Voces de la Marcha de Un Millón de Mujeres


Debbie Lang

Obrero Revolucionario #931, 9 de noviembre, 1997

El 25 de octubre, por lo menos un millón y medio de mujeres negras fueron a la Marcha de Un Millón de Mujeres en Filadelfia. Los medios informaron que fue una de las mayores marchas de la historia de la ciudad, mayor que algunas celebraciones del 4 de julio. La convocaron dos mujeres de Filadelfia: Phile' Chionesu y Asia Coney.

En su declaración, que salió en la Internet, las organizadoras decían: "A partir de esta marcha, la vida de los negros tomará rumbo nuevo; impulsará a hombres, mujeres y niños a edificarse y a conseguir cambios cualitativos. Esperamos con mucha ilusión este empeño glorioso. Ha llegado la hora de las mujeres negras (africanas) y de acabar con la autodestrucción, la injusticia, el racismo y todos los demás males que nos afligen".

Las actividades empezaron a las 6 de la mañana, con un servicio religioso en Penn's Landing, donde los primeros esclavos negros llegaron a Filadelfia, seguido por un desfile de tambores "para llamar a las mujeres negras a pararse hombro a hombro con paz, unidad y fuerza". El programa oficial empezó a las 9 en las escalinatas del Museo de Arte; hablaron: Chionesu y Coney, las organizadoras; Pam y Ramona Africa; Julia Wright, hija de Richard Wright; los representantes John Conyers y Maxine Waters; Winnie Mandela; Sister Souljah; Dick Gregory; Ilyassah y Camilla Shabazz; Jada Pinkett; Tynetta Muhammed; Khadijah Farrakhan.

Nuestra corresponsal, Debbie Lang, nos envió el siguiente informe:

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Era un día frío y de lluvia, cuando normalmente uno tiene ganas de estar en cualquier parte menos la calle. Pero en ese día, centenares de miles de mujeres llegaron a Filadelfia de todo el país para estar a la intemperie. Rumbo a Filadelfia de Nueva York, me di cuenta de que no sabía qué encontraría; muchas participantes me contaron que se hicieron la misma pregunta. Cuando llegué, estaba claro que la marcha había atraído a centenares de miles de mujeres. Llenaron más de dos kilómetros de la calle Benjamin Franklin Parkway, con sus cuatro carriles. Más tarde, supe que fueron más de un millón.

Había mujeres negras de todas las edades (pero en su mayoría de 20 a 50 años), de muchos estados, de Africa y Europa. La mayoría eran de la clase media, estudiantes y profesionales, pero también había proletarias. Vinieron contingentes universitarios, pero no tanto de grupos políticos o sindicatos. Por lo general, se movilizaron grupos de familiares, vecinas o amigas. Por ejemplo, en algunos casos fueron todas las mujeres de una familia: abuelas, madres, hijas y nietas. En otros casos, llevaron a sus hijas o compañeras. Fueron contingentes de organizaciones comunitarias y de iglesias. Participaron mujeres de otras nacionalidades y una pequeña minoría de hombres.

Fue una mezcla muy chévere de compañeras orgullosas de ser parte de un movimiento para unir a las negras y al pueblo negro en general a combatir las injusticias de esta sociedad. Muchas llevaban camisetas, gorras, chaquetas o botones de "Participé en la Marcha de Un Millón de Mujeres" o con el símbolo de la marcha; unas llevaban ropa tradicional musulmana o africana. Unas me dijeron que fueron como representantes de otras compañeras que no podían hacerlo.

Se asombraban del tamaño y espíritu de la marcha, de que fueran tantas mujeres de tantas partes. Muchas dijeron que los medios de comunicación le restaron importancia a la marcha, especialmente porque no la convocaron personajes "famosos". Una compañera de California escribió al website de la revista Essence: "Qué cosa tan increíble ver a tantas compañeras. En mis 25 años, nunca he visto a tantas mujeres negras reunidas para hacer algo positivo. No para un concierto o desfile de modas, sino para una reunión de compañeras de toda la diáspora para salvar nuestras comunidades. En nombre de la unidad y la colectividad. De piel oscura y piel clara. Con el pelo en permanente y al natural. Musulmanas y cristianas. No importaba porque primero somos mujeres. Fue un golpe de tambor recibido con mucha acogida a pesar de la falta de noticias en los medios. Me demostró lo poderosas que somos...".

En la multitud se podía sentir la profundidad de la indignación y descontento de muchas negras, y su deseo de forjar una fuerza política organizada. Las oradoras representaban una variedad de perspectivas, de radicales y revolucionarias a reformistas y hasta conservadoras, especialmente en cuanto al papel de la mujer y la familia. En este informe no corresponde criticar la plataforma de las organizadoras ni las oradoras, pero los temas que abarcaron (la conexión de la CIA y la droga, los servicios de salud, la educación, las presas y los derechos humanos) eran vitales para las participantes y se veía que ansían resolverlos.

En todas mis conversaciones me dijeron que las atraía la oportunidad de ser parte de la historia, que la marcha se recordará y cambiará la vida de mucha gente, si bien no podían decir cómo. Unas fueron a oír ciertas charlas o a disfrutar del espíritu de unidad con sus compañeras, pero todas sentían la urgente necesidad de un cambio. Una señora de Alexandria, Virginia, me dijo: "Estoy aquí para apoyar a mis compañeras afroamericanas. Quiero apoyar al movimiento, al movimiento revolucionario, que alienta a las mujeres afroamericanas a alzarse en sus comunidades y ser una influencia positiva. Regresaré a compartir con mis compañeras que no están aquí, con mi hija, el poderoso mensaje que oí hoy y para trabajar en mi comunidad...".

Muchas hablaron de la guerra del sistema contra el pueblo, de los recortes de servicios sociales y de la escasez de trabajo. Una señora de Nueva York señaló la multitud y me dijo: "Este es un ejército. No tiene armas pero de todos modos es un ejército. Estamos en lucha. Una lucha para mantenernos y criar a nuestros hijos sin un ingreso adecuado y sin suficiente ayuda del gobierno. Es una lucha que la mujer experimenta a diario. Hoy no es un día de descanso de esa lucha. Estamos aquí para apoyarnos mutuamente, para demostrar que podemos unirnos y apoyarnos mutuamente, no solo por un día sino también por todo un año y toda la vida. Muchas veces porque uno tiene más dinero, se siente aislado de los demás, pero aquí hay gente de todas las capas sociales. Ese es el mensaje de esta marcha, que gente de todas las capas compartimos la necesidad de vivir mejor, de salvar a nuestros hijos e hijas y salvar el planeta. Es difícil lograr eso cuando uno vive aislado, porque cada uno piensa que su problema es distinto. Pero en realidad todos tenemos puntos comunes, una lucha común, y tenemos que regresar a nuestras comunidades y, en vez de separarnos en un montón de organizaciones, unirnos sin importar la religión, la situación o el punto de vista político. Tenemos que comunicarnos como mujeres, de hecho como seres humanos".

Una ingeniera de Nigeria dijo algo parecido: "¿Dónde están las mayores? La mayoría de las mujeres negras mayores son pobres. ¿Qué se puede hacer con ellas? Ni siquiera están en asilos. Muchas se encuentran en la calle. Muchos negros no tienen techo, no porque no son capaces de trabajar sino porque no hay trabajos apropiados. Hay ingenieros como yo que están manejando taxis. Ingenieros negros que manejan taxis. No es que manejar un taxi no sea importante, pero después de tantos años de educación y de gastar tanto dinero, uno se encuentra en la calle o en un trabajo que no requiere educación.... Así que eso de esforzarse para salir adelante no es una buena estrategia".

Otras compañeras buscaban maneras colectivas de resolver problemas como cuidar los niños, echar las drogas de sus barrios y volver a conectarse con los chavos que se han tragado la mentalidad gangsteril del sistema. Unas hablaron de la violencia doméstica y una señora de Lexington, Kentucky, habló de lo que podría lograr la marcha: "A veces nuestro enemigo es la pobreza, el maltrato por los hombres o a los niños. Creo que cuando nos unimos como una familia, podemos reforzarnos mutuamente y combatir estos factores tan negativos en nuestras comunidades".

Explayaron que el sistema nos enemista el uno contra el otro con violencia, crimen, odio, hasta chismorreo. Dijeron que ansían una atmósfera más cooperativa y amistosa donde viven y trabajan. Se vio cierta tendencia a echarle la culpa de estos problemas a las masas, pero también se vio el papel del gobierno y los medios.

Una y otra vez señalaron su preocupación por el bienestar de la próxima generación, y muchas hablaron de la epidemia de brutalidad policial. Un equipo de Nueva York repartía el afiche del OR/RW "Matado a sangre fría por el DPNY", que tiene una lista de víctimas de la policía. También vendía ejemplares del libro Vidas Robadas, con fotos y listas de los muertos por la policía de todo el país. Grupos de mujeres se reunían para leer los nombres, y buscar a conocidos o la lista de su ciudad. El libro enfureció y entristeció. Unas las agradecieron a los distribuidores y los exhortaron a "¡seguir luchando!".

Mumia, MOVE y los criminales del gobierno de Filadelfia

Después de la marcha tuve la oportunidad de conversar con Pam y Ramona Africa, quienes me contaron algo muy interesante que sucedió cuando el alcalde de Filadelfia subió a la plataforma. El periódico Inquirer de Filadelfia informó que al alcalde le encantó la marcha porque "esta clase de energía dinámica es magnífica para cambiar las cosas". Pero lo que no dijo es que cuando subió a la plataforma lo abuchearon por su participación en una infinitud de crímenes contra los negros, como: el bombardeo de la casa de MOVE, el complot contra Mumia Abu-Jamal, los asesinatos policiales contra chavos negros y su respaldo a la pena de muerte. Fue verdaderamente indignante escuchar a ese personaje, cuyo camino al poder está pavimentado con la sangre de militantes de MOVE, sus partidarios y otros negros, decir que apoya a las mujeres negras que quieren cambiar su situación.

No vi mucho apoyo para Mumia, y aunque unas sabían algo sobre el caso, no habían seguido de cerca la campaña para conseguir su libertad. Sin embargo, cuando Pam Africa dijo que es urgente hacer algo hoy, en vista de los cambios a la ley sobre apelaciones, miles corearon "¡Libertad para Mumia!". Julia Wright también recibió "un aplauso abrumador", como dijo Pam, cuando leyó una carta abierta al alcalde explicando que él rehusó entrevistarse con una delegación internacional sobre el caso de Mumia. La organización Familiares y Amigos Internacionales de Mumia distribuyó 80.000 volantes.

Conocí a una hermana de California que tenía un libró sobre presos políticos con el retrato de Mumia en la portada; se había gastado la renta para el viaje. Me dijo: "Vine porque quería zambullirme en este mar de mujeres negras; platicar sobre la lucha, la liberación, lo que pasa en nuestras comunidades y todo eso que llevo en el corazón como consecuencia del trabajo que hago con presas. Estuve 10 años en la cárcel, y sé a quiénes están atacando hoy. Para mí eso es genocidio. Es genocidio cuando usan las leyes contra la droga para meter en la cárcel a mujeres de color, no solo negras, durante sus años reproductivos. Eso es genocidio, ni más ni menos que genocidio. Las que reciben las más largas sentencias son las amerindias; ellas van de las prisiones abiertas, o sea lo que llaman reservas, a las prisiones cerradas. Las sentencian a cadena perpetua en cárceles federales por delitos menores. Es indignante, eso es lo que es.... Estoy encantada de poder estar aquí, solo que me hubiera gustado ver más sobre Mumia, porque para mí él es indispensable, y es indispensable salvarlo. Todos deben dejar a un lado lo que están haciendo y dedicarse a salvar a ese preso político, porque detrás de él hay muchos otros. No está bien que el estado mate en mi nombre, en nombre del pueblo, porque no hay ricos condenados a muerte, lo cual no quiere decir que estuviera a favor de que los maten. Lo importante es salvar a Mumia, no podemos permitir que lo sacrifiquen. Qué bueno sería que todos se dedicaran a salvar a Mumia".

¿De qué sirvió?

La gente fue a escuchar los discursos, pero también a platicar, hacer amistades, establecer conexiones e intercambiar ideas. Un gentío rodeaba las mesas de literatura de los diversos grupos políticos; desconocidas se enfrascaban en discusiones o pedían que se les firmara la camiseta, los libros, las fotos u otros recuerdos del día. Una señora que entrevisté me pidió que le firmara una bella litografía que había comprado. Muchas trazaron planes para aplicar la energía positiva del día a la construcción de organizaciones y la unificación de las que ya existen, con el fin de luchar para resolver los problemas que encara el pueblo.

Tanto de parte de las que hablaron desde la plataforma como de la multitud en general, se oyeron muchas ideas reformistas, aunque también circularon ideas radicales e incluso revolucionarias. Ramona Africa, quien habló en nombre de MOVE, dijo: "Tengo los ojos llenos de hermanas, pero no veo solo hermanas; también veo soldadas, guerreras, listas a hacer lo que hay que hacer para quitarnos de encima la opresión. Eso es lo que veo. Les agradezco a todas por estar aquí hoy, y les agradezco de parte de las hermanas de MOVE que no pueden estar aquí hoy. Hay cuatro hermanas injustamente condenadas a 100 años de prisión por un crimen que no cometieron. Permítanme decir algo sobre las prisiones. Las prisiones son los proyectos de vivienda para los pobres, para los negros, que más están creciendo. Las prisiones son nuestra vivienda.... Tenemos que exigir libertad para nuestra gente porque no es criminal. Nosotros sabemos quiénes son los verdaderos criminales, y ese es un problema del que tendremos que encargarnos.... Tenemos mucho que hacer, tenemos una guerra que librar, porque estamos en guerra".

Una hermana de Nueva York me dijo lo que para ella significaba la Marcha: "Creo que empezó con dos mujeres, y ahora hay no sé cuantos cientos de miles. El que estén aquí luchando por sí mismas y por el futuro es algo muy positivo.... Este día nos enseña que es posible hacer un llamamiento para organizarnos y luchar no solo por la mujer sino también por un futuro mejor para todos los seres humanos".

Casi al fin del día, platiqué con un par de proletarias de Baltimore que miraban pasar el mar de mujeres. Habían hecho el viaje con su centro comunitario. Se llevaron el "Mensaje a la Marcha de Un Millón de Mujeres del Partido Comunista Revolucionario" y un ejemplar del OR para una exhibición sobre la Marcha. A una le pregunté qué pensaba de la Marcha, y me dijo: "Estoy maravillada de ver tanta gente, especialmente tantas mujeres. Nunca pensé que tantas mujeres participarían en algo así...si todas nos pudiéramos unir como lo estamos haciendo hoy, todo sería posible".


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