Watts: Temporada de lucha en territorio ocupado

Michael Slate

Obrero Revolucionario #938, 28 de deciembre, 1997

Las fiestas navideñas han llegado a Watts. En el multifamiliar Jordan Downs, las lucecitas navideñas, los santa clós de plástico y las escenas de invierno pintadas en las ventanas de los departamentos hacen que la noche parezca un poquito menos peligrosa, que la vida sea un poquito más divertida. En una pared cerca de los límites del multifamiliar, alguien ha pintarrajeado su propio mensaje navideño: la cabeza de un cerdo, la placa de un poli, 1x ("una vez"), todos tachados, y "oinc, oinc, oinc". Más adelante, está arrimado un carrito de supermercado lleno de botellas, latas de aluminio, botes de plástico y una pila de electrodomésticos descompuestos pero reparables. Tiene decoraciones navideñas. Un señor sin techo está parado contra una pared, las manos en alto y cruzadas detrás de la cabeza: unos polis lo esculcan y luego lo arrestan por "robo de un carrito de super".

A dos cuadras las lluvias iniciales de invierno han dejado pantanosa la cancha de fútbol. Hace poco más de un mes, la policía angelina ejecutó a Darryl "Chubby" Hood en esta cancha. Sigue en la cancha la ofrenda que pusieron sus amigos y vecinos. Una tarde, alguien dejó el programa que se repartió a los más de 500 asistentes al entierro de Chubby en una pequeña iglesia de Compton.

El programa cuenta la historia de su vida: su primera chamba a los 14 años lavando tractocamiones, sus años de trabajador fabril y su última chamba en un hotel cercano. Tiene fotos de Chubby de bebé, luego vestido de pantalones acampanados, pelo afro y camisas floreadas, fotos de su boda, y de él, su esposa y sus cinco hijos. Y cartas de su familia y amigos: cómo era Chubby, un último mensaje de amor; rompe el corazón, en especial la de su hija menor, Katie, que termina así: "Y aunque hayas muerto, todavía te llevo en mi corazón. Me encantaba cuando jugabas conmigo, me hacías cosquillas y yo siempre reía, y tú también. Me encantaba cuando ibas en bici conmigo, siempre me dabas unas monedas y jamás olvidaré esos días. Fin".

Ese fue el hombre "peligroso" que la policía ejecutó el 15 de noviembre ante 300 personas, muchas de ellas niños. El homicidio policial de Chubby Hood, un hombre que necesitaba atención médica y no un escuadrón de la muerte, ha tenido un profundo impacto en la comunidad. Y al recorrer el multifamiliar y al platicar por el camino, uno capta a fondo lo que quiere decir que la policía es un "ejército de ocupación" en los ghettos y barrios pobres. En este multifamiliar, la policía comienza a hostigar a los chavos antes de que tengan 10 años; aquí los chavos hablan de ser esposados, como en otras partes hablan de superhéroes. Desalojan a familias enteras si a un miembro de la familia, o incluso a una visita, lo condenan por cosas de droga. Y aquí las acusaciones chuecas y las sentencias injustas de cárcel son cosa de todos los días.

Trampa

Tawana, una negra de 35 años, camina duro y rápido por el camino que cruza la cancha. Musita sobre su coche descompuesto y que por la tarde tiene que reportarse con su consejera de libertad condicional. Decide abandonar el coche y busca dónde guardar lo que tenía en él. Tawana se detiene para descansar un momento en las raíces del Arbol de la Libertad, y hablamos. "Cuando veo un poli venir por la calle, lo primero que se me ocurre es que me va a detener a mí. Tengo razón. Estoy bajo libertad condicional por unas jeringas que no eran mías. Ni siquiera eran mías y no le entro a la droga. Encontraron unas jeringas a una buena distancia de donde estaba yo, pero así y todo me arrestaron.

"No más estaba ahí platicando con unos amigos. Llegaron a detenerme, me esposaron. Les pregunté por qué me esposaban y me dijeron `por las jeringas'. Les dije que no eran mías, pues están allá y yo estoy aquí.

"Pero nada de eso importa, pues ellos dicen lo que les pega la gana y es mi palabra contra la suya. Me juzgaron y condenaron por esto. Nadie, ni siquiera el juez, me escuchó. Me dieron un defensor de oficio pero él me decía que aceptara la leve sentencia que me ofrecían. Eso fue en 1993, pero sigo dando vueltas con esto. Me dieron libertad condicional. Luego la consejera fue y dijo que no me reporté siete veces. Pero ella me vio un día antes de ir al juzgado para revisar cómo me portaba. Cuando fui al juzgado, el juez me dijo que no me reporté siete veces. Le dije: `¡Qué! ¡No chingues!' Me zamparon 16 meses de cárcel; pasé ocho meses y tres días en el penal estatal. Pedí que el padre de mis hijos se comunicara con la consejera de libertad condicional; ella no respondió las llamadas. Cuando por fin se comunicó con ella, él le explicó que me tenían en el bote porque, según ellos, no me reporté siete veces. Ella respondió que debía haber problemas de papeleo. El le pidió que fuera al juzgado a aclarar la situación, pero ella dijo que no tenía tiempo por tanto cliente.

"Tengo cinco hijos. Su papá los cuidó mientras estaba en el penal, pero debí haber estado con ellos. Apenas salí el 3 de septiembre. Tengo uno chiquito y en vez de estar en la cárcel he debido estar con él. Fíjate que ni he debido estar en libertad condicional. No es justo. Pero la policía, nada más te acusan de x cosa porque es tu palabra contra la suya. Y una vez que cuentan su cuento, carajo, el juez lo acepta. Les cree porque tu palabra no importa un bledo. Tienen la autoridad y la placa, piensan que pueden hacer lo que les pega la real gana. Y si nadie objeta, así lo hacen. ¡No es justo!"

Baleado

Una chava de 15 años está parada en un estacionamiento. Mientras sus ojos recorren el horizonte en espera del paletero, habla de cómo la policía siempre la hostiga, la llama estúpida y le dice que se pasa de viva y que alguien debe de enseñarle buenos modales. Al parecer, en Watts, "pasarse de vivo" es un delito grave. Esta chava me contó que la expulsaron de una prepa por "pasarse de viva" cuando la directora la insultó mostrándole una falta de respeto a su madre. "La directora me dijo que mi mamá no valía nada y no me servía porque recibe welfare. Le dije que se callara, que mi mamá se defiende lo mejor que puede. Luego, la maldije. La directora me expulsó porque dice que en la prepa no caben los que se pasan de vivos".

Sondra y Victoria están sentadas en un coche estacionado en el mismo lote, escuchando nuestra conversación. Luego, se unen a la plática. No más la mera mención de la policía, y Sondra se prende. "La policía crea cosas negativas. He conocido a chavos que han ido a estudiar en la escuela para superarse, pero la policía también los jode. Y después de tanto hostigamiento, uno dice: `Chingao, mejor me meto a una pandilla pues me están jodiendo como si estuviera adentro'.

"Dicen que la policía es para proteger pero hacen lo contrario. Jamás llegan para protegernos o impedir que muera un chavo. Llegan para hostigar.

"La policía no nos protege, empeora la cosa. Y por eso en este proyecto estamos luchando contra la policía. No es que la odiemos porque sí. Lo que hace la policía hace que la odiemos. Ni siquiera tiene que hostigarme a mí personalmente, pues incluso lo que hace a otros hace que la odie yo. Ni siquiera les pido ayuda. Para mí la policía no es la ley. Solo viene cuando quiere. Es como que se reúnen y dicen: `Vamos a ir a joder a los de Jordan Downs'.

"Usa su autoridad en nuestra contra. La usa mal. La autoridad que tiene no es para abusarnos pero eso es lo que nos hace. Tiene armas y las usa en nuestra contra".

Cuando Sondra fue a ver cómo estaba su hijo, Victoria me contó de un adolescente a quien la policía baleó por la espalda unas semanas antes que a Chubby. "Escuché unos disparos en el proyecto, pero desde un lugar distinto a donde estábamos parados. Estaba en el porche con un tipo, y platicábamos él, mi amiga, yo y cuatro tipos más. Cuando escuché los disparos, dije que debíamos irnos pa' la casa, pues sabemos cómo se pone la policía cuando hay disparos. Y la policía entró al multifamiliar. Cuando me subí a mi coche para irme, una bola de polis ya estaba recorriendo el proyecto. Luego, cuando volví, todo mundo me dijo que la policía baleó a mi amigo. No sé cómo está, pues todavía no sale del bote. Como lo acusaron de tentativa de homicidio, no lo dejan salir bajo fianza. Pienso que debe estar libre porque ellos lo balearon, él no les disparó a ellos. Y dicen que no lo balearon, que uno de los cuates de él lo baleó. Pero todo mundo vio lo que pasó y que la policía lo baleó. Mira, yo estaba con él poco antes y no tenía ninguna arma. Y no sacó ninguna arma cuando la policía entró al proyecto. Y no comenzó a dispararle a la policía. Por eso, no es justo lo que le hicieron".

De combate

Mientras platicaba con Sondra y Victoria, un hombre en uniforme verde oliva pasó por ahí. Cuando escuchó de qué hablábamos, dio vuelta y se nos unió. Es activista en los multifamiliares y participa en un grupo que fomenta autodeterminación económica y política en Jordan Downs y el resto de Watts. Es algo similar a los programas de control comunitario de los años 60. Estos activistas son parte de la oposición en los multifamiliares al terror policiaco. "Tenemos el programa Ojo a la Chota. Cuando la policía para a un compañero o a una compañera, de inmediato salimos en formación militar y nos paramos a la distancia legal de 7 metros. A los compañeros les explicamos sus derechos y notificamos a nuestras redes de abogados.

"También vemos que la policía y el FBI buscan infiltrar nuestra comunidad. Los vemos sentados en sus coches. Sabemos que estamos en nuestro derecho de pedir que se identifiquen. Por eso, nos acercamos a su coche, tocamos su ventana, les pedimos identificación y les preguntamos qué hacen ahí, pues aquí se ha abusado de niños. Les preguntamos qué hacen y cuáles son sus deberes. Por lo general no nos dicen, no más se van o pedimos que se vayan, con cortesía por supuesto. El jefe de policía nos dijo que no nos metiéramos y le dijimos a él que no se metiera. Envió a un representante a decirnos que buscábamos una confrontación. Le dijimos que la confrontación empezó con el homicidio de Darryl Hood y que la policía inició la primera confrontación. Le dijimos que en caso de que haya otra confrontación, la policía será la que la provocará. Desde entonces, cuando nos ven en uniforme de combate, nos hostigan, buscan atraparnos en casa. Le arrancaron el portón de rejas a mi casa. Trataron de entrar a mi casa sin orden de cateo. El otro día se llevaron mi otro coche. Agarraron a mi mujer y la echaron al suelo ante mis hijos. Y se llevaron mi coche porque saben que ando organizando aquí".

Jóvenes en la mira

En algunos barrios, las privadas y calles tranquilas son excelentes para andar en bici. Son momentos que uno siempre recuerda: la libertad y alegría de pedalear a lo loco para alcanzar velocidades imparables, luego deslizarse por una curva, inclinándose casi paralelo al suelo en desafío de la gravedad y los límites del equilibrio. En Jordan Downs, andar en bici es un delito castigable. La policía dice que los miembros de la pandilla Grape Street les quiere tender emboscadas y que los pandilleros andan en bici. Por eso, le caen a quienquiera que ande en bici. Persiguen constantemente a chavos de 10 ó 11 años, los atrapan y les dan una multa de $45 por no tener casco o luces reflectoras. Para muchas familias de Watts, una multa de $45 es imposible de pagar. Si acumulan varias multas sin pagar, la chota tiene otra razón para joder.

Bueno, en realidad, si eres joven y vives en Watts, casi todo lo que hagas es un crimen. Ir al centro comercial del barrio y reírse y bromear con gusto fácil lleva a un arresto por "perturbar el orden público en un centro comercial". Para cuando un niño llega a adolescente, es común que la policía ya lo ha parado y hostigado 60 ó 70 veces.

Tres estudiantes de prepa caminaban por el multifamiliar a buen paso, a un pelo de echar a correr. Pararon para relatar su experiencia con la policía pero con los ojos en constante movimiento, en busca de chota. Raymond habló por el grupo: "¡Al diablo la chota! N'ombre, aquí no hacen sino chingarnos. Siempre nos chingan. Se te acercan cuando les pega la gana, bajan de su patrulla, desenfundan sus revólveres, te registran los bolsillos sin razón y luego se suben a su patrulla y se marchan.

"Cuando vemos a un poli, echamos a correr. Cuando te agarran, te echan sobre el capó de su patrulla, te echan al suelo o te sujetan con la rodilla en la espalda. Saben que el capó arde de calor, pues recorren las calles a toda velocidad. Te obligan a poner las manos en el capó y a veces la cara. A veces te esposan y como no puedes protegerte, te aplastan la cara contra el capó ardiente.

"Tenía 8 años cuando me pararon por primera vez. Andaba con mi papá, en coche. Lo pararon y lo obligaron a tirarse sobre el capó; a mí me obligaron a poner las manos sobre el capó. Me han parado unas 65 veces y sólo tengo 14 años. El otro día me pararon: iba de la escuela a casa y dijeron que yo era parecido a un sospechoso de un 211 (robo). Me arrojaron sobre el capó y me esposaron un rato; luego me soltaron. Un amigo andaba en bici y los sherifes lo pescaron. Lo pararon, le quitaron todo lo que tenía en los bolsillos y se lo llevaron.

"Aquí nos hacen lo que les pega la gana. Cuando estamos cotorreando por la noche, pasan por aquí y nos dirigen la luz de sus linternas en la cara. Dan una vuelta por la manzana y de regreso, si todavía estamos ahí, se bajan de la patrulla. Si uno echa a correr, desenfundan sus revólveres y gritan: `No se muevan o les volamos la tapa de los pinches sesos', aunque no tengamos arma. Y la cosa está de mal en peor desde que mataron a ese señor. Inventaron el cuento de que los de la pandilla Grape Street van a dispararles. La policía está más desbocada. Recién balearon a mi hermano. Nos detienen por cualquier cosa. Siempre nos joden y si no nos cuidamos, nos van a balear. Desenfundan sus revólveres todo el tiempo".

Temporada de lucha

Con la puesta del sol, me encaminé hacia mi coche, recordando la gruesa soga que une a los oprimidos de todo el mundo. La situación de Jordan Downs y Watts me recordaba a los palestinos que viven bajo la ocupación del ejército israelí o a los chavos azanios que conocí en Sudáfrica. Repasé toda la lucha sobre la brutalidad policial que ha empezado a hervir en Watts en los últimos años: la historia de los 7 de Nickerson Gardens (arrestados en abril de 1996 en una protesta por la golpiza a inmigrantes por el sherifato de Riverside); cuando el 22 de octubre el Comité de Watts Contra la Brutalidad Policial llevó un autobús lleno al centro el Día Nacional de Protesta para Parar la Brutalidad Policial; y tras la muerte de Chubby los vecinos de Jordan Downs han protestado contra la policía... y más gente de Watts ha tomado partido y luchado con ellos.

Estaba absorto en mis pensamientos cuando una señora que conocí en el multifamiliar unas semanas atrás me echó un grito. Me preguntó si había visto el contingente del Comité de Watts contra la Brutalidad Policial en el desfile navideño la semana anterior. Me contó cómo la animó ver el contingente con la manta "Justicia para Chubby, acusen a los policías homicidas". Los tamboristas que se organizaron para la protesta del 22 de octubre desfilaron fuertes y orgullosos. Todos los miembros del contingente tenían triplay con el "Proyecto Vidas Robadas" y fotos de los vecinos de Watts que ha matado la policía. En el trayecto, los espectadores corearon fuerte y largo, y algunos se les unieron. Repartieron tarjetas dobladas con los nombres de las víctimas de Watts o barrios vecinos muertas por la policía y la historia de su muerte. Una cinta negra con el nombre de la persona estaba sujeta a la tarjeta, acompañada de un dulce navideño. Cuando los espectadores vieron las tarjetas, buscaban en el bolsillo un donativo para conseguir una, un genuino regalo navideño desde el corazón del pueblo. Y ¿quién podría pensar en una forma más apropiada de celebrar la temporada navideña en territorio ocupado?


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