nuestras familias y en nuestras comunidades. Por ahí dijeron que era imposible. Trataron de pararnos. Unidos esta noche negros, raza, rojos, amarillos y blancos, mujeres y hombres, viejos y jóvenes, gay y lesbianas, inmigrantes y de aquí, todos rompemos las barreras del apartheid cultural. A la compañera o compañero que ven al lado trátenlo con respeto, con amor, porque estamos todos aquí reunidos, con nuestras diversas experiencias, talentos e ideas, por la meta común de rechazar la brutalidad policial. Nuestra fuerza es nuestra unidad".

Los músicos y poetas, de Ozomatli (uno de los conjuntos más populares del momento) al legendario pianista de jazz Horace Tapscott, representaron la crema y nata de la onda artística de la ciudad.

Tambú, gran conocedor de instrumentos indígenas, empezó el concierto con una canción de diggeree-do, congas, flauta y un antiguo instrumento de cuerda, trenzando en la música su propia experiencia con la brutalidad policial en el parque Leimert. Infinity Project, un joven cuarteto de jazz, siguió con un ardiente saxofón, seguido por los poetas Disturbing Silence y Angelic Vagrants. The Foundation, que mezcla poesía y discjockeys, empezó con un poema dedicado al "espíritu del internacionalismo y al pueblo filipino". Cuando los discjockeys echaron a rodar los tocadiscos, las cuatro latinas de In Lak Ech expresaron con furia y humor la situación de la mujer en la sociedad.

El inimitable sonido del popular grupo de hip-hop Black Eyed Peas hizo retumbar el escenario, y la guitarra se destacaba al lado del bajo y los tambores. El guitarrista nos dijo que todos los del conjunto estaban muy entusiasmados de venir al parque Leimert. "Es crucial hacer algo en esta comunidad y es una maravilla que sea por una buena causa. Cuando el público se une para protestar, es bueno ver que sale algo positivo". Will, el cantante, es un joven negro de los multifamiliares Pico-Aliso, en el barrio latino del Este de Los Angeles, y ha tenido sus propios encontrones con la brutalidad policial. Nos dijo: "Entiendo la causa, la aprecio y estoy con ella. Espero que logremos una unidad global entre los chavos y los que van a venir hoy, y respeto mutuo de afroamericanos a blancos, asiáticos, hispanos, y no solo gente de diferentes grupos sino gente diferente en general".

Coronando la primera mitad del programa, los aclamados poetas Kamau Daáood y Medusa salieron con Feline Science y Dr. EZ. Tras una calurosa presentación del poeta Jerry Quickley, Kamau Daáood frotó el borde de un plato de cobre y le sacó una larga nota. Cuando la nota se desvaneció, empezó a declamar. Kamau es muy conocido en la comunidad negra y, junto con el tambor de jazz Billy Higgins, fundó un centro de jazz y poesía en el parque Leimert. Desde que fundó el Taller de Escritores de Watts después de la rebelión de 1965 hasta la fecha, con su Taller de Escritores Ananzi, Kamau siempre ha procurado llevar poesía y música a la juventud y estimular a nuevos escritores.

En este programa Kamau presentó una audaz obra que detalla la lucha de los negros contra la opresión y la deshumanización en las entrañas de la bestia. Cambiando de personaje, dibujó el retrato de seres humanos cuya humanidad la asfixia un sistema inhumano. Sus palabras causaron mucha emoción. Cuando terminó con otra larga nota del plato de cobre, el público saltó de los asientos a aplaudir.

Dr. EZ hizo vibrar los tambores de acero y Medusa empezó su parte con mucho drama, sentada en una alta silla de espaldas al público. En "Peep the Mind Blend" contó la historia de una valiente mujer cuya misión es "sacar a todos los hombres negros de una cárcel de máxima seguridad", un tema audaz que atizó la militante imaginación de este público.

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Toda la noche, los organizadores nos contaron anécdotas. Todos parecían medio sorprendidos de ver que sí se pudo. Las pilas de los artistas y sus ganas de sacar adelante el concierto fueron contagiosas. Repartieron volantes en shows de otros artistas y en los propios. Varios promotores ofrecieron sus servicios gratis. Los artistas prepararon un anuncio radial. Una imprenta llamó y ofreció un descuento. Unos cineastas ofrecieron filmar el concierto. Docenas de personas llamaron a preguntar dónde queda el parque Leimert y cómo se llega. Cuatro días antes del concierto, un voluntario ofreció ser el director de escena. El escenario era básico, pero Art Speaks! tenía una nota colectiva tan profunda que inspiró magníficas presentaciones. Cuando surgieron problemas técnicos, un músico dijo: "Estamos en una guerra. Así que sigamos adelante lo mejor que podamos con lo que tenemos".

También fue necesario noquear la vibra negativa del sistema. Una semana antes, el Los Angeles Times anunció que el Vision Theater (abierto por la actriz Marla Gibb para la comunidad) desfalcó; eso prendió una racha de rumores de que el concierto se iba a cancelar. Cuatro días antes del concierto, la compañía de seguros se echó para atrás "debido al tema" y cuando se logró conseguir seguro fue cinco veces más caro de lo normal. Para completar, el día del concierto la chota llenó el bulevar Crenshaw, por donde se llega al teatro, y toda la tarde jodió a los que se acercaban.

Pero fue una noche en que prevaleció el pueblo. La gerencia del teatro no le puso límite de tiempo al concierto y la pachanga duró hasta el amanecer.

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"Unidos, es mucho lo que podemos hacer para parar este desboque de brutalidad policial", dijo Joey Johnson, quien dio comienzo a la segunda mitad del programa a nombre de la Coalición para Parar la Brutalidad Policial. Sobre la tortura de Abner Louima en Nueva York, dijo: "Vamos a hacer que se sepa que no estamos dispuestos a vivir en una sociedad en que esa clase de tortura, esa clase de salvajismo, es la norma". Una dramática presentación de los 7 de Nickerson (siete activistas atacados y arrestados el 20 de abril de 1996 en una manifestación contra la brutalidad policial en Nickerson Gardens, un proyecto de Watts) electrizó el teatro. A nombre de ellos, Xochi dijo: "Le tienen miedo a la gente de los proyectos y les da más miedo todavía ver que tanta gente multinacional vino del Westside al parque Leimert, vino de Sur Centro y Watts a Leimert, vino de Leimert a Leimert a apoyar este programa. Cuánto miedo les da. ĦEs justo luchar contra la brutalidad policial! ĦLibertad para los 7 de Nickerson!"

Jerry Quickley, miembro del equipo de poetas Slam Poetry Team y campeón de poesía del año pasado, nos dijo antes del concierto: "El show lo empezamos a planear hace tres meses, como en junio, dos meses antes del caso de Abner Louima en Nueva York. Tristemente, se podía predecir que desde cuando empezamos a planear el concierto hasta cuando se realizara, habría un nuevo atropello. Bueno, ya sea un pastor en Texas, Abner Louima en Nueva York o Alicia Soltero aquí, esas atrocidades son constantes y las comete gente a quien pagamos para que nos proteja, pero obviamente no lo hace, especialmente en el caso de gente de color y pobres. Desafortunadamente no hay que esperar mucho para que ocurra una atrocidad así; no hay que esperar mucho para que algo le eche leña al fuego de nuestra ira porque esto ocurre a diario".

Jerry Quickley declamó varios poemas, entre ellos "Police Report", que describe su propia experiencia una vez que la policía lo paró en Westwood, lo sacó del carro y lo tiró al suelo simplemente por ser negro y tener un carro de alquiler. Leyó "Troublemaker", dedicado a Abner Louima, con otros tres poetas armados de desatascadores de inodoros, que resonaban contra el piso al ritmo de las palabras. Comenzaron con la perturbadora imagen de un hombre parado en una estación del metro mientras pasa un tren. Cuando el ruido del tren se hace intolerable, el hombre empieza a gritar, pero el tren ahoga sus gritos. En la estación nadie se da cuenta. La imagen, y el chasquido de los desatascadores, se repiten al fondo mientras los poetas describen el daño que sufrió Abner Louima en una delegación de Brooklyn, las mentiras y excusas del sistema, y la necesidad de justicia.

La intensidad y la magia siguieron cuando Strangefruit, un grupo de mujeres, tocó su fusión de hip-hop, rock y funk, seguidas por los poetas Ta'shia Asanti y AK Toney del Taller de Escritores Ananzi. En cierto momento Richard Montoya, del grupo cómico chicano Culture Clash, que estaba en el público, subió al escenario e improvisó un monólogo sobre la opresión de los chicanos, los 7 de Nickerson, los hampones oficiales de la 77th Street Division y la unidad multinacional, con un trasfondo de jazz grabado y los tambores de Big Black. Legendario conguero, Big Black firmó la declaración del 22 de octubre el año pasado y esa tarde se encontró con unos músicos de Ozomatli en un festival africano. Resolvió presentarse con sus congas, listo para tocar. Nos dijo: "Creo que la gente tiene hambre de buena música y la música sirve para unir, para reunir, para compartir. Yo llegué de improviso y me encantó ver esta onda. Espero que siga".

Durante la rebelión de Watts de 1965, Horace Tapscott cargó su piano en un camión y fue a tocar en la calle para los rebeldes. Horace ha dedicado su vida a la comunidad y al pueblo, y tiene el compromiso de pasarle la vibra a las generaciones siguientes. Bueno, el 31 de agosto, definitivamente pasó su vibra. Con la Pan Afrikan Peoples Arkestra y el vocalista Dwight Tribble, Horace se posesionó del escenario y sin decir palabra empezó a tocar "Thoughts of Dar es Salaam", de su nuevo disco. Su piano y la orquesta sirvieron de telón de fondo para magníficos solos, como el de Dwight Tribble, que prendió una ola de aplauso, y un intenso solo final de Horace.

No importaba en lo más mínimo que la mayoría del público no estaba familiarizado con el lenguaje del jazz; no importaban los muchos años de diferencia entre el escenario y el público; menos todavía importaba que no todos hablaban el mismo idioma. Las notas eran como una aguja que los entretejía a todos. Cuando Horace Tapscott unió las manos para terminar su set, también reunió al público, lo tocó, lo elevó y lo abrazó. El contrabajista Al McKibbon, quien también firmó la declaración del 22 de octubre el año pasado, habló sobre la lucha para acabar la brutalidad policial: "Creo que es algo hermoso y me parece muy importante avanzar en esa dirección. Da gusto ver a los jóvenes en la onda de lucha, como lo hicieron los mayores. Eso nos da la oportunidad de entrarle a la lucha sin tener que cargar todo el peso".

Ozomatli--descrito por el L.A. Times como "el conjunto del momento, el más popular del vibrante mundo de los clubes de LA"--ofreció un final de no olvidar. Mezclando ritmos caribeños, tambores africanos, melodías tradicionales mexicanas, rap y funk, este conjunto es un retrato de la juventud de la ciudad, con asiáticos, blancos, latinos y negros. Con su primera nota, el teatro se puso de pie a bailar. Al final, después de 40 minutos de música fenomenal, cinco músicos agarraron los instrumentos, bajaron al pasillo y se encaminaron a la calle, con todo el mundo detrás. Las paredes del lobby retumbaban cuando un radiopatrulla paró enfrente. Los músicos se botaron a la calle y Art Speaks! terminó en medio del parque Leimert, entre tambores y saxofones, a las 2 de la mañana. Tras cruzar tantas fronteras y romper tantas barreras, era imposible volver al arte normal.


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