Un mensaje a la Marcha de Un Millón de Mujeres 25 de octubre de 1997

del Partido Comunista Revolucionario,EU

Obrero Revolucionario #930, 2 de noviembre, 1997

En buena hora. Hermanas negras y demás oprimidas se lanzan a la calle para condenar el sistema que nos oprime a todos. Fuertes, cara al futuro, resueltas a luchar por la igualdad y la justicia, dicen: ¡Ya es hora!

La pesadilla que es la Amérikkka 1997 arruina vidas y quebranta cuerpos y almas. Más negras en la cárcel... más mujeres sin welfare. Destechadas. Golpeadas. Desempleadas. Más padres, hermanos e hijos criminalizados, presos, muertos por la chota. Más niños sin educación, sin futuro, sin esperanzas.

Este sistema nos oprime y nos hace pelear el uno contra el otro; fomenta relaciones entre el hombre y la mujer marcadas por la violencia y la explotación. La CIA lleva el crack a nuestros barrios. Las desalmadas agencias de servicios sociales se roban nuestros hijos. Atacan, calumnian y criminalizan a nuestros jóvenes desempleados. Las esperanzas de las adolescentes acaban con la maternidad. Convierten las escuelas en cárceles. Clausuran hospitales y clínicas. Con desalmadas recomendaciones de "sean independientes" tapan crueles recortes.

Miren a nuestras lindas hermanas jóvenes: su potencial aplastado por la pobreza y la esclavitud doméstica, mientras que congresistas gordinflones las tildan de "perezosas reinas del welfare".

Miren a nuestros lindos hermanos: inteligentes y enérgicos pero privados de educación y trabajo, metidos a la cárcel, atrapados en el crimen y el machismo, mientras que los politiqueros repiten mentiras racistas acerca de "animales de rapiña con malos genes".

Miren a nuestras lindas hermanas y hermanos inmigrantes: día tras día hacen los trabajos más pesados y sucios, cuidando niños ajenos, cosechando vegetales, sirviendo comida, mientras politiqueros les tildan de "extranjeros que viven de gorra" que deben "regresar al país de donde vinieron".

En esta situación, un auténtico repunte de lucha de la mujer podría alegrar, fortalecer y alzar las miras de todos los que anhelan la liberación.

¿Qué fuerzas destructivas nos han metido en esto? ¿Cuál es la solución?

El sistema, la fuente de estos problemas, quiere echarnos la culpa a nosotros. Es un sistema cuyos cimientos son la supremacía blanca y la opresión de la mujer. El sistema capitalista, que explota a los pueblos de todo el mundo, seguirá chupando nuestra sangre hasta que nos deshagamos de él.

Ya sean las violaciones a las que sometieron a nuestras hermanas en los buques que transportaban a los esclavos o los ataques a madres solteras.... ya sea la vieja costumbre de tratar a la mujer como propiedad del hombre o el maltrato doméstico de hoy... la dominación del hombre y el patriarcado han sido desastrosos para la mujer.

Empezando con la esclavitud... y luego 100 años de segregación Jim Crow con brutalidad y linchamientos... o la discriminación y los peores trabajos en las fábricas de la "tierra prometida"... este sistema capitalista ha sido desastroso para los negros.

Ya sea Amisted o el ferrocarril subterráneo [que ayudó a los esclavos a escaparse del Sur]... las mujeres que lucharon contra Jim Crow y las Panteras Negras de los años 60... o las mujeres que oponen resistencia hoy a las injusticias... todo capítulo de la historia popular cuenta con una orgullosa tradición de mujeres dirigentes y combatientes. Abuelas, madres, hermanas e hijas que luchan en las primeras líneas y mantienen vivas las esperanzas, los sueños y la resolución de alcanzar la liberación, a como dé lugar. Con estas hermanas en las primeras líneas, nuestra lucha contra el enemigo común se fortalece.

La revolución proletaria lucha por conseguir una auténtica igualdad de hombres y mujeres. No necesitamos dominadores. Necesitamos hermanos que luchen hombro a hombro con las hermanas contra nuestro enemigo común. Necesitamos modelos revolucionarios: hombres y mujeres que se oponen a los ataques del enemigo y luchan por liberar al pueblo.

Los revolucionarios sabemos que nuestro poder no está en votar o consumir, sino en actuar como un pueblo revolucionario, en solidaridad con los proletarios y oprimidos de todas las nacionalidades aquí y por todo el mundo, para plantárnosle a este sistema y a sus salvajes guaruras.

Para hacerlo, necesitamos una nueva moral y nuevas normas revolucionarias. Sin la auténtica igualdad, la familia es puro patriarcado y dominación de la mujer. Una mujer que no puede controlar su propio cuerpo o reproducción sigue siendo esclava. Una mujer que no tiene el derecho de decidir si tener un hijo o cuándo no puede contribuir de lleno y en pie de igualdad en toda esfera de la vida. Hasta que haya una sociedad en la que podamos criar la próxima generación colectivamente, la mujer no tendrá libertad.

Imagínense que las escuelas, lugares de trabajo y comunidades sean plazafuertes de resistencia revolucionaria. Imagínense poder organizar soluciones colectivas a nuestros problemas en vez de atenernos a que los solucionen nuestros opresores. Imagínense una auténtica lucha revolucionaria para tumbar este sistema. Imagínense una nueva sociedad en que la gente común lo dirige todo, en común, por el bien de todos.

¿Cómo podemos avanzar de donde estamos hoy al punto en que sea posible lanzar un levantamiento revolucionario para voltear la tortilla, cuando el sistema se encuentre en una crisis grave y cuando llegue la hora propicia? Necesitamos una nueva y seria estrategia para cambiar la situación.

Nuestro partido, el PCR, está resuelto a construir un movimiento revolucionario, un poderoso frente único bajo la dirección del proletariado, la clase que no tiene nade que perder más que sus cadenas.

Estamos construyendo un movimiento que tiene como una de sus prioridades la plena emancipación de la mujer. ¡La necesitamos en las primeras líneas de todo frente de la lucha!

Estamos resueltos a librar una poderosa lucha contra la opresión de los negros, y a unir a gente de todas las nacionalidades para participar en esa lucha.

Estamos en los ghettos y barrios pobres, donde el enemigo ataca con mayor ferocidad, ayudando al proletariado a construir organización, conciencia y resistencia revolucionarias, y trabajamos incansablemente para unir a todos los que se pueda unir para combatir el verdadero enemigo. Invitamos a todas las hermanas que anhelan verdaderos y profundos cambios a dialogar con nosotros, y a unirse a nosotros para combatir a nuestro enemigo común.

En buena hora. Llegó la hora. La mujer sostiene la mitad del cielo.

¡Romper las cadenas! ¡Desencadenar la furia de la mujer como una fuerza poderosa para la revolución!


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