Satanizan la mota para atacar al pueblo

Obrero Revolucionario #925, 28 de septiembre, 1997

El artículo del OR "Rx Mota" (véase No. 921) describió la cruzada oficial contra el uso medicinal de la marihuana: el gobierno federal hostiga a doctores, pacientes, cultivadores y clubes que la distribuyen. Todo eso pone de relieve que la llamada "guerra contra la droga"--en que la gran mayoría de los arrestos son por posesión de marihuana--es más importante que la salud y el bienestar de la gente.

Muchos enfermos graves podrían aliviarse con marihuana: los que se enflaquecen peligrosamente por el SIDA podrían mejorar el apetito; los que sufren de cáncer, y no pueden comer por los efectos de la quimioterapia, podrían comer y fortalecerse. De hecho, muchos enfermos con glaucoma, anemia de células falciformes, asma, epilepsia y otros males se tratan con marihuana, pero el gobierno bloquea los esfuerzos de médicos y pacientes por estudiarla y fomentar su uso medicinal. Aun después de la aprobación de la proposición 215 en California, que supuestamente legaliza el uso medicinal de la marihuana, el gobierno libra una gran guerra contra el pueblo y miles están presos hoy día por el simple hecho de tener marihuana.

Al aprobarse la Proposición 215, la adminsitración Clinton inició una vasta campaña contra el uso medicinal de la marihuana, empleando tácticas como estas: agentes federales amenazaron con quitar la licencia de médicos que la recetan; se instituyeron nuevas reglas en los multifamiliares: si agarran a un joven con una pequeña cantidad de marihuana, pueden desalojar a toda la familia. Como veremos a continuación, la criminalización de esta droga, que es útil y que no presenta mayores peligros, es un frente central de la "guerra contra la droga".

Criminalizan a millones
de personas

Cada año el gobierno gasta $16 billones en la "guerra contra la droga": tumba puertas; llena las cárceles y construye más; desaloja familias de vivienda pública. Toda una serie de leyes represivas autorizan los registros policiales, la vigilancia y el espionaje. Generalmente se asocia esta guerra con cocaína y heroína pero, en realidad, la mayoría de los arrestos son por marihuana, y principalmente por posesión.

Michael Pollan escribió en la revista del New York Times (20 de julio de 1997): "Si no se contara a los millones de personas que fuman marihuana, `la epidemia del abuso de la droga' se reduciría a dos millones de adictos a la heroína y la cocaína. Sería un problema de salud pública, desde luego, pero no como para justificar el gasto de $16 billones al año". Es decir, sin la criminalización de la marihuana, no habría justificación alguna para la "guerra contra la droga".

Los generales de dicha guerra mienten descaradamente sobre su blanco. Recientemente, el zar anterior de la guerra contra la droga, Lee Brown, dijo: "No es cierto que haya gente presa por fumar marihuana" (debate en la Internet, America Online).

¡A poco! ¿Qué opinarán de esa afirmación los 30 condenados a cadena perpetua por marihuana o las docenas de miles más encerrados en cárceles locales, estatales y federales? La Organización Nacional pro Reforma de las Leyes que Rigen la Marihuana (NORML, por sus siglas en inglés) es el grupo que ha realizado más investigación sobre las sentencias por marihuana; calcula que desde 1965 han arrestado a más de nueve millones de personas por violar las leyes de marihuana y que cada dos minutos hay un arresto. Según un informe del FBI, el 80% son por posesión. Además, muchos pasan largos años en prisión por "distribución" porque en muchos estados clasifican a los cultivadores como "distribuidores".

Aunque el gobierno no tiene cifras exactas, se calcula que actualmente hay entre 40.000 y 70.000 presos por marihuana. Las penas varían de estado a estado: en algunos, el castigo por posesión es una multa nada más pero, por lo general, las penas son draconianas. En Alabama, cultivar marihuana puede llevar a cadena perpetua; asimismo, la segunda condena por venderla conlleva una sentencia obligatoria de cadena perpetua sin posibilidad de salir en libertad condicional. En Indiana, "ir a un sitio donde se usa droga" conlleva una sentencia de 180 días de cárcel y una multa de $1,000; en la práctica eso criminaliza muchas reuniones públicas y sociales. En Luisiana, el castigo por posesión son 20 años de trabajos forzados. En Missouri, cultivar una sola mata puede llevar a 15 años de prisión y en Montana a cadena perpetua si uno la comparte con otra persona. Oklahoma y Rhode Island imponen cadena perpetua por cultivar marihuana; el gobierno federal la impone por cultivar más de 100 matas.

En Oklahoma, a Will Foster, de 38 años y padre de tres hijos, lo sentenciaron a 93 años de cárcel por cultivar marihuana para su propio uso medicinal: 70 años por cultivarla, 20 años por poseerla en presencia de un menor y tres años más ¡por no pagar los impuestos debidos! Asimismo, Larry Jackson está condenado a cadena perpetua por poseer una cantidad casi invisible (.16 gramos).

Dentro de los penales, la marihuana se usa como pretexto para aumentar la brutalidad contra los presos. El mes pasado se dio a conocer un video que muestra a los guardias de una prisión "particular" golpeando a los presos. También los obligan a gatear, usan stun guns y sueltan un pastor alemán que los ataca. Para justificar esos salvajes ataques, las autoridades dijeron que sospechaban que los presos fumaban marihuana.

Dan Viets, un abogado de Missouri y dirigente de NORML, dijo: "Las cárceles de Missouri tienen sobrecupo y hay que mandar presos a otros estados, como Texas. ¿A qué se debe esta situación? Se da porque el 80% de los presos ingresan a los penales de Missouri por delitos no violentos, muchos por violar las leyes de marihuana". Viets, quien tiene clientes que purgan sentencias por marihuana en Texas, dijo: "Han santanizado a los fumadores de marihuana. ¿Hemos llegado a tal punto que se permita golpearlos, azuzarles perros y usar stun guns por eso?".

En Hawai el gobierno rocía herbicidas para matar los cultivos de marihuana. Por todo California unidades paramilitares de CAMP sobrevuelan las granjas y equipos de motín aterrizan con gran revuelo para destruir cultivos de marihuana. A Donnie Clark lo arrestaron agentes federales junto con 28 granjeros más. Clark fue el único que se negó a transar con el fiscal; lo sentenciaron a cadena perpetua por conspiración para cultivar más de un millón de matas. Su hijo, quien elaboró un método para cultivar marihuana en pantanos, recibió una sentencia de 10 años. El juez federal que sentenció a Donnie dijo: "La sentencia es dura, pero serán más duras en el futuro. Dentro de poco van a pedir la pena de muerte por este delito. Este país tal vez se exceda por la frustración con el problema de la droga".

De hecho, un artículo de la revista del New York Times (19 de febrero de 1995) informó que "la ley contra el crimen aprobada el año pasado estipula que se puede imponer la pena de muerte por el cultivo de 60.000 matas de marihuana". Los arrestos por marihuana han afectado a centenares de miles de personas: están presas, han pagado multas, están en libertad condicional o con sentencias de "servicio a la comunidad". Según NORML, en arrestos y condenas los negros y los latinos han sido afectados desproporcionadamente. Por otra parte, en algunos estados, al encontrar cualquier cantidad de marihuana en un vehículo, la policía tiene el derecho de requisarlo.

La guerra contra la marihuana ha dado pie a un aumento en el espionaje contra el pueblo y ha sentado peligrosos precedentes. En 1995, la Corte Suprema dictaminó que una escuela del estado de Washington podía obligar a todos los estudiantes atletas a hacerse un análisis de orina; así anuló los fallos previos que decían que los exámenes médicos obligatorios son inconstitucionales. Otros fallos dieron luz verde a dichos exámenes para empleados federales y a registros de los casilleros de los estudiantes en las escuelas. Hoy día muchas compañías imponen esos exámenes médicos, ¡inclusive para los que solicitan trabajo! Como se constató en un informe de NORML: "En el lapso de unos pocos años, la preocupación nacional por combatir el uso ilícito de la droga ha socavado la Constitución. Desafortunadamente, a medida que aumentó el afán nacional de eliminar las drogas de la sociedad, las cortes permitieron más y más excepciones a las garantías de la cuarta enmienda [que protege contra registros y requisas]".

En 1989, agentes de la DEA allanaron docenas de tiendas de jardinería en 46 estados y se apoderaron de la lista de clientes. Consiguieron las órdenes de cateo por el simple hecho de que las tiendas tenían anuncios en High Times o Sinsemilla Tips (revistas que se dedican al tema de la marihuana). Sinsemilla Tips tuvo que cerrar porque, después de los allanamientos, sus clientes cancelaron los anuncios. Con esas listas de clientes, más 21.000 pistas que le dio la compañía de correo y carga UPS, la DEA se puso a vigilar a dueños de invernaderos. El artículo de la revista del New York Times (1995) informa que "el mero hecho de hacer un pedido de cierta tienda podría resultar en una visita de la DEA, como pasó con docenas de asombrados cultivadores de violetas africanas y orquídeas".

Como parte del mismo operativo, los jueces dictaron órdenes de cateo por usar cantidades excesivas de electricidad o calefacción. También durante ese período, a finales de los 80, se autorizó a la policía a quedarse con los carros, casas y tierras requisados por delitos de droga.

Durante el gobierno de Clinton, la represión contra la marihuana ha aumentado. Al postularse contra George Bush, Clinton (el hombre que "no inhalaba") dijo: "No se ha dedicado en serio a librar una guerra contra el crimen y la droga; yo sí lo haré". NORML informa que "los arrestos por marihuana han incrementado en un 60% durante el gobierno de Clinton".

Una de las tácticas más crueles de esa guerra es la regla de "un strike y fuera" en los multifamiliares. Desde enero de 1996, se han dictado más de 100 órdenes de desalojo. En San Francisco están tratando de desalojar a la familia de un joven arrestado por tener marihuana. La ACLU informó: "Sin autorización de la corte, la policía remitió el reporte del arresto [del joven] a las autoridades del multifamiliar que, a su vez, difundieron esa información confidencial y expidieron un aviso unilateral e incondicional de desalojo de la familia entera". Es decir, a toda la familia la quieren desalojar por la acusación (todavía sin comprobarse) contra el jovencito.

La "guerra contra la droga" también ataca a los que reciben beneficencia pública. Según un artículo de Nina Seigal que salió en San Francisco Bay Guardian, a partir del 1º de septiembre los condenados por delitos graves relacionados con droga jamás en la vida podrán recibir beneficencia pública ni cupones de comida. Seigal señaló: "Se consideran como delitos graves violaciones menores: posesión de marihuana y otras drogas no narcóticas así como el cultivo de hongos alucinógenos". El director de Servicios de Defensa para los Presos con Hijos dijo: "Los perjudicados serán los niños; van a sufrir por la situación de sus padres".

Cárceles y mentiras

Cabe destacar que, a pesar de la palabrería del gobierno, la guerra contra la droga no es producto de una preocupación por el bienestar de la gente. Se dice, por ejemplo, que es necesaria porque: 1) hay un tremendo aumento de consumo de marihuana por jóvenes; 2) la marihuana de hoy es mucho más fuerte que en los años 60; 3) la marihuana "abre la puerta" a la adicción a la cocaína y la heroína. El año pasado, el encargado del Comité contra el Crimen de la Cámara de Representantes dio inicio a unas audiencias sobre marihuana con estas palabras: "Estos datos [del consumo de marihuana por jóvenes] son espantosos. Son abrumadores".

Asimismo, el ex zar de la guerra contra la droga Lee Brown dijo: "Si nos acordamos de la época de Woodstock [los años 60], THC (el ingrediente activo de la marihuana) era menos del 1%; hoy día ese porcentaje ha aumentado mucho". Además, Joseph Califano, ex jefe del Centro de Drogadicción (CASA, por sus siglas en inglés), a menudo cita cifras que supuestamente demuestran que los fumadores de marihuana tienen una probabilidad 85 veces mayor de probar la cocaína.

En primer lugar, la evidencia del supuesto aumento "espantoso" del consumo de marihuana por los jóvenes proviene de una encuesta realizada por la Universidad de Michigan en 1995: indica que un 42% de los estudiantes del cuarto año de prepa la probó; la cifra para 1992 fue menor: 32,6%. Usando dicha encuesta como fuente, el periódico USA Today (16 de febrero de 1996) afirmó en un articuló que el consumo de marihuana se había doblado. Sin embargo, un análisis más a fondo revela que los resultados de la encuesta fluctúan cada año y, dado que en 1990 un 41% respondió que probó la marihuana, el aumento entre 1990 y 1995 fue de apenas 1%. Además, NORML estudió los resultados de la encuesta y concluyó que la cantidad de jóvenes que admitió haber probado la marihuana correspondía a la opinión pública acerca de su uso; es decir, cuando la guerra contra la marihuana estaba en su apogeo, una cantidad menor admitió haberla probado.

Los voceros del gobierno afirman que la marihuana hoy es tres veces más fuerte de lo que era en los años 60. Pura paja. Comparan la marihuana de hoy con el tipo menos potente que se vendía en aquellos años. En realidad, la marihuana que se vende hoy día es igual de potente y tiene la misma cantidad de THC (ingrediente activo) que las variedades llamadas Panama Red o Colombian Gold de aquella época.

Finalmente, en cuanto al argumento de que la marihuana abre la puerta para el uso de la cocaína, un estudio realizado por el Instituto de Medicina en 1982 y ordenado por el gobierno concluyó que: "No existe ninguna evidencia de que el uso de una droga necesariamente lleve al uso de otra". La afirmación de Califano que los fumadores de marihuana tienen una probabilidad 85 veces mayor de probar la cocaína es puro malabarismo, es decir, tergiversa las estadísticas. Es cierto que la mayoría de los adictos a la cocaína han fumado marihuana, pero como señaló un sociólogo: "Ese hecho no nos dice nada porque es lógico que los que usan una droga poco común, también habrán usado las más comunes". El hecho es que más adictos a la cocaína fumaron cigarrillos y tomaron alcohol antes de entrarle a la cocaína que los que fumaron marihuana; así que el argumento de "abrir la puerta" se aplica más a la cerveza y al whiski que a la marihuana.

De hecho, si bien el consumo de marihuana aumentó durante los años 60 y 70, el de heroína disminuyó. Asimismo, cuando el uso de cocaína (facilitado por las redes de distribución de la CIA/Contra) aumentó en los años 80, el consumo de marihuana disminuyó.

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Con el pretexto de la guerra contra la droga, hostigan a millones de personas, arrestan a centenares de miles al año y meten miles a la cárcel. "Cero tolerancia" para la droga es el lema de una guerra contra el pueblo. Como explica una declaración de NORML: "Existen muchos ejemplos de las tácticas violatorias que se emplean comúnmente contra los fumadores de marihuana: perros antidroga, vigilancia desde helicópteros, análisis médicos, intervención de teléfonos y registro de la basura. Asimismo, intervienen fuerzas militares y soplones. El gobierno (federal, estatal y local) gasta unos $7 billones al año para arrestar y encarcelar a los fumadores de marihuana".

¿Cómo se explica la guerra contra la marihuana? ¿Qué tipo de sociedad sataniza y criminaliza a esa planta para imponer su programa de represión, de espionaje y de prisión para las masas? La guerra contra la droga es una guerra contra el pueblo.


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