El motín de La Amistad

Obrero Revolucionario #940, 18 de enero, 1998

Singbe-pieh nació a principios del siglo 19 en Africa occidental, lejos de la costa, donde el pueblo mende vivía en grandes grupos familiares dedicados a la agricultura. Estaba casado y tenía hijos pequeños.

Hacía más de 300 años, Mendelandia, igual que todo Africa occidental, vivía una horrible pesadilla: barcos europeos o americanos rondaban la costa en busca de esclavos. Los traficantes blancos secuestraron o compraron a docenas de millones de personas de todos los pueblos africanos, como los mende, ashanti, ibo, yoruba, krumen, awikan y mandigo. Millones más murieron en las guerras y ataques que provocó el tráfico de esclavos. Ni siquiera se conoce exactamente cuántas personas murieron o se secuestraron.

Los africanos no sabían qué diablos hacían con los cautivos. ¿A qué se debía esa sed insaciable de los europeos de llevarse a tantísimos seres humanos? ¿Se los comerían? ¿Los pondrían a trabajar en un enorme sistema de trabajos forzados? Corrían rumores, pero no se sabía nada a ciencia cierta pues nadie regresaba.

Un día Singbe-pieh desapareció. En el pueblo le lloraron, temiendo que había muerto o que lo habían capturado para venderlo como esclavo. Pero su historia es diferente a la de millones porque sí regresó.

Más de 30 africanos, bajo la dirección de Singbe-pieh, lucharon por su libertad y lograron regresar. Se tomaron La Amistad, un buque negrero que se conoce por todo el mundo como símbolo de rebelión de los esclavos. Singbe-pieh es conocido por todo el mundo con el nombre que le pusieron los negreros: José Cinqué.

1º Parte:
Libertad

La siguiente historia se la contaron los africanos del buque La Amistad a Kawwa-li (James Covey), un marinero de 18 años del buque de guerra británico Buzzard, que entendía el idioma mende.

En enero de 1839, una partida de un pueblo enemigo llegó a Mendelandia y capturó a Cinqué. Durante diez días lo obligaron a caminar, junto con otros cautivos, río abajo hasta la costa. Allí, en la isla fortificada de Lomboko, "almacenaron" a Cinqué y otros cautivos de toda la región en las "fábricas de esclavos" del negrero Pedro Blanco. A unos los capturaron en guerras, a otros en incursiones, y a otros los vendieron sus propios pueblos en castigo por crímenes como no pagar sus deudas o cometer adulterio.

Blanco juntó a más de 600 africanos y los subió al Teçora, un buque negrero portugués. Los encadenaron de dos en dos y los amontonaron en cubiertas sin cupo para pararse. El buque zarpó hacia las Américas en abril de 1839. Ese tristemente famoso viaje, llamado la Travesía Intermedia, era pura tortura: los dejaron desnudos y los obligaron a acostarse en su propia suciedad; les daban comida podrida y les pegaban latigazos si no se la comían. Para que les doliera más, les echaban vinagre y pólvora en las heridas. Uno de tres murió durante el viaje.

Cuando el Teçora llegó a la colonia española de La Habana, Cuba, sacaron a los cautivos y los metieron a un barracón, o sea un corral para seres humanos, para ponerlos en venta. Dos españoles compraron a 53: Don José Ruiz compró 49 adultos y Don Pedro Montes compró cuatro niños. También compraron documentos falsos que declaraban que los cautivos eran esclavos nacidos en Cuba. El 28 de junio los subieron a otro buque más pequeño, La Amistad, para llevarlos a Puerto Príncipe, a 500 kilómetros de distancia.

El motín

"Si nos tenemos que morir,
no nos queremos ir así:
cazados, acorralados
en aquel lugar siniestro
mientras nos ladran los hambrientos
perros
que se ríen entre dientes
del maldito
destino nuestro".

Claude McKay, 1919

"La rebelión se justifica".

Mao Tsetung

A bordo de La Amistad, los metieron a una bodega húmeda, los encadenaron en fila por el cuello y clavaron la cadena a la pared. De comer les daban sólo un plátano, un poquito de pan y un vaso de agua al día. Además, como contarían después, el cocinero se burlaba de ellos, diciéndoles a señas que en cuanto llegaran a su destino los iban a matar, cocinar y salpresar.

Cinqué encontró un clavo en la cubierta y se lo escondió en el sobaco. Más tarde, platicaron entre todos en la bodega. Según contó después uno que se llamaba Kin-na, se sentían desesperados y le preguntaron a Cinqué qué debían hacer. Les contestó que idearía un plan. Dijo: "Si no hacemos nada, nos matarán. A que nos maten y nos coman, es mejor que nos muramos luchando por la libertad".

En el tercer día del viaje, Cinqué se valió del clavo para arrancar la cadena de la pared. Todos se armaron con machetes que encontraron en la bodega.

Era una noche de lluvia, sin luna, cuando subieron a escondidas a la cubierta. Cinqué mató al cocinero de un tajo. El capitán mató a un africano e hirió a otro antes de que pudieran matarlo. Los dos marineros se escaparon en un bote. Ruiz y Montes quedaron cautivos.

Por primera vez en muchísimos días, los africanos comieron y bebieron hasta llenarse. Estaban libres, pero se encontraban a la deriva a unos 30 kilómetros de la costa de Cuba y a muchos miles de kilómetros de su tierra.

Un buque negro sin bandera

Al principio, encadenaron a Ruiz y Montes para que esos crueles esclavistas españoles supieran cómo se siente. Pero después los soltaron, los dejaron andar libremente por el buque, y les dieron suficiente comida y agua.

Su plan era sencillo: navegar hasta la costa de Sierra Leona en Africa. Pero no conocían la ciencia de cruzar todo un océano, así que le ordenaron a Montes navegar hacia Africa. Pararon en las Bahamas para cargar suficiente agua para el largo viaje.

Pero Montes los engañó. Durante el día navegaba rumbo a Africa, hacia el sol matutino en el este. En las noches daba vuelta hacia el noroeste con la esperanza de llegar a la costa de Norteamérica.

Cinqué y los otros sospecharon que les traicionaba pero no podían hacer más que amenazarlo, así que La Amistad zigzagueó por el Atlántico norte. Se les acabó la comida, también el agua. Empezaron a parar a los otros buques con que se topaban para pedirles alimentos.

La prensa estadounidense empezó a informar que por el Atlántico norte andaba "un buque de color negro, largo y bajo" sin bandera. Lo tripulaban negros armados, ¿quizás piratas? "La tripulación tenía un aspecto muy salvaje", informó un capitán.

Duraron 63 días en el mar. El hambre y la sed los agotaban. Entonces, una mañana calurosa, el 26 de agosto de 1839, vieron una costa baja con dunas de arena y unos desembarcaron para buscar agua, alimentos e información.

De repente se toparon con dos capitanes de mar que cazaban en las dunas. Con señas les hicieron dos preguntas: "¿Dónde estamos?" y "¿En este país hay esclavos?", es decir, ¿es un país esclavista?

2º Parte:
La causa y la corte

Los dos capitanes, Henry Green y Peletiah Fordham, se sobresaltaron al ver a cuatro negros armados y casi desnudos. Les contestaron que habían desembarcado en Long Island, cerca a la punta Montauk, en el estado de Nueva York, y que allí no había esclavitud.

La Amistad recorrió más de 1500 kilómetros de costa de los estados sureños de Georgia, Carolinas, Virginia, Maryland y Delaware. Toda la economía de esos estados dependía de una red de plantaciones, que eran en realidad campamentos altamente militarizados donde millones de africanos y sus descendientes trabajaban como esclavos. Desde principios del siglo 19, los dueños de esclavos del Sur promovían agresivamente la expansión de la esclavitud a nuevas tierras. Acababan de correr a los indígenas creek, cherokee y seminolas de todas sus tierras al este del río Misisipí, y estaban tumbando bosques en los nuevos estados de Alabama, Misisipí, Tennessee, Louisiana y Florida para crear nuevas plantaciones. Más al sur, tratantes de esclavos y rancheros invadieron el norte de México y le arrebataron tierras para formar la nueva república esclavista de Texas.

Por una parte, los rebeldes de La Amistad corrieron con suerte al desembarcar en Nueva York, donde se abolió la compraventa o la "importación" de esclavos en 1779. Por otra parte, pronto descubrieron que Estados Unidos en verdad era un "país esclavista".

Muchos de los "padres de la patria" eran ricos dueños de esclavos. Por ende, los principales documentos de la nueva nación (como la Constitución) declararon legal la esclavitud. Por otro lado, tanto en Estados Unidos como en el mundo entero, se estaba preparando una histórica batalla para abolir la esclavitud y prohibir que cualquier ser humano fuera propiedad de otro. Los rebeldes de La Amistad cayeron en medio de esa colosal lucha.

La noticia de la llegada de La Amistad salió en primera plana en la prensa del Norte, mientras que en el Sur la callaron por completo, por temor de que les diera "ideas peligrosas" a los esclavos.

Los representantes de España en Washington y Nueva York afirmaron que La Amistad y los africanos a bordo no eran más que propiedades, y que se debían devolver de inmediato a sus dueños. Es más, dijeron que era de suma importancia regresar a los africanos "asesinos" a Cuba para enjuiciarlos y ajusticiarlos en público, como escarmiento y lección. Agregaron que todo eso convenía a Estados Unidos porque Cuba era un lugar "donde los ciudadanos estadounidenses comercian y además poseen tierras que cultivan con la mano de obra de esclavos africanos". El presidente de Estados Unidos, Martin Van Buren, estuvo de acuerdo con la solicitud española. Ruiz y Montes tenían documentos que comprobaban que eran dueños del buque y de los africanos. Parecía un caso sencillo.

Pero no fue tan sencillo. Primero, dos capitanes del Servicio de Guardacostas que remolcaron La Amistad a puerto entablaron una demanda pidiendo la tradicional recompensa por "salvar" propiedades perdidas en el mar. Luego otros dos capitanes, los que se toparon con los africanos en las dunas, entablaron otra demanda por la recompensa, porque fueron ellos quienes descubrieron la dizque propiedad perdida. La Amistad valía $40.000. Los africanos valían de $20 a $30.000 en el mercado de esclavos de La Habana.

¡Qué arrogancia! Cuatro capitanes se disputaban haber "salvado" una embarcación, que en realidad estaba tripulada, igual que Cristóbal Colón cuando declaró que había "descubierto" un nuevo continente, que en realidad estaba habitado.

El 29 de agosto de 1839, remolcaron La Amistad a New London, Connecticut. A los africanos que habían arriesgado la vida para liberarse, los volvieron a encadenar, pero esta vez en una prisión estadounidense. Ahora dependían de las cortes federales. Un representante del gobierno federal presentó la solicitud española a la corte. Por el otro lado, el movimiento para abolir la esclavitud movilizó a sus fuerzas para apoyar a los africanos, o sea "los de La Amistad", como todos los llamaban.

En la década de 1830, el movimiento abolicionista era una pequeña y muy criticada alianza de negros libres y sectores radicales de la clase media blanca, que empezaba a salir a la luz pública. Frederick Douglass, quien sería un gran líder revolucionario de los abolicionistas y los negros libres en Estados Unidos, apenas escapó de la esclavitud en 1838, un año antes de los sucesos de La Amistad.

En un momento en que el asunto político más candente en Estados Unidos era la expansión de la esclavitud a las tierras recién adquiridas, los abolicionistas luchaban para liberar a todos los esclavos. Por eso los tildaban de "fanáticos" y los pintaban de locos.

En 1831 Nat Turner dirigió una rebelión de esclavos en Southampton County, Virginia, que sacudió al país. En el Sur, los abolicionistas más radicales organizaban revueltas de esclavos para derrotar a los esclavistas con la fuerza de las armas. En 1835 el mismo presidente Andrew Jackson exigió una ley federal que prohibiera la distribución de "propaganda incendiaria" en el Sur. En el Norte, los abolicionistas hacían mítines y organizaban la protección de los esclavos huidos; como respuesta recibieron amenazas y sufrieron ataques violentos.

Ahora, en medio de este conflicto, llegaron los rebeldes de La Amistad y exigieron su propia libertad. Y llegaron al Norte, donde se podía movilizar sectores políticos y apoyo. Fue una gran oportunidad para el movimiento pro-libertad. En cuanto escuchó las noticias de La Amistad, el conocido abolicionista Lewis Tappan convocó una reunión en Nueva York, donde se formó el "Comité para la Defensa de los Africanos de La Amistad" para recaudar fondos y conseguir abogados.

Incluso la idea de que los africanos tenían el derecho de hablar era polémica. Cuando los abogados entablaron los primeros documentos en su nombre, el New Haven Register preguntó con sarcasmo ¡si ya buscaban clientes en gallineros y corrales!

Durante un caso anterior, relacionado con el buque Antelope en Savannah, Georgia, nadie pidió la participación de los africanos capturados. Sus historias, testimonios y deseos supuestamente no venían al caso. Ahora los abolicionistas luchaban para que los de La Amistad pudieran hablar por sí mismos y se pusieron a buscar en el puerto marineros que pudieran traducir el mende durante el juicio.

Si bien los de La Amistad cayeron en un país esclavista como Estados Unidos--donde los comerciantes del Norte, junto con esclavistas del Sur, se habían cebado de la compraventa de seres humanos--incluso aquí encontraron aliados.

Bajo la dirección de Cinqué, los rebeldes se organizaron para investigar todas las posibles salidas. Se propusieron aprender los idiomas y las costumbres de este lugar tan distinto. Observaban con cuidado a todas las personas y grupos que iban a verlos boquiabiertos. Una vez fue un grupo de religiosos. Al verlos vestidos de negro y tan serios, pensaron que habían llegado sus verdugos. También pactaron limitar lo que decían sobre el motín y sus costumbres en Africa, incluso a los abolicionistas. Pronto se dieron cuenta de que tal información podía perjudicarlos. Se dieron cuenta de que incluso sus aliados abolicionistas tenían fuertes prejuicios contra las costumbres africanas y creían arrogantemente en la "superioridad de la civilización cristiana". Cinqué les aconsejó que hablaran poco y eso sólo después de ponerse de acuerdo en el grupo, para así librar más efectivamente las batallas en el tribunal y en el campo de la opinión pública. Cuando las autoridades identificaron a Cinqué como líder, lo separaron de los demás y lo metieron a un calabozo solo.

Estados divididos: La lucha de clases sobre la esclavitud

La batalla para liberar a los de La Amistad se libraba en dos frentes interconectados. Primero, se discutían profundas cuestiones jurídicas: ¿Eran seres humanos u objetos de propiedad? ¿Cometieron asesinato y "rebelión servil" o actuaron en defensa propia justificada? ¿Deberían de castigarlos con mano dura como escarmiento o mandarlos de regreso a Africa a seguir su vida? Segundo, esta batalla judicial era parte de una lucha política de gran alcance--una lucha de clases--sobre la esclavitud.

Por un lado, los esclavistas pensaban que era un crimen tan siquiera defender a esclavos que mataron a blancos y capturaron a sus propios dueños. Por otro lado, los radicales declaraban que era un crimen tratar a un ser humano como una posesión.

En Estados Unidos en ese tiempo coexistían dos clases dominantes en una alianza inestable: los dueños de eslavos del Sur y los capitalistas mercantiles del Norte. En el Norte, la mayoría de los estados ya habían abolido la esclavitud, la cual seguía siendo el fundamento de la clase dominante en el Sur. Estas dos clases colaboraron para ganar dos guerras contra Inglaterra y para sacar a la fuerza a los indígenas de sus tierras al este del Misisipí. Las dos sacaron ganancias del tráfico de esclavos africanos y del comercio de algodón, tabaco e índigo cosechados por esclavos.

Pero ahora la economía capitalista del Norte estaba experimentando ciertos cambios que provocaron fuertes conflictos entre sectores de capitalistas del Norte y los esclavistas. Una fuente de conflicto eran los aranceles: los capitalistas querían cobrar impuestos a los productos importados para proteger sus industrias nacientes; en cambio, los esclavistas querían que los productos manufacturados fueran lo más baratos posible. Otra fuente de conflicto era la forma de organizar el país: forjar un mercado nacional único y unido o continuar como una federación de estados semiindependientes.

Después de siglos de cebarse del tráfico de esclavos, el sistema capitalista ahora quería desligarse de él, aunque con lentitud y tibuteos, y solo para cambiarlo por otras formas de explotación. Igualmente, la lucha de los mismos esclavos atemorizaba a los de arriba. En 1790 el esclavo Toussaint L'Ouverture, en la entonces colonia francesa de Haití, dirigió una revolución de esclavos que logró tomar el poder y forjar una república de africanos liberados que inspiró a esclavos por todo el mundo.

En Estados Unidos, sectores poderosos querían parar la importación de africanos antes que llegaran a ser una gran mayoría en partes del país, como eran en Haití.

Cuando se constituyó la nación en la década de 1770, se negoció un precario pacto sobre la trata internacional de esclavos. Se decidió permitirla, pero sólo por una generación más. A partir de 1807 estaba prohibido "importar" nuevos esclavos a Estados Unidos. También España y Inglaterra lo prohibieron.

Sin embargo, el sistema de esclavitud siguió siendo legal y estaba fuertemente arraigado en Cuba, Puerto Rico, Brasil y los estados sureños de Estados Unidos. Por ello, traficantes como Pedro Blanco seguían secuestrando a millones de africanos para venderlos en las Américas, mientras los gobiernos se hacían los de la vista gorda.

La batalla judicial

Si el caso de La Amistad hubiera ocurrido antes, hubieran entregado los amotinados a España sin protesta ni noticias. Pero en 1839, concentró la candente discusión sobre la esclavitud.

El gobierno federal defendió las leyes vigentes. Insistió frente al juez que los amotinados eran propiedades y también asesinos, y que por ende los debían entregar a las autoridades españolas. El presidente mandó un buque de la Armada a New Haven para llevarlos a su ajusticiamento en Cuba en cuanto se terminara el juicio.

En cambio, los abogados abolicionistas argumentaron que los de La Amistad "se liberaron de una aprehensión ilegal" y, como hombres libres, actuaron en su justa defensa propia. Por ende merecían regresar sanos y salvos a Africa.

El juez sorprendió a todos: dictaminó a favor de los africanos y dijo que nunca fueron esclavos legales ni súbditos de España. Añadió: "Aunque sus manos hayan derramado sangre, abrazarán a sus seres queridos". El gobierno federal apeló y después de una serie de audiencias el caso llegó a la Suprema Corte en febrero de 1841.

Los abolicionistas hicieron todo lo posible para concientizar al público de que los africanos eran también seres humanos y de que el tráfico de esclavos era una pesadilla. También le pidieron al ex presidente John Quincy Adams que los defendiera ante la Suprema Corte. Adams era un rancio representante de la clase dominante capitalista mercantil, que promovía la expansión de Estados Unidos y la construcción de una nueva infraestructura de canales y caminos. Si bien se oponía a la esclavitud, también rechazaba contundemente su abolición porque temía que desbarataría la "Unión" y el nuevo mercado nacional.

La Suprema Corte dictaminó a favor de los de La Amistad y los dejó en libertad. Declaró: "Cinqué, la cabeza y el alma del grupo, tenía una sola meta. No era piratear ni robar sino salvarse a sí mismo y a sus compañeros de una sujeción ilegítima. Nunca fueron súbditos de España. Estaban a bordo de La Amistad contra su voluntad. Solo deseaban liberarse de las cadenas para regresar a su hogar y a sus seres queridos. Al hacerlo, no cometieron ningún crimen por el cual los podríamos condenar de piratería".

Esta sorprendente victoria para el movimiento contra la esclavitud se debió a las crecientes riñas entre las dos clases dominantes. Fue la primera vez en Estados Unidos que la Suprema Corte vio un caso en el cual participaron negros como personas libres. El veredicto provocó la rabia de los esclavistas y atizó sus deseos de separar los estados sureños de Estados Unidos. Adams recibió un retrato suyo con un balazo en la frente.

La victoria judicial y la ayuda de un político burgués de estatura como Adams eran señas de que la nueva clase capitalista, por explotadora que fuera, tenía la necesidad política de ser aliada o incluso líder de la lucha para abolir la esclavitud.

Por fin, el 9 de marzo de 1942, los de La Amistad salieron libres.

Se logra una victoria y se aproxima otra guerra

Para recaudar fondos para el pasaje de regreso a Africa, los abolicionistas organizaron una gira de los africanos por iglesias para contar su historia. Los presentaron como futuros misioneros de la religión cristiana a los africanos "paganos".

Tres años después de su captura, 35 sobrevivientes de La Amistad regresaron a Africa. Unos quisieron quedarse en Estados Unidos. Una joven se matriculó en la universidad Oberlin College, que en ese entonces era un centro de actividad revolucionaria contra la esclavitud, y más tarde regresó a Africa occidental.

Mientras tanto, la lucha contra la esclavitud continuó. En 1841 se amotinaron otros esclavos a bordo del buque Creole y lograron escaparse a las Bahamas.

Hay que reconocer que la decisión de la Suprema Corte en el caso de La Amistad no cuestionaba las bases legales de la esclavitud ni su permanencia en Estados Unidos. Si bien dejó en libertad a los amotinados, también reconoció que la esclavitud era una institución legítima, legalizada por varios estados. Siete de los nueve jueces de la Suprema Corte eran ricos dueños de esclavos.

Poco tiempo después, el presidente de la Suprema Corte dictaminó en el famoso caso de Dred Scott que un negro, sea libre o esclavo, nunca se podría contar como un ciudadano estadounidense. Argumentó que muchos de los mismos signatarios de la Declaración de Independencia poseían esclavos; ver a los negros como futuros ciudadanos era para ellos "categóricamente en contra de todos los principios que afirmaban". Añadió que cuando escribieron en la Declaración "Todos los hombres nacen iguales", nunca tuvieron la intención de incluir a los negros. Concluyó con las famosas palabras de que en aquella época consideraban a los negros "tan inferiores que no tenían ningún derecho que un blanco debiera respetar".

A los esclavos de Estados Unidos nunca les dieron la libertad ni el sistema judicial ni la Suprema Corte. Para eso fue necesario librar una guerra revolucionaria, la guerra de Secesión, de 1860 a 1865. Tomó muchos años de sangre y guerra derrotar a los ejércitos confederados de los esclavistas del Sur.

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Las luchas del siglo 19 abolieron la esclavitud pero luego establecieron un nuevo sistema de explotación capitalista. Por eso, la liberación final de los negros es una tarea pendiente. Y por eso la historia de La Amistad nos toca el corazón hoy día. Los amotinados africanos se liberaron una noche sin luna a bordo de un buque de esclavos. Debido a su osadía y su inteligencia, ganaron una victoria histórica. Su historia nos enseña que la violencia revolucionaria se justifica, y que los oprimidos pueden encontrar aliados aunque sea en tierras desconocidas.

La libertad nunca nos llega de regalo. Tenemos que pelear hasta ganarla, una y otra y otra vez, en todos los complejos campos de batalla donde enfrentamos a los opresores.


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